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Cuando la innovación sale mal

Independientemente de las razones, sí podemos afirmar que nuestro gobierno sigue cojo y sin las cuatro patas nunca va a poder caminar.

Ilustración por Gabo®
Marimaite Rayo |
07 de marzo, 2024

Llevamos casi dos meses del nuevo gobierno y ciertos puestos clave dentro del aparato estatal siguen sin llenarse. Algunos de estos espacios no se han podido consolidar por falta de candidatos y otros por cambios e innovaciones en los procesos de elección, como es el caso de los gobernadores.

Independientemente de las razones, sí podemos afirmar que nuestro gobierno sigue cojo y sin las cuatro patas nunca va a poder caminar.

Menos compadres, más alargues

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Una de las innovaciones que quiso introducir esta administración, como parte de su compromiso con la “lucha contra la corrupción”, se relaciona con el proceso de elección de los gobernadores departamentales. Anteriormente, estos puestos eran nombrados directamente por el presidente. Por ello, en varias ocasiones se denunció que estas designaciones eran poco transparentes y, en la mayoría de los casos, estaban reservadas para los compadres del nuevo mandatario.  

Con el afán de limpiar el proceso, introducir más fiscalización e incrementar la participación ciudadana en las decisiones estatales, el gobierno entrante modificó la designación de los gobernadores e incluyó a los CODEDE en el procedimiento, de manera que diferentes sectores sociales tuvieran representación.

Las últimas noticias sobre este tema dejan mucho que desear, ya que no solo han incrementado las denuncias por vicios en el proceso, sino que esto también ha provocado que el trámite se alargue más de lo previsto.

Evidentemente, la intención inicial de modificar la elección de gobernadores era democratizar el procedimiento y así poder interpretar la decisión final como una agregación de preferencias individuales. Nuevamente, la realidad le ha dado una bofetada a la utopía teórica, dado que se ha evidenciado cómo el gobernador no debe de ser producto de las preferencias individuales y la idea de la representación, sino que este únicamente debe cumplir con la función técnica de representar al ejecutivo en los departamentos.

Hasta debajo de las piedras

Ahora bien, esta innovación fallida también reflejó que cuando hay poder de por medio, vamos a encontrar a la temida corrupción hasta debajo de las piedras y en todos los sectores de la sociedad. Por esta razón, cuando se trata de procesos que afectan a la operabilidad del Estado, la solución no es aumentar el número de actores que pueden incidir en el reparto del pastel.

Esto de debe a que, entre más individuos participen, más probabilidades hay de viciar los procesos.

Por lo tanto, el mayor aprendizaje que nos deja esta elección de gobernadores tiene que ver con la facilidad que hay para capturar los procedimientos cuando se trata de toma de decisiones colectivas. Los intereses perversos siempre van a existir, lo único que les falta es tener espacios en los que puedan salir a relucir.

Cuando la innovación sale mal

Independientemente de las razones, sí podemos afirmar que nuestro gobierno sigue cojo y sin las cuatro patas nunca va a poder caminar.

Marimaite Rayo |
07 de marzo, 2024
Ilustración por Gabo®

Llevamos casi dos meses del nuevo gobierno y ciertos puestos clave dentro del aparato estatal siguen sin llenarse. Algunos de estos espacios no se han podido consolidar por falta de candidatos y otros por cambios e innovaciones en los procesos de elección, como es el caso de los gobernadores.

Independientemente de las razones, sí podemos afirmar que nuestro gobierno sigue cojo y sin las cuatro patas nunca va a poder caminar.

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Una de las innovaciones que quiso introducir esta administración, como parte de su compromiso con la “lucha contra la corrupción”, se relaciona con el proceso de elección de los gobernadores departamentales. Anteriormente, estos puestos eran nombrados directamente por el presidente. Por ello, en varias ocasiones se denunció que estas designaciones eran poco transparentes y, en la mayoría de los casos, estaban reservadas para los compadres del nuevo mandatario.  

Con el afán de limpiar el proceso, introducir más fiscalización e incrementar la participación ciudadana en las decisiones estatales, el gobierno entrante modificó la designación de los gobernadores e incluyó a los CODEDE en el procedimiento, de manera que diferentes sectores sociales tuvieran representación.

Las últimas noticias sobre este tema dejan mucho que desear, ya que no solo han incrementado las denuncias por vicios en el proceso, sino que esto también ha provocado que el trámite se alargue más de lo previsto.

Evidentemente, la intención inicial de modificar la elección de gobernadores era democratizar el procedimiento y así poder interpretar la decisión final como una agregación de preferencias individuales. Nuevamente, la realidad le ha dado una bofetada a la utopía teórica, dado que se ha evidenciado cómo el gobernador no debe de ser producto de las preferencias individuales y la idea de la representación, sino que este únicamente debe cumplir con la función técnica de representar al ejecutivo en los departamentos.

Hasta debajo de las piedras

Ahora bien, esta innovación fallida también reflejó que cuando hay poder de por medio, vamos a encontrar a la temida corrupción hasta debajo de las piedras y en todos los sectores de la sociedad. Por esta razón, cuando se trata de procesos que afectan a la operabilidad del Estado, la solución no es aumentar el número de actores que pueden incidir en el reparto del pastel.

Esto de debe a que, entre más individuos participen, más probabilidades hay de viciar los procesos.

Por lo tanto, el mayor aprendizaje que nos deja esta elección de gobernadores tiene que ver con la facilidad que hay para capturar los procedimientos cuando se trata de toma de decisiones colectivas. Los intereses perversos siempre van a existir, lo único que les falta es tener espacios en los que puedan salir a relucir.