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El laboratorio de las ideas

Redacción
17 de febrero, 2015

Usted les conoce o al menos habría escuchado hablar de ellos. Sus expertos y voceros aparecen frecuentemente en los medios de comunicación, ya sea refiriéndose al desempleo, la inflación, la violencia, la carga tributaria, la conflictividad social, la equidad de género, lo “indígena”, el “multiculturalismo”, el terrorismo y una larga lista de temas… Pocas veces lo dicen, pero frecuentemente son quienes asesoran y “moldean” políticas públicas en varias instituciones gobierno. Me refiero a ese actor denominado “think tank” o tanque de pensamiento.

De hecho, es casi inexistente el debate sobre ese “soft power”, que se traduce en influencia, del cual son poseedores los “think tanks”. Sin embargo, algunas pistas podemos encontrar en el Reporte Global de Think Tanks 2014, elaborado por el profesor James G. McGann, del Instituto Lauder de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos. De acuerdo con este estudio, para The Economist un buen think tank sería “una organización capaz de combinar profundidad intelectual, talento para la publicidad y comunicación, influencia política, un entorno agradable y un poco de excentricidad”. Aquellos centros que no sean capaces de organizar e integrar las nuevas tecnologías de la comunicación, sencillamente serán conocidos por su “pedantería”…

El think tank número uno del mundo es el Brookings Institution (EEUU), seguido en el puesto dos por el Chatham House de Londres (Royal Institute of International Affairs); en el tercer puesto, se ubica el centro Bruege, de Bélgica. El mejor tanque de pensamiento de Guatemala, lo constituye el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales, CIEN, el cual se ubica en el puesto número 146. Es una buena noticia encontrar a un think tank del país en ese puesto, de una lista de 6,618 de este tipo de instituciones, que operan en 182 países alrededor del mundo.

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En sociedades como la nuestra, donde es difícil creerse los reportes y estadísticas oficiales de los gobiernos, los think tanks se constituyen en una fuente de información y análisis independiente para la toma de decisiones. Sin embargo, también es importante poner en perspectiva la transparencia en dichas instituciones; es decir, que el origen de sus fondos no comprometa la agenda y hallazgos de sus investigaciones y propuestas.

Los centros de pensamiento, además de ser facilitadores de propuestas, también son un semillero o “incubadora” de potenciales cuadros de gobierno. Por ejemplo, en Guatemala, para aquellos que se dicen “informados”, no les causa sorpresa ver o escuchar que X o Y funcionario proviene de algún tanque de pensamiento y ello les permite “visualizar” o “predecir” el estilo y las políticas públicas que aquellos funcionarios implementarían en sus gestiones. No es que ello esté mal, en esencia, pero esto sin duda es un reflejo más de que el sistema burocrático oficial del país, no tiene algo así como una “tecnocracia” y por ello, los actores políticos –o sus financistas- fichan o encuentran a sus cuadros técnicos, precisamente, en los think tanks. Al guatemalteco curioso talvez le gustaría saber cuál [email protected], gerente, director, comisionado o asesor, proviene de algún think tank…

Si bien los think tanks hacen una gran contribución al país es importante también reflexionar sobre ese “soft power” que tendrían, al ser los centros por donde pasan y tamizan, en varias ocasiones, muchas propuestas y políticas gubernamentales. Con los conversatorios, paneles-foros, análisis de coyuntura, reuniones semanales o mensuales con periodistas, los think tanks son un verdadero centro y “laboratorio de las ideas”. Las ideas son tamizadas y reflexionadas, para luego ser dadas a conocer a un público y sociedad, que está ávido de soluciones a tantos problemas que aquejan el día a día de sus ciudadanos… Y esto es positivo. Sin embargo, la transparencia en el origen de sus fondos y el mapeo de sus relaciones y conexiones, nos podría dar una mirada más amplia sobre quién es quién en el mundo de los think tanks, aquí y en cualquier parte del mundo.

Puede leer, en inglés, el reporte de think tanks 2014, en el siguiente link: http://repository.upenn.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1008&context=think_tanks

El laboratorio de las ideas

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17 de febrero, 2015

Usted les conoce o al menos habría escuchado hablar de ellos. Sus expertos y voceros aparecen frecuentemente en los medios de comunicación, ya sea refiriéndose al desempleo, la inflación, la violencia, la carga tributaria, la conflictividad social, la equidad de género, lo “indígena”, el “multiculturalismo”, el terrorismo y una larga lista de temas… Pocas veces lo dicen, pero frecuentemente son quienes asesoran y “moldean” políticas públicas en varias instituciones gobierno. Me refiero a ese actor denominado “think tank” o tanque de pensamiento.

De hecho, es casi inexistente el debate sobre ese “soft power”, que se traduce en influencia, del cual son poseedores los “think tanks”. Sin embargo, algunas pistas podemos encontrar en el Reporte Global de Think Tanks 2014, elaborado por el profesor James G. McGann, del Instituto Lauder de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos. De acuerdo con este estudio, para The Economist un buen think tank sería “una organización capaz de combinar profundidad intelectual, talento para la publicidad y comunicación, influencia política, un entorno agradable y un poco de excentricidad”. Aquellos centros que no sean capaces de organizar e integrar las nuevas tecnologías de la comunicación, sencillamente serán conocidos por su “pedantería”…

El think tank número uno del mundo es el Brookings Institution (EEUU), seguido en el puesto dos por el Chatham House de Londres (Royal Institute of International Affairs); en el tercer puesto, se ubica el centro Bruege, de Bélgica. El mejor tanque de pensamiento de Guatemala, lo constituye el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales, CIEN, el cual se ubica en el puesto número 146. Es una buena noticia encontrar a un think tank del país en ese puesto, de una lista de 6,618 de este tipo de instituciones, que operan en 182 países alrededor del mundo.

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Los centros de pensamiento, además de ser facilitadores de propuestas, también son un semillero o “incubadora” de potenciales cuadros de gobierno. Por ejemplo, en Guatemala, para aquellos que se dicen “informados”, no les causa sorpresa ver o escuchar que X o Y funcionario proviene de algún tanque de pensamiento y ello les permite “visualizar” o “predecir” el estilo y las políticas públicas que aquellos funcionarios implementarían en sus gestiones. No es que ello esté mal, en esencia, pero esto sin duda es un reflejo más de que el sistema burocrático oficial del país, no tiene algo así como una “tecnocracia” y por ello, los actores políticos –o sus financistas- fichan o encuentran a sus cuadros técnicos, precisamente, en los think tanks. Al guatemalteco curioso talvez le gustaría saber cuál [email protected], gerente, director, comisionado o asesor, proviene de algún think tank…

Si bien los think tanks hacen una gran contribución al país es importante también reflexionar sobre ese “soft power” que tendrían, al ser los centros por donde pasan y tamizan, en varias ocasiones, muchas propuestas y políticas gubernamentales. Con los conversatorios, paneles-foros, análisis de coyuntura, reuniones semanales o mensuales con periodistas, los think tanks son un verdadero centro y “laboratorio de las ideas”. Las ideas son tamizadas y reflexionadas, para luego ser dadas a conocer a un público y sociedad, que está ávido de soluciones a tantos problemas que aquejan el día a día de sus ciudadanos… Y esto es positivo. Sin embargo, la transparencia en el origen de sus fondos y el mapeo de sus relaciones y conexiones, nos podría dar una mirada más amplia sobre quién es quién en el mundo de los think tanks, aquí y en cualquier parte del mundo.

Puede leer, en inglés, el reporte de think tanks 2014, en el siguiente link: http://repository.upenn.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1008&context=think_tanks