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Las personas y las organizaciones

Redacción
17 de abril, 2016

A raíz del golpe de Estado perpetrado por Jorge Serrano Elías se necesitó una urgente revisión del Estado de Guatemala. Se emite por parte del Congreso de la República una Reforma a la Constitución que garantizara un sistema de pesos y contrapesos para equilibrar el poder público.

Antes del golpe la Procuraduría General de la Nación y el Ministerio Público se integraban en una institución y con una gobernabilidad definida. Las acciones del Presidente Serrano hicieron a los legisladores percatarse de la necesidad de crear un ente que se ocupara de la persecución penal en Guatemala en los delitos de Acción Pública.

Sin embargo con el transcurrir de los años la organización creada para ser un peso y contrapeso fue el lugar propicio para que se hincara la ponzoña para ejercer la función al término “tata presidente” que bien funcional en la época de las dictaduras de siglo XX como al periodo presidencial de “don Álvaro Arzú” o sus cuatro períodos en la alcaldía municipal.

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De todos esos momentos en los cuales hay mucho que decir y mucho que callar puede acuñarse que la justicia en Guatemala pasó a ser instrumentalizada para convertirse en un instrumento de venganza que como diría Friedrich Wilhelm Nietzsche, se convierte en el placer más sublime de los seres humanos. La expresión “jode a quien te jode” y “hacerse de la vista gorda con los que te avasallan se convirtió en el eje de la política, la diplomacia y la justicia en Guatemala.

Las organizaciones se convirtieron en instrumentos para los caprichos que vienen para los que están bien. No se satisface la justicia del que tiene hambre sino que se ataca a quien está completamente saciado. Quién hace justicia al hambriento reconforta su propia alma. Pero hacer justicia ofreciendo lo que ellos quieren dar como justicia es una vileza que confunde a las organizaciones con las personas que las dirigen.

A quien es al que hay que condenar más según estos falsos ministros de justicia a los que se enfrentan a sus valores o al quebrantador de los valores. San Agustín entendía claramente que los hombres no somos creados de Dios y por lo tanto sujetos a su arbitrio sino verdadera emanación de Dios y por ello sujetos a la libertad.

Emanar significa compartir la misma suerte. Sin embargo la instrumentalización del Estado hace a unos pastores y a otros borregos. Los guatemaltecos sabemos que al igual que 1993 necesitamos nuevos valores en nuevas tablas. Es necesaria no la reforma de la ley orgánica de las organizaciones sino su desaparición forzada en aras de un rescate a la dignidad de ser guatemalteco.

Democracia sí. Es necesaria la cosecha esta lista y los guatemaltecos saben afilar sus hoces para borrar de un tajo. Se nos llamará aniquilador pero ellos no son pastores sino sepultureros del orden social.

Los que podemos mirar alto veremos el arcoíris y entenderemos la necesidad de prescindir de las organizaciones y de las personas que se arrogan en ellas como “tata presidente”

Las personas y las organizaciones

Redacción
17 de abril, 2016

A raíz del golpe de Estado perpetrado por Jorge Serrano Elías se necesitó una urgente revisión del Estado de Guatemala. Se emite por parte del Congreso de la República una Reforma a la Constitución que garantizara un sistema de pesos y contrapesos para equilibrar el poder público.

Antes del golpe la Procuraduría General de la Nación y el Ministerio Público se integraban en una institución y con una gobernabilidad definida. Las acciones del Presidente Serrano hicieron a los legisladores percatarse de la necesidad de crear un ente que se ocupara de la persecución penal en Guatemala en los delitos de Acción Pública.

Sin embargo con el transcurrir de los años la organización creada para ser un peso y contrapeso fue el lugar propicio para que se hincara la ponzoña para ejercer la función al término “tata presidente” que bien funcional en la época de las dictaduras de siglo XX como al periodo presidencial de “don Álvaro Arzú” o sus cuatro períodos en la alcaldía municipal.

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De todos esos momentos en los cuales hay mucho que decir y mucho que callar puede acuñarse que la justicia en Guatemala pasó a ser instrumentalizada para convertirse en un instrumento de venganza que como diría Friedrich Wilhelm Nietzsche, se convierte en el placer más sublime de los seres humanos. La expresión “jode a quien te jode” y “hacerse de la vista gorda con los que te avasallan se convirtió en el eje de la política, la diplomacia y la justicia en Guatemala.

Las organizaciones se convirtieron en instrumentos para los caprichos que vienen para los que están bien. No se satisface la justicia del que tiene hambre sino que se ataca a quien está completamente saciado. Quién hace justicia al hambriento reconforta su propia alma. Pero hacer justicia ofreciendo lo que ellos quieren dar como justicia es una vileza que confunde a las organizaciones con las personas que las dirigen.

A quien es al que hay que condenar más según estos falsos ministros de justicia a los que se enfrentan a sus valores o al quebrantador de los valores. San Agustín entendía claramente que los hombres no somos creados de Dios y por lo tanto sujetos a su arbitrio sino verdadera emanación de Dios y por ello sujetos a la libertad.

Emanar significa compartir la misma suerte. Sin embargo la instrumentalización del Estado hace a unos pastores y a otros borregos. Los guatemaltecos sabemos que al igual que 1993 necesitamos nuevos valores en nuevas tablas. Es necesaria no la reforma de la ley orgánica de las organizaciones sino su desaparición forzada en aras de un rescate a la dignidad de ser guatemalteco.

Democracia sí. Es necesaria la cosecha esta lista y los guatemaltecos saben afilar sus hoces para borrar de un tajo. Se nos llamará aniquilador pero ellos no son pastores sino sepultureros del orden social.

Los que podemos mirar alto veremos el arcoíris y entenderemos la necesidad de prescindir de las organizaciones y de las personas que se arrogan en ellas como “tata presidente”