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El retrato de la ingobernabilidad y la ruta de salida

Redacción
29 de julio, 2016

Guatemala, somos un país pasando por una transición que nunca nos imaginamos, mucho menos como seria, y quiero pensar que vamos encaminados hacia una posible y tremenda transformación. El dicho “esto apenas empieza” es preciso en cuanto a que los golpes sistemáticos al sistema que se rehúsa a morir, cambiar y perder los excesivos privilegios que causó el sistema de corrupción prolongado durante décadas, de a golpe se operan y empujan los cambios. Mientras no haya una consciencia nacional en nosotros todos, pero sobre todo en los actores centrales del desarrollo, veremos cómo va tomando forma el proceso de ajuste para intentar que exista un Estado de Derecho en el país, que ocurre bajo una tensión gigantesca entre nosotros.

En la agenda nacional la prioridad # 1 es seguir el combate a la corrupción en todas sus formas, donde esté y castigar a quienes violan la ley. Sin embargo, no solo se desenvuelve en la judicialización de la evasión fiscal que es el “trending topic” o por los casos de sobornos o enriquecimiento ilícito de ex políticos, funcionarios públicos y empresarios que se ventilan en las cortes, el problema se agrava sustancialmente debido a que la corrupción se hizo realmente común en todas partes.

No tenemos idea de la cantidad de personas que hay defendiendo el “status quo” para que no se les seque la veta de oro, la joya de la corona: la anarquía por el abandono y la ausencia del Estado de Derecho, por ello la preocupante ingobernabilidad e irrespeto a toda ley y autoridad en zonas rurales.

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Sí, hoy la conflictividad que se ha venido a exacerbar en los últimos 4 años, no es casualidad, es una expresión por la presión que ejerce la gran pobreza en la que viven millones de personas en nuestro país, la ausencia casi total de servicios sociales mínimos – salud y educación- y la carestía de oportunidades para ganarse la vida dignamente. En la dermis de nuestra sociedad está la descomposición de la estructura de valores, allí es donde se estableció la amplia corrupción que nos aqueja cual mutación en nuestro ADN.

Allí en el corazón de la supuesta conflictividad hay corruptos, y créanme, son los más interesados en que las divisiones entre guatemaltecos se hagan cada día más grandes. Esos personajes que se autodenominan “los liderazgos” y defensores de las causas de los pobres, de los pueblos indígenas, de la naturaleza y de los recursos naturales, defienden sobre todo sus propios intereses, que derivan del aún imperante esquema corrupto.

Pienso que si removiéramos algunos de esos líderes –intermediarios- que viven del sistema de corrupto, decantaría una satisfactoria y positiva emergencia de liderazgos reales, y entonces, solo entonces, podremos entender y atender los problemas reales. Lastimosamente hoy todos protegen sus propios feudos producto del pasado y nadie se atreve a dejar la actitud de choque para pasar a una actitud propositiva.

El país necesita hacerse de un sistema de anti-shock para absorber las consecuencias de las acciones del pasado. Hay que madurar y entender que nos toca aceptar que tenemos que cambiar o las consecuencias serán más graves más adelante – esto incluye a todos los sectores del país y sobre todo incumbe a las élites. La reconciliación con nosotros mismos y con nuestras futuras generaciones nos obliga a reconocer las culpas del pasado, asumir las responsabilidades y movernos hacia adelante. Hemos de lograr zafarnos de estas culpas, amarres y cadenas del pasado, y hacer un corte de caja para buscar salidas que beneficien a la mayoría. Con el mismo ahínco habría que atender la reforma de las instituciones clave del Estado para que vayan a la misma velocidad de estos cambios.

Los corruptos se piensan muy listos, creen que no los tenemos mapeados y creen que siendo disruptivos en el entorno protegen su forma de hacer negocios. Claro, es normal que lo hagan, éstos sujetos no estaban preparados para enfrentar la posibilidad de que sí es posible tener un Estado de Derecho, y en lugar de subirse al proceso de cambio y acelerarlo, están haciendo todo lo posible para hacerlo más difícil. Finalmente, necesitamos el surgimiento de personas, grupos, nuevos partidos políticos con propuesta que le pueda dar norte otra vez al país.

