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Lecciones del día que el mundo cambió

Betty Marroquin
11 de septiembre, 2016

Este no es un artículo para atacar a los musulmanes, enfocarse nada mas en la latente amenaza del terrorismo o lamentarse por una tragedia sucedida hace 15 años. El propósito de mi mensaje es que de hechos como ese, al igual que de tantos otros igualmente horrendos o peores, debemos aprender y mejorar como humanidad. Ese día lo recordaremos todos, en la medida en que nos vimos o sentimos afectados.

Recuerdo esa mañana en Washington – DC como si hubiera sido ayer. Me estaba arreglando para salir rumbo al Senado a una cita con amigos del Comité de Relaciones Exteriores, mientras escuchaba la tele fluctuando del Today Show en NBC a Squawkbox en MSNBC, todas las mañanas, cuando el primer avión se estrelló en la Torre Norte del World Trade Center. Mi reacción inmediata fue pensar en un ataque terrorista y no en un accidente como especuló Matt Lauer en el Today Show inicialmente. En los 10 minutos que pasaron hablé con mis amigos de New York para saber si estaban bien, especialmente los que yo sabía que frecuentaban las empresas localizadas en las Torres Gemelas. Estaba justo hablando con una de ellas cuando entró el segundo avión a la Torre Sur. Fue allí, en ese instante que los comentaristas en la tele dijeron que era un ataque terrorista.

Acto seguido me llamó uno de mis amigos del Senado indicándome que no me avecinara a ningún edificio del Estado porque habían dos aéreos perdidos y temían que algo más pudiera suceder en Washington. Llamé al Embajador Ariel Rivera Irías quien era el representante de Guatemala ante la Casa Blanca para avisarle. El embajador había sido informado por el Departamento de Estado.

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Terminé de arreglarme como pude, entre atónita y angustiada, y llegué a la Embajada. Para entonces había transcurrido aproximadamente 20 minutos del segundo ataque. Llamé a mi adorado papá en Guatemala para avisarle que estaba bien y contarle lo sucedido. Mientras veíamos el bastión del símbolo del poderío económico de los Estados Unidos desmoronarse, gente saltar por las ventanas a una muerte segura, presenciar esa tragedia que parecía la escena de un film cataclismico, sucedió el tercer ataque, esta vez al símbolo del poder militar de ese país: el Pentágono.

Las líneas telefónicas internacionales colapsaron, pero no sin antes recibir varias llamadas de amistades y contactos de Guatemala preguntando sobre mi paradero. Jamás olvidaré esos gestos de estima y amistad.

Los días que siguieron al 11 de septiembre del 2001 fueron difíciles para todos en el mundo libre, pero en especial para quienes perdieron familia y amigos y para quienes los vivimos en esas ciudades. Se respiraba un aire de indignación que derivó en un profundo patriotismo. El afecto del mundo libre hacia los Estados Unidos se hizo palpable. Es importante recordar que en esos ataques perdieron la vida anglosajones, latinos, asiáticos y africanos. Gente de todas las culturas y estratos sociales. Ese ataque fue pues un golpe a todos, no sólo a los Estados Unidos. Ese sentimiento de unidad patriótica americana, de admiración y amistad del resto del mundo hacia los Estados Unidos, a 15 años de ése fatídico día, ha mermado, en el mejor de los casos.

La Ley Patriota he venido a tener una serie de secuelas dantescas, algunas que bordean en lo irracional e ilógico, otras extremas dada la complejidad de la situación en sí. El terrorismo no es un concepto nuevo ni exclusivo del mundo islámico. Sun Tzu en su libro de El Arte de la Guerra sentó las bases para las tácticas implementadas en casi todas las guerras de baja intensidad, sea Vietnam, Perú, Guatemala, Congo o donde sea que haya existido o exista alguna forma de guerrilla, el fin último es siempre infundir el terror. Encontrado en un sepulcro del año 130 A.C., hablamos de un tema verdaderamente antiguo. Y entonces me pregunto, porqué nos cuesta tanto entender el concepto?

El antagonismo entre culturas es tan antiguo como la humanidad misma. La diferencia entre las culturas es un tema tan antiguo como la humanidad misma. Hoy día tenemos todos los medios y capacidades para entender nuestras diferencias, dialogarlas, buscar puntos de convergencia y convivencia pacífica, respetando nuestras individuales. Todo es cuestión de voluntad.

Guatemala está hastiada del tema de la guerra. Queremos construir, no destruir. Deseamos ver hacia adelante y dejar ese grillete que no nos deja avanzar. Pero sólo nosotros mismos podemos quitarnos ese impedimento. Sólo nosotros mismos podemos buscar nuestro salida y dejar la obscuridad atrás. La elección es nuestra, y espero seamos más los que tengamos el coraje y la visión clara para lograrlo. El odio y el resentimiento sólo generan más odio. Quienes nos imponen sus fórmulas a veces no lo entienden, pero está en nosotros mismos hacer algo al respecto. Yo me apunto, y usted?

