Vivimos tiempos especiales sin duda alguna. La evolución de los medios de comunicación y en especial por el uso de las redes sociales marcan serias diferencias a lo que 4, 8 años atrás vivíamos. En general se puede decir que la gran mayoría de personas estamos más expuestas a mayor cantidad de información que nunca antes. De esa cuenta los medios de comunicación han mutado y mientras anteriormente guardaban ciertas normas y reglas éticas de conducta, hoy día con la proliferación de medios digitales las normas se han relajado al extremo en que en el algunos casos lo que menos guardan es remembranza a lo que fueran antes.

De esa cuenta no solo las noticias sino la forma en que son cubiertas van careciendo de los más elementales principios en el tratamiento de los hechos. Yo, por mi parte, un ávido lector de medios por vía digital me encuentro siempre con palabras de fondo que poco o nada se discuten en las apresuradas coberturas. Una de ellas es el principio de “Estado de Derecho”.

El principio de Estado de Derecho (Rule of Law en inglés) es que todos los ciudadanos y organizaciones dentro de un país, estado o comunidad deben regirse por las mismas normas. El Estado de Derecho tiene sus orígenes en la antigua Grecia y, más específicamente en el pensamiento de Aristóteles. En su obra Política, Aristóteles plantea la pregunta de si es mejor ser gobernado por el mejor de los líderes o por la mejor de las leyes.  Al explorar la pregunta encontró las ventajas y desventajas de ambas formas de gobierno. Su conclusión, sin embargo, sugiere que las leyes fueron apropiadas para la mayoría de sociedades ya que las mismas fueron cuidadosamente pensadas y se podían aplicar en la mayoría de situaciones y de ahí que la gente debería ser gobernada por las mejores leyes concluía Aristóteles.

En tiempos modernos, muchos países a través del mundo se han puesto de acuerdo en que la el Estado de Derecho debería ser seguido. En los Estados Unidos de América por ejemplo, significa “que nadie es superior a la ley” ni el mismo presidente. Las cortes federales de los Estados Unidos también consideran que el Estado de Derecho aplica a las corporaciones y a las instituciones. Las cortes además indican que todas las personas deberán ser responsables de leyes públicamente accesibles y juzgadas independientemente.

El Estado de Derecho provee a las sociedades modernas de estabilidad y de un sistema claro par resolver conflictos entre ciudadanos dentro de una comunidad de cualquier tamaño que esta sea.

El Estado de Derecho deberá ser acompañado de una serie de procesos legales que se han establecido en un sistema de jurisprudencia para el cumplimiento y protección de los derechos privados al que llamaremos “Debido proceso”.

De esa cuenta hay una serie de procedimientos necesarios (Debido Proceso) de acuerdo con la ley que es pública y accesible para todos (Estado de Derecho).

Tal parece que en la Guatemala actual nos debatimos entre principios que algunos dicen que a ellos no aplican y que dadas las circunstancias no siguieron los pasos correctos (debido proceso) pero que como fue “hace rato” no les aplican a ellos. Nada más peligroso, no para el `presente sino para el futuro inmediato de la Nación.

Seguir el Debido Proceso garantiza el Estado de Derecho y nadie debería tener la posibilidad de defraudar a una persona o a una gran mayoría de las personas en la comisión de un fraude en violación al debido proceso. Menos aún, ampararse en que esa gran cantidad de personas engañadas en fraude de ley sean la justificación para cualquier tropelía en contra del Estado de Derecho.

En su momento un divorcio fue considerado por las cortes un fraude de ley para poder someterse a la “voluntad popular” y en tal consecuencia se falló en prevención y se evitó. Hoy día nos encontramos ante lo que pudieran ser hechos consumados en fraude de ley que seguramente si se demuestran golpearán en lo más profundo la credibilidad de la que debería estar revestido el sistema. Es importante recordar que en la tradición norteamericana del Rule of Law nadie está por encima de la ley, ni el presidente (electo o no). ¡Hasta la próxima¡

¡Hasta la próxima!