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La gran incógnita

Betty Marroquin
06 de marzo, 2016

La campaña electoral de los Estados Unidos se ha convertido en un emblema de que tan mal está esa sociedad, o al menos en apariencia. En el último debate Republicano, como si no fuera suficiente con debatir temas irrelevantes en lugar de substantivos y atacarse con comentarios obtusos y retrógrados, ahora salieron a bailar las partes íntimas de los candidatos. ¿Qué tan bajo se puede caer y por qué la gente continúa apoyando al que pareciera ser el más absurdo de los candidatos?

Antes de ésta campaña, Donald Trump era un hombre de negocios emblemático, cuyo nombre era sinónimo de opulencia y de éxito. La palabra “Trump” ha sido en encuestas asociada con triunfo, éxito y riqueza. Además de su emporio con tantos rascacielos que llevan su nombre, casinos y campos de golf, el hombre era el “dueño” de los concursos de Miss Universo, Miss USA y Miss Teen USA. Como si no fuera poco su aparente éxito profesional, tiene cinco hijos de tres matrimonios, de los cuales según se sabe, ninguno es drogadicto o bala perdida, son todos gentes de bien. Es más, sus dos hijos mayores fueron estudiantes destacados, siendo Ivanka la más sobresaliente. Es pues realmente enervante, sorprendente e inicialmente decepcionante escuchar a ése hombre considerado brillante decir las groserías que dice, como el insultar a las mujeres llamándolas “marranas” o “perras” o similares con el mayor desprecio posible. ¿Cómo es posible que hable mal de los mismos inmigrantes que contrata en sus hoteles?

Vemos como cada día como si la humanidad se deshumaniza a la velocidad de la luz. La crueldad hacia cualquiera que sea más débil pareciera ser la norma. El valor de la vida humana parece devaluado al máximo grado. La pornografía está a la orden del día, la cortesía en extinción. Es en este contexto en el que alguien como Donald Trump está a punto de convertirse en el candidato del Partido Republicano. Un candidato controversial, de extremos radicales, contradictorio, que pareciera no compartir ni siquiera los principios que hicieran a ese partido el partido fuerte que siempre ha sido. ¿Pero será realmente así, o será una táctica estudiada?

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Trump está muy lejos de ser un Ronald Reagan, o un William Howard Taft, pero sin duda, es un estratega de primer orden. Si tratamos de verlo sin apasionamientos, el hombre ha logrado llegarle al americano promedio, diciendo todas las locuras políticamente incorrectas que el americano promedio no se atrevía a decir, y es hoy por hoy el candidato con mayor número de delegados. De los 1237 delegados que se necesitan para asegurarse la nominación, Trump lleva 329, mientras que Cruz lo sigue con 231 y Rubio con tan sólo 110, por lo que restan 1762 por adjudicar y por ende, queda tela que cortar. Que hay esperanzas de que le ganen, las hay ahora que Carson se retiró, pero sólo si Cruz o Rubio aprenden la lección de Trump para ganar delegados, aunque la veo difícil.

Desde 1988 se viene hablando de una candidatura de Trump, a veces para Presidente, a veces para Gobernador de Nueva York. Fue orador invitado especial de la Conferencia de Acción Política Conservadora del 2013, a la que pocos asistieron, pero si bien por algo fue invitado, ahora cuestionan su fidelidad a los principios conservadores republicanos. La comunidad judía lo premió en el 2015 con el Liberty Award en la Gala Algemeiner Jewish, por su contribución a las relaciones bilaterales entre EEUU e Israel. En el 2012 una encuesta del Wall Street Journal lo colocaba en primer lugar de popularidad para la Presidencia, inclusive sobre Mitt Romney, Si bien es un conocido Republicano, contribuyó con fondos para la campaña de Bill Clinton a la Presidencia, y de Hillary como candidata al Senado por Nueva York, quienes asistieron a su último matrimonio con la preciosa Melania. O sea que en principio no debiera sorprendernos que sea tan popular, lo sorprendente es que lo siga siendo luego de declaraciones impactantes sobre mujeres (poco atractivas o que lo han criticado), los homosexuales (anormales), el aborto (a veces a favor, a veces en contra), los mexicanos (quiere construir un muro y que lo financie México, los acusa de violadores y de robarle puestos de trabajo a los estadounidenses, aunque ha dicho que “asume” algunos son buenas personas, y contrata muchos inmigrantes latinos en sus hoteles y casinos), los musulmanes (de quienes a pesar de llamar terroristas tiene más votos que los otros candidatos republicanos), el calentamiento climático (que según él es una invención de los chinos como táctica comercial sucia), contra China (en general, a quien ve como una amenaza a la economía estadounidense y socio comercial desleal), su extraña fascinación con Vladimir Putin (que es ampliamente correspondida), y sobre la necesidad de “acabar” con las familias de los terroristas como ellos quieren acabar con Occidente. Y para rematarla, su deshonestidad es tan evidente que un día apoya el aborto y al otro no, años atrás dijo que David Duke era un xenofóbico racista, y ahora que el líder del Ku-Klux-Klan le ha dado su apoyo, dice que no lo conoce. Y la lista de ejemplos es larga.