El retrato de la ingobernabilidad y la ruta de salida

Redacción
29 de julio, 2016

Guatemala, somos un país pasando por una transición que nunca nos imaginamos, mucho menos como seria, y quiero pensar que vamos encaminados hacia una posible y tremenda transformación. El dicho “esto apenas empieza” es preciso en cuanto a que los golpes sistemáticos al sistema que se rehúsa a morir, cambiar y perder los excesivos privilegios que causó el sistema de corrupción prolongado durante décadas, de a golpe se operan y empujan los cambios. Mientras no haya una consciencia nacional en nosotros todos, pero sobre todo en los actores centrales del desarrollo, veremos cómo va tomando forma el proceso de ajuste para intentar que exista un Estado de Derecho en el país, que ocurre bajo una tensión gigantesca entre nosotros.

En la agenda nacional la prioridad # 1 es seguir el combate a la corrupción en todas sus formas, donde esté y castigar a quienes violan la ley. Sin embargo, no solo se desenvuelve en la judicialización de la evasión fiscal que es el “trending topic” o por los casos de sobornos o enriquecimiento ilícito de ex políticos, funcionarios públicos y empresarios que se ventilan en las cortes, el problema se agrava sustancialmente debido a que la corrupción se hizo realmente común en todas partes.

No tenemos idea de la cantidad de personas que hay defendiendo el “status quo” para que no se les seque la veta de oro, la joya de la corona: la anarquía por el abandono y la ausencia del Estado de Derecho, por ello la preocupante ingobernabilidad e irrespeto a toda ley y autoridad en zonas rurales.

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Sí, hoy la conflictividad que se ha venido a exacerbar en los últimos 4 años, no es casualidad, es una expresión por la presión que ejerce la gran pobreza en la que viven millones de personas en nuestro país, la ausencia casi total de servicios sociales mínimos – salud y educación- y la carestía de oportunidades para ganarse la vida dignamente. En la dermis de nuestra sociedad está la descomposición de la estructura de valores, allí es donde se estableció la amplia corrupción que nos aqueja cual mutación en nuestro ADN.

Allí en el corazón de la supuesta conflictividad hay corruptos, y créanme, son los más interesados en que las divisiones entre guatemaltecos se hagan cada día más grandes. Esos personajes que se autodenominan “los liderazgos” y defensores de las causas de los pobres, de los pueblos indígenas, de la naturaleza y de los recursos naturales, defienden sobre todo sus propios intereses, que derivan del aún imperante esquema corrupto.

Pienso que si removiéramos algunos de esos líderes –intermediarios- que viven del sistema de corrupto, decantaría una satisfactoria y positiva emergencia de liderazgos reales, y entonces, solo entonces, podremos entender y atender los problemas reales. Lastimosamente hoy todos protegen sus propios feudos producto del pasado y nadie se atreve a dejar la actitud de choque para pasar a una actitud propositiva.

El país necesita hacerse de un sistema de anti-shock para absorber las consecuencias de las acciones del pasado. Hay que madurar y entender que nos toca aceptar que tenemos que cambiar o las consecuencias serán más graves más adelante – esto incluye a todos los sectores del país y sobre todo incumbe a las élites. La reconciliación con nosotros mismos y con nuestras futuras generaciones nos obliga a reconocer las culpas del pasado, asumir las responsabilidades y movernos hacia adelante. Hemos de lograr zafarnos de estas culpas, amarres y cadenas del pasado, y hacer un corte de caja para buscar salidas que beneficien a la mayoría. Con el mismo ahínco habría que atender la reforma de las instituciones clave del Estado para que vayan a la misma velocidad de estos cambios.

Los corruptos se piensan muy listos, creen que no los tenemos mapeados y creen que siendo disruptivos en el entorno protegen su forma de hacer negocios. Claro, es normal que lo hagan, éstos sujetos no estaban preparados para enfrentar la posibilidad de que sí es posible tener un Estado de Derecho, y en lugar de subirse al proceso de cambio y acelerarlo, están haciendo todo lo posible para hacerlo más difícil. Finalmente, necesitamos el surgimiento de personas, grupos, nuevos partidos políticos con propuesta que le pueda dar norte otra vez al país.