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Maldito Putin

Putin no reconoce a los otros como personas, como fines en sí mismos. Trata a los demás como objetos, como medios para alcanzar sus fines.

Warren Orbaugh |
27 de febrero, 2022

¿De dónde cree el maldito, el perverso, el malvado Putin que tiene el derecho de violar los derechos de los demás? Pretender tener ese derecho es una contradicción en términos. Esa contradicción elimina el derecho en sus interrelaciones con otros hombres. Ahora el tirano ruso no puede invocar el derecho a que se respete su libertad de acción, a tener propiedad, ni a que se respete su propia vida. Ha renunciado a su humanidad. Al abandonar el ver a los demás como personas ha renunciado a ser visto también, como persona. Se rebajó al nivel de animal. Llevó su relación mutua con los demás al nivel de los animales salvajes, donde lo que impera es la depredación mediante el uso de la fuerza bruta. Ha establecido las condiciones para que se le considere así, como un animal peligroso, una bestia incapaz de cooperar socialmente. ¡Merece que se le trate como tal!

La cooperación social consiste en la interrelación contractual entre personas mediante la división del trabajo y el intercambio comercial de bienes y servicios. En ésta la interrelación interpersonal es simétrica y ambas partes ganan. Y cada uno participa en esta asociación por su propia conveniencia al advertir que el comercio de bienes y servicios es una estrategia de supervivencia más fecunda que el pillaje y la expoliación. La cooperación social humaniza a la bestia-hombre, lo civiliza, lo convierte en un ser cortés, amable, y benevolente, en una persona que respeta los derechos de los demás, que se preocupa por sus semejantes al verlos como un valor, como socios potenciales para la cooperación.

Una persona es un individuo considerado desde una noción moral como ser racional, consciente, capaz de discernir y por tanto responsable de sus propios actos en virtud de la autonomía de su libre albedrío, y como tal, es un fin en sí mismo. Es un concepto opuesto a animal o cosa que son seres amorales determinados por la causalidad natural y que pueden ser empleados como medios. Así, por ejemplos, el considerar al otro como persona, como un fin y no como medio, exige que se le hable con veracidad y sinceridad para que pueda discernir y evaluar sobre lo dicho y actuar según su mejor juicio. Es el principio de la autodeterminación política de los individuos.

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La noción de derecho individual es un principio moral que se fundamenta en el reconocimiento del individuo como persona, como fin en sí mismo. Exige de todos los asociados bajo esa ley moral que se respete mutuamente su autodeterminación, es decir, la libertad de cada uno a actuar según su mejor juicio; la libertad de usar su propiedad según le aconseje su razón; la libertad de vivir su vida como se le antoje. La asociación política bajo el principio moral del derecho individual es el estado de derecho o nomocracia, donde la única función de las leyes y del gobierno es la protección de los derechos de las personas.

Putin no reconoce a los otros como personas, como fines en sí mismos. Trata a los demás como objetos, como medios para alcanzar sus fines. A su ejército, como si fueran los soldaditos de juguete con los que se entretiene un niño. Manda a jovencitos, casi niños, a matar y morir, para satisfacer su vanidad de verse como el conquistador que recompone la antigua Unión Soviética. Sus soldados no se ven motivados por una guerra justa. Se saben invasores, opresores, instrumentos en las manos de un matón.

También trata como medios al resto de individuos del mundo y a sus conciudadanos a quienes miente descaradamente para distorsionar su juicio, pretendiendo así que aprueben sus atrocidades. Califica al gobierno de Ucrania de nazi y procura convencerles de que su guerra es una de ‘liberación del pueblo ucraniano’, una guerra justa. Pero ya el dominico del siglo XVI, Francisco de Vitoria, hace ver que la guerra justa es sólo la que se da como causa de legítima defensa – no es guerra justa ni legítima atacar a unas gentes por tener religión diferente, ni por buscar la ampliación del territorio nacional, ni para aumentar la gloria del gobernante. Sólo es legítima si se emplea como herramienta para luchar contra la injusticia. De no ser así, el súbdito debe negarse a combatir. Y los ucranianos han desmentido con sus actos los embustes del tirano ruso al defender – soldados y civiles – su territorio de las huestes de este energúmeno. Los ucranianos luchan por su libertad, por su propiedad, por su vida y la de los suyos en base a su derecho de defensa propia en contra del invasor ruso. Luchan en contra de la injusticia. Putin es el invasor. Él eligió esta guerra. Si los rusos dejan de atacar, ya no habrá guerra. Si los ucranianos dejan de defenderse, ya no habrá Ucrania.

La realidad desmiente al embustero de Putin. A diferencia de Putin y su aliado Lukashenko de Bielorrusia – su presidente títere, quienes fingiendo elecciones democráticas han permanecido en el poder desde 1999 el primero y desde 2001 el segundo, en Ucrania ha habido cinco presidentes diferentes: Leonid Kuchma (1996-2006), Víktor Yúshchenko (2006-2011), Yulia Tymoshenko (2011-2016), Petró Poroshenko (2016-2021) y el actual Volodimir Zelenski (2021-2026). ¿Cuál régimen es comparable al nazi? Desde luego es el del dictador Putin.

Putin ha demostrado una perversidad temprana que continúa aumentando con el transcurso de los años. Es un malvado incorregible. Esencialmente es un vil marero, un pandillero, un delincuente, un gánster, sólo que con más poder. Ya es responsable del asesinato de innumerables inocentes. Además de perjudicar a los ucranianos perjudicará también a sus conciudadanos rusos. Los civiles rusos se habían incorporado con éxito a la cooperación social internacional comerciando con los ciudadanos de otros países. Se pintaban como amigos, amables y fiables. Como seres humanos civilizados. Como personas morales. Putin ha destruido todo eso. Él ve a los otros países como enemigos – cuando no necesariamente tendría que ser así. Se sabe indigno. Indigno de confianza, pues es un mentiroso traidor. Indigno de respeto, pues elige hacer el mal. Proyecta hacia los demás su propia desaprobación de sí mismo. Como delincuente que es, amenaza a los demás países con la destrucción nuclear si éstos interfieren con su conducta abusiva. Y quienes lo aplauden, apoyan y secundan – Maduro de Venezuela, Ortega de Nicaragua, Faisal al Miqdad de Siria, Diaz Canel de Cuba, Khamenei de Irán, Kim Jong-un de Corea del Norte, Xi Jingpin de China, y demás – revelan ser de la misma calaña.

Putin debe ser apresado, juzgado por crímenes de guerra y condenado. Nada, pero absolutamente nada justifica el iniciar la violencia contra otro ser humano.

 Maldito Putin.

Maldito Putin

Putin no reconoce a los otros como personas, como fines en sí mismos. Trata a los demás como objetos, como medios para alcanzar sus fines.

Warren Orbaugh |
27 de febrero, 2022

¿De dónde cree el maldito, el perverso, el malvado Putin que tiene el derecho de violar los derechos de los demás? Pretender tener ese derecho es una contradicción en términos. Esa contradicción elimina el derecho en sus interrelaciones con otros hombres. Ahora el tirano ruso no puede invocar el derecho a que se respete su libertad de acción, a tener propiedad, ni a que se respete su propia vida. Ha renunciado a su humanidad. Al abandonar el ver a los demás como personas ha renunciado a ser visto también, como persona. Se rebajó al nivel de animal. Llevó su relación mutua con los demás al nivel de los animales salvajes, donde lo que impera es la depredación mediante el uso de la fuerza bruta. Ha establecido las condiciones para que se le considere así, como un animal peligroso, una bestia incapaz de cooperar socialmente. ¡Merece que se le trate como tal!

La cooperación social consiste en la interrelación contractual entre personas mediante la división del trabajo y el intercambio comercial de bienes y servicios. En ésta la interrelación interpersonal es simétrica y ambas partes ganan. Y cada uno participa en esta asociación por su propia conveniencia al advertir que el comercio de bienes y servicios es una estrategia de supervivencia más fecunda que el pillaje y la expoliación. La cooperación social humaniza a la bestia-hombre, lo civiliza, lo convierte en un ser cortés, amable, y benevolente, en una persona que respeta los derechos de los demás, que se preocupa por sus semejantes al verlos como un valor, como socios potenciales para la cooperación.

Una persona es un individuo considerado desde una noción moral como ser racional, consciente, capaz de discernir y por tanto responsable de sus propios actos en virtud de la autonomía de su libre albedrío, y como tal, es un fin en sí mismo. Es un concepto opuesto a animal o cosa que son seres amorales determinados por la causalidad natural y que pueden ser empleados como medios. Así, por ejemplos, el considerar al otro como persona, como un fin y no como medio, exige que se le hable con veracidad y sinceridad para que pueda discernir y evaluar sobre lo dicho y actuar según su mejor juicio. Es el principio de la autodeterminación política de los individuos.

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La noción de derecho individual es un principio moral que se fundamenta en el reconocimiento del individuo como persona, como fin en sí mismo. Exige de todos los asociados bajo esa ley moral que se respete mutuamente su autodeterminación, es decir, la libertad de cada uno a actuar según su mejor juicio; la libertad de usar su propiedad según le aconseje su razón; la libertad de vivir su vida como se le antoje. La asociación política bajo el principio moral del derecho individual es el estado de derecho o nomocracia, donde la única función de las leyes y del gobierno es la protección de los derechos de las personas.

Putin no reconoce a los otros como personas, como fines en sí mismos. Trata a los demás como objetos, como medios para alcanzar sus fines. A su ejército, como si fueran los soldaditos de juguete con los que se entretiene un niño. Manda a jovencitos, casi niños, a matar y morir, para satisfacer su vanidad de verse como el conquistador que recompone la antigua Unión Soviética. Sus soldados no se ven motivados por una guerra justa. Se saben invasores, opresores, instrumentos en las manos de un matón.

También trata como medios al resto de individuos del mundo y a sus conciudadanos a quienes miente descaradamente para distorsionar su juicio, pretendiendo así que aprueben sus atrocidades. Califica al gobierno de Ucrania de nazi y procura convencerles de que su guerra es una de ‘liberación del pueblo ucraniano’, una guerra justa. Pero ya el dominico del siglo XVI, Francisco de Vitoria, hace ver que la guerra justa es sólo la que se da como causa de legítima defensa – no es guerra justa ni legítima atacar a unas gentes por tener religión diferente, ni por buscar la ampliación del territorio nacional, ni para aumentar la gloria del gobernante. Sólo es legítima si se emplea como herramienta para luchar contra la injusticia. De no ser así, el súbdito debe negarse a combatir. Y los ucranianos han desmentido con sus actos los embustes del tirano ruso al defender – soldados y civiles – su territorio de las huestes de este energúmeno. Los ucranianos luchan por su libertad, por su propiedad, por su vida y la de los suyos en base a su derecho de defensa propia en contra del invasor ruso. Luchan en contra de la injusticia. Putin es el invasor. Él eligió esta guerra. Si los rusos dejan de atacar, ya no habrá guerra. Si los ucranianos dejan de defenderse, ya no habrá Ucrania.

La realidad desmiente al embustero de Putin. A diferencia de Putin y su aliado Lukashenko de Bielorrusia – su presidente títere, quienes fingiendo elecciones democráticas han permanecido en el poder desde 1999 el primero y desde 2001 el segundo, en Ucrania ha habido cinco presidentes diferentes: Leonid Kuchma (1996-2006), Víktor Yúshchenko (2006-2011), Yulia Tymoshenko (2011-2016), Petró Poroshenko (2016-2021) y el actual Volodimir Zelenski (2021-2026). ¿Cuál régimen es comparable al nazi? Desde luego es el del dictador Putin.

Putin ha demostrado una perversidad temprana que continúa aumentando con el transcurso de los años. Es un malvado incorregible. Esencialmente es un vil marero, un pandillero, un delincuente, un gánster, sólo que con más poder. Ya es responsable del asesinato de innumerables inocentes. Además de perjudicar a los ucranianos perjudicará también a sus conciudadanos rusos. Los civiles rusos se habían incorporado con éxito a la cooperación social internacional comerciando con los ciudadanos de otros países. Se pintaban como amigos, amables y fiables. Como seres humanos civilizados. Como personas morales. Putin ha destruido todo eso. Él ve a los otros países como enemigos – cuando no necesariamente tendría que ser así. Se sabe indigno. Indigno de confianza, pues es un mentiroso traidor. Indigno de respeto, pues elige hacer el mal. Proyecta hacia los demás su propia desaprobación de sí mismo. Como delincuente que es, amenaza a los demás países con la destrucción nuclear si éstos interfieren con su conducta abusiva. Y quienes lo aplauden, apoyan y secundan – Maduro de Venezuela, Ortega de Nicaragua, Faisal al Miqdad de Siria, Diaz Canel de Cuba, Khamenei de Irán, Kim Jong-un de Corea del Norte, Xi Jingpin de China, y demás – revelan ser de la misma calaña.

Putin debe ser apresado, juzgado por crímenes de guerra y condenado. Nada, pero absolutamente nada justifica el iniciar la violencia contra otro ser humano.

 Maldito Putin.