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Deconstruir los toros: El centenario de La Hora

Redacción
22 de julio, 2020

Tengo uno de esos cuadernos en los que apunto de todo y cuando me disponía a escribir esta columna, encontré una nota al pie, que seguro escribí con prisa por la lucidez de mi caligrafía: “Periodismo es contar, simplificar, exponer…como lo hace Picasso en la deconstrucción del toro”. 

La obra citada es una serie de litografías de toros que el artista malagueño realizó entre diciembre de 1945 y enero de 1946. Picasso parte de un toro rupestre y comienza a experimentar con él. La meta es simplificarlo. Primero elimina el volumen y luego continúa quitando trazos y tramas. Parte de lo complejo hacia lo sencillo. Concluye la ‘deconstrucción’ con el boceto once: apenas doce líneas que sintetizan lo que ya existía en el primero. Picasso no necesita más para que comprendamos que ahí, en el boceto once hay un toro, el mismo que había en el boceto uno, pero sin tanta vaina. 

Estoy seguro que esta comparación de la obra de Picasso con el periodismo me la dio algún periodista, pero ahora no recuerdo quién. Lo que sí sé es que en el periodismo deconstruimos toros constantemente. Los periodistas somos una especie de Picassos — salvando las distancias— cuya labor es contar lo que sabemos, lo que hemos investigado y lo que incomoda de la manera más simple, accesible y entendible para que nuestros lectores puedan formarse un criterio y juzgar lo que les contamos, con la única finalidad de construir un mundo en el que convivamos todos. 

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Este ha sido un año en el que los toros han estado más presentes que nunca y exigen cada vez más a periodistas profesionales, serios, enamorados de la verdad y con iniciativa para poder explicarlos —deconstruirlos— y exponerlos ante sus lectores. En este escenario de pandemias, crisis políticas y económicas, desigualdades y esperanzas, el diario La Hora festeja su centenario. Será una especie de chiste de la historia, porque hace cien años este mismo diario nacía en una Guatemala también convulsa y dura. O quizás sea una muestra de que para hacer periodismo en este país nunca habrá una etapa blanda y cómoda y que por eso ser periodista no es fácil y no es para cualquiera. 

Que un medio de comunicación pueda celebrar 100 años de hacer periodismo es motivo de orgullo para el diario, para el gremio, para la ciudadanía y para el país en general. Se trata de un diario que se ha visto obligado a cerrar en cuatro ocaciones, cuyos periodistas han sido amenazados y sus líderes han tenido que exiliarse en otros países. La Hora, desde 1920, encarna en sus páginas ese afán por informar, cueste lo que cueste. Como todo buen periodismo, ha sido testigo de la historia y ha tenido que reinventarse, disculparse, refugiarse y protegerse en varias ocaciones. La hemos visto pasar del papel a las pantallas, innovar con secciones como “Idiomas Mayas” o “Voz del Migrante”, enriquecer al lector con su sección cultural —la mejor, para mi— y sus lectores sabemos que queda mucho camino por recorrer. Le seguiremos exigiendo precisión y ética, formalidad y entretenimiento. La labor de un buen periódico debe ser fiscalizada también por sus lectores. Y a mejores lectores, mejores medios. 

La Hora no es perfecta; es periodismo. Como lector de este diario, pero también como periodista, les pido a mis colegas que continúen con tan ardua labor. Que huyan de aquel periodismo líquido que pareciera que permea más en una sociedad que todo lo diluye y para la que una noticia dura unas horas y no se persigue. Que vayan más allá de los 140 caracteres y de los 30 segundos de atención en un vídeo. Que rompan paradigmas y círculos viciosos. 

Pero que nunca les falte el gozo, la provocación, la curiosidad y la sorpresa que despierta el buen periodismo. Hagan, colegas, periodismo con afán de trascendencia. 

Por más tribunas y menos mostradores, por un mejor periodismo y un mejor país: ¡Deconstruyan los toros! Y muchas felicidades. 

@jdgodoyes @JDGodoy95

Deconstruir los toros: El centenario de La Hora

Redacción
22 de julio, 2020

Tengo uno de esos cuadernos en los que apunto de todo y cuando me disponía a escribir esta columna, encontré una nota al pie, que seguro escribí con prisa por la lucidez de mi caligrafía: “Periodismo es contar, simplificar, exponer…como lo hace Picasso en la deconstrucción del toro”. 

La obra citada es una serie de litografías de toros que el artista malagueño realizó entre diciembre de 1945 y enero de 1946. Picasso parte de un toro rupestre y comienza a experimentar con él. La meta es simplificarlo. Primero elimina el volumen y luego continúa quitando trazos y tramas. Parte de lo complejo hacia lo sencillo. Concluye la ‘deconstrucción’ con el boceto once: apenas doce líneas que sintetizan lo que ya existía en el primero. Picasso no necesita más para que comprendamos que ahí, en el boceto once hay un toro, el mismo que había en el boceto uno, pero sin tanta vaina. 

Estoy seguro que esta comparación de la obra de Picasso con el periodismo me la dio algún periodista, pero ahora no recuerdo quién. Lo que sí sé es que en el periodismo deconstruimos toros constantemente. Los periodistas somos una especie de Picassos — salvando las distancias— cuya labor es contar lo que sabemos, lo que hemos investigado y lo que incomoda de la manera más simple, accesible y entendible para que nuestros lectores puedan formarse un criterio y juzgar lo que les contamos, con la única finalidad de construir un mundo en el que convivamos todos. 

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Que un medio de comunicación pueda celebrar 100 años de hacer periodismo es motivo de orgullo para el diario, para el gremio, para la ciudadanía y para el país en general. Se trata de un diario que se ha visto obligado a cerrar en cuatro ocaciones, cuyos periodistas han sido amenazados y sus líderes han tenido que exiliarse en otros países. La Hora, desde 1920, encarna en sus páginas ese afán por informar, cueste lo que cueste. Como todo buen periodismo, ha sido testigo de la historia y ha tenido que reinventarse, disculparse, refugiarse y protegerse en varias ocaciones. La hemos visto pasar del papel a las pantallas, innovar con secciones como “Idiomas Mayas” o “Voz del Migrante”, enriquecer al lector con su sección cultural —la mejor, para mi— y sus lectores sabemos que queda mucho camino por recorrer. Le seguiremos exigiendo precisión y ética, formalidad y entretenimiento. La labor de un buen periódico debe ser fiscalizada también por sus lectores. Y a mejores lectores, mejores medios. 

La Hora no es perfecta; es periodismo. Como lector de este diario, pero también como periodista, les pido a mis colegas que continúen con tan ardua labor. Que huyan de aquel periodismo líquido que pareciera que permea más en una sociedad que todo lo diluye y para la que una noticia dura unas horas y no se persigue. Que vayan más allá de los 140 caracteres y de los 30 segundos de atención en un vídeo. Que rompan paradigmas y círculos viciosos. 

Pero que nunca les falte el gozo, la provocación, la curiosidad y la sorpresa que despierta el buen periodismo. Hagan, colegas, periodismo con afán de trascendencia. 

Por más tribunas y menos mostradores, por un mejor periodismo y un mejor país: ¡Deconstruyan los toros! Y muchas felicidades. 

@jdgodoyes @JDGodoy95