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¿Por qué crecer?

El crecimiento es parte de la sustentabilidad de la empresa a largo plazo. En muchas industrias el que no crece, al menos al ritmo del mercado, se vuelve insignificante, y no puede ser capaz de competir y mantenerse en la jugada.

Crecimiento empresarial
Carlos Dumois |
25 de noviembre, 2022

 Si nuestro proyecto de crecimiento no nos conduce a maximizar nuestra relevancia, no estamos en nada.

Hace unos días, conversando con varios miembros de una familia empresaria, el Presidente del Consejo cuestionó qué motivos tenían ellos para seguir creciendo.

La pregunta parecía llevar triple intención. Por un lado estaba cuestionando a sus socios, como recalcando la importancia de definir hacia dónde ir; por otro lado nos cuestionaba a nosotros, como pidiendo criterios para llegar a esas definiciones, y por último buscaba clarificar su propia querencia sobre el crecimiento del grupo.

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Recordé un libro de hace muchos años titulado “Teoría Organizacional para la Planeación a Largo Plazo”, escrito por Eric Renman, fundador de SIAR Planning AB en Estocolmo. Renman escribió ampliamente sobre los problemas del crecimiento desde hace más de 50 años.

Sumando ideas de Renman con experiencias nuestras en proyectos de crecimiento de miles de empresarios, les comparto razones por las que las empresas suelen tender al crecimiento.

Vocación de Dueñez. El propósito fundamental del empresario es crear riqueza. Para eso se inician las empresas. Solo si continuamos creciendo, cuantitativa o cualitativamente, podemos lograrlo.

Sana ambición. El afán de crecer también puede reforzarse si a los líderes de la organización les mueve hacerlo. A  la mayoría de los hombres y mujeres de empresa les atrae el anhelo de crecer sus negocios.

Prestigio. La reputación de la empresa se fortalece si esta es capaz de seguir creciendo, y más si se logra ubicar entrre los mayores de su industria.

Estímulos a la Dirección. Muchas veces el crecimiento genera bonos para retribuir a los ejecutivos. Esta intención puede fácilmente desvirtuar la gestión del crecimiento. Si los directivos se apoderan de ella, pueden conducirla imprudentemente, sin rumbo y sin cuidar la rentabilidad y la salud financiera.

Rentabilidad. Las economías de escala pueden detonar el rendimiento sobre la inversión. Es saludable que el crecimiento se acompañe de crecientes niveles de rentabilidad.

Ventaja competitiva. En muchos sectores, y dependiendo de la estrategia de negocio, el mayor tamaño puede optimizar y vigorizar las ventajas competitivas.

Todas estas razones son válidas, si se manejan con visión integral y buen juicio. El problema es cuando el único motivo de crecer es ser más grande, o ganar el bono.

Las grandes empresas son fuertes y robustas, pero no necesariamente más ágiles. Muchas de ellas caen presa de la burocracia y mueren cuando el mercado evoluciona más rápido que ellas.

Por otro lado, las grandes compañías pueden llegar a operar con puntos de equilibrio tan elevados, que cuando ocurren las contracciones económicas son más difíciles de redimensionar.

También crecer por crecer puede llevarnos a perder rentabilidad, liquidez e incluso fortaleza competitiva. Las empresas más grandes de cada mercado no son siempre las más rentables de su industria.

Los propósitos más sanos del crecimiento siempre han de ser estratégicos. El mayor tamaño nos ha de dar algo a cambio, algo que justifique emprender la marcha hacia una mayor dimensión, que tanto cuesta alcanzar. Por ejemplo, la intención estratégica podría ser crecer para tener acceso a tecnologías, o a insumos, o a equipos que nos permitan ser atender mejor al cliente.

A final de cuentas lo que buscamos con el crecimiento es un camino de liderazgo competitivo que nos permita crear valor en mayores proporciones que nadie, y que soporte nuestra capacidad de innovación y diversificación con ventajas ante los demás.

El crecimiento es parte de la sustentabilidad de la empresa a largo plazo. En muchas industrias el que no crece, al menos al ritmo del mercado, se vuelve insignificante, y no puede ser capaz de competir y mantenerse en la jugada.

Nuestro proyecto de crecimiento es nuestro camino a la relevancia. Y el más relevante es el líder cualitativo, el que pone la pauta, el que conduce el mercado, y el que tiene acceso a niveles de rentabilidad y creación de valor que pocos o ningún otro pueden lograr.

Tan inadmisible es no tener un proyecto de crecimiento como tener como prioridad el crecimiento por si mismo.

 

c_dumois@cedem.com.mx

http://www.cedem.com.mx

Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM

 

* “Dueñez® es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

 

 

 

El contenido en la sección de Opinión es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la postura o la línea editorial de República.

