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Pócimas y conjuros

Redacción República
25 de febrero, 2014

En la antigüedad los magos y hechiceros realizaban pócimas y conjuros para lograr el amor, la belleza, la salud o la prosperidad. En la actualidad, el poder económico y político parece ser esa pócima mágica. 

En Guatemala, el conjuro ha sido tan efectivo que algunos políticos han pasado de vivir a dos cuadras de “La Limonada”, a ser distinguidos vecinos de las exclusivas zonas residenciales del sur de la Florida. 
La fórmula mágica incluso cambia la visión de los políticos guatemaltecos dependiendo de la posición en que se encuentren. Si son parte de la oposición, los dignatarios ven a nuestro país como una antesala del infierno, mientras que la agrupación política oficial cree que Guatemala es “El país de las Maravillas”. 
Un sabio dijo alguna vez: “El problema de tener principios es que hay que vivir con ellos”. Partiendo de esa premisa, es notorio que los dirigentes políticos nacionales carecen de principios, ya que rápidamente se olvidan de ellos. 
El tiempo me ha hecho testigo de la forma en la cual la dirigencia política nacional cambia de ideales, bancadas, amigos y hasta de familia, sin ningún tipo de escozor ante el dulce y embriagante elixir del poder. 
La culpa no es exclusiva de los políticos, la culpa también es de nosotros, los ciudadanos, quienes esperamos inertes a que las cosas cambien. La verdad es que nada va a cambiar hasta que las personas de bien dejemos la comodidad de nuestras vidas y sacrifiquemos el tiempo con la familia y la tranquilada de los paseos dominicales para trabajar en pro de una verdadera nación. 
Guatemala es un país con la oportunidad de ser una nación desarrollada, pero el sistema se ha encargado de mantener a las personas honradas y dignas fuera de la política. La manera espuria en la cual se organizan los partidos políticos y la danza de dinero cubierto de sangre, hace que los incentivos para participar para las personas de bien sean inexistentes. 
Los políticos le ponen precio al puesto, ninguno le da valor al liderazgo. Para ser un miembro del partido ni siquiera se necesita ser una persona honesta, con tan solo cumplir con la cuota monetaria se puede llegar hasta la cumbre del poder político. 
El sistema premia al corrupto, al haragán y al mañoso, haciendo que la honradez, el decoro y la eficiencia sean tan solo un auto-sacrificio al momento de trabajar para el Estado. Ante un escenario tan oscuro, creo que es importante que se reconozca y valore a quien busca la excelencia sin incentivos y se castigue severamente a quien se enreda en la maraña del status quo. 
Para terminar y agradeciendo el espacio, ruego a Dios por un país que merece un mejor presente, mismo que le permita tener el tan anhelado futuro con condiciones dignas para el desarrollo. 

Pócimas y conjuros

Redacción República
25 de febrero, 2014

En la antigüedad los magos y hechiceros realizaban pócimas y conjuros para lograr el amor, la belleza, la salud o la prosperidad. En la actualidad, el poder económico y político parece ser esa pócima mágica. 

En Guatemala, el conjuro ha sido tan efectivo que algunos políticos han pasado de vivir a dos cuadras de “La Limonada”, a ser distinguidos vecinos de las exclusivas zonas residenciales del sur de la Florida. 
La fórmula mágica incluso cambia la visión de los políticos guatemaltecos dependiendo de la posición en que se encuentren. Si son parte de la oposición, los dignatarios ven a nuestro país como una antesala del infierno, mientras que la agrupación política oficial cree que Guatemala es “El país de las Maravillas”. 
Un sabio dijo alguna vez: “El problema de tener principios es que hay que vivir con ellos”. Partiendo de esa premisa, es notorio que los dirigentes políticos nacionales carecen de principios, ya que rápidamente se olvidan de ellos. 
El tiempo me ha hecho testigo de la forma en la cual la dirigencia política nacional cambia de ideales, bancadas, amigos y hasta de familia, sin ningún tipo de escozor ante el dulce y embriagante elixir del poder. 
La culpa no es exclusiva de los políticos, la culpa también es de nosotros, los ciudadanos, quienes esperamos inertes a que las cosas cambien. La verdad es que nada va a cambiar hasta que las personas de bien dejemos la comodidad de nuestras vidas y sacrifiquemos el tiempo con la familia y la tranquilada de los paseos dominicales para trabajar en pro de una verdadera nación. 
Guatemala es un país con la oportunidad de ser una nación desarrollada, pero el sistema se ha encargado de mantener a las personas honradas y dignas fuera de la política. La manera espuria en la cual se organizan los partidos políticos y la danza de dinero cubierto de sangre, hace que los incentivos para participar para las personas de bien sean inexistentes. 
Los políticos le ponen precio al puesto, ninguno le da valor al liderazgo. Para ser un miembro del partido ni siquiera se necesita ser una persona honesta, con tan solo cumplir con la cuota monetaria se puede llegar hasta la cumbre del poder político. 
El sistema premia al corrupto, al haragán y al mañoso, haciendo que la honradez, el decoro y la eficiencia sean tan solo un auto-sacrificio al momento de trabajar para el Estado. Ante un escenario tan oscuro, creo que es importante que se reconozca y valore a quien busca la excelencia sin incentivos y se castigue severamente a quien se enreda en la maraña del status quo. 
Para terminar y agradeciendo el espacio, ruego a Dios por un país que merece un mejor presente, mismo que le permita tener el tan anhelado futuro con condiciones dignas para el desarrollo.