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La propiedad intelectual

Es irrelevante argumentar que mucha más gente se beneficiaría si se permite violar los derechos de propiedad. Es el mismo argumento de los invasores, los ladrones, los antisociales, y con tales acciones se salen del estado de derecho y pasan al estado de guerra.

Propiedad intelectual
Warren Orbaugh |
20 de febrero, 2023

Todo ser que existe sólo puede hacer aquello que está determinado por su naturaleza. Si tiramos un tronco de madera al río, flota. Si tiramos un perfil de acero, se hunde. Pero si un humano se tira al río, el decide si quiere hundirse y bucear o si quiere flotar y nadar. Y es porque el humano es un ser consciente, y la voluntad o libre albedrío, es decir, su capacidad de elegir entre opciones, es un aspecto de la consciencia. La consciencia es un atributo de ciertos entes vivos, y es la facultad de darse cuenta de lo que los rodea. Los organismos vivos conscientes están determinados a notar el mundo que los envuelve y a elegir un curso de acción. No elegir ya es una elección. Poder darse cuenta del mundo es de vital importancia para la cebra, por ejemplo, que al advertir que un león se acerca sigilosamente, sale corriendo en dirección contraria para no ser devorada por éste. Pero también es de vital trascendencia para el león que, al percatarse de la presencia de la cebra, decide cazarla para no morir de hambre. La consciencia, esa interacción de nuestro cuerpo por medio de nuestros sentidos con el mundo, es acción teleológica. Persigue un fin: mantenernos en existencia.

 El principio natural de todo organismo vivo es: actuar para mantenerse con vida. Es el principio de autoconservación. De hecho, la vida es acción autogenerada y auto sustentante. De no darse esta acción uno perece. Y en ese sentido, los humanos no somos distintos de cualquier otro organismo vivo. Para toda entidad viva, la acción es una necesidad de supervivencia. La vida es movimiento, es un proceso de acción auto sustentante que el organismo debe efectuar constantemente para mantenerse en existencia. El principio es igualmente evidente en la simple conversión energética de la planta y en las complejas acciones de metas a largo plazo del humano. Biológicamente la inactividad es muerte.

Los tres aspectos que involucra la consciencia son: conocer, evaluar y actuar. Conocer, el darse cuenta e identificar lo que tenemos enfrente nos permite evaluarlo. La evaluación consiste en determinar si el objeto en cuestión es bueno o malo para uno. Y, dependiendo del juicio de valor al que lleguemos, sabremos si lo conveniente es actuar para alcanzarlo y o tenerlo, o actuar para evitarlo. Es por esto y por el principio natural de autoconservación que es correcto que podamos actuar de acuerdo con nuestro mejor juicio. Consciencia es pues, el proceso activo de un organismo de percibir la realidad para adquirir la información que requiere para sobrevivir y poder actuar en base a esta información.

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La acción humana, la de un ser racional, es consciente conducta deliberada y voluntaria que persigue un fin: pasar de un estado que el agente considera insatisfactorio a un estado que considera más satisfactorio. Actúa para alcanzar y o conservar un valor, y su fin último es vivir bien.

El ser humano, debido a que es racional, se da cuenta que la cooperación social es más fecunda que la labor aislada. Así que se asocia bajo la figura de la división del trabajo e intercambio de lo que cada uno produce. La división del trabajo, con su corolario la cooperación humana o comercio, es el fenómeno social fundamental.

Ahora, la pregunta esencial es: ¿Qué tipo de individuo es valioso para la sociedad? ¿Es acaso el ladrón? ¿O el asesino? ¿O el parásito? ¿O el antisocial? ¿Qué bien nos puede hacer aquél que pretende despojarnos de nuestra propiedad sin darnos algo a cambio? ¿Qué beneficio nos procura quien quiere despojarnos de nuestra vida? ¿Qué provecho podemos derivar de mantener a un parásito cual si fuéramos su esclavo? ¿Qué interés podemos tener de interactuar con quien nos considera su enemigo y pretende hacer lo que todos los anteriores?

¿Qué individuo es valioso para la sociedad? Sólo el productor de bienes y servicios y que desea cooperar. La persona con la que nos conviene asociarnos es aquella que ha elegido producir bienes y está dispuesta a intercambiar valor por valor. Aquella que está dispuesta a reconocer que somos personas y por lo tanto que cada uno es un fin en sí mismo y no meramente un medio para los fines de otros. Aquella que está dispuesta a reconocer que como personas y por lo tanto como seres racionales, lo correcto es que actuemos de acuerdo a nuestro mejor juicio. Por lo que para que la sociedad funcione en concordia, cada uno debe respetar la libertad de acción de los demás. Esto implica respetar la propiedad de cada uno, que es la libertad de disponer como uno quiera de lo que ha producido, o de lo que es suyo.

