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Más allá del Atlántico está lo que buscás

El latino descansó en la mimetización de un sistema y en el mito mesiánico de las repúblicas, pensando que así alcanzaría la libertad y el bienestar. Al día de hoy, las repúblicas se ven maltratadas, sus procesos vulgarizados y los ideales en la mente de aquellos pocos con anhelo romano para aferrarse a la república.

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Reynaldo Rodríguez |
28 de febrero, 2024

¿Por qué deseas ver tan lejos, latino? ¿Acaso no sabés que lo que buscás no lo podés ver? ¡No porque no esté, pero porque tu ojo es diferente! Europa y su “progreso” está más allá del horizonte, donde los barcos se hunden y la luz se quiebra. Y, sin embargo, tu ojo no lo ve, no porque las fallas terrenales se diluyan en la curva del globo, pero porque tu mirada está ligada a tu suelo e historia. ¿Por qué buscás afuera lo que ya está en vos?

Los procesos históricos europeos, admirables como puedan aparecer frente a nosotros, son ajenos a nosotros, a vos y a mí. La creación de las polities democráticas liberales en Europa responden a una narrativa histórica particular, relativamente nueva, determinada por un diluvio de sangre. Un nuevo hombre nació en Europa en la posguerra, temeroso de sí mismo, y este se encerró en un sistema para reprimir aquellos deseos que lo llevaron a la destrucción.

Al presenciar el progreso técnico y económico de Europa, el latino se enajenó, deseando tener la grandeza de los Estados más allá del Atlántico. Desde la creación de las repúblicas latinoamericanas, se imitaron los sistemas que proveyeron el crecimiento de Europa, creyendo que aquello que se hizo allá serviría acá. El latino descansó en la mimetización de un sistema y en el mito mesiánico de las repúblicas, pensando que así alcanzaría la libertad y el bienestar. Al día de hoy, las repúblicas se ven maltratadas, sus procesos vulgarizados y los ideales en la mente de aquellos pocos con anhelo romano para aferrarse a la república.

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El problema del hombre latino no es que busque hacer política. La naturaleza del hombre le reclama ser libre, político y racional. Sin embargo, nos hemos olvidado de que la política es un arte y, en su sentido más profundo, es una creación del hombre. El Estado es un artefacto. Este es construido de la misma manera que una casa es erigida por las manos de muchos y la visión de unos cuantos.

No hay necesidad de hacer política como se hace más allá del Atlántico. Nosotros ya estamos más allá del Atlántico. Hay que hacer política como latinoamericanos, conocedores de nuestra gente y nuestros mores. “Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar” dijo Machado: nuestra historia la hacemos nosotros, nadie más ha caminado por los senderos de Latinoamérica.

Lo importante, entonces, es construir repúblicas que se adapten a la condición histórica de Latinoamérica. La respuesta no está en los sistemas, por ello los intentos de “Progreso” son fútiles. La respuesta está en las manos de quiénes moldean las formas de Estado. Las que vienen de fuera, no son mías y no las deseo. Nosotros estamos más allá del Atlántico, el horizonte le esconde a Europa nuestra particularidad. Estas letras solo son inteligibles para aquellos con ojos como los míos: para nosotros. La libertad es universal, pero las formas de alcanzarla están arraigadas al principio de individuación, la historia. Hagamos república, una para los que hemos nacido del maíz y no del trigo.

Más allá del Atlántico está lo que buscás

El latino descansó en la mimetización de un sistema y en el mito mesiánico de las repúblicas, pensando que así alcanzaría la libertad y el bienestar. Al día de hoy, las repúblicas se ven maltratadas, sus procesos vulgarizados y los ideales en la mente de aquellos pocos con anhelo romano para aferrarse a la república.

Reynaldo Rodríguez |
28 de febrero, 2024
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¿Por qué deseas ver tan lejos, latino? ¿Acaso no sabés que lo que buscás no lo podés ver? ¡No porque no esté, pero porque tu ojo es diferente! Europa y su “progreso” está más allá del horizonte, donde los barcos se hunden y la luz se quiebra. Y, sin embargo, tu ojo no lo ve, no porque las fallas terrenales se diluyan en la curva del globo, pero porque tu mirada está ligada a tu suelo e historia. ¿Por qué buscás afuera lo que ya está en vos?

Los procesos históricos europeos, admirables como puedan aparecer frente a nosotros, son ajenos a nosotros, a vos y a mí. La creación de las polities democráticas liberales en Europa responden a una narrativa histórica particular, relativamente nueva, determinada por un diluvio de sangre. Un nuevo hombre nació en Europa en la posguerra, temeroso de sí mismo, y este se encerró en un sistema para reprimir aquellos deseos que lo llevaron a la destrucción.

Al presenciar el progreso técnico y económico de Europa, el latino se enajenó, deseando tener la grandeza de los Estados más allá del Atlántico. Desde la creación de las repúblicas latinoamericanas, se imitaron los sistemas que proveyeron el crecimiento de Europa, creyendo que aquello que se hizo allá serviría acá. El latino descansó en la mimetización de un sistema y en el mito mesiánico de las repúblicas, pensando que así alcanzaría la libertad y el bienestar. Al día de hoy, las repúblicas se ven maltratadas, sus procesos vulgarizados y los ideales en la mente de aquellos pocos con anhelo romano para aferrarse a la república.

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El problema del hombre latino no es que busque hacer política. La naturaleza del hombre le reclama ser libre, político y racional. Sin embargo, nos hemos olvidado de que la política es un arte y, en su sentido más profundo, es una creación del hombre. El Estado es un artefacto. Este es construido de la misma manera que una casa es erigida por las manos de muchos y la visión de unos cuantos.

No hay necesidad de hacer política como se hace más allá del Atlántico. Nosotros ya estamos más allá del Atlántico. Hay que hacer política como latinoamericanos, conocedores de nuestra gente y nuestros mores. “Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar” dijo Machado: nuestra historia la hacemos nosotros, nadie más ha caminado por los senderos de Latinoamérica.

Lo importante, entonces, es construir repúblicas que se adapten a la condición histórica de Latinoamérica. La respuesta no está en los sistemas, por ello los intentos de “Progreso” son fútiles. La respuesta está en las manos de quiénes moldean las formas de Estado. Las que vienen de fuera, no son mías y no las deseo. Nosotros estamos más allá del Atlántico, el horizonte le esconde a Europa nuestra particularidad. Estas letras solo son inteligibles para aquellos con ojos como los míos: para nosotros. La libertad es universal, pero las formas de alcanzarla están arraigadas al principio de individuación, la historia. Hagamos república, una para los que hemos nacido del maíz y no del trigo.