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El cambio climático y adaptación

Redacción
11 de abril, 2014

Esta cita de Shakespeare me gusta porque su mensaje es claro, el futuro es lo que importa. Lady Macbeth le dice esto a su esposo porque él está triste y distanciado por un acontecimiento reciente y teme las consecuencias. Su esposa lo trata de consolar y de enfocar su mente en lo que viene por delante. Este mismo mensaje recomiendo al considerar políticas públicas respecto al cambio climático, especialmente con la reciente publicación del IPCC (Intergovernmental Panel for Climate Change) sobre este tema.

En dicha publicación se hace mucho énfasis en estrategias de adaptación. Hasta las personas que no concuerdan con la ciencia del cambio climático reconocen que la adaptación a nuestro ambiente es algo racional y una actividad que debemos considerar constantemente. Creer o no si los seres humanos están causando el cambio climático tiene poca relevancia para las personas que viven en Somerset, Inglaterra, una región que recientemente sufrió grandes inundaciones. Ellos se tienen que adaptar a la nueva realidad, deben decidir si reconstruir su casa en la misma área, construir defensas contra futuras inundaciones o mudarse. Algo parecido pasó con Nuevo Orleans, Estados Unidos; después del huracán Katrina muchas familias decidieron no regresar. Estos son ejemplos de adaptación, sin embargo, como todo en la vida, adaptarse también tiene un costo. Individuos y familias con más dinero tienen más opciones que familias pobres. Una familia con medios puede decir mudarse de ciudad y enfrentar los retos que esto conlleva con más confianza y seguridad. Mientras que una familia pobre tendrá menos opciones.

La IPCC presentó proyecciones del nivel de calentamiento durante los próximos 100 años. El análisis muestra un escenario asumiendo altas emisiones de carbono y otro escenario con bajas emisiones de carbono. Se puede observar que desde hoy hasta los años 2050 – 2060 existe la posibilidad que la temperatura sea la misma bajo ambos escenarios. Por ende, podemos invertir grandes cantidades de recursos hoy intentando reducir las emisiones de carbono para obtener las mismas temperaturas e impactos climáticos en el futuro. Si la inversión fuera gratis seria racional seguir el escenario de bajas emisiones, pero vivimos en un mundo de recursos escasos, por lo que si dedicamos recursos a combatir el cambio climático, necesariamente estamos dejando de hacer otras cosas.

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Debido a que existe una tendencia hacia temperaturas más altas, natural o creada por el hombre, y que una reducción de emisiones de carbono no nos garantiza que dicha tendencia cambie en los próximos 40 o 50 años, la postura más racional a este problema es la adaptación. Y como mencionamos antes, entre más ricas sean las familias y las sociedades más fácilmente podrán adaptarse a lo que viene. Es reconocido que la mayoría de políticas que buscan reducir las emisiones de carbono son nocivas para el crecimiento económico. Por ende, perjudican nuestra capacidad de adaptarnos en el futuro con la posibilidad de no tener ningún beneficio tangible en esta generación.

Reducir las emisiones de carbono no debería ser nuestro enfoque o prioridad, no es un fin en sí mismo, la reducción de emisiones es un medio para nuestro verdadero fin, el bienestar y la sobrevivencia del ser humano. Una política que reduce las emisiones y que tal vez ayuda al bienestar de la mayoría es inferior a una política que, aunque aumente las emisiones en el corto plazo, con certeza ayudará a los seres humanos a mejor enfrentar los desafíos de este problema en el futuro.

El cambio climático y adaptación

Redacción
11 de abril, 2014

Esta cita de Shakespeare me gusta porque su mensaje es claro, el futuro es lo que importa. Lady Macbeth le dice esto a su esposo porque él está triste y distanciado por un acontecimiento reciente y teme las consecuencias. Su esposa lo trata de consolar y de enfocar su mente en lo que viene por delante. Este mismo mensaje recomiendo al considerar políticas públicas respecto al cambio climático, especialmente con la reciente publicación del IPCC (Intergovernmental Panel for Climate Change) sobre este tema.

En dicha publicación se hace mucho énfasis en estrategias de adaptación. Hasta las personas que no concuerdan con la ciencia del cambio climático reconocen que la adaptación a nuestro ambiente es algo racional y una actividad que debemos considerar constantemente. Creer o no si los seres humanos están causando el cambio climático tiene poca relevancia para las personas que viven en Somerset, Inglaterra, una región que recientemente sufrió grandes inundaciones. Ellos se tienen que adaptar a la nueva realidad, deben decidir si reconstruir su casa en la misma área, construir defensas contra futuras inundaciones o mudarse. Algo parecido pasó con Nuevo Orleans, Estados Unidos; después del huracán Katrina muchas familias decidieron no regresar. Estos son ejemplos de adaptación, sin embargo, como todo en la vida, adaptarse también tiene un costo. Individuos y familias con más dinero tienen más opciones que familias pobres. Una familia con medios puede decir mudarse de ciudad y enfrentar los retos que esto conlleva con más confianza y seguridad. Mientras que una familia pobre tendrá menos opciones.

La IPCC presentó proyecciones del nivel de calentamiento durante los próximos 100 años. El análisis muestra un escenario asumiendo altas emisiones de carbono y otro escenario con bajas emisiones de carbono. Se puede observar que desde hoy hasta los años 2050 – 2060 existe la posibilidad que la temperatura sea la misma bajo ambos escenarios. Por ende, podemos invertir grandes cantidades de recursos hoy intentando reducir las emisiones de carbono para obtener las mismas temperaturas e impactos climáticos en el futuro. Si la inversión fuera gratis seria racional seguir el escenario de bajas emisiones, pero vivimos en un mundo de recursos escasos, por lo que si dedicamos recursos a combatir el cambio climático, necesariamente estamos dejando de hacer otras cosas.

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Debido a que existe una tendencia hacia temperaturas más altas, natural o creada por el hombre, y que una reducción de emisiones de carbono no nos garantiza que dicha tendencia cambie en los próximos 40 o 50 años, la postura más racional a este problema es la adaptación. Y como mencionamos antes, entre más ricas sean las familias y las sociedades más fácilmente podrán adaptarse a lo que viene. Es reconocido que la mayoría de políticas que buscan reducir las emisiones de carbono son nocivas para el crecimiento económico. Por ende, perjudican nuestra capacidad de adaptarnos en el futuro con la posibilidad de no tener ningún beneficio tangible en esta generación.

Reducir las emisiones de carbono no debería ser nuestro enfoque o prioridad, no es un fin en sí mismo, la reducción de emisiones es un medio para nuestro verdadero fin, el bienestar y la sobrevivencia del ser humano. Una política que reduce las emisiones y que tal vez ayuda al bienestar de la mayoría es inferior a una política que, aunque aumente las emisiones en el corto plazo, con certeza ayudará a los seres humanos a mejor enfrentar los desafíos de este problema en el futuro.