¿Por qué crecer?

El crecimiento es parte de la sustentabilidad de la empresa a largo plazo. En muchas industrias el que no crece, al menos al ritmo del mercado, se vuelve insignificante, y no puede ser capaz de competir y mantenerse en la jugada.

Carlos Dumois |
25 de noviembre, 2022
Crecimiento empresarial

 Si nuestro proyecto de crecimiento no nos conduce a maximizar nuestra relevancia, no estamos en nada.

Hace unos días, conversando con varios miembros de una familia empresaria, el Presidente del Consejo cuestionó qué motivos tenían ellos para seguir creciendo.

La pregunta parecía llevar triple intención. Por un lado estaba cuestionando a sus socios, como recalcando la importancia de definir hacia dónde ir; por otro lado nos cuestionaba a nosotros, como pidiendo criterios para llegar a esas definiciones, y por último buscaba clarificar su propia querencia sobre el crecimiento del grupo.

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Recordé un libro de hace muchos años titulado “Teoría Organizacional para la Planeación a Largo Plazo”, escrito por Eric Renman, fundador de SIAR Planning AB en Estocolmo. Renman escribió ampliamente sobre los problemas del crecimiento desde hace más de 50 años.

Sumando ideas de Renman con experiencias nuestras en proyectos de crecimiento de miles de empresarios, les comparto razones por las que las empresas suelen tender al crecimiento.

Vocación de Dueñez. El propósito fundamental del empresario es crear riqueza. Para eso se inician las empresas. Solo si continuamos creciendo, cuantitativa o cualitativamente, podemos lograrlo.

Sana ambición. El afán de crecer también puede reforzarse si a los líderes de la organización les mueve hacerlo. A  la mayoría de los hombres y mujeres de empresa les atrae el anhelo de crecer sus negocios.

Prestigio. La reputación de la empresa se fortalece si esta es capaz de seguir creciendo, y más si se logra ubicar entrre los mayores de su industria.

Estímulos a la Dirección. Muchas veces el crecimiento genera bonos para retribuir a los ejecutivos. Esta intención puede fácilmente desvirtuar la gestión del crecimiento. Si los directivos se apoderan de ella, pueden conducirla imprudentemente, sin rumbo y sin cuidar la rentabilidad y la salud financiera.

Rentabilidad. Las economías de escala pueden detonar el rendimiento sobre la inversión. Es saludable que el crecimiento se acompañe de crecientes niveles de rentabilidad.

Ventaja competitiva. En muchos sectores, y dependiendo de la estrategia de negocio, el mayor tamaño puede optimizar y vigorizar las ventajas competitivas.

Todas estas razones son válidas, si se manejan con visión integral y buen juicio. El problema es cuando el único motivo de crecer es ser más grande, o ganar el bono.

Las grandes empresas son fuertes y robustas, pero no necesariamente más ágiles. Muchas de ellas caen presa de la burocracia y mueren cuando el mercado evoluciona más rápido que ellas.

Por otro lado, las grandes compañías pueden llegar a operar con puntos de equilibrio tan elevados, que cuando ocurren las contracciones económicas son más difíciles de redimensionar.

También crecer por crecer puede llevarnos a perder rentabilidad, liquidez e incluso fortaleza competitiva. Las empresas más grandes de cada mercado no son siempre las más rentables de su industria.

Los propósitos más sanos del crecimiento siempre han de ser estratégicos. El mayor tamaño nos ha de dar algo a cambio, algo que justifique emprender la marcha hacia una mayor dimensión, que tanto cuesta alcanzar. Por ejemplo, la intención estratégica podría ser crecer para tener acceso a tecnologías, o a insumos, o a equipos que nos permitan ser atender mejor al cliente.

A final de cuentas lo que buscamos con el crecimiento es un camino de liderazgo competitivo que nos permita crear valor en mayores proporciones que nadie, y que soporte nuestra capacidad de innovación y diversificación con ventajas ante los demás.

El crecimiento es parte de la sustentabilidad de la empresa a largo plazo. En muchas industrias el que no crece, al menos al ritmo del mercado, se vuelve insignificante, y no puede ser capaz de competir y mantenerse en la jugada.

Nuestro proyecto de crecimiento es nuestro camino a la relevancia. Y el más relevante es el líder cualitativo, el que pone la pauta, el que conduce el mercado, y el que tiene acceso a niveles de rentabilidad y creación de valor que pocos o ningún otro pueden lograr.

Tan inadmisible es no tener un proyecto de crecimiento como tener como prioridad el crecimiento por si mismo.

 

c_dumois@cedem.com.mx

http://www.cedem.com.mx

Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM

 

* “Dueñez® es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

 

 

 

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