Asfixia y putrefacción
Está claro que no podemos seguir así y cada vez está más claro que no es ningún Gobierno el que nos va a guiar hacia adelante. Pero sí hemos de exigirle acciones concretas y, mientras tanto, buscar como avanzar nosotros como ciudadanos en favor de nuestra democracia, republicana y constitucional.
Contexto
En su artículo del pasado 4 de mayo bajo el título: “El Leviatán que se desmorona”, publicado en esta sección de opinión de República, el colega Rodrigo Fernández Ordóñez hace uso de los conceptos que tomo prestados en el sentido claro que él lo expone respecto a las realidades de nuestro Estado de cara al nivel de penetración de Crimen Organizado: “Es la DEA la que a cada poco pone a temblar a esas estructuras que se han apoderado de nuestro Estado, amenazando con desmoronarlo totalmente a base asfixia y putrefacción.”
Nada nuevo… y, sin embargo
La penetración del Crimen Organizado en la vida nacional a nivel de casi todos los estamentos de nuestra diaria convivencia es evidente y está muy claro que ya no deja espacios de oxígeno puro para respirar, de allí la asfixia. En ninguno de los espacios en los que nos desenvolvemos, deja de existir tampoco la putrefacción que, quizá por ya haberse normalizado, es inodora y nos permite hacernos los locos, pero que, en conciencia y verdad, creería valioso tenerlo claro.
Lo anterior no es nada nuevo y el paradigmático caso Ubico, utilizado por el colega para construir sus ideas, genera un modelo ejemplar del cual buscar aprendizaje. Hay en el mismo varios temas relevantes:
- La particular condición de congresista y de los cuales, entendería, aun tenemos algunos;
- Su conspicua presencia como presidente de la sala de la comisión de defensa.
- Su afiliación o al menos expresión pública de alguna de las corrientes cristianas muy próximas al neopentecostalismo.
- La laxitud con que el Ministerio Publico asume en estos casos su tarea de persecución penal.
La normalización versus la putrefacción
Culturalmente como seres humanos en constante evolución, vamos incorporando a nuestras formas de vida ideas, conceptos y formas de ser y hacer que conforman nuestra cultura. Cuando estos procesos maduran y se vuelven normas y, en algunos casos hasta leyes, es cuando hablamos de normalización. Es decir, las ideas, conceptos y formas de ser y hacer se aceptan como normales ¿y por qué no?
Según el DRAE, lo putrefacto es un adjetivo calificativo que contiene algo “ pútrido, podrido, corrompido, infecto, hediondo” y como se trata de conectar las ideas para una correcta interpretación del mundo postmoderno del hoy, resulta claro que hemos normalizado ya la putrefacción, al grado de no sentir su descomunal hediondes, odiosa descomposición y progresivo avance que desmorona al Estado.
Atrevámonos, osemos calificar y, en consecuencia, prevenir la clase de sociedad en la que nuestras juventudes y niñez actuales que van creciendo sin sentir la putrefacción existente ¿No es acaso esto lo que nos está pasando? Y es por ello por lo que se desmorona nuestro Estado y con ello todos nosotros, puesto que nosotros todos somos parte del Estado.
Solo para dimensionar de qué se trata este desmoronamiento, entendamos los conceptos que el DRAE recoge como significado: Deshacer y arruinar poco a poco... Deshacer y arruinar las aglomeraciones de sustancias más o menos en cohesión. Dicho de una persona: Sufrir, física o moralmente, una grave depresión, los efectos de un disgusto, etc. Dicho de un imperio, de los bienes, del crédito, etc.: Venir a menos, irse destruyendo.
Tenemos que salir adelante
Está claro que no podemos seguir así y cada vez está más claro que no es ningún Gobierno el que nos va a guiar hacia adelante. Pero sí hemos de exigirle acciones concretas y, mientras tanto, buscar como avanzar nosotros como ciudadanos en favor de nuestra democracia, republicana y constitucional.
