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Las artes imitativas y su materia

La materia de la obra de arte imitativa o eikónica nos lleva a considerar nuestro carácter y como enfrentar la vida. 

Warren Orbaugh |
14 de febrero, 2022

En mis entregas anteriores indiqué que arte es la excelencia en la técnica de producir cosas contingentes aplicando con lógica y maestría el conocimiento científico o demostrado. Cuando hablamos de las artes miméticas, imitativas o como yo las denomino, eikónicas (del griego eikon que significa imagen), como la pintura, escultura, arquitectura, teatro, música, ópera, danza, literatura, fotografía y cine, las cosas producidas son imágenes.

En tanto imagen expresiva contiene dos aspectos: la ‘forma’ o estructura compositiva, y la ‘materia’ o contenido del argumento. El objeto de la estructura formal o esquema compositivo es la unidad de la imagen producto de relacionar diversas partes entre sí, dando como resultado variedad en la unidad y unidad en la variedad por medio de simetrías armoniosas, que conocemos como belleza. El objeto de la materia es la actualización de la idea.

Ahora, no hay que confundir el arte eikónico con el arte gráfico ni con la artesanía.  El arte gráfico o una artesanía puede ser sólo una composición formal de patrones ordenados, como el diseño de un piso o el patrón de un textil, o una pintura abstracta o un ornamento urbano o arquitectónico. En este caso carece de materia. Cuando el arte gráfico contiene materia se convierte en un signo y no en una obra de arte eikónica. Aunque ambos se componen de dos aspectos, la estructura formal o significante, y una materia o significado, no son iguales. El significante es lo que designa, mientras el significado es lo designado. Si bien es cierto, el soporte formal del significado, el significante como grafismo, para ser una obra de arte gráfica, debe también, como en la obra de arte imitativa o eikónica, ser una composición bella.

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El grafismo denota e indica un significado que es un símbolo que representa un concepto moral o intelectual, por analogía o por convención. Por ejemplo, el “listón rojo” de Gary van der Merwe, que significa: ayudemos a los que tienen sida. O la calavera, que significa ‘muerte’.

El gráfico es un símbolo lingüístico, mientras que la imagen que es una pintura, o escultura, o arquitectura, o teatro, o danza, o música, o cine, o pieza literaria, u ópera, es una concepción de la realidad, una ficción, en forma de entidad concreta, perceptible sensorialmente. Esta concepción de la realidad o visión del mundo que muestra la imagen no es un símbolo, sino más bien una alegoría, una ficción que da a entender esa concepción de la realidad del autor, en su más estricta valoración ontológica. Mientras el gráfico indica un referente distinto de sí mismo, la imagen en cuestión es auto referencial. El signo gráfico indica la realidad; la imagen es una ficción, no indica la realidad, sino que presenta una valoración de ésta.

El arte eikónico es la facultad de producir imágenes sensibles bellas con sentido dirigido por razonamiento verdadero, y su contrario, no arte o incapacidad, la facultad de producir imágenes carentes de sentido y de belleza de acuerdo con un razonamiento falso. La imagen en cuestión es de factura humana y es una visión que ha sido recreada. El arte eikónico es aquel cuya producción consiste en imágenes bellas con sentido, siendo el sentido la construcción selectiva de la realidad comprendida de acuerdo con lo que el productor considera ontológicamente esencial. El criterio de selección se basa en su visión ontológica del mundo. Estas imágenes, que pueden ser visuales, auditivas, táctiles, y/o inducidas, se perciben por medio de los sentidos. La característica única de la obra de arte eikónica es la de ser una conceptualización critica de la realidad que puede ser percibida en forma sensual como un objeto concreto y que induce al pensamiento noético.

