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Señores, ¡qué reto!

Betty Marroquin
23 de octubre, 2016

La Alianza para la Prosperidad nos impone entre sus 14 condiciones, que debemos generar empleo en las áreas rurales y en especial, en aquellas de donde se ha detectado el mayor número de inmigrantes que parten rumbo “al norte”. La comunidad internacional quiere que el gobierno preste mejores servicios de salud, resuelva los retos en materia de educación y ofrezca mejor infraestructura y seguridad. Para lograrlo, en su mayoría, se espera recaudar mayores impuestos alzando la carga impositiva, no precisamente haciendo más eficiente la recaudación de los mismos, ya no digamos legalizando la economía informal que sólo en el mercado Terminal de la zona 4 mueve millones de Quetzales a diario, sin facturas.
Si bien esas metas me parecen más que justas, sin que todos los sectores se pongan de acuerdo no lograremos nada. Y que nos pongamos de acuerdo depende enormemente de que el negocio de parásito deje de ser lucrativo.
Para mejorar la educación y la salud, para que las empresas pequeñas y medianas prosperen, se necesita energía eléctrica. Ah, pero si no queremos hidroeléctricas ni eólicas, porque les meten a los indígenas la idea de que les harán daño a sus hijos, que son malas para su salud, que son malas para todo, y las cierran, ¿cómo se supone que logremos esas metas? Paneles solares cuestan un capital. Si los señores que les meten esas brillantes ideas a nuestra gente trajeran a regalarles paneles solares y se los instalaran, quizás tendrían boca con que hablar. Y aún así, es un burdo absurdo.
Para el mismo fin, se necesitan torres de telefonía que den señal a las poblaciones más aisladas. Ah, pero es que al igual que con las hidroeléctricas, les meten la idea de que las torres también les harán daño a la salud, etc. Deseamos que se termine la explotación infantil, el incesto, la pedofilia cultural, pero Dios libre que les digamos algo a las comunidades dónde las practican porque no se les puede “alterar su identidad cultural”.
Deseamos un sistema de justicia que funcione, pero queremos leyes específicas, con dedicatoria, que sólo reafirman que no somos y por lo visto algunos no quieren que jamás seamos, iguales ante la Ley. Es como si quisieran oficializar que existen ciudadanos clase A, clase B, etc. Insultante al raciocinio, es decir poco.
Queremos generar plazas de trabajo, pero cuando viene una empresa extranjera con credenciales obvias y quiere invertir en un país tan inestable, con leyes tambaleantes, con altos niveles de conflictividad social, les hacemos el camino cuesta arriba. Somos tan absurdos, que en lugar de darles reglas claras y lógicas para que puedan operar y con ello, generar empleo, traer tecnología, mejorar infraestructura, proveer educación y salud en la zona en que operan, les decimos “vengan e inviertan” y ya que invirtieron, tratamos de sacarlos a sombrerazo limpio.
Hasta cuando me pregunto seguiremos así. El gobierno trata de vender la idea más que positiva de los polos de desarrollo, de las ciudades intermedias. Pronacom y otras instituciones hablan de la necesidad de atraer inversión extranjera, de abordar el problema de la urbanización, se hace y se dice mucho, pero mientras esos nefastos parásitos sociales sigan manipulando a nuestra gente más humilde y necesitada, pagándoles Q50 más alimentos y transporte por venir a manifestar a la capital, por bloquear puentes y carreteras, por boicotear minas, fábricas y empresas, por invadir tierras, etc, jamás, pero escuche bien, jamás Guatemala logrará alcanzar su potencial y generar el progreso que nuestro país merece, para bien de la gran mayoría de guatemaltecos.
El día que convivamos con respeto las diversas etnias, sabiendo que somos exactamente iguales ante la Ley y que lo mismo le caerá a un canchito que a un indígena, por la misma falta, seremos una sociedad justa. El día que las leyes digan que es lo que no podemos hacer, y nos den la libertad para crear, inventar, producir todo lo que nuestras mentes sean capaces de generar, seremos una sociedad moderna. El día que la gente entienda que puede rezar, vestir y soñar a su modo, pero que la malnutrición y la educación se resuelven igual esté en la región que esté, obtendremos progreso. Pero todo esto quedará en papel mientras la manipulación de la ignorancia sea el negoció lucrativo en que se ha convertido.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Señores, ¡qué reto!

