Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Objetivismo y emoción

Redacción
05 de agosto, 2014
El Objetivismo sostiene que la razón es el único medio cognitivo del que dispone el hombre. Las emociones, por el contrario, no son instrumentos cognitivos. Como vimos en artículos anteriores, la razón es la facultad del humano de organizar –volitivamente –las unidades perceptuales en unidades conceptuales por medio de aplicar los principios de la lógica, y así poder descubrir la naturaleza de los existentes. Los tres elementos esenciales de esta facultad son: sus datos ? lo percibido; su forma ? los conceptos; su método ? la lógica. 

Una emoción es una respuesta a un objeto que uno percibe (o imagina), como un hombre, un animal, un evento. El objeto por sí mismo no tiene el poder de invocar emoción alguna en el observador. La emoción sólo se da si el observador aporta dos elementos intelectuales que son condiciones necesarias: 
Primero el observador debe saber lo que es el objeto percibido. Debe identificarlo, aunque sea comprendiendo sólo algo de éste, ya sea que su conocimiento o identificación sea verdadera o falsa, explícita o implícita. Si no lo identifica, el objeto percibido no tiene significancia alguna para él; cognitivamente es un nada al que nadie podría responder. 
Segundo el observador debe evaluar el objeto percibido. Debe concluir si es bueno o malo para él, deseable o indeseable, si fomenta sus valores o los destruye. Sus juicios de valor pueden ser explícitos o implícitos, razonables o irrazonables –contradictorios, bien definidos o vagos, conscientes o no identificados o hasta reprimidos. Sin importar la forma que tengan éstos, el observador debe estimar al objeto percibido de acuerdo a sus valores. Si no, aunque sepa lo que es el objeto, éste, evaluativamente no es nada para él. Tal objeto no puede producir respuesta emocional alguna, ya que el observador no lo considera ni positivo ni negativo, resultándole indiferente. 
Supongamos que un individuo que trabaja en el Banco ID observa que han estado despidiendo a sus compañeros de trabajo. Un día recibe una notificación indicándole que su jefe desea verlo al finalizar la tarde. Acaba de endeudarse para pagar su nueva casa. ¿Qué emoción siente? Seguramente pasa angustiado todo el día hasta que llega la hora de su cita con el jefe. Al recibirlo, el jefe le cuenta lo complacidos que están los miembros de la junta directiva del Banco ID con su desempeño. Además le notifica que lo ascenderán a un puesto de más responsabilidad y con mejor remuneración. ¿Qué siente ahora que ha identificado que el escenario que imaginó anteriormente era falso? ¿Qué siente ahora que sabe que su calidad de vida mejorará? La identificación y la evaluación son necesarias para que se dé la respuesta emocional. 
Aún, cuando hay cuatro pasos en la generación de una emoción: percepción o imaginación, identificación, evaluación y respuesta, normalmente sólo somos conscientes del primer y último paso, ya que los dos pasos intelectuales –la identificación y la evaluación, ocurren sin necesidad de darnos cuenta y a una velocidad de relámpago. 
Por ejemplo, un automovilista experimentado ve venir un camión a gran velocidad en ruta a colisionar con él. No necesita un nuevo razonamiento para pescar el peligro. Más rápido de lo que cualquier pensamiento se pueda verbalizar, él registra el significado de lo que percibe, su pie oprime el freno y sus manos giran el volante. 
