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Afganistán frente a una elección difícil y violenta

Redacción
28 de marzo, 2014

Hace poco y en este mismo espacio tuve la oportunidad de reflexionar sobre las elecciones Parlamentarias que se celebrarán el 30 de abril de este año en Irak, las cuales tendrán un impacto importantísimo no sólo para el destino del país, sino que también en el contexto geopolítico de Medio Oriente. Pero también se celebrarán otras elecciones en la región, igual o más importantes incluso que las de Irak; estas son las elecciones Presidenciales en Afganistán, calendarizadas para el 5 de abril del año en curso. 

El Presidente Hamid Karzai, en el poder desde el 2001, ya no puede buscar la reelección por tercera vez, debido a que la Constitución se lo impide. Por ello, haciendo uso de un nepotismo formalizado, intentó apoyar la participación de su hermano Qayyum Karzai, quien no logró posicionarse y mucho menos generar simpatías, llevándolo a renunciar a su candidatura a principios de marzo y manifestar su endoso al candidato oficialista Zalmai Rassoul. Tanto el Presidente Karzai, su hermano y Zalmai Rassoul son de la etnia Pastún, lo cual es un elemento más que favorece esta candidatura, ya que cuenta no sólo con el apoyo del Presidente, sino que también con una ventajosa maquinara estatal a su servicio en esta campaña electoral. 
Quayyum Karzai no es el único candidato que ha renunciado a sus aspiraciones. También en marzo, el ex militar Rahim Wardak anunció sorpresivamente su decisión de no continuar más en la campaña electoral. Ésto dejó el panorama sólo con nueve candidatos presidenciales, a menos de tres semanas para la celebración de los comicios. 
Los cuatro candidatos más fuertes son: el oficialista Zalmai Rassoul; Abdulah Abdulah, el cual estuvo cerca de ganar las elecciones en el 2009; Ashraf Ghani, economista y ex funcionario del Banco Mundial; y Addul Rab Sayyaf, líder fundamentalista con un pasado controversial por sus vinculaciones con Al Queda y los Talibán. Para los intereses de los Estado Unidos de América, cualquiera de los candidatos en caso de llegar a la Presidencia, a excepción de Addul Rab Sayyaf, contaría con el respaldo político, económico y de asistencia militar con el que ha contado el Presidente Karzai; asimismo, confían en que el resultado de estas elecciones contribuya a la ansiada estabilidad en el país, más aún frente al inminente retiro definitivo de las fuerzas aliadas programado para finales del 2014. 
El grupo Talibán ha declarado recientemente como objetivos de atentados a las mesas de votación, a su personal, e incluso a los votantes, además de las fuerzas de seguridad que vigilarán los comicios. Con ello demuestran, una vez más, su irracionalidad y un marcado desinterés por el sufrimiento humano, tal como se evidenció trágicamente este pasado jueves 20 de marzo, cuando atacaron el Hotel Serena en la ciudad de Kabul, asesinando a 9 personas, entre ellas un Observador Electoral proveniente del Paraguay. El hecho fue seguido por otro atentado, cinco días más tarde, a una sucursal de la Comisión Electoral de Afganistán, matando a 5 personas, incluyendo un candidato al Consejo Provincial. 
Esto, sin lugar a dudas, será el gran reto para el Gobierno: garantizar un proceso lo más seguro posible para la población que anhela desesperadamente un mejor futuro y un cambio, por estar agobiada por los altos índices de inseguridad y desempleo, e inmersos entre el odio y muertes sin sentido.

Afganistán frente a una elección difícil y violenta

Redacción
28 de marzo, 2014

Hace poco y en este mismo espacio tuve la oportunidad de reflexionar sobre las elecciones Parlamentarias que se celebrarán el 30 de abril de este año en Irak, las cuales tendrán un impacto importantísimo no sólo para el destino del país, sino que también en el contexto geopolítico de Medio Oriente. Pero también se celebrarán otras elecciones en la región, igual o más importantes incluso que las de Irak; estas son las elecciones Presidenciales en Afganistán, calendarizadas para el 5 de abril del año en curso. 

El Presidente Hamid Karzai, en el poder desde el 2001, ya no puede buscar la reelección por tercera vez, debido a que la Constitución se lo impide. Por ello, haciendo uso de un nepotismo formalizado, intentó apoyar la participación de su hermano Qayyum Karzai, quien no logró posicionarse y mucho menos generar simpatías, llevándolo a renunciar a su candidatura a principios de marzo y manifestar su endoso al candidato oficialista Zalmai Rassoul. Tanto el Presidente Karzai, su hermano y Zalmai Rassoul son de la etnia Pastún, lo cual es un elemento más que favorece esta candidatura, ya que cuenta no sólo con el apoyo del Presidente, sino que también con una ventajosa maquinara estatal a su servicio en esta campaña electoral. 
Quayyum Karzai no es el único candidato que ha renunciado a sus aspiraciones. También en marzo, el ex militar Rahim Wardak anunció sorpresivamente su decisión de no continuar más en la campaña electoral. Ésto dejó el panorama sólo con nueve candidatos presidenciales, a menos de tres semanas para la celebración de los comicios. 
Los cuatro candidatos más fuertes son: el oficialista Zalmai Rassoul; Abdulah Abdulah, el cual estuvo cerca de ganar las elecciones en el 2009; Ashraf Ghani, economista y ex funcionario del Banco Mundial; y Addul Rab Sayyaf, líder fundamentalista con un pasado controversial por sus vinculaciones con Al Queda y los Talibán. Para los intereses de los Estado Unidos de América, cualquiera de los candidatos en caso de llegar a la Presidencia, a excepción de Addul Rab Sayyaf, contaría con el respaldo político, económico y de asistencia militar con el que ha contado el Presidente Karzai; asimismo, confían en que el resultado de estas elecciones contribuya a la ansiada estabilidad en el país, más aún frente al inminente retiro definitivo de las fuerzas aliadas programado para finales del 2014. 
El grupo Talibán ha declarado recientemente como objetivos de atentados a las mesas de votación, a su personal, e incluso a los votantes, además de las fuerzas de seguridad que vigilarán los comicios. Con ello demuestran, una vez más, su irracionalidad y un marcado desinterés por el sufrimiento humano, tal como se evidenció trágicamente este pasado jueves 20 de marzo, cuando atacaron el Hotel Serena en la ciudad de Kabul, asesinando a 9 personas, entre ellas un Observador Electoral proveniente del Paraguay. El hecho fue seguido por otro atentado, cinco días más tarde, a una sucursal de la Comisión Electoral de Afganistán, matando a 5 personas, incluyendo un candidato al Consejo Provincial. 
Esto, sin lugar a dudas, será el gran reto para el Gobierno: garantizar un proceso lo más seguro posible para la población que anhela desesperadamente un mejor futuro y un cambio, por estar agobiada por los altos índices de inseguridad y desempleo, e inmersos entre el odio y muertes sin sentido.