Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

¿Nos escapamos del egoísmo?

Redacción
23 de mayo, 2014

Por: Annelisse Escobar

Una indiferencia nos ha empezado a caracterizar sin que nos demos cuenta. Son tantas las presiones que nos quieren obligar a ayudar a los demás que nos hemos vuelto indiferentes y las ahuyentamos rápidamente, pero ¿somos culpables por mostrarnos desinteresados ante los necesitados? ¿Es esto peor que el falso altruismo que presentan algunos funcionarios públicos tratando de ayudar a los afectados a costa de los demás? En la búsqueda de nuestros propios intereses, como tal, no importa qué tan realista, con visión de futuro, sobrio, honesto, o valiente, seamos no se puede ser intrínsecamente puramente moral. Después de todo, sólo los actos motivados por intereses de los demás que cuentan como altruistas.

A la larga pareciera como si todo girase alrededor del egoísmo. ¿Es el altruismo posible? Aún así, dudando que es fácil, es innegable que a veces las personas actúan de una manera que beneficie a los demás, pero puede parecer que siempre reciben algo a cambio—por lo menos, la satisfacción de lograr ayudar.
Una de las razones que se niega al altruismo genuino es que se duda de los propios motivos. Sabemos que en el interior nos dominan perspectiva de un favor futuro, el impulso a la reputación, o simplemente la buena sensación que viene de aparecer para actuar desinteresadamente. Incluso si pensamos que estamos actuando solamente para desarrollar el bien de otra persona, que podría no ser la verdadera razón, es posible que hayan múltiples motivos. Por otro lado se puede tratar de una negación hacia el altruismo genuino porque proporciona una excusa conveniente para el comportamiento egoísta, ‘si todo el mundo es así’, necesitamos librarnos de culpas.
La cuestión ahora se centra en el tipo de altruismo que debemos alentar, uno con una identidad de hacer lo que hacen porque es parte de quienes son. Incluso en los pequeños actos como ser un buen vecino, no tirar basura por las calles, hospitalidad, etc. Hacerlo afirma qué son, quienes quieren ser y su impacto cambia el mundo en el que existimos. Es una identidad ligada a los valores donde se pueden empatar el interés propio y el altruismo juntos. Es inevitable romper la correlación entre ayudar y sentirse bien, un egoísmo incidental. Ya sea en grados mayores o menores, todos llevamos algo de eso dentro y no podemos evitar el acto egoísta, ¿pero esto nos debe detener a ser un buen ciudadano en nuestra comunidad?

¿Nos escapamos del egoísmo?

Redacción
23 de mayo, 2014

Por: Annelisse Escobar

Una indiferencia nos ha empezado a caracterizar sin que nos demos cuenta. Son tantas las presiones que nos quieren obligar a ayudar a los demás que nos hemos vuelto indiferentes y las ahuyentamos rápidamente, pero ¿somos culpables por mostrarnos desinteresados ante los necesitados? ¿Es esto peor que el falso altruismo que presentan algunos funcionarios públicos tratando de ayudar a los afectados a costa de los demás? En la búsqueda de nuestros propios intereses, como tal, no importa qué tan realista, con visión de futuro, sobrio, honesto, o valiente, seamos no se puede ser intrínsecamente puramente moral. Después de todo, sólo los actos motivados por intereses de los demás que cuentan como altruistas.

A la larga pareciera como si todo girase alrededor del egoísmo. ¿Es el altruismo posible? Aún así, dudando que es fácil, es innegable que a veces las personas actúan de una manera que beneficie a los demás, pero puede parecer que siempre reciben algo a cambio—por lo menos, la satisfacción de lograr ayudar.
Una de las razones que se niega al altruismo genuino es que se duda de los propios motivos. Sabemos que en el interior nos dominan perspectiva de un favor futuro, el impulso a la reputación, o simplemente la buena sensación que viene de aparecer para actuar desinteresadamente. Incluso si pensamos que estamos actuando solamente para desarrollar el bien de otra persona, que podría no ser la verdadera razón, es posible que hayan múltiples motivos. Por otro lado se puede tratar de una negación hacia el altruismo genuino porque proporciona una excusa conveniente para el comportamiento egoísta, ‘si todo el mundo es así’, necesitamos librarnos de culpas.
La cuestión ahora se centra en el tipo de altruismo que debemos alentar, uno con una identidad de hacer lo que hacen porque es parte de quienes son. Incluso en los pequeños actos como ser un buen vecino, no tirar basura por las calles, hospitalidad, etc. Hacerlo afirma qué son, quienes quieren ser y su impacto cambia el mundo en el que existimos. Es una identidad ligada a los valores donde se pueden empatar el interés propio y el altruismo juntos. Es inevitable romper la correlación entre ayudar y sentirse bien, un egoísmo incidental. Ya sea en grados mayores o menores, todos llevamos algo de eso dentro y no podemos evitar el acto egoísta, ¿pero esto nos debe detener a ser un buen ciudadano en nuestra comunidad?