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El chompipe de la fiesta

Carolina Castellanos
26 de noviembre, 2021

Ayer se celebró el Día de Gracias en Estados Unidos. Es tan importante y tan tradicional como nuestro Día de Todos los Santos que va acompañado del fiambre. Allá degustan de un pavo, preparado con el mismo empeño y dedicación que el fiambre, con recetas heredadas por generaciones.

El pobre chompipe será sacrificado. En la Casa Blanca es toda una ceremonia. Sus nuevos habitantes lo presentan ante los medios de comunicación. Tienen a grandes cocineros expertos para que sea toda una delicia. No puedo evitar pensar que ese pobre chompipe somos nosotros los ciudadanos.

Nuestro nuevo gobernante se elige entre muchos (demasiados). El 14 de enero del siguiente año se lleva a cabo la gran ceremonia en donde es presentado ya como el nuevo presidente, quien se hace acompañar de todo su gabinete, o sea, las viandas que acompañarán al “chumpis”. Presentarán también a los nuevos diputados, algunos reciclados, otros novatos. Piense usted cuál sería su representación en el festín.

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¿Quién es el chompipe? ¡Somos todos nosotros! Ya se han escogido las viandas, que son colocadas con cuidado en los diferentes platos alrededor del principal. Unos son gigantes, como los Ministerios de Salud y de Educación. Otros platos son más pequeños, como el Ministerio de Trabajo y el de Cultura y Deportes. Pero no importa el tamaño, todos degustarán del festín (el chumpis).

Estando la mesa servida, el chompipe de la fiesta es el centro de atención. Todos quieren un gran pedazo pero unos serán más favorecidos que otros. Nuestros impuestos serán utilizados para satisfacer ese deseo de comerse el pedazo más grandote. Pero, como no alcanzará para llenar todos los platos, traerán viandas de otros lados, o sea los préstamos. Éstos son sumamente costosos así que seguirán cortando al chompipe hasta los huesos para que haya suficiente para todos. Cobrarán por cualquier trámite, se inventarán nuevos impuestos, pedirán “mordida” para todo, hasta dejar al chumpis sin más que su pobre existencia, suficiente para que pueda vivir y seguir pagando lo que pidan para poder vivir dignamente y proveer para sus seres queridos.

Termina el festín y los invitados, gordos y empachados, se van a disfrutar de su nueva vida. Unos pocos de los que estarán en esas condiciones por tanto comer, cometerán errores o descuidos y terminarán encerrados en algún lugar haciendo la digestión por muchos años. Otros habrán engordado tanto que será muy obvio el exceso de comida que ingirieron. Decidirán viajar a otro lugar para evadir las miradas y señalamientos públicos. Por supuesto, están los que no les importará que los vean gordos y usarán sus nuevos recursos para asegurase un puesto en el siguiente festín.

Así las cosas, la herencia de generaciones permanece viva y activa. Las recetas del pavo gringo y del fiambre chapín superan el paso de los años y se mantienen vivas y más activas que nunca.  Nosotros, el chompipe de la fiesta, vemos con horror cada proceso electoral (Thanksgiving y Día de Todos los Santos), pues presenciaremos, una vez más, cómo se engordan los nuevos invitados y se sirven las viandas producidas por nosotros en sus enormes platos, que crecen con cada uno hasta el empacho.

Mientras no se cambie la receta heredada por generaciones, seguiremos siendo el chompipe de la fiesta de la danza de millones de quetzales, dólares y euros. El gobierno debe ser el gran chumpis y nosotros quienes lo cortamos y nos lo servimos para obtener lo que ya pagamos con creces: servicios de calidad, inversión en infraestructura, atracción de inversiones, reducción del tamaño del animalito emplumado, disminución de la pobreza a través del desarrollo y generación de empleos. Se rompe la tradición para convertirla en un nuevo amanecer.

El chompipe de la fiesta

Carolina Castellanos
26 de noviembre, 2021

Ayer se celebró el Día de Gracias en Estados Unidos. Es tan importante y tan tradicional como nuestro Día de Todos los Santos que va acompañado del fiambre. Allá degustan de un pavo, preparado con el mismo empeño y dedicación que el fiambre, con recetas heredadas por generaciones.

El pobre chompipe será sacrificado. En la Casa Blanca es toda una ceremonia. Sus nuevos habitantes lo presentan ante los medios de comunicación. Tienen a grandes cocineros expertos para que sea toda una delicia. No puedo evitar pensar que ese pobre chompipe somos nosotros los ciudadanos.

Nuestro nuevo gobernante se elige entre muchos (demasiados). El 14 de enero del siguiente año se lleva a cabo la gran ceremonia en donde es presentado ya como el nuevo presidente, quien se hace acompañar de todo su gabinete, o sea, las viandas que acompañarán al “chumpis”. Presentarán también a los nuevos diputados, algunos reciclados, otros novatos. Piense usted cuál sería su representación en el festín.

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¿Quién es el chompipe? ¡Somos todos nosotros! Ya se han escogido las viandas, que son colocadas con cuidado en los diferentes platos alrededor del principal. Unos son gigantes, como los Ministerios de Salud y de Educación. Otros platos son más pequeños, como el Ministerio de Trabajo y el de Cultura y Deportes. Pero no importa el tamaño, todos degustarán del festín (el chumpis).

Estando la mesa servida, el chompipe de la fiesta es el centro de atención. Todos quieren un gran pedazo pero unos serán más favorecidos que otros. Nuestros impuestos serán utilizados para satisfacer ese deseo de comerse el pedazo más grandote. Pero, como no alcanzará para llenar todos los platos, traerán viandas de otros lados, o sea los préstamos. Éstos son sumamente costosos así que seguirán cortando al chompipe hasta los huesos para que haya suficiente para todos. Cobrarán por cualquier trámite, se inventarán nuevos impuestos, pedirán “mordida” para todo, hasta dejar al chumpis sin más que su pobre existencia, suficiente para que pueda vivir y seguir pagando lo que pidan para poder vivir dignamente y proveer para sus seres queridos.

Termina el festín y los invitados, gordos y empachados, se van a disfrutar de su nueva vida. Unos pocos de los que estarán en esas condiciones por tanto comer, cometerán errores o descuidos y terminarán encerrados en algún lugar haciendo la digestión por muchos años. Otros habrán engordado tanto que será muy obvio el exceso de comida que ingirieron. Decidirán viajar a otro lugar para evadir las miradas y señalamientos públicos. Por supuesto, están los que no les importará que los vean gordos y usarán sus nuevos recursos para asegurase un puesto en el siguiente festín.

Así las cosas, la herencia de generaciones permanece viva y activa. Las recetas del pavo gringo y del fiambre chapín superan el paso de los años y se mantienen vivas y más activas que nunca.  Nosotros, el chompipe de la fiesta, vemos con horror cada proceso electoral (Thanksgiving y Día de Todos los Santos), pues presenciaremos, una vez más, cómo se engordan los nuevos invitados y se sirven las viandas producidas por nosotros en sus enormes platos, que crecen con cada uno hasta el empacho.

Mientras no se cambie la receta heredada por generaciones, seguiremos siendo el chompipe de la fiesta de la danza de millones de quetzales, dólares y euros. El gobierno debe ser el gran chumpis y nosotros quienes lo cortamos y nos lo servimos para obtener lo que ya pagamos con creces: servicios de calidad, inversión en infraestructura, atracción de inversiones, reducción del tamaño del animalito emplumado, disminución de la pobreza a través del desarrollo y generación de empleos. Se rompe la tradición para convertirla en un nuevo amanecer.