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A priori y a posteriori

Warren Orbaugh
30 de noviembre, 2020

El otro día me preguntaba un alumno sobre la afirmación de Ludwig von Mises sobre que la praxeología es una ciencia cuyas afirmaciones y proposiciones no derivan del conocimiento experimental. Como los de la lógica, son a priori. Los términos que le causaban dificultad para entender dicha aserción eran: a priori y a posteriori.

El término a priori significa “antes” y a posteriori “después”, pero debemos tener en mente que no deben entenderse en sucesión temporal, sino, lógica. El conocimiento a priori es el de los principios que los científicos usan en sus investigaciones. Pero las investigaciones mismas, que se fundamentan en las percepciones sensoriales, son a posteriori. Antes de que el científico empiece su investigación, debe saber que no existe efecto sin causa, que no hay acción sin ente actuante, que el silogismo tiene sólo tres términos, etc. El conocimiento de estas verdades es lo que le permite al investigador interpretar los datos sensoriales que observa, son las condiciones de la ciencia, son verdades universales que aplican a todos los casos posibles. El conocimiento a priori se desarrolla a través de la experiencia sensorial. De hecho, la experiencia sensorial es primero en el orden temporal, pero las impresiones sensoriales serían una masa de cosas aisladas si no se interpretaran y sistematizaran con la ayuda de los principios a priori.

A priori no significa innato. Ni los principios matemáticos, ni los lógicos son innatos, pero si son a priori. Los teoremas de estas ciencias pueden deducirse por medio de nuestro raciocinio sin llamar en nuestro auxilio la experiencia sensorial. Las ideas innatas significarían que heredamos conceptos. La realidad es que no heredamos concepto alguno. La característica de los conceptos a priori no es que los encontremos ya hechos en nuestras mentes, sino que tienen una aplicación universal y son por tanto verdades necesarias.

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El contraste entre verdades a priori y a posteriori se comprende cuando consideramos que las primeras son puramente formales y las últimas sensoriales. Las primeras, por tanto, no nos informan sobre la sustancia o materia o naturaleza de las cosas (como dice Kant, “son vacías”). Por ejemplo, a = a, la totalidad es igual a sí misma; o la totalidad es igual a la suma de sus partes; o a + b > a, el todo es mayor que sus partes. Su verdad está garantizada por la ley de no contradicción. Las verdades a priori son, pues, apodícticas. Se usan para determinar las relaciones y formas de las cosas, y esto las hace valiosas, porque la ciencia no es más que la búsqueda de cambios de forma, una aplicación de las leyes de formas, de medidas, de peso, etc., y el conocimiento de estas leyes, dada su validez universal, permiten la interpretación y la posibilidad de predeterminar futuras modificaciones de las formas en condiciones similares. 

Las verdades a posteriori se establecen por la experiencia sensorial. Por ejemplo, si digo: «El cielo está nublado», sólo puedo establecer la verdad de dicha proposición viendo el cielo. Y si en efecto está nublado, la proposición es cierta. Si no, no. La verdad a posteriori se da si lo que se predica del sujeto en realidad describe el estado de cosas verificable por la experiencia sensorial.

Según mises, el conocimiento a priori es de proposiciones de carácter primario, obligado antecedente de toda definición, nominal o real. Se trata de categorías primordiales, que no pueden ser objeto de análisis. Por ser axiomático no pueden ser objeto de demostración ni de refutación. Quien niega la proposición a priori «la acción humana es conducta deliberada que persigue un fin», debe aceptar esa proposición como legitima en el proceso de querer deslegitimarla, porque lo que hace es una acción deliberada que persigue un fin

El razonamiento apriorístico es conceptual y deductivo, produciendo juicios analíticos y tautologías. Enriquece nuestro conocimiento psicológico, aunque no el conocimiento real; es explicativo, mas no añade conocimiento que no esté contenido en el sujeto. Esto significa que el predicado se puede conocer por análisis del sujeto. Por ejemplo: «el intercambio de bienes y servicios es acción humana, es decir, conducta deliberad que persigue un fin». O «la invención y uso del dinero como medio de intercambio es acción humana, o sea, conducta deliberada que persigue un fin».

La deducción es una inferencia que parte de premisas universales para llegar a verdades particulares. Es del tipo: M es P; S es M; Luego S es P. Por ejemplo: «Todo hombre es mortal; Mises es hombre; Luego, Mises es mortal».

¿Qué significa que enriquece nuestro conocimiento psicológico, pero no el real? Significa que todo conocimiento que deducimos de la premisa universal inicial de «acción humana», está contenido en ésta misma. Por ejemplo: «La acción humana es conducta deliberada para pasar de un estado de insatisfacción a uno de mayor satisfacción. Comerciar es acción humana. Luego, comerciar es conducta deliberada para pasar de un estado de insatisfacción a uno de mayor satisfacción».

Sin el conocimiento a priori de que «la acción humana es conducta deliberada para pasar de un estado de insatisfacción a uno de mayor satisfacción» no podríamos interpretar que hacen dos personas cuando intercambian bienes. Nos pasaría lo qué a los socialistas, que no entienden lo que pasa y creen que en el intercambio uno gana y el otro pierde, que el intercambio es lo mismo que el robo, que hay un victimario y una víctima, y por tanto se hace necesario que el estado deba intervenir para distribuir equitativamente los bienes. No comprenden que el intercambio se da porque ambas personas, por medio de éste, buscan pasar de un estado de insatisfacción a uno de mayor satisfacción.