Dicho de otra manera, en la imagen se expresa sensoperceptivamente el pensamiento que tiene el artista sobre el mundo real o posible, y que el contemplador identifica por medio de un proceso de pensamiento noético. Otra vez, toda imagen de arte eikónico encarna un modo de ver el mundo, modo de ver que el contemplador conoce por medio de la reflexión sobre la imagen percibida.                                                                                                                 

El arte eikónico comprende la pintura, la escultura, la música, la danza, el teatro, la literatura, la fotografía, el cine y la arquitectura. Estas se pueden clasificar según su dimensión y medio de expresión: pintura es el arte eikónico bidimensional que utiliza pigmentos como medio de expresión; la escultura es tridimensional y utiliza los sólidos como medio de expresión; la danza es el arte eikónico tetradimensional que utiliza el movimiento corporal como medio de expresión; la arquitectura es el arte eikónico, tetradimensional y utiliza la edificación como medio de expresión; la música es el arte eikónico tetradimensional que utiliza los sonidos como medio de expresión; el teatro es el arte eikónico tetradimensional que utiliza el diálogo y la gesticulación como medio de expresión. Ahora es posible clasificar a las artes según lo que producen.

Analicemos el David de Miguel Ángel. Es una escultura, un objeto tridimensional de mármol de 5.17 metros de alto, esculpido en 1504 en la forma de un joven musculoso desnudo de ocho cabezas de alto. Su postura es un contrapposto – una manera de disponer armónicamente las partes del cuerpo humano, especialmente cuando algunas se hallan en movimiento o tensión estando sus simetrías en reposo, en este caso, apoyando el peso en la pierna derecha mientras la izquierda se halla relajada, provocando que la línea de las caderas y las de los hombros se inclinen en ángulos opuestos hacia un vértice en el lado derecho para mantener el equilibrio. Es de bulto redondo, es decir, para ser apreciada por todos sus lados. Tiene una honda en la mano de su brazo izquierdo doblado sobre su hombro en tensión y una piedra en el fustíbalo en la mano de su brazo derecho relajado. La tensión de la pierna derecha y del brazo izquierdo forman una contrabalanza con la pierna izquierda y brazo derecho relajados.  Mira pensativa y desafiante hacia la izquierda.

El tema ya había sido explorado por Verrocchio, Ghiberti y Donatello, pero a diferencia de éstos que presentan un David triunfante después del enfrentamiento, Miguel Ángel presenta a su David desnudo y previo a la batalla suprimiendo la figura de Goliat. Esto naturalmente es intencional. Miguel Ángel al suprimir la figura del gigante hace que nos concentremos sólo en el joven. Al presentarlo desnudo expresa el ser en sí, lo necesario, lo metafísico, al hombre universal, y no lo temporal, circunstancial y particular. El cuerpo vestido no es el ser en sí, sino la expresión de una función práctica contingente, una identidad determinada por una específica acción o función establecida por convenciones de una sociedad. Porque sabemos que es David, este hecho nos lleva a reflexionar sobre aquella esencia universal de lo que él es. Y él lo que es, es un héroe.  

Miguel Ángel nos lleva por medio de un razonamiento noético, reflexionando sobre lo percibido, a comprender la naturaleza del héroe. Vemos que David mira hacia la siniestra, hacia la izquierda. Y siniestra es lo malvado, lo amenazador, lo aterrador. Su rostro muestra que está deliberando, sopesando sus opciones. Y como sabemos que es David, sabemos también que decide enfrentar al gigante Goliat. ¡Ajá! ¡Esa es la esencia! Héroe es aquel que toma la decisión correcta, aunque la situación le sea adversa.

Lo importante, lo que se valora es la virtud humana, aquellas que hacen de David un héroe. No la fuerza. En cambio, sí, la inteligencia, la ponderación de las acciones y la elevación del espíritu.

Y la obra de arte nos conduce a una reflexión ulterior, a una catarsis, a cuestionarnos que haríamos en el lugar de David. Nos hace meditar acerca de si tendremos o no la rectitud moral necesaria en una situación similar. ¿Nos dejaremos arrastrar por nuestras inclinaciones o guiaremos nuestra acción por la recta razón? ¿Seremos cobardes, temerarios o valientes? ¿Seremos héroes también? La materia de la obra de arte imitativa o eikónica nos lleva a considerar nuestro carácter y como enfrentar la vida.

He ahí su importancia: nos permite experimentar en forma concreta la vivencia de estar en un mundo donde las cosas son como pueden y deben ser, nos muestran una dirección que puede servirnos para crear nuestra vida también como una obra de arte, para buscar y conseguir nuestros valores.

