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El intento de Leonardo Brito de refutar a Ayn Rand

Warren Orbaugh
16 de marzo, 2020

Leonardo Brito escribe en el blog Vida Diamante, “Refutando a Ayn Rand: Una crítica liberal del objetivismo”, porque según él afirma, no ha podido encontrar argumentos de vigor escritos en español contra las ideas de Rand.  Veamos pues, si su intento es exitoso o no.

Primero he de decir que debió intitular su artículo “Refutando a Ayn Rand: Una crítica personal del objetivismo”, porque no tiene calidad para hablar en nombre de todo liberal.

Segundo se refiere a la filosofía Objetivista como pseudo-filosofía.  ¿En virtud de qué? ¿Por qué las ideas de los otros pensadores que menciona en su escrito, San Agustín, Hume y Kant, si son filosofías pero las ideas de Rand no?  Desde luego no es por no ser un sistema completo, pues el Objetivismo se compone de dos teorías descriptivas: metafísica y epistemología, dos teorías normativas: ética y política y una teoría estética.  Como no ofrece ninguna evidencia que sostenga su calificativo, podemos concluir que su calificación de las ideas de Rand como “pseudo-filosofía” es arbitraria y sesgada. Sobre todo porque posteriormente en su artículo se refiere a ésta como “filosofía objetivista” en varias ocasiones, contradiciendo su afirmación inicial.  Luego su afirmación no se sostiene por falta de pruebas y por contradicción.

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Tercero, afirma Brito que “el subjetivismo de Mises es superior al objetivismo de Rand”.  Evidentemente Brito no se ha percatado de que Mises y Rand están escribiendo sobre cosas diferentes, que no son opuestas sino complementarias.  La praxeología de Mises es una teoría descriptiva, mientras que la Ética Objetivista de Rand es una teoría normativa, Mises describe la acción humana, la conducta deliberada y voluntaria para sustituir una condición insatisfactoria por otra concebida como más satisfactoria, el comportamiento razonado que apunta a un fin determinado.  Rand determina como debe ser la conducta sí y sólo sí se quiere vivir una vida humana feliz, sí se quiere florecer. Mises en la praxeología no se interesa por los fines que cada quien persiga. Rand en la Ética Objetivista se preocupa sólo con cómo alcanzar un fin específico: el florecimiento humano.  

Mises afirma que el valor es subjetivo, es decir que es el individuo o sujeto quien valora y que el objeto en sí no tiene valor intrínseco.  El valor adquiere realidad sólo en la acción, dice Mises y el sujeto o individuo valora algo como medio o fines intermedios para alcanzar un fin.  Rand define valor como aquello que uno actúa para conseguir y/o conservar. Es decir, que es el individuo quien valora y que el objeto en sí no tiene valor intrínseco.  Además agrega en La Virtud del Egoísmo lo siguiente: « El concepto “valor” no es primario; presupone la respuesta a la pregunta: ¿de valor para quien y para qué?»  [Ayn Rand. “The Objectivist Ethics” The Virtue of Selfishness (New York: Signet, 1970), 16].  Esto significa que el individuo o sujeto –el quien– valora algo como medio para conseguir un fin –el qué.  Ambos afirman lo mismo aunque con diferentes términos.

Ahora examinemos el concepto de “valor objetivo” de Rand.  Observemos que Mises introduce el concepto de “valor de uso objetivo” en su libro Acción Humana, indicando que se refiere a la relación entre una cosa y su capacidad real de producir determinado efecto.  Hace notar también que el valor de uso subjetivo no se basa siempre en el verdadero valor de uso objetivo: « Hay cosas a las que se les asigna valor de uso subjetivo porque la gente cree erróneamente que tienen el poder de producir el efecto deseado.  Por otro lado hay cosas capaces de producir un efecto deseado a las que no se les asigna valor alguno de uso porque la gente ignora este hecho.»  [Ludwig von Mises. “Action Within the World”, Human Action. (Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute, 2008), 121].