El humano es un auto programador de su subconsciente. Éste es la suma de su contenido mental y de los procesos de los que no se da cuenta. El subconsciente hace dos tareas que son cruciales para su desarrollo intelectual y su funcionamiento eficaz. Opera como el almacén de observaciones, conocimiento conceptual y conclusiones, que uno automatiza, de igual manera que uno automatiza el conocimiento de comer con cubiertos, caminar, escribir, montar bicicleta, conducir automóvil o cualquier otra habilidad compleja. Opera integrando el material sensorial y conceptual a una velocidad instantánea. Así, nuestro conocimiento pasado, si ha sido asimilado apropiadamente, puede estar disponible al instante, mientras nuestra mente consciente queda libre para tratar con lo nuevo. Por eso uno no necesita un proceso de aprendizaje para identificar una bicicleta una vez uno ya la conoce, ni como conducirla si ya ha automatizado ese conocimiento. La aplicación de los conceptos relevantes y almacenados en el subconsciente a la identificación de lo percibido, es instantáneo e indudable. Del mismo modo, una vez uno ha formado una serie de juicios de valor, uno los automatiza. Así la aplicación del juicio de valor relevante y almacenado en el subconsciente a lo percibido, es instantáneo, sin necesidad de ninguna consideración consciente. 
La capacidad emocional es el barómetro automático del humano que le indica lo que está a favor o en contra de él, dentro del contexto de su conocimiento y juicios de valor. La relación de juicio de valor con la emoción es la de causa y efecto. Una emoción es una respuesta a valores. La emoción es un estado de consciencia con manifestaciones físicas y con causas intelectuales – un fenómeno psicosomático, que es una apreciación subconsciente instantánea. Así, el amor, deseo, miedo, enojo, alegría, tristeza, etc., no son productos de estímulos sensoriales, sino que dependen del contenido de la mente. 
Un hombre puede tener ideas en el subconsciente de las que raramente o nunca se da cuenta y que chocan con sus creencias conscientemente manifiestas. Pueden ser ideas que ha olvidado que formó, o ideas que ha aceptado por implicación sin identificar el hecho, o ideas que reprime. Al responder a los objetos percibidos según esos contenidos mentales ocultos, le parecerá que sus emociones son algo independiente de su pensar y quizá hasta conflictivas con sus ideas conscientes. De hecho sus emociones son las conclusiones de sus juicios, sólo que él no lo identifica. En realidad el conflicto entre sus emociones y sus ideas es, un conflicto de ideas pasadas con ideas actuales. La emoción es la consecuencia automática de las conclusiones pasadas de la razón, sean éstas razonables o no. La razón es identificación, mientras la emoción es reacción. 
No se puede explicar la respuesta emocional a lo percibido, excepto en términos de significado valorativo del objeto para quien lo percibe. Para terminar, los dejo con una buena definición de emoción, expuesta por Nathaniel Branden: Una emoción es la forma psicosomática en que el hombre experimenta su estimación de lo beneficioso o dañino de un aspecto de la realidad para sí mismo.

