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¡Es un dilema!

Para explicar el dilema, primero hay que estar claro que esta crisis no es más que el resultado de acciones puntuales, que involucran a tres grupos de la sociedad.

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Rodrigo Arenas |
14 de diciembre, 2023
El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.
 

A partir del 25 de Junio estamos viviendo una de las crisis más complicadas que ha atravesado nuestro país desde el inicio de su era democrática. Y hoy estamos frente a un dilema entre dos grandes males.

Para explicar el dilema, primero hay que tener claro que esta crisis no es más que el resultado de acciones puntuales, que involucran a tres grupos de la sociedad.

Durante los últimos veinte años, aproximadamente, el primer grupo: los buenos guatemaltecos, los honrados, los trabajadores, algunos socialdemócratas, otros libertarios, otros liberales y otros conservadores, pero casi todos republicanos, hemos abandonado la cosa pública y se la hemos dejado a los peores guatemaltecos. Al grupo de buenos guatemaltecos le llamaremos: los republicanos.

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Como consecuencia de ello, el segundo grupo, un grupo de delincuentes que llevan muchos años incrustados en el poder, gobernándonos, haciendo leyes y, sobre todo, robándose todo lo que pueden, le han robado también la esperanza y oportunidades a millones.  A este grupo le llamaremos: los delincuentes populistas de derecha.

Por si eso fuera poco, hace poco más de diez años, el tercer grupo, igual de corrupto que el anterior, pero con el agregado de que son socialistas, arrancó la politización de la justicia más descarada que hemos visto en nuestra historia reciente. La diferencia es que lo hizo con una estrategia de comunicación espectacular, sistematizada, en la cual tenía –y aún tiene– medios de comunicación, periodistas, analistas, líderes de opinión e incluso tuiteros en su planilla, con lo cual engañaron a la población y a muchos de los republicanos.  A este segundo grupo los llamaremos: los delincuentes populistas de izquierda.

Todo esto nos pone en una situación muy complicada, con dilemas que no solo han dividido a los tres grupos, sino que también han generado fisuras internas dentro de los republicanos, los que nos fajamos trabajando todos los días, los que anhelamos una Guatemala que prospere libre y en paz, donde todos los guatemaltecos seamos iguales ante la ley.

¿Qué está sucediendo hoy? El hartazgo que tenemos los republicanos sobre los gobiernos de delincuentes populistas de los últimos años y la evidente corrupta gestión del actual Tribunal Supremo Electoral, las últimas elecciones las ganó el voto nulo y en blanco; en segundo lugar, estuvo la representante más notoria de los delincuentes populistas de derecha –siendo ella una populista de izquierda–, y, en tercer lugar, el gallo tapado de los delincuentes populistas de izquierda. Los republicanos no teníamos representante.  Una vez más le dejamos esos espacios a los peores guatemaltecos.

Los resultados electorales fueron sorprendentes para todos; como el voto nulo no tenía candidato, entonces pasaron a segunda vuelta el segundo y tercer lugar y ahí comenzó el desmadre.  Los delincuentes populistas de derecha se dieron cuenta que era muy probable que el gallo tapado de los delincuentes populistas de izquierda ganara el balotaje, entonces se movilizaron para gritar fraude, algo que es casi imposible en Guatemala por el sistema electoral tan rudimentario –pero seguro– que tenemos, el cual no debemos cambiar por nada del mundo.

El dilema republicano

Hoy, los republicanos estamos ante un dilema: ¿apoyamos a los delincuentes populistas de derecha para que las elecciones sean anuladas, incluso cuando no existe ninguna ley que permita dicha acción? ¿O defendemos la elección que ganó el gallo tapado de los delincuentes populistas de izquierda, incluso cuando sabemos que su partido pudo haber cometido varias ilegalidades?

