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El fanatismo y el terrorismo

Redacción
20 de enero, 2015

Nuevamente el terrorismo islámico ha sacudido al mundo con los cobardes y sangrientos atentados perpetrados contra el semanario francés Charlie Hebdo. Sin embargo, mientras los ojos del mundo se asentaban en Francia, del otro lado del mundo, en Nigeria, aproximadamente dos mil personas fueron ejecutadas a sangre fría por la agrupación fundamentalista Boko Haram. La tesis de Samuel Huntington sobre el choque de las civilizaciones fue puesta en práctica para justificar la Guerra contra el Terror que los EEUU lanzó después de los ataques del 11 de septiembre. La misma pronto degeneró en una lamentable islamofobia cuyas principales víctimas fueron personas inocentes. Sin embargo, en el 2008, el profesor francés Laurent Cohen – Tanugi, advertía como el islam radical o islamismo se convertiría en la principal amenaza para el orden internacional a través de dos frentes: el fanatismo y el terrorismo.

El fanatismo es representado por los fundamentalistas intolerantes que cuando combinan ignorancia y cobardía los lleva a violar los derechos más fundamentales del hombre como la libertad y la vida. Es el caso de los líderes de sectas como la de Jim Jones y su Templo de los Discípulos de Cristo que cometieron un suicidio masivo en Guyana en 1978. También está el caso de David Koresh y su secta de los Davidianos que en 1993 se enfrentaron fatalmente a agentes federales en Waco, Texas. Por otro lado, están los llamados “lobos solitarios” que son aquellos individuos que actúan contra quienes consideran los han ofendido a ellos o a sus creencias. Así se fue el asesinato del primer ministro israelí Yitzhak Rabin a manos de joven judío de extrema derecha; el asesinato del director holandés Theo van Gogh por un joven musulmán o la reciente toma de rehenes en un café en Australia el pasado diciembre por un asilado iraní.

El fanatismo puede ser religioso, político, incluso deportivo como lo es el caso de los hooligans pero, en la mayoría de casos, son peligrosos cuando su incapacidad de debatir y disentir los lleva a cometer actos de violencia extrema. De momento la forma más eficiente de controlarlos es mediante la aplicación firme de la ley. (Continuará)

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@robertoantoniow

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Nuevamente el terrorismo islámico ha sacudido al mundo con los cobardes y sangrientos atentados perpetrados contra el semanario francés Charlie Hebdo. Sin embargo, mientras los ojos del mundo se asentaban en Francia, del otro lado del mundo, en Nigeria, aproximadamente dos mil personas fueron ejecutadas a sangre fría por la agrupación fundamentalista Boko Haram. La tesis de Samuel Huntington sobre el choque de las civilizaciones fue puesta en práctica para justificar la Guerra contra el Terror que los EEUU lanzó después de los ataques del 11 de septiembre. La misma pronto degeneró en una lamentable islamofobia cuyas principales víctimas fueron personas inocentes. Sin embargo, en el 2008, el profesor francés Laurent Cohen – Tanugi, advertía como el islam radical o islamismo se convertiría en la principal amenaza para el orden internacional a través de dos frentes: el fanatismo y el terrorismo.

El fanatismo es representado por los fundamentalistas intolerantes que cuando combinan ignorancia y cobardía los lleva a violar los derechos más fundamentales del hombre como la libertad y la vida. Es el caso de los líderes de sectas como la de Jim Jones y su Templo de los Discípulos de Cristo que cometieron un suicidio masivo en Guyana en 1978. También está el caso de David Koresh y su secta de los Davidianos que en 1993 se enfrentaron fatalmente a agentes federales en Waco, Texas. Por otro lado, están los llamados “lobos solitarios” que son aquellos individuos que actúan contra quienes consideran los han ofendido a ellos o a sus creencias. Así se fue el asesinato del primer ministro israelí Yitzhak Rabin a manos de joven judío de extrema derecha; el asesinato del director holandés Theo van Gogh por un joven musulmán o la reciente toma de rehenes en un café en Australia el pasado diciembre por un asilado iraní.

El fanatismo puede ser religioso, político, incluso deportivo como lo es el caso de los hooligans pero, en la mayoría de casos, son peligrosos cuando su incapacidad de debatir y disentir los lleva a cometer actos de violencia extrema. De momento la forma más eficiente de controlarlos es mediante la aplicación firme de la ley. (Continuará)

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