Objetivismo y emoción

Redacción
05 de agosto, 2014
El Objetivismo sostiene que la razón es el único medio cognitivo del que dispone el hombre. Las emociones, por el contrario, no son instrumentos cognitivos. Como vimos en artículos anteriores, la razón es la facultad del humano de organizar –volitivamente –las unidades perceptuales en unidades conceptuales por medio de aplicar los principios de la lógica, y así poder descubrir la naturaleza de los existentes. Los tres elementos esenciales de esta facultad son: sus datos ? lo percibido; su forma ? los conceptos; su método ? la lógica. 

Una emoción es una respuesta a un objeto que uno percibe (o imagina), como un hombre, un animal, un evento. El objeto por sí mismo no tiene el poder de invocar emoción alguna en el observador. La emoción sólo se da si el observador aporta dos elementos intelectuales que son condiciones necesarias: 
Primero el observador debe saber lo que es el objeto percibido. Debe identificarlo, aunque sea comprendiendo sólo algo de éste, ya sea que su conocimiento o identificación sea verdadera o falsa, explícita o implícita. Si no lo identifica, el objeto percibido no tiene significancia alguna para él; cognitivamente es un nada al que nadie podría responder. 
Segundo el observador debe evaluar el objeto percibido. Debe concluir si es bueno o malo para él, deseable o indeseable, si fomenta sus valores o los destruye. Sus juicios de valor pueden ser explícitos o implícitos, razonables o irrazonables –contradictorios, bien definidos o vagos, conscientes o no identificados o hasta reprimidos. Sin importar la forma que tengan éstos, el observador debe estimar al objeto percibido de acuerdo a sus valores. Si no, aunque sepa lo que es el objeto, éste, evaluativamente no es nada para él. Tal objeto no puede producir respuesta emocional alguna, ya que el observador no lo considera ni positivo ni negativo, resultándole indiferente. 
Supongamos que un individuo que trabaja en el Banco ID observa que han estado despidiendo a sus compañeros de trabajo. Un día recibe una notificación indicándole que su jefe desea verlo al finalizar la tarde. Acaba de endeudarse para pagar su nueva casa. ¿Qué emoción siente? Seguramente pasa angustiado todo el día hasta que llega la hora de su cita con el jefe. Al recibirlo, el jefe le cuenta lo complacidos que están los miembros de la junta directiva del Banco ID con su desempeño. Además le notifica que lo ascenderán a un puesto de más responsabilidad y con mejor remuneración. ¿Qué siente ahora que ha identificado que el escenario que imaginó anteriormente era falso? ¿Qué siente ahora que sabe que su calidad de vida mejorará? La identificación y la evaluación son necesarias para que se dé la respuesta emocional. 
Aún, cuando hay cuatro pasos en la generación de una emoción: percepción o imaginación, identificación, evaluación y respuesta, normalmente sólo somos conscientes del primer y último paso, ya que los dos pasos intelectuales –la identificación y la evaluación, ocurren sin necesidad de darnos cuenta y a una velocidad de relámpago. 
Por ejemplo, un automovilista experimentado ve venir un camión a gran velocidad en ruta a colisionar con él. No necesita un nuevo razonamiento para pescar el peligro. Más rápido de lo que cualquier pensamiento se pueda verbalizar, él registra el significado de lo que percibe, su pie oprime el freno y sus manos giran el volante. 
El humano es un auto programador de su subconsciente. Éste es la suma de su contenido mental y de los procesos de los que no se da cuenta. El subconsciente hace dos tareas que son cruciales para su desarrollo intelectual y su funcionamiento eficaz. Opera como el almacén de observaciones, conocimiento conceptual y conclusiones, que uno automatiza, de igual manera que uno automatiza el conocimiento de comer con cubiertos, caminar, escribir, montar bicicleta, conducir automóvil o cualquier otra habilidad compleja. Opera integrando el material sensorial y conceptual a una velocidad instantánea. Así, nuestro conocimiento pasado, si ha sido asimilado apropiadamente, puede estar disponible al instante, mientras nuestra mente consciente queda libre para tratar con lo nuevo. Por eso uno no necesita un proceso de aprendizaje para identificar una bicicleta una vez uno ya la conoce, ni como conducirla si ya ha automatizado ese conocimiento. La aplicación de los conceptos relevantes y almacenados en el subconsciente a la identificación de lo percibido, es instantáneo e indudable. Del mismo modo, una vez uno ha formado una serie de juicios de valor, uno los automatiza. Así la aplicación del juicio de valor relevante y almacenado en el subconsciente a lo percibido, es instantáneo, sin necesidad de ninguna consideración consciente. 
La capacidad emocional es el barómetro automático del humano que le indica lo que está a favor o en contra de él, dentro del contexto de su conocimiento y juicios de valor. La relación de juicio de valor con la emoción es la de causa y efecto. Una emoción es una respuesta a valores. La emoción es un estado de consciencia con manifestaciones físicas y con causas intelectuales – un fenómeno psicosomático, que es una apreciación subconsciente instantánea. Así, el amor, deseo, miedo, enojo, alegría, tristeza, etc., no son productos de estímulos sensoriales, sino que dependen del contenido de la mente. 
Un hombre puede tener ideas en el subconsciente de las que raramente o nunca se da cuenta y que chocan con sus creencias conscientemente manifiestas. Pueden ser ideas que ha olvidado que formó, o ideas que ha aceptado por implicación sin identificar el hecho, o ideas que reprime. Al responder a los objetos percibidos según esos contenidos mentales ocultos, le parecerá que sus emociones son algo independiente de su pensar y quizá hasta conflictivas con sus ideas conscientes. De hecho sus emociones son las conclusiones de sus juicios, sólo que él no lo identifica. En realidad el conflicto entre sus emociones y sus ideas es, un conflicto de ideas pasadas con ideas actuales. La emoción es la consecuencia automática de las conclusiones pasadas de la razón, sean éstas razonables o no. La razón es identificación, mientras la emoción es reacción. 
No se puede explicar la respuesta emocional a lo percibido, excepto en términos de significado valorativo del objeto para quien lo percibe. Para terminar, los dejo con una buena definición de emoción, expuesta por Nathaniel Branden: Una emoción es la forma psicosomática en que el hombre experimenta su estimación de lo beneficioso o dañino de un aspecto de la realidad para sí mismo.