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Lecciones del día que el mundo cambió

Betty Marroquin
11 de septiembre, 2016

Este no es un artículo para atacar a los musulmanes, enfocarse nada mas en la latente amenaza del terrorismo o lamentarse por una tragedia sucedida hace 15 años. El propósito de mi mensaje es que de hechos como ese, al igual que de tantos otros igualmente horrendos o peores, debemos aprender y mejorar como humanidad. Ese día lo recordaremos todos, en la medida en que nos vimos o sentimos afectados.

Recuerdo esa mañana en Washington – DC como si hubiera sido ayer. Me estaba arreglando para salir rumbo al Senado a una cita con amigos del Comité de Relaciones Exteriores, mientras escuchaba la tele fluctuando del Today Show en NBC a Squawkbox en MSNBC, todas las mañanas, cuando el primer avión se estrelló en la Torre Norte del World Trade Center. Mi reacción inmediata fue pensar en un ataque terrorista y no en un accidente como especuló Matt Lauer en el Today Show inicialmente. En los 10 minutos que pasaron hablé con mis amigos de New York para saber si estaban bien, especialmente los que yo sabía que frecuentaban las empresas localizadas en las Torres Gemelas. Estaba justo hablando con una de ellas cuando entró el segundo avión a la Torre Sur. Fue allí, en ese instante que los comentaristas en la tele dijeron que era un ataque terrorista.

Acto seguido me llamó uno de mis amigos del Senado indicándome que no me avecinara a ningún edificio del Estado porque habían dos aéreos perdidos y temían que algo más pudiera suceder en Washington. Llamé al Embajador Ariel Rivera Irías quien era el representante de Guatemala ante la Casa Blanca para avisarle. El embajador había sido informado por el Departamento de Estado.

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Terminé de arreglarme como pude, entre atónita y angustiada, y llegué a la Embajada. Para entonces había transcurrido aproximadamente 20 minutos del segundo ataque. Llamé a mi adorado papá en Guatemala para avisarle que estaba bien y contarle lo sucedido. Mientras veíamos el bastión del símbolo del poderío económico de los Estados Unidos desmoronarse, gente saltar por las ventanas a una muerte segura, presenciar esa tragedia que parecía la escena de un film cataclismico, sucedió el tercer ataque, esta vez al símbolo del poder militar de ese país: el Pentágono.

Las líneas telefónicas internacionales colapsaron, pero no sin antes recibir varias llamadas de amistades y contactos de Guatemala preguntando sobre mi paradero. Jamás olvidaré esos gestos de estima y amistad.

Los días que siguieron al 11 de septiembre del 2001 fueron difíciles para todos en el mundo libre, pero en especial para quienes perdieron familia y amigos y para quienes los vivimos en esas ciudades. Se respiraba un aire de indignación que derivó en un profundo patriotismo. El afecto del mundo libre hacia los Estados Unidos se hizo palpable. Es importante recordar que en esos ataques perdieron la vida anglosajones, latinos, asiáticos y africanos. Gente de todas las culturas y estratos sociales. Ese ataque fue pues un golpe a todos, no sólo a los Estados Unidos. Ese sentimiento de unidad patriótica americana, de admiración y amistad del resto del mundo hacia los Estados Unidos, a 15 años de ése fatídico día, ha mermado, en el mejor de los casos.

La Ley Patriota he venido a tener una serie de secuelas dantescas, algunas que bordean en lo irracional e ilógico, otras extremas dada la complejidad de la situación en sí. El terrorismo no es un concepto nuevo ni exclusivo del mundo islámico. Sun Tzu en su libro de El Arte de la Guerra sentó las bases para las tácticas implementadas en casi todas las guerras de baja intensidad, sea Vietnam, Perú, Guatemala, Congo o donde sea que haya existido o exista alguna forma de guerrilla, el fin último es siempre infundir el terror. Encontrado en un sepulcro del año 130 A.C., hablamos de un tema verdaderamente antiguo. Y entonces me pregunto, porqué nos cuesta tanto entender el concepto?

El antagonismo entre culturas es tan antiguo como la humanidad misma. La diferencia entre las culturas es un tema tan antiguo como la humanidad misma. Hoy día tenemos todos los medios y capacidades para entender nuestras diferencias, dialogarlas, buscar puntos de convergencia y convivencia pacífica, respetando nuestras individuales. Todo es cuestión de voluntad.

Guatemala está hastiada del tema de la guerra. Queremos construir, no destruir. Deseamos ver hacia adelante y dejar ese grillete que no nos deja avanzar. Pero sólo nosotros mismos podemos quitarnos ese impedimento. Sólo nosotros mismos podemos buscar nuestro salida y dejar la obscuridad atrás. La elección es nuestra, y espero seamos más los que tengamos el coraje y la visión clara para lograrlo. El odio y el resentimiento sólo generan más odio. Quienes nos imponen sus fórmulas a veces no lo entienden, pero está en nosotros mismos hacer algo al respecto. Yo me apunto, y usted?

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo