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Mi deseo de Navidad no es que recibamos paz…

José Carlos Ortega
26 de diciembre, 2015

En estos días de fiestas navideñas y de inicio de año, cuando todos, aunque hayamos tenido terribles noticias y acontecimientos en los últimos días, le deseamos a todos nuestros familiares, amigos, conocidos y aun a aquellos con los que simplemente nos topamos en la cotidianeidad de la vida, paz y prosperidad, y tratamos de sacar lo mejor de nosotros mismos en cada momento, con una sonrisa, con amabilidad, nos da un tiempo para reflexionar sobre nuestras vidas y sobre nuestro país.

Hay diferentes tipos de paz. También hay diferentes definiciones de paz, según la relación de lo que se esté tratando. No puedo dejar de empezar por aquella paz interior, que tiene que ver únicamente con el individuo, y no de circunstancias externas; no se relaciona con otras personas o lo que ellas me afecten o de circunstancias como el trabajo, la salud, la economía individual, sino en contrario, a pesar de ello, tener paz interior como reflejo de la confianza en un Ser superior, que lo puede todo, que no es un Dios malvado que me castiga, sino al contrario, se dio así mismo por nosotros, por adelantado nos perdonó, nos ama con nuestras imperfecciones, es bueno y misericordioso, y está siempre cuidando de mi.

Existe la paz social, que incluye la forma de poder convivir con otras personas, y que en esas relaciones exista ausencia de conflicto o que para resolverlos podamos entablar diálogos y formas no violentas de encontrar soluciones, como los consensos. También se define la paz como la ausencia de conflicto, de guerra, de violencia. Eso tal vez está bien para los Estados, para la relación entre entidades o instituciones competitivas, pero no para las personas. La paz mental también es aquella que se demuestra por medio del equilibrio y estabilidad de la persona.

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La paz que deseamos es más aquella franciscana, “paz y bien”, nacida del Shalom hebreo (o el Salam de los hijos de Ismael) que en una palabra le desea paz, bienestar, prosperidad y felicidad, entre otras cosas.

Creo que la verdadera paz integral, aquella que en el sentido positivo tiene que ver con la construcción del bienestar pasa por todas las partes, desde la paz interior, a través de la paz mental y social, hasta la paz del país. En los momentos en que Dios se hacía hombre, que hacia el sacrificio de despojarse de su naturaleza divina, y nos deseaba paz, a los hombre de buena voluntad, a los hombres de buenos propósitos y que se esfuerzan por construirla. Esa es la paz que sí deseo, la paz que por medio de nuestra construcción responsable, con ayuda de Él, nos permita vivir en bienestar.

Guatemala necesita paz. Necesita justicia para que no haya 18 familias enlutadas cada día. ¡Sin justicia no habrá paz! Necesita libertad para que los individuos puedan gozar de paz mental y desarrollarse al máximo. Necesita solidaridad para aquellos más desafortunados, sin irrespetar su dignidad de personas, es decir, sin tratarlos como pordioseros y sin orillarlos a aceptarlo. Necesita que combatamos la injusticia en todas sus formas, impunidad, discriminación, racismos, pobreza. Necesita que eliminemos la falta de libertad, los privilegios, toda forma de esclavitud, etc.

Pero no falta solo eso. Ningún tipo de justicia podrá compensar todo el daño que todos le hemos hecho al país. No podremos enjuiciar a todos los asesinos, secuestradores, violadores, extorsionadores, ladrones y corruptos de este país, en todos los tiempos, y aunque no estoy, y no estaré jamás a favor de la impunidad, es indispensable para el país pasar por un tipo de proceso de perdón, de reconciliación. No tenemos un Gandhi o un Mandela que nos lidere hacia la paz, a través de un proceso de perdón, pero es indispensable. Yo quiero la paz, quiero la justicia, amo la libertad, voy a pedir perdón, y voy a perdonar. Los invito a construir la paz.

Mi deseo de Navidad no es que recibamos paz…

José Carlos Ortega
26 de diciembre, 2015

En estos días de fiestas navideñas y de inicio de año, cuando todos, aunque hayamos tenido terribles noticias y acontecimientos en los últimos días, le deseamos a todos nuestros familiares, amigos, conocidos y aun a aquellos con los que simplemente nos topamos en la cotidianeidad de la vida, paz y prosperidad, y tratamos de sacar lo mejor de nosotros mismos en cada momento, con una sonrisa, con amabilidad, nos da un tiempo para reflexionar sobre nuestras vidas y sobre nuestro país.

Hay diferentes tipos de paz. También hay diferentes definiciones de paz, según la relación de lo que se esté tratando. No puedo dejar de empezar por aquella paz interior, que tiene que ver únicamente con el individuo, y no de circunstancias externas; no se relaciona con otras personas o lo que ellas me afecten o de circunstancias como el trabajo, la salud, la economía individual, sino en contrario, a pesar de ello, tener paz interior como reflejo de la confianza en un Ser superior, que lo puede todo, que no es un Dios malvado que me castiga, sino al contrario, se dio así mismo por nosotros, por adelantado nos perdonó, nos ama con nuestras imperfecciones, es bueno y misericordioso, y está siempre cuidando de mi.

Existe la paz social, que incluye la forma de poder convivir con otras personas, y que en esas relaciones exista ausencia de conflicto o que para resolverlos podamos entablar diálogos y formas no violentas de encontrar soluciones, como los consensos. También se define la paz como la ausencia de conflicto, de guerra, de violencia. Eso tal vez está bien para los Estados, para la relación entre entidades o instituciones competitivas, pero no para las personas. La paz mental también es aquella que se demuestra por medio del equilibrio y estabilidad de la persona.

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Creo que la verdadera paz integral, aquella que en el sentido positivo tiene que ver con la construcción del bienestar pasa por todas las partes, desde la paz interior, a través de la paz mental y social, hasta la paz del país. En los momentos en que Dios se hacía hombre, que hacia el sacrificio de despojarse de su naturaleza divina, y nos deseaba paz, a los hombre de buena voluntad, a los hombres de buenos propósitos y que se esfuerzan por construirla. Esa es la paz que sí deseo, la paz que por medio de nuestra construcción responsable, con ayuda de Él, nos permita vivir en bienestar.

Guatemala necesita paz. Necesita justicia para que no haya 18 familias enlutadas cada día. ¡Sin justicia no habrá paz! Necesita libertad para que los individuos puedan gozar de paz mental y desarrollarse al máximo. Necesita solidaridad para aquellos más desafortunados, sin irrespetar su dignidad de personas, es decir, sin tratarlos como pordioseros y sin orillarlos a aceptarlo. Necesita que combatamos la injusticia en todas sus formas, impunidad, discriminación, racismos, pobreza. Necesita que eliminemos la falta de libertad, los privilegios, toda forma de esclavitud, etc.

Pero no falta solo eso. Ningún tipo de justicia podrá compensar todo el daño que todos le hemos hecho al país. No podremos enjuiciar a todos los asesinos, secuestradores, violadores, extorsionadores, ladrones y corruptos de este país, en todos los tiempos, y aunque no estoy, y no estaré jamás a favor de la impunidad, es indispensable para el país pasar por un tipo de proceso de perdón, de reconciliación. No tenemos un Gandhi o un Mandela que nos lidere hacia la paz, a través de un proceso de perdón, pero es indispensable. Yo quiero la paz, quiero la justicia, amo la libertad, voy a pedir perdón, y voy a perdonar. Los invito a construir la paz.