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El mundo es de aquellos que “lo salen a buscar”

Redacción República
30 de septiembre, 2014

Las
experiencias que vivimos a lo largo de la vida nos permiten ver el mundo que
nos rodea de manera diferente. Una de
las grandes diferencias de un emprendedor y otras personas es precisamente que
en muchos casos el emprendedor tiene un por qué, y eso le da claridad para definir
experiencias que quiere vivir, cosas que necesita ver y entender, personas que
quiere conocer. El emprendedor sabe cómo
cada una de estas piezas encaja en el rompecabezas que está armando todos los
días, pues tiene la imagen clara en la mente de lo que está buscando
construir.

Y claro, el
emprendedor, por su forma de ser sabe que cada una de estas experiencias, cosas
y personas no llegarán a él automáticamente, sino depende de su convicción de buscarlas,
su dedicación por avanzar hacia ellas y la pasión que proyecte cuando esté
viviéndolas.

Con mucha
frecuencia he podido ver cómo las personas hacen “más grande” lo que las
limita, cuando por grande que sea vemos ejemplos en los que un emprendedor
simplemente encuentra nuevas formas de enfrentar un problema típico. En vez de ver un obstáculo como una pared que
lo detiene en su caminar, busca cómo le da la vuelta para seguir adelante.

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Cualquiera
pensaría que esos logros son suerte, pero todos sabemos que el camino de un
emprendedor exitoso difícilmente puede definirse como producto de la
casualidad. Sería demasiado incierto y
lento para una persona esperar a que las cosas pasen de esa forma. El mundo es de quienes “lo salen a buscar”,
aunque al principio parezca imposible o quizás hasta un exceso de
optimismo. Pero gracias a ello es que
luego una persona puede alcanzar grandes cosas.

Y para
muestra… unos botones. Un emprendedor
entra a una reunión en la que estarán unos posibles clientes, pero antes de
llegar se estudia la lista de quiénes estarán presentes y sabe exactamente a
aquella persona a la que quiere conocer y qué tema quiere hablar con él. Lo tiene pensado y hasta cierto punto
planeado, mucho antes de llegar a esa reunión.
Entonces será difícil no conseguirlo mientras esté allí. Y no será por casualidad, sino será producto
de su esfuerzo inteligente. Tengo que
ser justa, esto lo aprendí de una persona admirable a quien tuve la dicha de
conocer, el Dr. Manuel Ayau (“Muso” como se le llamaba con respeto y cariño). Eso era lo que vi que hacía siempre que iba a
entrar a eventos internacionales grandes, sabía exactamente por qué estaba
allí, qué estaba buscando y con qué personas quería hablar ese día. Y mientras lo observaba iba paso por paso actuando
en la dirección de lo que él tenía ya pensado.
Y de esa forma logró tantas cosas.

Una vez
escuché contar a un emprendedor que tenía una firma de servicios, que por mucho
tiempo le ilusionaba la idea que una empresa nueva, pero grande y de rápido
crecimiento, fuera de sus primeros clientes.
Después de mucho buscar una
oportunidad para entrar en conversación con sus más altos ejecutivos, se dio
cuenta que era una empresa que promovía la práctica del deporte, especialmente
“correr”. Entonces decidió empezar a
correr, y sí… ese camino le dio la oportunidad de conocer a uno de los socios
fundadores de esta compañía. Hoy tiene
más de 11 años de ser esa empresa su mejor cliente. ¿Casualidad o esfuerzo inteligente?

Pocas veces
hemos pensado en esto… pero quizás es una forma simple de empezar a practicar
un pensamiento emprendedor, respondiendo qué quieres o necesitas aprender, a qué
lugares debes ir, qué experiencias quieres vivir, qué cosas quieres ver o
aprender y sobre todo a quiénes quieres conocer. Recuerda que hacer que esto pase, depende de
ti. Sin duda es más probable que eso suceda
como producto de tu esfuerzo inteligente en vez de una dichosa casualidad, ¿no
crees? Pruébalo una vez y verás la
fuerza y energía que desarrolla en ti.


