El primer respiro. Tomado del blog Pluma Joven de la Universidad Francisco Marroquín. Un espacio donde los estudiantes exponen sus inquietudes literarias.

Es domingo en la madrugada y me preparo para cumplir con mi labor, como siempre. Llevo mucho tiempo haciendo este trabajo, no tengo descanso ni tiempo libre. Estoy disponible las 24 horas de los 365 días del año y muchos no agradecen lo que hago. Sin embargo, sigo haciéndolo con la misma emoción de la primera vez, disfruto dar bienvenidas, y la indiferencia de algunos no le resta importancia a mi arte.

Siempre estoy listo para aventurarme con libertad en el mundo y atender a quienes me necesitan. Hoy llevo puesto mi mejor traje, voy tan fresco como el rocío de la mañana, las flores del campo me han perfumado y los pinos me acompañan en la composición de dulces melodías. La razón, bueno, es porque nuevas vidas se avecinan y tengo que estar allí. ¡Cielos, cómo disfruto mi trabajo! Es tan hermoso conocer la primera sensación de un ser vivo.

Esta experiencia es a lo que llamo: «el primer respiro». La aventura en la que soy el invitado de honor. Mientras viajo a cada espacio de sus pulmones, me gusta recordar la misión que el creador del universo me confió el día de mi creación. En mi mente se repiten con claridad las dulces palabras que pronunciaron sus labios: «debes mantener la vida». Así es, mi propósito es mantener la vida.

Es este momento quizás, solo quizás, estés consciente de mi existencia y de la importancia de mi labor. Y quiero que sepas que te acompañaré en cada momento de tu vida, incluso, cuando duermas. Ten por seguro que, así como estuve en tu primer instante, estaré contigo cuando te enamores y cuando te sientas cansado, porque soy el aire que respiras y mi misión es mantenerte con vida hasta el fin de tus días.