Asfixia y putrefacción
Está claro que no podemos seguir así y cada vez está más claro que no es ningún Gobierno el que nos va a guiar hacia adelante. Pero sí hemos de exigirle acciones concretas y, mientras tanto, buscar como avanzar nosotros como ciudadanos en favor de nuestra democracia, republicana y constitucional.
Contexto
En su artículo del pasado 4 de mayo bajo el título: “El Leviatán que se desmorona”, publicado en esta sección de opinión de República, el colega Rodrigo Fernández Ordóñez hace uso de los conceptos que tomo prestados en el sentido claro que él lo expone respecto a las realidades de nuestro Estado de cara al nivel de penetración de Crimen Organizado: “Es la DEA la que a cada poco pone a temblar a esas estructuras que se han apoderado de nuestro Estado, amenazando con desmoronarlo totalmente a base asfixia y putrefacción.”
Nada nuevo… y, sin embargo
La penetración del Crimen Organizado en la vida nacional a nivel de casi todos los estamentos de nuestra diaria convivencia es evidente y está muy claro que ya no deja espacios de oxígeno puro para respirar, de allí la asfixia. En ninguno de los espacios en los que nos desenvolvemos, deja de existir tampoco la putrefacción que, quizá por ya haberse normalizado, es inodora y nos permite hacernos los locos, pero que, en conciencia y verdad, creería valioso tenerlo claro.
Lo anterior no es nada nuevo y el paradigmático caso Ubico, utilizado por el colega para construir sus ideas, genera un modelo ejemplar del cual buscar aprendizaje. Hay en el mismo varios temas relevantes:
- La particular condición de congresista y de los cuales, entendería, aun tenemos algunos;
- Su conspicua presencia como presidente de la sala de la comisión de defensa.
- Su afiliación o al menos expresión pública de alguna de las corrientes cristianas muy próximas al neopentecostalismo.
- La laxitud con que el Ministerio Publico asume en estos casos su tarea de persecución penal.
La normalización versus la putrefacción
Culturalmente como seres humanos en constante evolución, vamos incorporando a nuestras formas de vida ideas, conceptos y formas de ser y hacer que conforman nuestra cultura. Cuando estos procesos maduran y se vuelven normas y, en algunos casos hasta leyes, es cuando hablamos de normalización. Es decir, las ideas, conceptos y formas de ser y hacer se aceptan como normales ¿y por qué no?
Según el DRAE, lo putrefacto es un adjetivo calificativo que contiene algo “ pútrido, podrido, corrompido, infecto, hediondo” y como se trata de conectar las ideas para una correcta interpretación del mundo postmoderno del hoy, resulta claro que hemos normalizado ya la putrefacción, al grado de no sentir su descomunal hediondes, odiosa descomposición y progresivo avance que desmorona al Estado.
Atrevámonos, osemos calificar y, en consecuencia, prevenir la clase de sociedad en la que nuestras juventudes y niñez actuales que van creciendo sin sentir la putrefacción existente ¿No es acaso esto lo que nos está pasando? Y es por ello por lo que se desmorona nuestro Estado y con ello todos nosotros, puesto que nosotros todos somos parte del Estado.
Solo para dimensionar de qué se trata este desmoronamiento, entendamos los conceptos que el DRAE recoge como significado: Deshacer y arruinar poco a poco... Deshacer y arruinar las aglomeraciones de sustancias más o menos en cohesión. Dicho de una persona: Sufrir, física o moralmente, una grave depresión, los efectos de un disgusto, etc. Dicho de un imperio, de los bienes, del crédito, etc.: Venir a menos, irse destruyendo.
Tenemos que salir adelante
Está claro que no podemos seguir así y cada vez está más claro que no es ningún Gobierno el que nos va a guiar hacia adelante. Pero sí hemos de exigirle acciones concretas y, mientras tanto, buscar como avanzar nosotros como ciudadanos en favor de nuestra democracia, republicana y constitucional.