Obama y Raúl Castro sorprendieron al mundo con la noticia que van a normalizar las relaciones diplomáticas de dos países que han sido enemigos por más de 50 años. Las relaciones EE.UU.-Cuba no sólo han divido a los dos países, también divide a los partidos tradicionales estadounidenses y al mundo entero.
De un lado están los críticos del régimen que dicen que el embargo castiga al pueblo cubano, no a sus dictadores, y sólo ha servido a los Castro como chivo expiatorio del fracaso comunista. Por el otro están también los críticos al régimen que consideran que el embargo debe mantenerse porque eso le da palanca a los EE.UU. para negociar reformas que introduzcan libertad al pueblo. La izquierda proCastro, aquellos que se muestran como verdaderos demócratas pero cuyos corazones siempre latirán por el totalitarismo cubano, también son críticos del embargo, le culpan de la mala calidad de vida del pueblo, cosa que es difícil de entender, al menos ideológicamente, pues si los Castro son revolucionarios de pura cepa, más comunistas que los propios soviéticos, ¿por qué querrían comerciar con el imperio que encarna todos los males del capitalismo?
En fin, ya que Cuba está en boca de muchos aprovecho para hablar de unos temas afines. En las discusiones a favor y en contra de la isla siempre surgen dos tipos de personas: 1) aquellos que comparan a Cuba con Guatemala, porque en la isla la gente al menos no se muere de hambre como sí sucede aquí; y 2) aquellos que dicen que Cuba al menos tiene excelente salud y educación.
Comparar Cuba con Guatemala es tramposo, nuestro país no es ninguna luminaria. Dudo que los países civilizados vuelvan sus ojos a Guatemala para determinar si ellos viven bien. Somos un país pobre, violento y corrupto donde muchos mueren de hambre. Dicho esto, Guatemala está mucho mejor que Cuba. No tenemos un régimen totalitario como lo es Cuba, según palabras de Humans Rights Watch; hay libertad de prensa y libertad política, la gente puede creer lo que quiera y hablar pestes del gobierno, no hay presos políticos; tenemos libertad religiosa y libertad académica; se reconoce la propiedad privada, las personas pueden emprender proyectos de vida y abandonar el país. Formalmente somos una república con división de poderes, en papel tenemos las bases para ser un país civilizado. Nuestro diseño institucional es pésimo, pero formalmente nuestra organización política se funda en las ideas correctas. Cuba, en cambio, se funda en el totalitarismo del partido único y al pueblo no se le reconocen derechos, su organización política se funda en las ideas equivocadas. Quien defiende la superioridad cubana porque allí la gente no muere de hambre como sí sucede aquí muestra una enorme indigencia espiritual, porque desear el bienestar al estilo cubano es desear que nadie muera de hambre, pero que todos vivan con hambre y privados de hacer su propio proyecto de vida, puros esclavos. Un país no llegará lejos si se pretende ayudar a los de abajo metiéndole zancadilla a los de arriba.
Sobre la salud y educación, ¿qué medicina consume usted que haya sido desarrollada en Cuba? La industria farmacéutica requiere millonarias inversiones, siendo Cuba un país pobre no se puede dar el lujo de dar al mundo pastilla alguna que aliviane los dolores de nadie. “¡Tienen excelente medicina preventiva!” gritarán muchos, pero también es cuestionable. Reporteros han documentado (sin permiso oficial, claro) la situación de los hospitales cubanos y por lo visto el Federico Mora tiene poco que envidiarles. Juzgue usted: http://www.therealcuba.com/Page10.htm. Y las escuelas cubanas son centros de adoctrinamiento de niños.
Cuba caerá, tarde o tempra
Obama y Raúl Castro sorprendieron al mundo con la noticia que van a normalizar las relaciones diplomáticas de dos países que han sido enemigos por más de 50 años. Las relaciones EE.UU.-Cuba no sólo han divido a los dos países, también divide a los partidos tradicionales estadounidenses y al mundo entero.
De un lado están los críticos del régimen que dicen que el embargo castiga al pueblo cubano, no a sus dictadores, y sólo ha servido a los Castro como chivo expiatorio del fracaso comunista. Por el otro están también los críticos al régimen que consideran que el embargo debe mantenerse porque eso le da palanca a los EE.UU. para negociar reformas que introduzcan libertad al pueblo. La izquierda proCastro, aquellos que se muestran como verdaderos demócratas pero cuyos corazones siempre latirán por el totalitarismo cubano, también son críticos del embargo, le culpan de la mala calidad de vida del pueblo, cosa que es difícil de entender, al menos ideológicamente, pues si los Castro son revolucionarios de pura cepa, más comunistas que los propios soviéticos, ¿por qué querrían comerciar con el imperio que encarna todos los males del capitalismo?
En fin, ya que Cuba está en boca de muchos aprovecho para hablar de unos temas afines. En las discusiones a favor y en contra de la isla siempre surgen dos tipos de personas: 1) aquellos que comparan a Cuba con Guatemala, porque en la isla la gente al menos no se muere de hambre como sí sucede aquí; y 2) aquellos que dicen que Cuba al menos tiene excelente salud y educación.
Comparar Cuba con Guatemala es tramposo, nuestro país no es ninguna luminaria. Dudo que los países civilizados vuelvan sus ojos a Guatemala para determinar si ellos viven bien. Somos un país pobre, violento y corrupto donde muchos mueren de hambre. Dicho esto, Guatemala está mucho mejor que Cuba. No tenemos un régimen totalitario como lo es Cuba, según palabras de Humans Rights Watch; hay libertad de prensa y libertad política, la gente puede creer lo que quiera y hablar pestes del gobierno, no hay presos políticos; tenemos libertad religiosa y libertad académica; se reconoce la propiedad privada, las personas pueden emprender proyectos de vida y abandonar el país. Formalmente somos una república con división de poderes, en papel tenemos las bases para ser un país civilizado. Nuestro diseño institucional es pésimo, pero formalmente nuestra organización política se funda en las ideas correctas. Cuba, en cambio, se funda en el totalitarismo del partido único y al pueblo no se le reconocen derechos, su organización política se funda en las ideas equivocadas. Quien defiende la superioridad cubana porque allí la gente no muere de hambre como sí sucede aquí muestra una enorme indigencia espiritual, porque desear el bienestar al estilo cubano es desear que nadie muera de hambre, pero que todos vivan con hambre y privados de hacer su propio proyecto de vida, puros esclavos. Un país no llegará lejos si se pretende ayudar a los de abajo metiéndole zancadilla a los de arriba.
Sobre la salud y educación, ¿qué medicina consume usted que haya sido desarrollada en Cuba? La industria farmacéutica requiere millonarias inversiones, siendo Cuba un país pobre no se puede dar el lujo de dar al mundo pastilla alguna que aliviane los dolores de nadie. “¡Tienen excelente medicina preventiva!” gritarán muchos, pero también es cuestionable. Reporteros han documentado (sin permiso oficial, claro) la situación de los hospitales cubanos y por lo visto el Federico Mora tiene poco que envidiarles. Juzgue usted: http://www.therealcuba.com/Page10.htm. Y las escuelas cubanas son centros de adoctrinamiento de niños.
Cuba caerá, tarde o tempra