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Petro: un populista y demagogo más

Y, como era de esperarse, en el congreso peruano se presentó una moción para declarar non grato en ese país al gobernante colombiano.  La moción fue aprobada por la comisión de relaciones exteriores, pendiente de que la conozca el pleno.  

Imagen: Gabriel López (Foto de LongVisual/ZUMA Press)
Alejandro Palmieri
15 de febrero, 2023

A Gustavo Petro parecen perseguirle los líos; si no son internos, son con otros países.  Pero siempre son provocados por él y por sus siempre desafortunadas declaraciones.  

Recientemente, en el acto de toma de posesión del jefe de policía, Petro dijo:

 “si logramos que una serie de actividades de la sociedad colombiana, que hoy se consideran crimen, no se consideren crimen más adelante, pues habrá por definición menos crimen en Colombia”

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La frase fue dicha en el contexto de que se criminaliza (sic) a campesinos que cultivan hoja de coca y que, según él, eso no debiese ser considerado delito.  Frase desafortunada y que no va acompañada -aún- de una medida legislativa para descriminalizar esa conducta.  Hasta ahora, es solamente una propuesta de política pública que está en primeros pasos.  En este sentido, el jefe antidrogas del gobierno de Petro dijo al Washington Post

“Los narcotraficantes saben que su negocio depende de la prohibición. Si lo regulamos como un mercado público, las grandes ganancias desaparecen, al igual que los narcotraficantes”

Y apuntaló con que lo que Petro proponía era:

“acabar con la prohibición y lanzar un mercado de cocaína regulado por el Estado”

Ello supone que el estado colombiano se convierta en dealer de cocaína, pues de lo contrario, si no hay criminales que compren la hoja de coca a los productores, estos no tendrán mercado para su producto.  De nada serviría descriminalizar el cultivo si no hay quien compre la hoja de coca y a un precio que les sea rentable.

En el ámbito internacional, Petro también ha tenido sus rifirrafes con otros países; con Guatemala se “peleó” en enero, luego de que el fiscal de la FECI anunciara que se investigaba a Iván Velásquez por su posible participación en actos contrarios a la ley en el diligenciamiento del caso Odebrecht.  Un anuncio de una investigación bastó para que -entendiblemente- saliera en defensa de su ministro de defensa.  Lo que ocurrió luego rebasó esa defensa, pues acusó a las autoridades guatemaltecas de “perseguir a un hombre justo” acusándoles de “ejercer impunidad”.  

Naturalmente eso generó una reacción del Alejandro Giammattei que, a su vez, provocó que Colombia llamara a consultas a su embajador y que Petro dijera que si se insistía en apresarlo (sic) no tenían nada qué hacer con Guatemala.  Declaraciones. arrebatadas, casi hormonales.  La defensa de su ministro es, como se dijo, entendible; el ataque a un país soberano -siendo él el mandatario- es inaceptable.

A raíz de la destitución del expresidente peruano Pedro Castillo por parte del Congreso, luego de que aquel diera un golpe de estado, gobernantes de la región con tendencia socialista y comunista salieron en su defensa: López Obrador, Maduro, Arce, Fernández y, por supuesto Petro.  No les importó que su “defendido” haya violado la constitución en televisión en vivo; si es de izquierda -como ellos- tenían que defenderlo.

A diferencia de los demás mencionados, Petro ha seguido dando declaraciones cada vez que puede respecto a la delicada situación en el Perú, que ha provocado la muerte de una veintena de -violentos- manifestantes por parte de las fuerzas de seguridad. 

El mayor exabrupto de Petro ocurrió cuando dijo que “…[las fuerzas de seguridad] marchan como nazis contra su propio pueblo”. Sin tomar en cuenta que la sucesora constitucional de Castillo, su vicepresidente Dina Boluarte es del mismo partido que Castillo, Perú Libre, de corte marxista de extrema izquierda, Petro asemejó a las fuerzas armadas peruanas al nazismo, insultando así no solo a la policía peruana, sino a la memoria de millones de judíos exterminados por el nazismo.  

Y, como era de esperarse, en el congreso peruano se presentó una moción para declarar non grato en ese país al gobernante colombiano.  La moción fue aprobada por la comisión de relaciones exteriores, pendiente de que la conozca el pleno.  

Petro está a un paso de poder ser declarado non grato por un país vecino, algo que se sumaría a que su ministro de la defensa, Iván Velásquez, fue declarado non grato en Guatemala.  Aparentemente el pasado guerrillero de Petro ha pesado más en su comportamiento que los años que lleva en la política colombiana y su paso por el congreso de la república, la alcaldía de Bogotá y por el senado.  Está por verse si se concreta esa declaración, pero lo que queda claro es que Petro, por un lado, pide respeto a su política de descriminalización del cultivo de coca y de la creación de un “mercado estatal” de cocaína, pero por otro no tiene empacho en pronunciarse abusivamente respecto de la política interna de otros países.  

Como corolario, hoy, 15 de febrero, hubo multitudinarias protestas en Bogotá y otras ciudades colombianas en contra de las políticas que pretende impulsar Petro quien en los pocos meses que tiene en la presidencia ha visto caer su popularidad a niveles ya de rechazo.  Petro: un populista y demagogo más. 