A priori y a posteriori

Warren Orbaugh
30 de noviembre, 2020

El otro día me preguntaba un alumno sobre la afirmación de Ludwig von Mises sobre que la praxeología es una ciencia cuyas afirmaciones y proposiciones no derivan del conocimiento experimental. Como los de la lógica, son a priori. Los términos que le causaban dificultad para entender dicha aserción eran: a priori y a posteriori.

El término a priori significa “antes” y a posteriori “después”, pero debemos tener en mente que no deben entenderse en sucesión temporal, sino, lógica. El conocimiento a priori es el de los principios que los científicos usan en sus investigaciones. Pero las investigaciones mismas, que se fundamentan en las percepciones sensoriales, son a posteriori. Antes de que el científico empiece su investigación, debe saber que no existe efecto sin causa, que no hay acción sin ente actuante, que el silogismo tiene sólo tres términos, etc. El conocimiento de estas verdades es lo que le permite al investigador interpretar los datos sensoriales que observa, son las condiciones de la ciencia, son verdades universales que aplican a todos los casos posibles. El conocimiento a priori se desarrolla a través de la experiencia sensorial. De hecho, la experiencia sensorial es primero en el orden temporal, pero las impresiones sensoriales serían una masa de cosas aisladas si no se interpretaran y sistematizaran con la ayuda de los principios a priori.

A priori no significa innato. Ni los principios matemáticos, ni los lógicos son innatos, pero si son a priori. Los teoremas de estas ciencias pueden deducirse por medio de nuestro raciocinio sin llamar en nuestro auxilio la experiencia sensorial. Las ideas innatas significarían que heredamos conceptos. La realidad es que no heredamos concepto alguno. La característica de los conceptos a priori no es que los encontremos ya hechos en nuestras mentes, sino que tienen una aplicación universal y son por tanto verdades necesarias.

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El contraste entre verdades a priori y a posteriori se comprende cuando consideramos que las primeras son puramente formales y las últimas sensoriales. Las primeras, por tanto, no nos informan sobre la sustancia o materia o naturaleza de las cosas (como dice Kant, “son vacías”). Por ejemplo, a = a, la totalidad es igual a sí misma; o la totalidad es igual a la suma de sus partes; o a + b > a, el todo es mayor que sus partes. Su verdad está garantizada por la ley de no contradicción. Las verdades a priori son, pues, apodícticas. Se usan para determinar las relaciones y formas de las cosas, y esto las hace valiosas, porque la ciencia no es más que la búsqueda de cambios de forma, una aplicación de las leyes de formas, de medidas, de peso, etc., y el conocimiento de estas leyes, dada su validez universal, permiten la interpretación y la posibilidad de predeterminar futuras modificaciones de las formas en condiciones similares. 

Las verdades a posteriori se establecen por la experiencia sensorial. Por ejemplo, si digo: «El cielo está nublado», sólo puedo establecer la verdad de dicha proposición viendo el cielo. Y si en efecto está nublado, la proposición es cierta. Si no, no. La verdad a posteriori se da si lo que se predica del sujeto en realidad describe el estado de cosas verificable por la experiencia sensorial.

Según mises, el conocimiento a priori es de proposiciones de carácter primario, obligado antecedente de toda definición, nominal o real. Se trata de categorías primordiales, que no pueden ser objeto de análisis. Por ser axiomático no pueden ser objeto de demostración ni de refutación. Quien niega la proposición a priori «la acción humana es conducta deliberada que persigue un fin», debe aceptar esa proposición como legitima en el proceso de querer deslegitimarla, porque lo que hace es una acción deliberada que persigue un fin

El razonamiento apriorístico es conceptual y deductivo, produciendo juicios analíticos y tautologías. Enriquece nuestro conocimiento psicológico, aunque no el conocimiento real; es explicativo, mas no añade conocimiento que no esté contenido en el sujeto. Esto significa que el predicado se puede conocer por análisis del sujeto. Por ejemplo: «el intercambio de bienes y servicios es acción humana, es decir, conducta deliberad que persigue un fin». O «la invención y uso del dinero como medio de intercambio es acción humana, o sea, conducta deliberada que persigue un fin».

La deducción es una inferencia que parte de premisas universales para llegar a verdades particulares. Es del tipo: M es P; S es M; Luego S es P. Por ejemplo: «Todo hombre es mortal; Mises es hombre; Luego, Mises es mortal».

¿Qué significa que enriquece nuestro conocimiento psicológico, pero no el real? Significa que todo conocimiento que deducimos de la premisa universal inicial de «acción humana», está contenido en ésta misma. Por ejemplo: «La acción humana es conducta deliberada para pasar de un estado de insatisfacción a uno de mayor satisfacción. Comerciar es acción humana. Luego, comerciar es conducta deliberada para pasar de un estado de insatisfacción a uno de mayor satisfacción».

Sin el conocimiento a priori de que «la acción humana es conducta deliberada para pasar de un estado de insatisfacción a uno de mayor satisfacción» no podríamos interpretar que hacen dos personas cuando intercambian bienes. Nos pasaría lo qué a los socialistas, que no entienden lo que pasa y creen que en el intercambio uno gana y el otro pierde, que el intercambio es lo mismo que el robo, que hay un victimario y una víctima, y por tanto se hace necesario que el estado deba intervenir para distribuir equitativamente los bienes. No comprenden que el intercambio se da porque ambas personas, por medio de éste, buscan pasar de un estado de insatisfacción a uno de mayor satisfacción.