Las artes imitativas y su materia

La materia de la obra de arte imitativa o eikónica nos lleva a considerar nuestro carácter y como enfrentar la vida. 

Warren Orbaugh |
14 de febrero, 2022

En mis entregas anteriores indiqué que arte es la excelencia en la técnica de producir cosas contingentes aplicando con lógica y maestría el conocimiento científico o demostrado. Cuando hablamos de las artes miméticas, imitativas o como yo las denomino, eikónicas (del griego eikon que significa imagen), como la pintura, escultura, arquitectura, teatro, música, ópera, danza, literatura, fotografía y cine, las cosas producidas son imágenes.

En tanto imagen expresiva contiene dos aspectos: la ‘forma’ o estructura compositiva, y la ‘materia’ o contenido del argumento. El objeto de la estructura formal o esquema compositivo es la unidad de la imagen producto de relacionar diversas partes entre sí, dando como resultado variedad en la unidad y unidad en la variedad por medio de simetrías armoniosas, que conocemos como belleza. El objeto de la materia es la actualización de la idea.

Ahora, no hay que confundir el arte eikónico con el arte gráfico ni con la artesanía.  El arte gráfico o una artesanía puede ser sólo una composición formal de patrones ordenados, como el diseño de un piso o el patrón de un textil, o una pintura abstracta o un ornamento urbano o arquitectónico. En este caso carece de materia. Cuando el arte gráfico contiene materia se convierte en un signo y no en una obra de arte eikónica. Aunque ambos se componen de dos aspectos, la estructura formal o significante, y una materia o significado, no son iguales. El significante es lo que designa, mientras el significado es lo designado. Si bien es cierto, el soporte formal del significado, el significante como grafismo, para ser una obra de arte gráfica, debe también, como en la obra de arte imitativa o eikónica, ser una composición bella.

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El grafismo denota e indica un significado que es un símbolo que representa un concepto moral o intelectual, por analogía o por convención. Por ejemplo, el “listón rojo” de Gary van der Merwe, que significa: ayudemos a los que tienen sida. O la calavera, que significa ‘muerte’.

El gráfico es un símbolo lingüístico, mientras que la imagen que es una pintura, o escultura, o arquitectura, o teatro, o danza, o música, o cine, o pieza literaria, u ópera, es una concepción de la realidad, una ficción, en forma de entidad concreta, perceptible sensorialmente. Esta concepción de la realidad o visión del mundo que muestra la imagen no es un símbolo, sino más bien una alegoría, una ficción que da a entender esa concepción de la realidad del autor, en su más estricta valoración ontológica. Mientras el gráfico indica un referente distinto de sí mismo, la imagen en cuestión es auto referencial. El signo gráfico indica la realidad; la imagen es una ficción, no indica la realidad, sino que presenta una valoración de ésta.

El arte eikónico es la facultad de producir imágenes sensibles bellas con sentido dirigido por razonamiento verdadero, y su contrario, no arte o incapacidad, la facultad de producir imágenes carentes de sentido y de belleza de acuerdo con un razonamiento falso. La imagen en cuestión es de factura humana y es una visión que ha sido recreada. El arte eikónico es aquel cuya producción consiste en imágenes bellas con sentido, siendo el sentido la construcción selectiva de la realidad comprendida de acuerdo con lo que el productor considera ontológicamente esencial. El criterio de selección se basa en su visión ontológica del mundo. Estas imágenes, que pueden ser visuales, auditivas, táctiles, y/o inducidas, se perciben por medio de los sentidos. La característica única de la obra de arte eikónica es la de ser una conceptualización critica de la realidad que puede ser percibida en forma sensual como un objeto concreto y que induce al pensamiento noético.