Betty Marroquin
23 de octubre, 2016

La Alianza para la Prosperidad nos impone entre sus 14 condiciones, que debemos generar empleo en las áreas rurales y en especial, en aquellas de donde se ha detectado el mayor número de inmigrantes que parten rumbo “al norte”. La comunidad internacional quiere que el gobierno preste mejores servicios de salud, resuelva los retos en materia de educación y ofrezca mejor infraestructura y seguridad. Para lograrlo, en su mayoría, se espera recaudar mayores impuestos alzando la carga impositiva, no precisamente haciendo más eficiente la recaudación de los mismos, ya no digamos legalizando la economía informal que sólo en el mercado Terminal de la zona 4 mueve millones de Quetzales a diario, sin facturas.
Si bien esas metas me parecen más que justas, sin que todos los sectores se pongan de acuerdo no lograremos nada. Y que nos pongamos de acuerdo depende enormemente de que el negocio de parásito deje de ser lucrativo.
Para mejorar la educación y la salud, para que las empresas pequeñas y medianas prosperen, se necesita energía eléctrica. Ah, pero si no queremos hidroeléctricas ni eólicas, porque les meten a los indígenas la idea de que les harán daño a sus hijos, que son malas para su salud, que son malas para todo, y las cierran, ¿cómo se supone que logremos esas metas? Paneles solares cuestan un capital. Si los señores que les meten esas brillantes ideas a nuestra gente trajeran a regalarles paneles solares y se los instalaran, quizás tendrían boca con que hablar. Y aún así, es un burdo absurdo.
Para el mismo fin, se necesitan torres de telefonía que den señal a las poblaciones más aisladas. Ah, pero es que al igual que con las hidroeléctricas, les meten la idea de que las torres también les harán daño a la salud, etc. Deseamos que se termine la explotación infantil, el incesto, la pedofilia cultural, pero Dios libre que les digamos algo a las comunidades dónde las practican porque no se les puede “alterar su identidad cultural”.
Deseamos un sistema de justicia que funcione, pero queremos leyes específicas, con dedicatoria, que sólo reafirman que no somos y por lo visto algunos no quieren que jamás seamos, iguales ante la Ley. Es como si quisieran oficializar que existen ciudadanos clase A, clase B, etc. Insultante al raciocinio, es decir poco.
Queremos generar plazas de trabajo, pero cuando viene una empresa extranjera con credenciales obvias y quiere invertir en un país tan inestable, con leyes tambaleantes, con altos niveles de conflictividad social, les hacemos el camino cuesta arriba. Somos tan absurdos, que en lugar de darles reglas claras y lógicas para que puedan operar y con ello, generar empleo, traer tecnología, mejorar infraestructura, proveer educación y salud en la zona en que operan, les decimos “vengan e inviertan” y ya que invirtieron, tratamos de sacarlos a sombrerazo limpio.
Hasta cuando me pregunto seguiremos así. El gobierno trata de vender la idea más que positiva de los polos de desarrollo, de las ciudades intermedias. Pronacom y otras instituciones hablan de la necesidad de atraer inversión extranjera, de abordar el problema de la urbanización, se hace y se dice mucho, pero mientras esos nefastos parásitos sociales sigan manipulando a nuestra gente más humilde y necesitada, pagándoles Q50 más alimentos y transporte por venir a manifestar a la capital, por bloquear puentes y carreteras, por boicotear minas, fábricas y empresas, por invadir tierras, etc, jamás, pero escuche bien, jamás Guatemala logrará alcanzar su potencial y generar el progreso que nuestro país merece, para bien de la gran mayoría de guatemaltecos.
El día que convivamos con respeto las diversas etnias, sabiendo que somos exactamente iguales ante la Ley y que lo mismo le caerá a un canchito que a un indígena, por la misma falta, seremos una sociedad justa. El día que las leyes digan que es lo que no podemos hacer, y nos den la libertad para crear, inventar, producir todo lo que nuestras mentes sean capaces de generar, seremos una sociedad moderna. El día que la gente entienda que puede rezar, vestir y soñar a su modo, pero que la malnutrición y la educación se resuelven igual esté en la región que esté, obtendremos progreso. Pero todo esto quedará en papel mientras la manipulación de la ignorancia sea el negoció lucrativo en que se ha convertido.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo