Los tiburones, aquellos que nos quieren devorar, lejos de ser una adversidad o maldición en nuestras vidas son una oportunidad para fortalecer nuestro espíritu. Hace unos días un extraordinario amigo me envió una de las anécdotas más inspiradora que he leído, particularmente en estos días en que la crisis y la competencia desmedida se ha vuelto parte de nuestras vidas cotidianas. Este relato, que ahora transcribo, es ideal para que lo comparta con sus hijos, sus amigos y para que usted se tome un tiempo de meditación en la adversidad.
Y entonces, la resolución del problema de los pescadores japoneses fue inspirado en esta premisa: Las personas prosperan más cuando hay desafíos en su medio ambiente. Y si esta es una realidad, la única salida para mantener el sabor fresco de los peces fue que las compañías pesqueras pusieran un tiburón pequeño dentro de los tanques en los botes para que rompiera el esquema relajado de los peces.
Este relato japonés es simplemente una meditación en tiempo de crisis. Todos necesitamos tener nuestro tiburón en las aguas donde nadamos porque así aprenderemos que cuando alcancemos nuestras metas, el reto será alcanzar otras mayores.
Los tiburones, aquellos que nos quieren devorar, lejos de ser una adversidad o maldición en nuestras vidas son una oportunidad para fortalecer nuestro espíritu. Hace unos días un extraordinario amigo me envió una de las anécdotas más inspiradora que he leído, particularmente en estos días en que la crisis y la competencia desmedida se ha vuelto parte de nuestras vidas cotidianas. Este relato, que ahora transcribo, es ideal para que lo comparta con sus hijos, sus amigos y para que usted se tome un tiempo de meditación en la adversidad.
Y entonces, la resolución del problema de los pescadores japoneses fue inspirado en esta premisa: Las personas prosperan más cuando hay desafíos en su medio ambiente. Y si esta es una realidad, la única salida para mantener el sabor fresco de los peces fue que las compañías pesqueras pusieran un tiburón pequeño dentro de los tanques en los botes para que rompiera el esquema relajado de los peces.
Este relato japonés es simplemente una meditación en tiempo de crisis. Todos necesitamos tener nuestro tiburón en las aguas donde nadamos porque así aprenderemos que cuando alcancemos nuestras metas, el reto será alcanzar otras mayores.