Desde luego que para la praxeología no tiene importancia alguna el que el valor de uso subjetivo del individuo se base o no en el valor de uso objetivo.  No es incumbencia de dicha ciencia juzgar si el individuo que valora determinado estupefaciente creyendo que mejorará su calidad de vida está en lo correcto o no.  Lo que interesa a la praxeología es que el individuo actúa en el mercado según sus valoraciones.

Pero el caso es distinto para una teoría normativa, para una ética que determina que valores de uso objetivo hay que valorar para conseguir el fin propuesto.  Aquí sí es imperativo que el valor de uso subjetivo se base en el valor de uso objetivo. A esta valoración basada en el valor de uso objetivo es a lo que Rand llama valor objetivo.  Y el fin propuesto es alcanzar, mantener, consumar y disfrutar el valor último, ese fin en sí mismo, que es la propia vida. Y si uno elige vivir como humano, si uno valora la vida como hombre, los tres valores cardinales de la ética Objetivista son: la Razón, el Propósito y la Autoestima.  Sin la razón, el hombre no puede identificar lo que es apropiado para la vida de un ser humano, ni lo que es perjudicial o destructivo para la misma, impidiéndole así, buscar lo primero y evitar lo segundo. Sin propósito, el hombre no puede estructurar la jerarquía de valores que requiere para vivir su vida como la quiera vivir y disfrutarla, es decir, no puede hacer buen uso del tiempo del que dispone durante su existencia.  Sin autoestima, el hombre no juzgara que merece vivir ni que es competente para hacerlo, por lo que no podrá valorar como valor último una vida de hombre cual hombre.  

“«Para vivir, el hombre debe sostener tres cosas como los valores supremos y guías de su vida: Razón –Propósito –Autoestima.  Razón, como su único instrumento de conocimiento –Propósito, como su elección de la felicidad que ese instrumento debe operar para alcanzar –Autoestima, como su certeza inviolable de que su mente es competen-te para pensar y su persona es merecedora de ser feliz, lo que quiere decir: es digno de vivir.»”

[Ayn Rand. “This is John Galt Speaking” Atlas Shrugged (New York: Signet, 1992), 936].

Rand ilustra cómo se establece el propósito de una vida en la discusión entre Howard Roark y el decano de la Facultad de Arquitectura:

“Pero vea usted”, dijo Roark suavemente, “tengo, digamos, sesenta años por vivir. La mayor parte de ese tiempo lo pasaré trabajando. He elegido el trabajo que quiero hacer. Si no encuentro felicidad en él, entonces sólo me estoy condenando a sesenta años de tortura. Y sólo puedo encontrar felicidad si hago mi trabajo en la mejor forma posible para mí. Pero lo mejor es un asunto de estándares –y yo establezco mis propios estándares. No he heredado nada. No estoy al final de tradición alguna. Puede que, talvez, esté al principio de una.”

[Ayn Rand. The Fountainhead. (Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1976), 13].

Tanto la Razón, como el Propósito y la Autoestima tienen un valor de uso objetivo que no es sustituible por cosa alguna si uno decide tener como valor último la vida de humano cómo humano.  La vida de humano es la mejor vida que uno puede vivir en su contexto, el de la cooperación social, satisfaciendo sus necesidades –vestuario, habitación, comida, educación, internet, distracción, etc. –que consigue mediante la producción de bienes y su intercambio por otros bienes.  Por lo tanto, el sujeto que valora, debe juzgar objetivamente para identificar las capacidades requeridas de aquello que pretende usar como medios para alcanzar su fin último. Y su juicio de valor debe responder a esta identificación, su valoración debe ser tal que el valor de uso subjetivo se base en el valor de uso objetivo.  Esto es el valor objetivo del Objetivismo.

Podemos concluir entonces que la afirmación de Brito de que “el subjetivismo de Mises es superior al objetivismo de Rand” es falsa por no existir dicotomía alguna entre ambos conceptos, al referirse cada uno a cosas distintas.

Continuará.