Dicho de otra manera, en la imagen se expresa sensoperceptivamente el pensamiento que tiene el artista sobre el mundo real o posible, y que el contemplador identifica por medio de un proceso de pensamiento noético. Otra vez, toda imagen de arte eikónico encarna un modo de ver el mundo, modo de ver que el contemplador conoce por medio de la reflexión sobre la imagen percibida.                                                                                                                 

El arte eikónico comprende la pintura, la escultura, la música, la danza, el teatro, la literatura, la fotografía, el cine y la arquitectura. Estas se pueden clasificar según su dimensión y medio de expresión: pintura es el arte eikónico bidimensional que utiliza pigmentos como medio de expresión; la escultura es tridimensional y utiliza los sólidos como medio de expresión; la danza es el arte eikónico tetradimensional que utiliza el movimiento corporal como medio de expresión; la arquitectura es el arte eikónico, tetradimensional y utiliza la edificación como medio de expresión; la música es el arte eikónico tetradimensional que utiliza los sonidos como medio de expresión; el teatro es el arte eikónico tetradimensional que utiliza el diálogo y la gesticulación como medio de expresión. Ahora es posible clasificar a las artes según lo que producen.

Analicemos el David de Miguel Ángel. Es una escultura, un objeto tridimensional de mármol de 5.17 metros de alto, esculpido en 1504 en la forma de un joven musculoso desnudo de ocho cabezas de alto. Su postura es un contrapposto – una manera de disponer armónicamente las partes del cuerpo humano, especialmente cuando algunas se hallan en movimiento o tensión estando sus simetrías en reposo, en este caso, apoyando el peso en la pierna derecha mientras la izquierda se halla relajada, provocando que la línea de las caderas y las de los hombros se inclinen en ángulos opuestos hacia un vértice en el lado derecho para mantener el equilibrio. Es de bulto redondo, es decir, para ser apreciada por todos sus lados. Tiene una honda en la mano de su brazo izquierdo doblado sobre su hombro en tensión y una piedra en el fustíbalo en la mano de su brazo derecho relajado. La tensión de la pierna derecha y del brazo izquierdo forman una contrabalanza con la pierna izquierda y brazo derecho relajados.  Mira pensativa y desafiante hacia la izquierda.

El tema ya había sido explorado por Verrocchio, Ghiberti y Donatello, pero a diferencia de éstos que presentan un David triunfante después del enfrentamiento, Miguel Ángel presenta a su David desnudo y previo a la batalla suprimiendo la figura de Goliat. Esto naturalmente es intencional. Miguel Ángel al suprimir la figura del gigante hace que nos concentremos sólo en el joven. Al presentarlo desnudo expresa el ser en sí, lo necesario, lo metafísico, al hombre universal, y no lo temporal, circunstancial y particular. El cuerpo vestido no es el ser en sí, sino la expresión de una función práctica contingente, una identidad determinada por una específica acción o función establecida por convenciones de una sociedad. Porque sabemos que es David, este hecho nos lleva a reflexionar sobre aquella esencia universal de lo que él es. Y él lo que es, es un héroe.  

Miguel Ángel nos lleva por medio de un razonamiento noético, reflexionando sobre lo percibido, a comprender la naturaleza del héroe. Vemos que David mira hacia la siniestra, hacia la izquierda. Y siniestra es lo malvado, lo amenazador, lo aterrador. Su rostro muestra que está deliberando, sopesando sus opciones. Y como sabemos que es David, sabemos también que decide enfrentar al gigante Goliat. ¡Ajá! ¡Esa es la esencia! Héroe es aquel que toma la decisión correcta, aunque la situación le sea adversa.

Lo importante, lo que se valora es la virtud humana, aquellas que hacen de David un héroe. No la fuerza. En cambio, sí, la inteligencia, la ponderación de las acciones y la elevación del espíritu.

Y la obra de arte nos conduce a una reflexión ulterior, a una catarsis, a cuestionarnos que haríamos en el lugar de David. Nos hace meditar acerca de si tendremos o no la rectitud moral necesaria en una situación similar. ¿Nos dejaremos arrastrar por nuestras inclinaciones o guiaremos nuestra acción por la recta razón? ¿Seremos cobardes, temerarios o valientes? ¿Seremos héroes también? La materia de la obra de arte imitativa o eikónica nos lleva a considerar nuestro carácter y como enfrentar la vida.

He ahí su importancia: nos permite experimentar en forma concreta la vivencia de estar en un mundo donde las cosas son como pueden y deben ser, nos muestran una dirección que puede servirnos para crear nuestra vida también como una obra de arte, para buscar y conseguir nuestros valores.