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Consideraciones sobre el socialismo

Redacción
24 de abril, 2014

En las últimas semanas varios columnistas han escrito sobre los libertarios y los liberales, dejando claro que el liberalismo no es una doctrina homogénea, que el liberalismo no es únicamente economía y que la base de la libertad es el derecho y el republicanismo. 

Ahora toca hablar de otra doctrina influyente: el socialismo. Como sucede con todo término en las ciencias sociales, por socialismo se puede entender varias cosas. Esta doctrina ni siquiera se puede limitar a la izquierda, también hubo socialismo de derecha. 
Pero en general, durante el siglo XX el socialismo fue una doctrina que tenía como objetivo trasladar los medios de producción de manos privadas hacia la sociedad (el Estado). Había dos formas de alcanzar la meta. La primera por medio del socialismo revolucionario conocido como comunismo, doctrina que disolvió la política parlamentaria y partidista y volvió en interés del Estado todo aspecto de la vida de las personas, desde la economía hasta sus creencias personales y la familia. El resultado del socialismo revolucionario fue el asesinato de 100 millones de personas. Su autor insignia fue Lenin, pero el comunismo tampoco fue un pensamiento homogéneo. El comunismo soviético no era igual al chino, ni al de Camboya o Vietnam. 
La segunda forma no consideraba la revolución como la vía adecuada. En cambio apostó por las prácticas parlamentarias y la democracia como medios para hacerse gradualmente con el poder y transformar la sociedad sin necesidad de la violencia. Este socialismo se apoyó en las ideas de Eduard Bernstein, el revisionista del marxismo que se opuso a la idea de revolución y cuestionó seriamente las ideas principales del marxismo (tomar en cuenta que marxismo no es igual a leninismo). De Bernstein se derivó la socialdemocracia que se extendió por Europa occidental. Además tuvo influencia en la Sociedad Fabiana, el movimiento intelectual inglés que buscaba transformar gradualmente a la patria del liberalismo en un Estado socialista. 
Ambas corrientes se colocan dentro de la izquierda, pero, como dije, el socialismo no es monopolio de esta ala. El nazismo fue una fuerza socialista también. Mientras el comunismo era internacional y de clase, el nazismo era nacionalista y racial. De hecho la doctrina de Hitler nació para evitar que el comunismo se expandiera a Alemania. Hitler culpaba a los comunistas de la derrota de su país en la Primera Guerra Mundial por haber desmoralizado a los soldados alemanes y llevado el caos a la sociedad como táctica para introducir la revolución, tal y como lo habían hecho en el 17 en Rusia. 
El fascismo también bebió del manantial socialista. Mussolini, su padre, fue un marxista antes de fundar el partido y tuvo una influencia importante dentro del Partido Socialista Italiano, pero a diferencia de los comunistas, para quienes el proletario no tiene patria, era un patriota radical como luego lo sería Hitler. El comunismo era el enemigo declarado de los nazis y fascistas, pero éstos se inspiraron bastante en sus prácticas, por ejemplo la idea del partido único, el destierro de la oposición política y el adoctrinamiento de la juventud por medio del deporte y la escuela. 
El socialismo radical hizo del siglo XX una de las mayores paradojas de la historia. Durante esos 100 años la humanidad fue testigo de cambios sin precedentes, la producción en masa se expandió con fuerza y la mayoría de inventos que hoy nos hacen la vida más fácil nacieron en esos años. Pero también fue el siglo de los asesinatos en masa y de las dos guerras más sangrientas de la historia, consecuencia de ideologías que despreciaban al humano como tal. ¿Habremos aprendido la lección?

Consideraciones sobre el socialismo

Redacción
24 de abril, 2014

En las últimas semanas varios columnistas han escrito sobre los libertarios y los liberales, dejando claro que el liberalismo no es una doctrina homogénea, que el liberalismo no es únicamente economía y que la base de la libertad es el derecho y el republicanismo. 

Ahora toca hablar de otra doctrina influyente: el socialismo. Como sucede con todo término en las ciencias sociales, por socialismo se puede entender varias cosas. Esta doctrina ni siquiera se puede limitar a la izquierda, también hubo socialismo de derecha. 
Pero en general, durante el siglo XX el socialismo fue una doctrina que tenía como objetivo trasladar los medios de producción de manos privadas hacia la sociedad (el Estado). Había dos formas de alcanzar la meta. La primera por medio del socialismo revolucionario conocido como comunismo, doctrina que disolvió la política parlamentaria y partidista y volvió en interés del Estado todo aspecto de la vida de las personas, desde la economía hasta sus creencias personales y la familia. El resultado del socialismo revolucionario fue el asesinato de 100 millones de personas. Su autor insignia fue Lenin, pero el comunismo tampoco fue un pensamiento homogéneo. El comunismo soviético no era igual al chino, ni al de Camboya o Vietnam. 
La segunda forma no consideraba la revolución como la vía adecuada. En cambio apostó por las prácticas parlamentarias y la democracia como medios para hacerse gradualmente con el poder y transformar la sociedad sin necesidad de la violencia. Este socialismo se apoyó en las ideas de Eduard Bernstein, el revisionista del marxismo que se opuso a la idea de revolución y cuestionó seriamente las ideas principales del marxismo (tomar en cuenta que marxismo no es igual a leninismo). De Bernstein se derivó la socialdemocracia que se extendió por Europa occidental. Además tuvo influencia en la Sociedad Fabiana, el movimiento intelectual inglés que buscaba transformar gradualmente a la patria del liberalismo en un Estado socialista. 
Ambas corrientes se colocan dentro de la izquierda, pero, como dije, el socialismo no es monopolio de esta ala. El nazismo fue una fuerza socialista también. Mientras el comunismo era internacional y de clase, el nazismo era nacionalista y racial. De hecho la doctrina de Hitler nació para evitar que el comunismo se expandiera a Alemania. Hitler culpaba a los comunistas de la derrota de su país en la Primera Guerra Mundial por haber desmoralizado a los soldados alemanes y llevado el caos a la sociedad como táctica para introducir la revolución, tal y como lo habían hecho en el 17 en Rusia. 
El fascismo también bebió del manantial socialista. Mussolini, su padre, fue un marxista antes de fundar el partido y tuvo una influencia importante dentro del Partido Socialista Italiano, pero a diferencia de los comunistas, para quienes el proletario no tiene patria, era un patriota radical como luego lo sería Hitler. El comunismo era el enemigo declarado de los nazis y fascistas, pero éstos se inspiraron bastante en sus prácticas, por ejemplo la idea del partido único, el destierro de la oposición política y el adoctrinamiento de la juventud por medio del deporte y la escuela. 
El socialismo radical hizo del siglo XX una de las mayores paradojas de la historia. Durante esos 100 años la humanidad fue testigo de cambios sin precedentes, la producción en masa se expandió con fuerza y la mayoría de inventos que hoy nos hacen la vida más fácil nacieron en esos años. Pero también fue el siglo de los asesinatos en masa y de las dos guerras más sangrientas de la historia, consecuencia de ideologías que despreciaban al humano como tal. ¿Habremos aprendido la lección?