El intento de Leonardo Brito de refutar a Ayn Rand

Warren Orbaugh
16 de marzo, 2020

Leonardo Brito escribe en el blog Vida Diamante, “Refutando a Ayn Rand: Una crítica liberal del objetivismo”, porque según él afirma, no ha podido encontrar argumentos de vigor escritos en español contra las ideas de Rand.  Veamos pues, si su intento es exitoso o no.

Primero he de decir que debió intitular su artículo “Refutando a Ayn Rand: Una crítica personal del objetivismo”, porque no tiene calidad para hablar en nombre de todo liberal.

Segundo se refiere a la filosofía Objetivista como pseudo-filosofía.  ¿En virtud de qué? ¿Por qué las ideas de los otros pensadores que menciona en su escrito, San Agustín, Hume y Kant, si son filosofías pero las ideas de Rand no?  Desde luego no es por no ser un sistema completo, pues el Objetivismo se compone de dos teorías descriptivas: metafísica y epistemología, dos teorías normativas: ética y política y una teoría estética.  Como no ofrece ninguna evidencia que sostenga su calificativo, podemos concluir que su calificación de las ideas de Rand como “pseudo-filosofía” es arbitraria y sesgada. Sobre todo porque posteriormente en su artículo se refiere a ésta como “filosofía objetivista” en varias ocasiones, contradiciendo su afirmación inicial.  Luego su afirmación no se sostiene por falta de pruebas y por contradicción.

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Tercero, afirma Brito que “el subjetivismo de Mises es superior al objetivismo de Rand”.  Evidentemente Brito no se ha percatado de que Mises y Rand están escribiendo sobre cosas diferentes, que no son opuestas sino complementarias.  La praxeología de Mises es una teoría descriptiva, mientras que la Ética Objetivista de Rand es una teoría normativa, Mises describe la acción humana, la conducta deliberada y voluntaria para sustituir una condición insatisfactoria por otra concebida como más satisfactoria, el comportamiento razonado que apunta a un fin determinado.  Rand determina como debe ser la conducta sí y sólo sí se quiere vivir una vida humana feliz, sí se quiere florecer. Mises en la praxeología no se interesa por los fines que cada quien persiga. Rand en la Ética Objetivista se preocupa sólo con cómo alcanzar un fin específico: el florecimiento humano.  

Mises afirma que el valor es subjetivo, es decir que es el individuo o sujeto quien valora y que el objeto en sí no tiene valor intrínseco.  El valor adquiere realidad sólo en la acción, dice Mises y el sujeto o individuo valora algo como medio o fines intermedios para alcanzar un fin.  Rand define valor como aquello que uno actúa para conseguir y/o conservar. Es decir, que es el individuo quien valora y que el objeto en sí no tiene valor intrínseco.  Además agrega en La Virtud del Egoísmo lo siguiente: « El concepto “valor” no es primario; presupone la respuesta a la pregunta: ¿de valor para quien y para qué?»  [Ayn Rand. “The Objectivist Ethics” The Virtue of Selfishness (New York: Signet, 1970), 16].  Esto significa que el individuo o sujeto –el quien– valora algo como medio para conseguir un fin –el qué.  Ambos afirman lo mismo aunque con diferentes términos.

Ahora examinemos el concepto de “valor objetivo” de Rand.  Observemos que Mises introduce el concepto de “valor de uso objetivo” en su libro Acción Humana, indicando que se refiere a la relación entre una cosa y su capacidad real de producir determinado efecto.  Hace notar también que el valor de uso subjetivo no se basa siempre en el verdadero valor de uso objetivo: « Hay cosas a las que se les asigna valor de uso subjetivo porque la gente cree erróneamente que tienen el poder de producir el efecto deseado.  Por otro lado hay cosas capaces de producir un efecto deseado a las que no se les asigna valor alguno de uso porque la gente ignora este hecho.»  [Ludwig von Mises. “Action Within the World”, Human Action. (Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute, 2008), 121].

