El articulo “Vigencia de las ideas de Juan José Arévalo Bermejo”, escrito por el buen amigo, Olmedo España en el Siglo, sirve como base de mis comentarios en torno a lo que sin duda, será una pesada carga de éxito político que el Presidente Bernardo Arévalo le tocará honrar en su gestión. Nada fácil y menos sencillo, no nada más por lo pesado y tóxico de los tiempos actuales, sino por el carácter particular de lo que su padre llamo: socialismo espiritualista, como linea de pensamiento ideológico.

Olmedo hace una apretada síntesis de la historia de vida de Juan Josè Arévalo, a quien El identifica como “uno de los personajes más importes de la historia guatemalteca˝ y por supuesto en medio de los grises sobre este personaje que otros podrían señalar, sería necio, obtuso y hasta con aires de estupidez pretender regatear lo que este hombre, Juan Josè Arévalo, representa en la historia de lo que hoy es Guatemala. 

Olmedo señala que Arévalo, ˝Es recordado porque promovió un movimiento educativo sin precedentes hasta hoy día, en la construcción de escuelas, en el fortalecimiento de la educación popular, hasta los ámbitos de la universidad”. Extrañamente, siendo Olmedo un filosofo, educador y humanista, pone el énfasis en la construcción de escuelas y evita el aspecto mas relevante de la construcción ideológica del socialismo espiritualista con fundamento en la educación: un pensamiento profundo en la pedagogía educativa, que interpreta con claridad al hombre constituido por alma, cuerpo y espíritu.

Destaca, al menos para un servidor, la nota del intelectual y no menos político  que el columnista Olmedo señala, al recordarnos que Juan Josè Arévalo escribió el libro: LAS CUATRO RAICES DEL SERVILISMO. Solo el titulo del libro, traído a la vida social y política de nuestra Guatemala de hoy,  ya expresa una mente lucida y claramente antagónica a practicas que como el SERVILISMO – mucho interpretado como lo políticamente correcto del hoy – traicionan el carácter de un hombre regido por principios y valores esenciales en la conformación de sociedades verdaderamente libres, que comprende la hechura del hombre como alma, cuerpo y espíritu.

El nombre de Juan Josè Arévalo, refiere Olmedo, crece en prestigio académico, en tanto en Guatemala surge un movimiento social para derrocar la dictadura de los catorce años y ven en  Arévalo, un ideal para reconquistar la decencia y la honorabilidad del humillado, después que Guatemala ha sufrido la afrenta de setenta y cinco años de dictaduras, desde Rafael Carrera, Justo Rufino Barrios, Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico, quien osaba decir: “yo no tengo amigos, sino enemigos domesticados”. 

Cita también Olmedo un párrafo de uno de los discursos de Juan Josè Arévalo: “La dictadura es la más cómoda de las formas de gobernar, no se necesita talento, cultura ni experiencia; basta con cerrar el puño del axial para hacer caminar a los gobernados en forma de rebaño sumiso”, precisamente porque en el marco de la dictadura, existía inmadurez política, deshonestidad administrativa, arcaicas estructuras sociales y pauperismo económico. 

Ese párrafo sin duda, recoge mucho de lo mucho que vivimos hoy, en medio de una democracia electoral formal, pero que de beneficios y realidades buenas y sanas para la población, aun se queda en una gigantesca deuda.

Arévalo fue un presidente con orientación social y por ello se atrevió a proponer el Socialismo Espiritualista, que en sus palabras afirma: “No tenemos, dice en sus Escritos Políticos, simplemente un programa de gobierno, calculado para tres o cuatro presidentes sucesivos, sino que tenemos una propia doctrina filosófica, social y política que hemos llamado socialismo espiritualista, y que significa una verdadera innovación doctrinaria para nuestra América Latina, hasta ahora debatiéndose entre el conservatismo, el liberalismo y el marxismo”. 

Las fuentes de este pensamiento están en el justicialismo argentino, el aprismo peruano y los ideales de la juventud (por supuesto de los años 40’s y 50’s del siglo XX). Obvio que no se convierte en una doctrina, pero sí en una aspiración que él llamo: “justa y necesaria de transformación social y cambio en las estructuras y valores de nuestra sociedad clasista”. O sea, se podría interpretar como una tendencia social con aspiraciones de construir un mejor futuro con igualdad y seguridad. 

Cierro destacando el aspecto “espiritualista” de las ideas, porque sin duda, es este un aspecto que seguramente es para un buen numero de nuestros lideres contemporáneos, pragmáticos y corto placistas como les gusta identificarse, una idea muy grande para digerir y menos aun, considerar en este turbulenta época que vivimos. Ya profundizare más en este tópico.