Petro: un populista y demagogo más

Y, como era de esperarse, en el congreso peruano se presentó una moción para declarar non grato en ese país al gobernante colombiano.  La moción fue aprobada por la comisión de relaciones exteriores, pendiente de que la conozca el pleno.  

Imagen: Gabriel López (Foto de LongVisual/ZUMA Press)
Alejandro Palmieri
15 de febrero, 2023

A Gustavo Petro parecen perseguirle los líos; si no son internos, son con otros países.  Pero siempre son provocados por él y por sus siempre desafortunadas declaraciones.  

Recientemente, en el acto de toma de posesión del jefe de policía, Petro dijo:

 “si logramos que una serie de actividades de la sociedad colombiana, que hoy se consideran crimen, no se consideren crimen más adelante, pues habrá por definición menos crimen en Colombia”

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La frase fue dicha en el contexto de que se criminaliza (sic) a campesinos que cultivan hoja de coca y que, según él, eso no debiese ser considerado delito.  Frase desafortunada y que no va acompañada -aún- de una medida legislativa para descriminalizar esa conducta.  Hasta ahora, es solamente una propuesta de política pública que está en primeros pasos.  En este sentido, el jefe antidrogas del gobierno de Petro dijo al Washington Post

“Los narcotraficantes saben que su negocio depende de la prohibición. Si lo regulamos como un mercado público, las grandes ganancias desaparecen, al igual que los narcotraficantes”

Y apuntaló con que lo que Petro proponía era:

“acabar con la prohibición y lanzar un mercado de cocaína regulado por el Estado”

Ello supone que el estado colombiano se convierta en dealer de cocaína, pues de lo contrario, si no hay criminales que compren la hoja de coca a los productores, estos no tendrán mercado para su producto.  De nada serviría descriminalizar el cultivo si no hay quien compre la hoja de coca y a un precio que les sea rentable.

En el ámbito internacional, Petro también ha tenido sus rifirrafes con otros países; con Guatemala se “peleó” en enero, luego de que el fiscal de la FECI anunciara que se investigaba a Iván Velásquez por su posible participación en actos contrarios a la ley en el diligenciamiento del caso Odebrecht.  Un anuncio de una investigación bastó para que -entendiblemente- saliera en defensa de su ministro de defensa.  Lo que ocurrió luego rebasó esa defensa, pues acusó a las autoridades guatemaltecas de “perseguir a un hombre justo” acusándoles de “ejercer impunidad”.  

Naturalmente eso generó una reacción del Alejandro Giammattei que, a su vez, provocó que Colombia llamara a consultas a su embajador y que Petro dijera que si se insistía en apresarlo (sic) no tenían nada qué hacer con Guatemala.  Declaraciones. arrebatadas, casi hormonales.  La defensa de su ministro es, como se dijo, entendible; el ataque a un país soberano -siendo él el mandatario- es inaceptable.

A raíz de la destitución del expresidente peruano Pedro Castillo por parte del Congreso, luego de que aquel diera un golpe de estado, gobernantes de la región con tendencia socialista y comunista salieron en su defensa: López Obrador, Maduro, Arce, Fernández y, por supuesto Petro.  No les importó que su “defendido” haya violado la constitución en televisión en vivo; si es de izquierda -como ellos- tenían que defenderlo.

A diferencia de los demás mencionados, Petro ha seguido dando declaraciones cada vez que puede respecto a la delicada situación en el Perú, que ha provocado la muerte de una veintena de -violentos- manifestantes por parte de las fuerzas de seguridad. 

El mayor exabrupto de Petro ocurrió cuando dijo que “…[las fuerzas de seguridad] marchan como nazis contra su propio pueblo”. Sin tomar en cuenta que la sucesora constitucional de Castillo, su vicepresidente Dina Boluarte es del mismo partido que Castillo, Perú Libre, de corte marxista de extrema izquierda, Petro asemejó a las fuerzas armadas peruanas al nazismo, insultando así no solo a la policía peruana, sino a la memoria de millones de judíos exterminados por el nazismo.  

Y, como era de esperarse, en el congreso peruano se presentó una moción para declarar non grato en ese país al gobernante colombiano.  La moción fue aprobada por la comisión de relaciones exteriores, pendiente de que la conozca el pleno.  

Petro está a un paso de poder ser declarado non grato por un país vecino, algo que se sumaría a que su ministro de la defensa, Iván Velásquez, fue declarado non grato en Guatemala.  Aparentemente el pasado guerrillero de Petro ha pesado más en su comportamiento que los años que lleva en la política colombiana y su paso por el congreso de la república, la alcaldía de Bogotá y por el senado.  Está por verse si se concreta esa declaración, pero lo que queda claro es que Petro, por un lado, pide respeto a su política de descriminalización del cultivo de coca y de la creación de un “mercado estatal” de cocaína, pero por otro no tiene empacho en pronunciarse abusivamente respecto de la política interna de otros países.  

Como corolario, hoy, 15 de febrero, hubo multitudinarias protestas en Bogotá y otras ciudades colombianas en contra de las políticas que pretende impulsar Petro quien en los pocos meses que tiene en la presidencia ha visto caer su popularidad a niveles ya de rechazo.  Petro: un populista y demagogo más.