El mundo es de aquellos que “lo salen a buscar”

Redacción República
30 de septiembre, 2014

Las
experiencias que vivimos a lo largo de la vida nos permiten ver el mundo que
nos rodea de manera diferente. Una de
las grandes diferencias de un emprendedor y otras personas es precisamente que
en muchos casos el emprendedor tiene un por qué, y eso le da claridad para definir
experiencias que quiere vivir, cosas que necesita ver y entender, personas que
quiere conocer. El emprendedor sabe cómo
cada una de estas piezas encaja en el rompecabezas que está armando todos los
días, pues tiene la imagen clara en la mente de lo que está buscando
construir.

Y claro, el
emprendedor, por su forma de ser sabe que cada una de estas experiencias, cosas
y personas no llegarán a él automáticamente, sino depende de su convicción de buscarlas,
su dedicación por avanzar hacia ellas y la pasión que proyecte cuando esté
viviéndolas.

Con mucha
frecuencia he podido ver cómo las personas hacen “más grande” lo que las
limita, cuando por grande que sea vemos ejemplos en los que un emprendedor
simplemente encuentra nuevas formas de enfrentar un problema típico. En vez de ver un obstáculo como una pared que
lo detiene en su caminar, busca cómo le da la vuelta para seguir adelante.

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Cualquiera
pensaría que esos logros son suerte, pero todos sabemos que el camino de un
emprendedor exitoso difícilmente puede definirse como producto de la
casualidad. Sería demasiado incierto y
lento para una persona esperar a que las cosas pasen de esa forma. El mundo es de quienes “lo salen a buscar”,
aunque al principio parezca imposible o quizás hasta un exceso de
optimismo. Pero gracias a ello es que
luego una persona puede alcanzar grandes cosas.

Y para
muestra… unos botones. Un emprendedor
entra a una reunión en la que estarán unos posibles clientes, pero antes de
llegar se estudia la lista de quiénes estarán presentes y sabe exactamente a
aquella persona a la que quiere conocer y qué tema quiere hablar con él. Lo tiene pensado y hasta cierto punto
planeado, mucho antes de llegar a esa reunión.
Entonces será difícil no conseguirlo mientras esté allí. Y no será por casualidad, sino será producto
de su esfuerzo inteligente. Tengo que
ser justa, esto lo aprendí de una persona admirable a quien tuve la dicha de
conocer, el Dr. Manuel Ayau (“Muso” como se le llamaba con respeto y cariño). Eso era lo que vi que hacía siempre que iba a
entrar a eventos internacionales grandes, sabía exactamente por qué estaba
allí, qué estaba buscando y con qué personas quería hablar ese día. Y mientras lo observaba iba paso por paso actuando
en la dirección de lo que él tenía ya pensado.
Y de esa forma logró tantas cosas.

Una vez
escuché contar a un emprendedor que tenía una firma de servicios, que por mucho
tiempo le ilusionaba la idea que una empresa nueva, pero grande y de rápido
crecimiento, fuera de sus primeros clientes.
Después de mucho buscar una
oportunidad para entrar en conversación con sus más altos ejecutivos, se dio
cuenta que era una empresa que promovía la práctica del deporte, especialmente
“correr”. Entonces decidió empezar a
correr, y sí… ese camino le dio la oportunidad de conocer a uno de los socios
fundadores de esta compañía. Hoy tiene
más de 11 años de ser esa empresa su mejor cliente. ¿Casualidad o esfuerzo inteligente?

Pocas veces
hemos pensado en esto… pero quizás es una forma simple de empezar a practicar
un pensamiento emprendedor, respondiendo qué quieres o necesitas aprender, a qué
lugares debes ir, qué experiencias quieres vivir, qué cosas quieres ver o
aprender y sobre todo a quiénes quieres conocer. Recuerda que hacer que esto pase, depende de
ti. Sin duda es más probable que eso suceda
como producto de tu esfuerzo inteligente en vez de una dichosa casualidad, ¿no
crees? Pruébalo una vez y verás la
fuerza y energía que desarrolla en ti.