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Ver para adelante

Redacción
15 de diciembre, 2014

Les comparto en esta columna el ensayo que escribió mi hijo de 16 años para un concurso escolar de filosofía. Escogió el párrafo que lo inicia para hacer una reflexión. Me sorprende su capacidad de introspección y me alienta el hecho que fue uno de varios alumnos que dedicaron horas de tiempo libre para prepararse para esta competencia. De cara a un nuevo año pensemos en lo ocurrido pero más importante en lo que está por venir.

“Es muy cierto lo que la filosofía, dice, que la vida debe ser entendida al revés. Pero se olvida el otro principio, que debe ser vivida mirando hacia adelante. Un principio que, cuanto más se piensa, lleva precisamente a la conclusión de que la vida en el tiempo nunca podrá ser bien entendida, sólo porque ningún momento puede adquirir la completa quietud necesaria para orientarse uno mismo hacia atrás”. (Sören Kierkegaard)

Una cualidad distintiva de la naturaleza humana es el poder para tener éxito, para sobreponerse, para dar la talla. La vida es una cosa complicada, no puede ser entendida o evaluada hasta que esté en su fase final, pero tiene que ser vivida desde que comienza. Y para agregar a la pena y la alegría que es la vida, no habrá ningún momento en superposición donde los seres humanos pueden seguir adelante con ella y, al mismo tiempo, ir hacia atrás para examinarla.

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Es seguro asumir que nos diferenciamos de los animales dado que poseemos la capacidad de reflexionar sobre lo que nos ha sucedido, y tenemos esa sed de innovación y creación. Como seres humanos tenemos que aprender, todos los días, algo que nos ayudará, no sólo a sobrevivir, sino a prosperar.

Los pensamientos o reflexiones más importantes de una persona son: ¿Quién soy yo? ¿En quién me he convertido? ¿Cómo he llegado hasta aquí? Somos lo que somos gracias a las decisiones que tomamos y cómo enfrentamos las consecuencias de dichas decisiones. Todo lo que tenemos que experimentar en la vida nos va a afectar. Objetivamente, un problema no es un problema; la actitud adoptada hacia él lo es. Nos define, nos hace lo que somos, pero no podemos verlo. Nosotros, como seres humanos e imperfectos, no podemos alcanzar ese nivel de claridad en el que a través de la retrospección, podemos darnos cuenta cómo cada pequeño detalle en nuestras vidas creó una especie de efecto dominó que resumió nuestra existencia.

La retrospección es la capacidad de examinar un acto o situación que ya ha sucedido. Kierkegaard explica cómo la verdadera y eficaz retrospección es inalcanzable porque sólo es posible llevarla a cabo después que una acción termina. Cuando termina la vida ya no somos capaces de examinarla. “… ningún momento puede adquirir la completa quietud necesaria para orientarse hacia atrás.”

Es válido decir que incluso si pensamos que sabemos y entendemos el curso de nuestras vidas o cómo éstas se llevaron a cabo, estamos equivocados. La vida está en constante movimiento. Es un círculo, una corriente interminable de eventos que moldearán y crearán diferentes seres con algo especial, algo que nos define. ¿Cómo? Es imposible saberlo. No somos capaces de comprender la vida o su curso. Ni siquiera podemos esperar ver claramente cómo cada situación que hemos vivido nos hizo lo que somos, pero, lo más importante, nunca seremos capaces de llegar a la quietud completa; un tranquilo momento de paz, en el que podemos mirar hacia atrás, porque eso no es de lo que se trata la vida. La vida se trata de mirar hacia adelante.

Tere Ligorría

Ver para adelante

Redacción
15 de diciembre, 2014

Les comparto en esta columna el ensayo que escribió mi hijo de 16 años para un concurso escolar de filosofía. Escogió el párrafo que lo inicia para hacer una reflexión. Me sorprende su capacidad de introspección y me alienta el hecho que fue uno de varios alumnos que dedicaron horas de tiempo libre para prepararse para esta competencia. De cara a un nuevo año pensemos en lo ocurrido pero más importante en lo que está por venir.

“Es muy cierto lo que la filosofía, dice, que la vida debe ser entendida al revés. Pero se olvida el otro principio, que debe ser vivida mirando hacia adelante. Un principio que, cuanto más se piensa, lleva precisamente a la conclusión de que la vida en el tiempo nunca podrá ser bien entendida, sólo porque ningún momento puede adquirir la completa quietud necesaria para orientarse uno mismo hacia atrás”. (Sören Kierkegaard)

Una cualidad distintiva de la naturaleza humana es el poder para tener éxito, para sobreponerse, para dar la talla. La vida es una cosa complicada, no puede ser entendida o evaluada hasta que esté en su fase final, pero tiene que ser vivida desde que comienza. Y para agregar a la pena y la alegría que es la vida, no habrá ningún momento en superposición donde los seres humanos pueden seguir adelante con ella y, al mismo tiempo, ir hacia atrás para examinarla.

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Es seguro asumir que nos diferenciamos de los animales dado que poseemos la capacidad de reflexionar sobre lo que nos ha sucedido, y tenemos esa sed de innovación y creación. Como seres humanos tenemos que aprender, todos los días, algo que nos ayudará, no sólo a sobrevivir, sino a prosperar.

Los pensamientos o reflexiones más importantes de una persona son: ¿Quién soy yo? ¿En quién me he convertido? ¿Cómo he llegado hasta aquí? Somos lo que somos gracias a las decisiones que tomamos y cómo enfrentamos las consecuencias de dichas decisiones. Todo lo que tenemos que experimentar en la vida nos va a afectar. Objetivamente, un problema no es un problema; la actitud adoptada hacia él lo es. Nos define, nos hace lo que somos, pero no podemos verlo. Nosotros, como seres humanos e imperfectos, no podemos alcanzar ese nivel de claridad en el que a través de la retrospección, podemos darnos cuenta cómo cada pequeño detalle en nuestras vidas creó una especie de efecto dominó que resumió nuestra existencia.

La retrospección es la capacidad de examinar un acto o situación que ya ha sucedido. Kierkegaard explica cómo la verdadera y eficaz retrospección es inalcanzable porque sólo es posible llevarla a cabo después que una acción termina. Cuando termina la vida ya no somos capaces de examinarla. “… ningún momento puede adquirir la completa quietud necesaria para orientarse hacia atrás.”

Es válido decir que incluso si pensamos que sabemos y entendemos el curso de nuestras vidas o cómo éstas se llevaron a cabo, estamos equivocados. La vida está en constante movimiento. Es un círculo, una corriente interminable de eventos que moldearán y crearán diferentes seres con algo especial, algo que nos define. ¿Cómo? Es imposible saberlo. No somos capaces de comprender la vida o su curso. Ni siquiera podemos esperar ver claramente cómo cada situación que hemos vivido nos hizo lo que somos, pero, lo más importante, nunca seremos capaces de llegar a la quietud completa; un tranquilo momento de paz, en el que podemos mirar hacia atrás, porque eso no es de lo que se trata la vida. La vida se trata de mirar hacia adelante.

Tere Ligorría