Las patentes y derechos de autor son la implementación legal de todo derecho de propiedad: el derecho del individuo al producto de su mente. Éstas reconocen el papel primordial del esfuerzo mental en la producción de valores materiales. Una idea como tal no puede protegerse hasta que se le haya dado forma material. Un invento debe adquirir una forma física antes de ser patentada. Una historia o un ensayo debe escribirse e imprimirse. Pero, lo que la patente o derecho de autor protege, no es el objeto como tal, sino la idea que encarna. Al prohibir la reproducción no autorizada del objeto, la ley declara que la labor física de copiar no es la fuente del valor del objeto, sino que el valor es creado por el originador de la idea y que ésta no puede usarse sin su consentimiento.

Un descubrimiento no se puede patentar, sólo una invención. Un descubrimiento científico o filosófico, que identifica una ley de la naturaleza, un principio o hecho de la realidad, previamente desconocido no es patentable porque quien lo descubrió no lo inventó. El gobierno no adjudica una patente o derecho de autor pues éstos no son ni regalo ni privilegio ni favor. El gobierno meramente protege los derechos, es decir, certifica el origen de una idea y protege el derecho exclusivo de su dueño, a su uso, venta o enajenación.

La ley protege el derecho de propiedad intelectual de una mente a aquello que ha traído a la existencia, que ha creado. Del mismo modo que se protege el derecho de propiedad al producto agrícola, sea maíz, café o algodón que el agricultor ha traído a la existencia. Así como no es un argumento válido, para violar el derecho de propiedad del agricultor a su cosecha, afirmar que en tiempos primitivos esta propiedad no se reconocía porque hierbas las había por doquier y bastaba con tomarlas, y que ese "derecho de propiedad" es un invento moderno, no es válido el mismo argumento para violar los derechos de propiedad intelectual.

También es un error igualar la patente con concesión y protección a un monopolio. La distinción esencial entre patente y monopolio protegido por el estado consiste en que la patente protege la propiedad de una persona. Lo protege de que otro use su propiedad sin su consentimiento. Es lo mismo que la protección de cualquier propiedad que, por ejemplo, protege al terrateniente de la invasión de sus tierras. El estado protege su propiedad para que otros no usen sus tierras sin su consentimiento. El monopolio protegido por el estado no protege la propiedad del monopolista, sino que impide la entrada al mercado a cualquiera que quiera competir con él. La patente protege el derecho de propiedad. La protección estatal del monopolio viola el derecho a la libertad. Son dos cosas totalmente distintas. Es irrelevante argumentar que mucha más gente se beneficiaría si se permite violar los derechos de propiedad. Es el mismo argumento de los invasores, los ladrones, los antisociales, y con tales acciones se salen del estado de derecho y pasan al estado de guerra.

La ley establece el derecho de propiedad de una mente a aquello que ha traído a la existencia. Es decir, el derecho a su propiedad intelectual.

La propiedad intelectual

Es irrelevante argumentar que mucha más gente se beneficiaría si se permite violar los derechos de propiedad. Es el mismo argumento de los invasores, los ladrones, los antisociales, y con tales acciones se salen del estado de derecho y pasan al estado de guerra.

Warren Orbaugh |
20 de febrero, 2023
Propiedad intelectual

Todo ser que existe sólo puede hacer aquello que está determinado por su naturaleza. Si tiramos un tronco de madera al río, flota. Si tiramos un perfil de acero, se hunde. Pero si un humano se tira al río, el decide si quiere hundirse y bucear o si quiere flotar y nadar. Y es porque el humano es un ser consciente, y la voluntad o libre albedrío, es decir, su capacidad de elegir entre opciones, es un aspecto de la consciencia. La consciencia es un atributo de ciertos entes vivos, y es la facultad de darse cuenta de lo que los rodea. Los organismos vivos conscientes están determinados a notar el mundo que los envuelve y a elegir un curso de acción. No elegir ya es una elección. Poder darse cuenta del mundo es de vital importancia para la cebra, por ejemplo, que al advertir que un león se acerca sigilosamente, sale corriendo en dirección contraria para no ser devorada por éste. Pero también es de vital trascendencia para el león que, al percatarse de la presencia de la cebra, decide cazarla para no morir de hambre. La consciencia, esa interacción de nuestro cuerpo por medio de nuestros sentidos con el mundo, es acción teleológica. Persigue un fin: mantenernos en existencia.

 El principio natural de todo organismo vivo es: actuar para mantenerse con vida. Es el principio de autoconservación. De hecho, la vida es acción autogenerada y auto sustentante. De no darse esta acción uno perece. Y en ese sentido, los humanos no somos distintos de cualquier otro organismo vivo. Para toda entidad viva, la acción es una necesidad de supervivencia. La vida es movimiento, es un proceso de acción auto sustentante que el organismo debe efectuar constantemente para mantenerse en existencia. El principio es igualmente evidente en la simple conversión energética de la planta y en las complejas acciones de metas a largo plazo del humano. Biológicamente la inactividad es muerte.

Los tres aspectos que involucra la consciencia son: conocer, evaluar y actuar. Conocer, el darse cuenta e identificar lo que tenemos enfrente nos permite evaluarlo. La evaluación consiste en determinar si el objeto en cuestión es bueno o malo para uno. Y, dependiendo del juicio de valor al que lleguemos, sabremos si lo conveniente es actuar para alcanzarlo y o tenerlo, o actuar para evitarlo. Es por esto y por el principio natural de autoconservación que es correcto que podamos actuar de acuerdo con nuestro mejor juicio. Consciencia es pues, el proceso activo de un organismo de percibir la realidad para adquirir la información que requiere para sobrevivir y poder actuar en base a esta información.