Lo cierto del caso es que guste o no, Trump ha encontrado la forma de comunicarse con el público en una manera tan simple que niños de 4to grado lo comprenden (Hillary es comprendida por niños en el 8vo grado, según estudios de expertos). Esta campaña está demostrando a los políticos que mientras más simple y sencillo es el mensaje, mejor efecto causa. En Guatemala hemos visto el mismo fenómeno. ¿Quién recuerda los discursos de pollo ronco? La impresión que Trump me da es la de un brillante estratega que está haciendo lo que debe para ganar la nominación de su partido, y dado el sistema electoral estadounidense, podría inclusive ganarle a Hillary. Siendo un hombre de negocios, manifiesta constantemente su fe en el mercado libre y el comercio para la generación de empleo, y quizás en ése tema esté de acuerdo en apoyar esfuerzos por crear empleo en países como Guatemala. Si bien habla contra los inmigrantes, podría estar a favor de mantener y legalizar a los muchos que ya trabajan en los EEUU (incluyendo en sus empresas), aunque dudo facilite el ingreso de nuevos inmigrantes ni siquiera bajo TPS. Podría volver a apaciguar las aguas con Rusia, que Obama ha alebrestado no precisamente para mejor. Creo que estaría a favor de fortalecer al ejército, debilitado en la administración actual, para que enfrente los retos en Asia en mejor forma. Y dudo que estuviera interesado en apoyar cacerías de brujas en países como el nuestro, subsidiar causas de guerra fría o invertir en programas de asistencia que no sean productivos. Por lo cual podría ser un cambio para mejor en lo que a Guatemala respecta.

El punto es que la sociedad y sus políticos se reflejan unos a otros. En una sociedad donde impera la ignorancia, el temor a lo diferente, donde rige la tranza y la falta de honestidad, tendrá políticos con las mismas cualidades. Y como vemos, los Estados Unidos no son la excepción. Cruz y Rubio no serán la novena sinfonía, pero serían Presidentes mucho más sensatos, coherentes y predecibles que el impredecible, volátil e inconfiable, pero más que seguro de sí mismo Donald Trump. Que suceda, está por verse. Especular es permisible, pero que es la elección más “pintoresca” en décadas, es innegable. Irónicamente, estando en su propia casa en estas, la Administración Obama insiste en decirle al resto del mundo como manejarse.

La gran incógnita

Betty Marroquin
06 de marzo, 2016

La campaña electoral de los Estados Unidos se ha convertido en un emblema de que tan mal está esa sociedad, o al menos en apariencia. En el último debate Republicano, como si no fuera suficiente con debatir temas irrelevantes en lugar de substantivos y atacarse con comentarios obtusos y retrógrados, ahora salieron a bailar las partes íntimas de los candidatos. ¿Qué tan bajo se puede caer y por qué la gente continúa apoyando al que pareciera ser el más absurdo de los candidatos?

Antes de ésta campaña, Donald Trump era un hombre de negocios emblemático, cuyo nombre era sinónimo de opulencia y de éxito. La palabra “Trump” ha sido en encuestas asociada con triunfo, éxito y riqueza. Además de su emporio con tantos rascacielos que llevan su nombre, casinos y campos de golf, el hombre era el “dueño” de los concursos de Miss Universo, Miss USA y Miss Teen USA. Como si no fuera poco su aparente éxito profesional, tiene cinco hijos de tres matrimonios, de los cuales según se sabe, ninguno es drogadicto o bala perdida, son todos gentes de bien. Es más, sus dos hijos mayores fueron estudiantes destacados, siendo Ivanka la más sobresaliente. Es pues realmente enervante, sorprendente e inicialmente decepcionante escuchar a ése hombre considerado brillante decir las groserías que dice, como el insultar a las mujeres llamándolas “marranas” o “perras” o similares con el mayor desprecio posible. ¿Cómo es posible que hable mal de los mismos inmigrantes que contrata en sus hoteles?

Vemos como cada día como si la humanidad se deshumaniza a la velocidad de la luz. La crueldad hacia cualquiera que sea más débil pareciera ser la norma. El valor de la vida humana parece devaluado al máximo grado. La pornografía está a la orden del día, la cortesía en extinción. Es en este contexto en el que alguien como Donald Trump está a punto de convertirse en el candidato del Partido Republicano. Un candidato controversial, de extremos radicales, contradictorio, que pareciera no compartir ni siquiera los principios que hicieran a ese partido el partido fuerte que siempre ha sido. ¿Pero será realmente así, o será una táctica estudiada?