Yo, personalmente, he optado por la segunda opción por varias razones que detallo a continuación:

  1. No he visto, hasta hoy, ninguna evidencia que me convenza de que los delincuentes populistas de izquierda se hayan robado poco más de 200,000 votos, diferencia de votos de con el que ganaron el tercer lugar de la primera vuelta.  Por lo tanto, creo que ese tercer lugar es legítimo; la victoria de la segunda vuelta, no digamos.
  2. Porque considero que las elecciones democráticas, las cuales son las que nos dan el derecho a los ciudadanos de despedir a nuestros gobernantes, acto que gracias a Dios hemos logrado hacer cada 4 años en los últimos 35 años, son una de las instituciones más importantes de nuestra república. Y si no me creen, preguntémosle a los nicas, a los venezolanos o a los cubanos.
  3. Porque la alternativa es mucho peor, porque si llegaran a quedar victoriosos los delincuentes populistas de derecha, no serían Ronald Reagan, ni Margaret Thatcher ni Winston Churchill ¡ni siquiera Jorge Ubico! el que nos gobernaría, sino que sería un digno representante de esos delincuentes populistas de derecha, que nos haría un daño tremendo y que se incrustaría en el poder de una manera excepcional. No estoy diciendo que los delincuentes populistas de izquierda no quieran eso o no lo vayan a intentar, pero los delincuentes populistas de derecha ya tienen mayoría en el Congreso y buena parte del Organismo Judicial, por lo que la facilidad con lo que podría surgir de ahí un dictadorzuelo al estilo de Daniel Ortega, es altísima.
  4. Por último, pero no menos importante, porque generalmente cuando se enfrenta este tipo de dilemas, tomar decisiones con base en principios es el camino correcto; usualmente no el más sencillo al principio, pero si el mejor en el mediano y largo plazo.

Por lo tanto, invito a la gran mayoría de guatemaltecos que amamos la libertad y que queremos vivir en un país que prospere en paz y donde todos nosotros tengamos oportunidades para salir adelante y sacar adelante a nuestras familias, a que defendamos nuestra institucionalidad republicana y que, en este dilema, veamos hacia el futuro y pensemos en que país le queremos dejar a nuestros hijos.

 

 

El autor es Rodrigo Arenas, presidente editor de República

¡Es un dilema!

Para explicar el dilema, primero hay que estar claro que esta crisis no es más que el resultado de acciones puntuales, que involucran a tres grupos de la sociedad.

Rodrigo Arenas |
14 de diciembre, 2023
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El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.
 

A partir del 25 de Junio estamos viviendo una de las crisis más complicadas que ha atravesado nuestro país desde el inicio de su era democrática. Y hoy estamos frente a un dilema entre dos grandes males.

Para explicar el dilema, primero hay que tener claro que esta crisis no es más que el resultado de acciones puntuales, que involucran a tres grupos de la sociedad.

Durante los últimos veinte años, aproximadamente, el primer grupo: los buenos guatemaltecos, los honrados, los trabajadores, algunos socialdemócratas, otros libertarios, otros liberales y otros conservadores, pero casi todos republicanos, hemos abandonado la cosa pública y se la hemos dejado a los peores guatemaltecos. Al grupo de buenos guatemaltecos le llamaremos: los republicanos.

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Como consecuencia de ello, el segundo grupo, un grupo de delincuentes que llevan muchos años incrustados en el poder, gobernándonos, haciendo leyes y, sobre todo, robándose todo lo que pueden, le han robado también la esperanza y oportunidades a millones.  A este grupo le llamaremos: los delincuentes populistas de derecha.

Por si eso fuera poco, hace poco más de diez años, el tercer grupo, igual de corrupto que el anterior, pero con el agregado de que son socialistas, arrancó la politización de la justicia más descarada que hemos visto en nuestra historia reciente. La diferencia es que lo hizo con una estrategia de comunicación espectacular, sistematizada, en la cual tenía –y aún tiene– medios de comunicación, periodistas, analistas, líderes de opinión e incluso tuiteros en su planilla, con lo cual engañaron a la población y a muchos de los republicanos.  A este segundo grupo los llamaremos: los delincuentes populistas de izquierda.