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La acción humana, la de un ser racional, es consciente conducta deliberada y voluntaria que persigue un fin: pasar de un estado que el agente considera insatisfactorio a un estado que considera más satisfactorio. Actúa para alcanzar y o conservar un valor, y su fin último es vivir bien.

El ser humano, debido a que es racional, se da cuenta que la cooperación social es más fecunda que la labor aislada. Así que se asocia bajo la figura de la división del trabajo e intercambio de lo que cada uno produce. La división del trabajo, con su corolario la cooperación humana o comercio, es el fenómeno social fundamental.

Ahora, la pregunta esencial es: ¿Qué tipo de individuo es valioso para la sociedad? ¿Es acaso el ladrón? ¿O el asesino? ¿O el parásito? ¿O el antisocial? ¿Qué bien nos puede hacer aquél que pretende despojarnos de nuestra propiedad sin darnos algo a cambio? ¿Qué beneficio nos procura quien quiere despojarnos de nuestra vida? ¿Qué provecho podemos derivar de mantener a un parásito cual si fuéramos su esclavo? ¿Qué interés podemos tener de interactuar con quien nos considera su enemigo y pretende hacer lo que todos los anteriores?

¿Qué individuo es valioso para la sociedad? Sólo el productor de bienes y servicios y que desea cooperar. La persona con la que nos conviene asociarnos es aquella que ha elegido producir bienes y está dispuesta a intercambiar valor por valor. Aquella que está dispuesta a reconocer que somos personas y por lo tanto que cada uno es un fin en sí mismo y no meramente un medio para los fines de otros. Aquella que está dispuesta a reconocer que como personas y por lo tanto como seres racionales, lo correcto es que actuemos de acuerdo a nuestro mejor juicio. Por lo que para que la sociedad funcione en concordia, cada uno debe respetar la libertad de acción de los demás. Esto implica respetar la propiedad de cada uno, que es la libertad de disponer como uno quiera de lo que ha producido, o de lo que es suyo.

Las patentes y derechos de autor son la implementación legal de todo derecho de propiedad: el derecho del individuo al producto de su mente. Éstas reconocen el papel primordial del esfuerzo mental en la producción de valores materiales. Una idea como tal no puede protegerse hasta que se le haya dado forma material. Un invento debe adquirir una forma física antes de ser patentada. Una historia o un ensayo debe escribirse e imprimirse. Pero, lo que la patente o derecho de autor protege, no es el objeto como tal, sino la idea que encarna. Al prohibir la reproducción no autorizada del objeto, la ley declara que la labor física de copiar no es la fuente del valor del objeto, sino que el valor es creado por el originador de la idea y que ésta no puede usarse sin su consentimiento.

Un descubrimiento no se puede patentar, sólo una invención. Un descubrimiento científico o filosófico, que identifica una ley de la naturaleza, un principio o hecho de la realidad, previamente desconocido no es patentable porque quien lo descubrió no lo inventó. El gobierno no adjudica una patente o derecho de autor pues éstos no son ni regalo ni privilegio ni favor. El gobierno meramente protege los derechos, es decir, certifica el origen de una idea y protege el derecho exclusivo de su dueño, a su uso, venta o enajenación.

La ley protege el derecho de propiedad intelectual de una mente a aquello que ha traído a la existencia, que ha creado. Del mismo modo que se protege el derecho de propiedad al producto agrícola, sea maíz, café o algodón que el agricultor ha traído a la existencia. Así como no es un argumento válido, para violar el derecho de propiedad del agricultor a su cosecha, afirmar que en tiempos primitivos esta propiedad no se reconocía porque hierbas las había por doquier y bastaba con tomarlas, y que ese "derecho de propiedad" es un invento moderno, no es válido el mismo argumento para violar los derechos de propiedad intelectual.

También es un error igualar la patente con concesión y protección a un monopolio. La distinción esencial entre patente y monopolio protegido por el estado consiste en que la patente protege la propiedad de una persona. Lo protege de que otro use su propiedad sin su consentimiento. Es lo mismo que la protección de cualquier propiedad que, por ejemplo, protege al terrateniente de la invasión de sus tierras. El estado protege su propiedad para que otros no usen sus tierras sin su consentimiento. El monopolio protegido por el estado no protege la propiedad del monopolista, sino que impide la entrada al mercado a cualquiera que quiera competir con él. La patente protege el derecho de propiedad. La protección estatal del monopolio viola el derecho a la libertad. Son dos cosas totalmente distintas. Es irrelevante argumentar que mucha más gente se beneficiaría si se permite violar los derechos de propiedad. Es el mismo argumento de los invasores, los ladrones, los antisociales, y con tales acciones se salen del estado de derecho y pasan al estado de guerra.

La ley establece el derecho de propiedad de una mente a aquello que ha traído a la existencia. Es decir, el derecho a su propiedad intelectual.