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Trump está muy lejos de ser un Ronald Reagan, o un William Howard Taft, pero sin duda, es un estratega de primer orden. Si tratamos de verlo sin apasionamientos, el hombre ha logrado llegarle al americano promedio, diciendo todas las locuras políticamente incorrectas que el americano promedio no se atrevía a decir, y es hoy por hoy el candidato con mayor número de delegados. De los 1237 delegados que se necesitan para asegurarse la nominación, Trump lleva 329, mientras que Cruz lo sigue con 231 y Rubio con tan sólo 110, por lo que restan 1762 por adjudicar y por ende, queda tela que cortar. Que hay esperanzas de que le ganen, las hay ahora que Carson se retiró, pero sólo si Cruz o Rubio aprenden la lección de Trump para ganar delegados, aunque la veo difícil.

Desde 1988 se viene hablando de una candidatura de Trump, a veces para Presidente, a veces para Gobernador de Nueva York. Fue orador invitado especial de la Conferencia de Acción Política Conservadora del 2013, a la que pocos asistieron, pero si bien por algo fue invitado, ahora cuestionan su fidelidad a los principios conservadores republicanos. La comunidad judía lo premió en el 2015 con el Liberty Award en la Gala Algemeiner Jewish, por su contribución a las relaciones bilaterales entre EEUU e Israel. En el 2012 una encuesta del Wall Street Journal lo colocaba en primer lugar de popularidad para la Presidencia, inclusive sobre Mitt Romney, Si bien es un conocido Republicano, contribuyó con fondos para la campaña de Bill Clinton a la Presidencia, y de Hillary como candidata al Senado por Nueva York, quienes asistieron a su último matrimonio con la preciosa Melania. O sea que en principio no debiera sorprendernos que sea tan popular, lo sorprendente es que lo siga siendo luego de declaraciones impactantes sobre mujeres (poco atractivas o que lo han criticado), los homosexuales (anormales), el aborto (a veces a favor, a veces en contra), los mexicanos (quiere construir un muro y que lo financie México, los acusa de violadores y de robarle puestos de trabajo a los estadounidenses, aunque ha dicho que “asume” algunos son buenas personas, y contrata muchos inmigrantes latinos en sus hoteles y casinos), los musulmanes (de quienes a pesar de llamar terroristas tiene más votos que los otros candidatos republicanos), el calentamiento climático (que según él es una invención de los chinos como táctica comercial sucia), contra China (en general, a quien ve como una amenaza a la economía estadounidense y socio comercial desleal), su extraña fascinación con Vladimir Putin (que es ampliamente correspondida), y sobre la necesidad de “acabar” con las familias de los terroristas como ellos quieren acabar con Occidente. Y para rematarla, su deshonestidad es tan evidente que un día apoya el aborto y al otro no, años atrás dijo que David Duke era un xenofóbico racista, y ahora que el líder del Ku-Klux-Klan le ha dado su apoyo, dice que no lo conoce. Y la lista de ejemplos es larga.

Lo cierto del caso es que guste o no, Trump ha encontrado la forma de comunicarse con el público en una manera tan simple que niños de 4to grado lo comprenden (Hillary es comprendida por niños en el 8vo grado, según estudios de expertos). Esta campaña está demostrando a los políticos que mientras más simple y sencillo es el mensaje, mejor efecto causa. En Guatemala hemos visto el mismo fenómeno. ¿Quién recuerda los discursos de pollo ronco? La impresión que Trump me da es la de un brillante estratega que está haciendo lo que debe para ganar la nominación de su partido, y dado el sistema electoral estadounidense, podría inclusive ganarle a Hillary. Siendo un hombre de negocios, manifiesta constantemente su fe en el mercado libre y el comercio para la generación de empleo, y quizás en ése tema esté de acuerdo en apoyar esfuerzos por crear empleo en países como Guatemala. Si bien habla contra los inmigrantes, podría estar a favor de mantener y legalizar a los muchos que ya trabajan en los EEUU (incluyendo en sus empresas), aunque dudo facilite el ingreso de nuevos inmigrantes ni siquiera bajo TPS. Podría volver a apaciguar las aguas con Rusia, que Obama ha alebrestado no precisamente para mejor. Creo que estaría a favor de fortalecer al ejército, debilitado en la administración actual, para que enfrente los retos en Asia en mejor forma. Y dudo que estuviera interesado en apoyar cacerías de brujas en países como el nuestro, subsidiar causas de guerra fría o invertir en programas de asistencia que no sean productivos. Por lo cual podría ser un cambio para mejor en lo que a Guatemala respecta.

El punto es que la sociedad y sus políticos se reflejan unos a otros. En una sociedad donde impera la ignorancia, el temor a lo diferente, donde rige la tranza y la falta de honestidad, tendrá políticos con las mismas cualidades. Y como vemos, los Estados Unidos no son la excepción. Cruz y Rubio no serán la novena sinfonía, pero serían Presidentes mucho más sensatos, coherentes y predecibles que el impredecible, volátil e inconfiable, pero más que seguro de sí mismo Donald Trump. Que suceda, está por verse. Especular es permisible, pero que es la elección más “pintoresca” en décadas, es innegable. Irónicamente, estando en su propia casa en estas, la Administración Obama insiste en decirle al resto del mundo como manejarse.