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Vivir septiembre en Guatemala

Adriana Lopez
16 de septiembre, 2016

Nuestro mes patrio nos hace ser por lo menos un poco más consientes de nuestro entorno. Con toda la ola de información, historia y sentimientos patriotas que recibimos, es casi inevitable sentirnos orgullosamente movidos por la idea de vivir en un país primaveral y multiétnico.

Eso, por supuesto, es toda una contradicción. Y basta con que uno se concentre un poquito para evidenciar lo superficiales que nos ponemos en el mes patrio.

Vivir septiembre en Guatemala significa ver una banderita sujeta a la ventana que se agita insistentemente en un automóvil mientras el conductor va contra la vía. Es también ver cómo los niños lloran en el mercado porque les están probando el traje típico que van a usar el 15 en el colegio; gritan: “No mamá, yo no quiero ponerme de indito(a)” Lloran y patalean como si se tratara de una tortura.

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También septiembre es escuchar a muchos decir “¡Qué lindo es nuestro país!” y cargar orgullosamente la presea de la multiculturalidad mientras en sus redes sociales condenan a través de comentarios racistas y discriminadores que la nueva ministra propusiera el Modelo Incluyente de Salud. Es despertar y leer un reportaje en el cuál muchos maestros admiten que falsifican las notas de sus estudiantes en el curso de idioma nacional porque no saben como enseñar un idioma maya que no dominan.

Es éste mes se pone en evidencia que hay más guatemaltecos apropiados de las tragedias de otros países, que de las propias. Es levantarse y ver como la historia de la corrupción se repite una vez más, solo que ahora es otro presidente el que sale negándolo todo en un video. O tal vez, vivir septiembre es ver a un tipo que con la cara descubierta y cómo quien se siente orgulloso de lo que hizo, admite que fue él quien asesinó a una trabajadora pública.

¿Qué mas? Septiembre son restaurantes con menús inspirados en nuestro arte culinario guatemalteco, con precios ridículamente altos y miles de personas que con una bandera corren por todo el país anunciando “libertad”, mientras los conductores automovilísticos colapsan en las calles por no poder liberarse de las colas.

Vivir septiembre en Guatemala es darle significado a la palabra contradicción, porque mientras nos decidimos por cuál es la mejor forma de hacer civismo, el país se está desmoronando. Ojalá entendiéramos que celebrar a nuestro país, también significa celebrar nuestros derechos y nuestras obligaciones como ciudadanos. Estoy segura de que Guatemala estaría muchísimo mejor si a cambio, celebráramos que somos un país cuidado y defendido por sus propios ciudadanos. Cuesta, pero es necesario que nos pongamos a pensar en todo lo que hacemos mal y la manera en que eso daña nuestro país.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo

Vivir septiembre en Guatemala

Adriana Lopez
16 de septiembre, 2016

Nuestro mes patrio nos hace ser por lo menos un poco más consientes de nuestro entorno. Con toda la ola de información, historia y sentimientos patriotas que recibimos, es casi inevitable sentirnos orgullosamente movidos por la idea de vivir en un país primaveral y multiétnico.

Eso, por supuesto, es toda una contradicción. Y basta con que uno se concentre un poquito para evidenciar lo superficiales que nos ponemos en el mes patrio.

Vivir septiembre en Guatemala significa ver una banderita sujeta a la ventana que se agita insistentemente en un automóvil mientras el conductor va contra la vía. Es también ver cómo los niños lloran en el mercado porque les están probando el traje típico que van a usar el 15 en el colegio; gritan: “No mamá, yo no quiero ponerme de indito(a)” Lloran y patalean como si se tratara de una tortura.

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Es éste mes se pone en evidencia que hay más guatemaltecos apropiados de las tragedias de otros países, que de las propias. Es levantarse y ver como la historia de la corrupción se repite una vez más, solo que ahora es otro presidente el que sale negándolo todo en un video. O tal vez, vivir septiembre es ver a un tipo que con la cara descubierta y cómo quien se siente orgulloso de lo que hizo, admite que fue él quien asesinó a una trabajadora pública.

¿Qué mas? Septiembre son restaurantes con menús inspirados en nuestro arte culinario guatemalteco, con precios ridículamente altos y miles de personas que con una bandera corren por todo el país anunciando “libertad”, mientras los conductores automovilísticos colapsan en las calles por no poder liberarse de las colas.

Vivir septiembre en Guatemala es darle significado a la palabra contradicción, porque mientras nos decidimos por cuál es la mejor forma de hacer civismo, el país se está desmoronando. Ojalá entendiéramos que celebrar a nuestro país, también significa celebrar nuestros derechos y nuestras obligaciones como ciudadanos. Estoy segura de que Guatemala estaría muchísimo mejor si a cambio, celebráramos que somos un país cuidado y defendido por sus propios ciudadanos. Cuesta, pero es necesario que nos pongamos a pensar en todo lo que hacemos mal y la manera en que eso daña nuestro país.

República.gt es ajena a la opinión expresada en este artículo