Desde luego que para la praxeología no tiene importancia alguna el que el valor de uso subjetivo del individuo se base o no en el valor de uso objetivo.  No es incumbencia de dicha ciencia juzgar si el individuo que valora determinado estupefaciente creyendo que mejorará su calidad de vida está en lo correcto o no.  Lo que interesa a la praxeología es que el individuo actúa en el mercado según sus valoraciones.

Pero el caso es distinto para una teoría normativa, para una ética que determina que valores de uso objetivo hay que valorar para conseguir el fin propuesto.  Aquí sí es imperativo que el valor de uso subjetivo se base en el valor de uso objetivo. A esta valoración basada en el valor de uso objetivo es a lo que Rand llama valor objetivo.  Y el fin propuesto es alcanzar, mantener, consumar y disfrutar el valor último, ese fin en sí mismo, que es la propia vida. Y si uno elige vivir como humano, si uno valora la vida como hombre, los tres valores cardinales de la ética Objetivista son: la Razón, el Propósito y la Autoestima.  Sin la razón, el hombre no puede identificar lo que es apropiado para la vida de un ser humano, ni lo que es perjudicial o destructivo para la misma, impidiéndole así, buscar lo primero y evitar lo segundo. Sin propósito, el hombre no puede estructurar la jerarquía de valores que requiere para vivir su vida como la quiera vivir y disfrutarla, es decir, no puede hacer buen uso del tiempo del que dispone durante su existencia.  Sin autoestima, el hombre no juzgara que merece vivir ni que es competente para hacerlo, por lo que no podrá valorar como valor último una vida de hombre cual hombre.  

“«Para vivir, el hombre debe sostener tres cosas como los valores supremos y guías de su vida: Razón –Propósito –Autoestima.  Razón, como su único instrumento de conocimiento –Propósito, como su elección de la felicidad que ese instrumento debe operar para alcanzar –Autoestima, como su certeza inviolable de que su mente es competen-te para pensar y su persona es merecedora de ser feliz, lo que quiere decir: es digno de vivir.»”

[Ayn Rand. “This is John Galt Speaking” Atlas Shrugged (New York: Signet, 1992), 936].

Rand ilustra cómo se establece el propósito de una vida en la discusión entre Howard Roark y el decano de la Facultad de Arquitectura:

“Pero vea usted”, dijo Roark suavemente, “tengo, digamos, sesenta años por vivir. La mayor parte de ese tiempo lo pasaré trabajando. He elegido el trabajo que quiero hacer. Si no encuentro felicidad en él, entonces sólo me estoy condenando a sesenta años de tortura. Y sólo puedo encontrar felicidad si hago mi trabajo en la mejor forma posible para mí. Pero lo mejor es un asunto de estándares –y yo establezco mis propios estándares. No he heredado nada. No estoy al final de tradición alguna. Puede que, talvez, esté al principio de una.”

[Ayn Rand. The Fountainhead. (Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1976), 13].

Tanto la Razón, como el Propósito y la Autoestima tienen un valor de uso objetivo que no es sustituible por cosa alguna si uno decide tener como valor último la vida de humano cómo humano.  La vida de humano es la mejor vida que uno puede vivir en su contexto, el de la cooperación social, satisfaciendo sus necesidades –vestuario, habitación, comida, educación, internet, distracción, etc. –que consigue mediante la producción de bienes y su intercambio por otros bienes.  Por lo tanto, el sujeto que valora, debe juzgar objetivamente para identificar las capacidades requeridas de aquello que pretende usar como medios para alcanzar su fin último. Y su juicio de valor debe responder a esta identificación, su valoración debe ser tal que el valor de uso subjetivo se base en el valor de uso objetivo.  Esto es el valor objetivo del Objetivismo.

Podemos concluir entonces que la afirmación de Brito de que “el subjetivismo de Mises es superior al objetivismo de Rand” es falsa por no existir dicotomía alguna entre ambos conceptos, al referirse cada uno a cosas distintas.

Continuará.