La última semana Guatemala avanzó ocho posiciones en el Índice Global de Competitividad 2014-2015, ubicándose en la posición 78 entre 144 países evaluados. El informe es publicado anualmente por el Foro Económico Mundial (WEF). Basta con explicar que dicha organización está compuesta por mil de las principales empresas del mundo. Corporaciones globales que por lo general poseen más de US$5 mil millones de dólares, en volumen de negocios.
Los principales progresos, respecto a la evaluación anterior para Guatemala, ocurrieron en el pilar que evalúa la calidad de nuestra infraestructura, que sin duda ha mejorado y los resultados de las acciones realizadas por el Gobierno para poder reducir la burocracia, en los pasos que se requerían para abrir un negocio y haber cortado a la mitad el número de días para abrir una empresa.
Dentro de las ventajas competitivas que presenta el estudio este año resalta la cooperación que se ha logrado entre empresarios y colaboradores, a través de las acciones que el Consejo Económico y Social ha promovido, para generar un espacio en donde se sientan a la mesa representantes del sector privado, sindicalistas y cooperativistas. Adicionalmente resalta también la eficiencia de las juntas corporativas, el número de suscriptores de telefonía móvil y la capacidad del país para promover la innovación.
Hasta acá cualquiera se preguntaría y ¿cómo esto beneficia a cada guatemalteco?, sencillamente este tipo de reportes son la fuente de información principal tanto de los inversionistas, de administradores de fondos de inversión y por supuesto de las calificadoras de riesgo. Su relevancia radica que en la medida en que un país logre mejorar su competitividad y mantener de manera sostenible los avances, en ese sentido el país podrá obtener una mejor calificación de riesgo y por ende se incrementa la probabilidad de obtener recursos a un costo menor. Se liberan recursos para la inversión y el país se vuelve más atractivo para la generación de oportunidades, que resulta en nuevas empresas, más y mejores puestos de trabajo con mejores ingresos, un factor fundamental para reducir la pobreza.
Por supuesto, haber mejorado es solo una buena noticia, si se continúa reduciendo los factores que nos vuelven menos competitivos, en donde podemos mencionar reducir la conflictividad hacia las inversiones en ciertas partes del país (especialmente causada por grupos que se dedican a extorsiones y robo de activos como la energía), altos costos asociados al crimen y la violencia, corrupción y una baja calidad educativa. Tenemos que enfocarnos en esos temas, para realmente tener un impacto.
La última semana Guatemala avanzó ocho posiciones en el Índice Global de Competitividad 2014-2015, ubicándose en la posición 78 entre 144 países evaluados. El informe es publicado anualmente por el Foro Económico Mundial (WEF). Basta con explicar que dicha organización está compuesta por mil de las principales empresas del mundo. Corporaciones globales que por lo general poseen más de US$5 mil millones de dólares, en volumen de negocios.
Los principales progresos, respecto a la evaluación anterior para Guatemala, ocurrieron en el pilar que evalúa la calidad de nuestra infraestructura, que sin duda ha mejorado y los resultados de las acciones realizadas por el Gobierno para poder reducir la burocracia, en los pasos que se requerían para abrir un negocio y haber cortado a la mitad el número de días para abrir una empresa.
Dentro de las ventajas competitivas que presenta el estudio este año resalta la cooperación que se ha logrado entre empresarios y colaboradores, a través de las acciones que el Consejo Económico y Social ha promovido, para generar un espacio en donde se sientan a la mesa representantes del sector privado, sindicalistas y cooperativistas. Adicionalmente resalta también la eficiencia de las juntas corporativas, el número de suscriptores de telefonía móvil y la capacidad del país para promover la innovación.
Hasta acá cualquiera se preguntaría y ¿cómo esto beneficia a cada guatemalteco?, sencillamente este tipo de reportes son la fuente de información principal tanto de los inversionistas, de administradores de fondos de inversión y por supuesto de las calificadoras de riesgo. Su relevancia radica que en la medida en que un país logre mejorar su competitividad y mantener de manera sostenible los avances, en ese sentido el país podrá obtener una mejor calificación de riesgo y por ende se incrementa la probabilidad de obtener recursos a un costo menor. Se liberan recursos para la inversión y el país se vuelve más atractivo para la generación de oportunidades, que resulta en nuevas empresas, más y mejores puestos de trabajo con mejores ingresos, un factor fundamental para reducir la pobreza.
Por supuesto, haber mejorado es solo una buena noticia, si se continúa reduciendo los factores que nos vuelven menos competitivos, en donde podemos mencionar reducir la conflictividad hacia las inversiones en ciertas partes del país (especialmente causada por grupos que se dedican a extorsiones y robo de activos como la energía), altos costos asociados al crimen y la violencia, corrupción y una baja calidad educativa. Tenemos que enfocarnos en esos temas, para realmente tener un impacto.