Todo esto nos pone en una situación muy complicada, con dilemas que no solo han dividido a los tres grupos, sino que también han generado fisuras internas dentro de los republicanos, los que nos fajamos trabajando todos los días, los que anhelamos una Guatemala que prospere libre y en paz, donde todos los guatemaltecos seamos iguales ante la ley.

¿Qué está sucediendo hoy? El hartazgo que tenemos los republicanos sobre los gobiernos de delincuentes populistas de los últimos años y la evidente corrupta gestión del actual Tribunal Supremo Electoral, las últimas elecciones las ganó el voto nulo y en blanco; en segundo lugar, estuvo la representante más notoria de los delincuentes populistas de derecha –siendo ella una populista de izquierda–, y, en tercer lugar, el gallo tapado de los delincuentes populistas de izquierda. Los republicanos no teníamos representante.  Una vez más le dejamos esos espacios a los peores guatemaltecos.

Los resultados electorales fueron sorprendentes para todos; como el voto nulo no tenía candidato, entonces pasaron a segunda vuelta el segundo y tercer lugar y ahí comenzó el desmadre.  Los delincuentes populistas de derecha se dieron cuenta que era muy probable que el gallo tapado de los delincuentes populistas de izquierda ganara el balotaje, entonces se movilizaron para gritar fraude, algo que es casi imposible en Guatemala por el sistema electoral tan rudimentario –pero seguro– que tenemos, el cual no debemos cambiar por nada del mundo.

El dilema republicano

Hoy, los republicanos estamos ante un dilema: ¿apoyamos a los delincuentes populistas de derecha para que las elecciones sean anuladas, incluso cuando no existe ninguna ley que permita dicha acción? ¿O defendemos la elección que ganó el gallo tapado de los delincuentes populistas de izquierda, incluso cuando sabemos que su partido pudo haber cometido varias ilegalidades?

Yo, personalmente, he optado por la segunda opción por varias razones que detallo a continuación:

  1. No he visto, hasta hoy, ninguna evidencia que me convenza de que los delincuentes populistas de izquierda se hayan robado poco más de 200,000 votos, diferencia de votos de con el que ganaron el tercer lugar de la primera vuelta.  Por lo tanto, creo que ese tercer lugar es legítimo; la victoria de la segunda vuelta, no digamos.
  2. Porque considero que las elecciones democráticas, las cuales son las que nos dan el derecho a los ciudadanos de despedir a nuestros gobernantes, acto que gracias a Dios hemos logrado hacer cada 4 años en los últimos 35 años, son una de las instituciones más importantes de nuestra república. Y si no me creen, preguntémosle a los nicas, a los venezolanos o a los cubanos.
  3. Porque la alternativa es mucho peor, porque si llegaran a quedar victoriosos los delincuentes populistas de derecha, no serían Ronald Reagan, ni Margaret Thatcher ni Winston Churchill ¡ni siquiera Jorge Ubico! el que nos gobernaría, sino que sería un digno representante de esos delincuentes populistas de derecha, que nos haría un daño tremendo y que se incrustaría en el poder de una manera excepcional. No estoy diciendo que los delincuentes populistas de izquierda no quieran eso o no lo vayan a intentar, pero los delincuentes populistas de derecha ya tienen mayoría en el Congreso y buena parte del Organismo Judicial, por lo que la facilidad con lo que podría surgir de ahí un dictadorzuelo al estilo de Daniel Ortega, es altísima.
  4. Por último, pero no menos importante, porque generalmente cuando se enfrenta este tipo de dilemas, tomar decisiones con base en principios es el camino correcto; usualmente no el más sencillo al principio, pero si el mejor en el mediano y largo plazo.

Por lo tanto, invito a la gran mayoría de guatemaltecos que amamos la libertad y que queremos vivir en un país que prospere en paz y donde todos nosotros tengamos oportunidades para salir adelante y sacar adelante a nuestras familias, a que defendamos nuestra institucionalidad republicana y que, en este dilema, veamos hacia el futuro y pensemos en que país le queremos dejar a nuestros hijos.

 

 

El autor es Rodrigo Arenas, presidente editor de República