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“Yo no me meto en política”

Pero, “yo no me meto en política” pues es sucia, corrupta, tramposa y llena de odio y traición de unos hacia otros.

Carolina Castellanos |
27 de enero, 2022

A lo largo de los años, sumado al empeoramiento de la situación política, económica y social de Guatemala y de los países vecinos, cada vez es más común escuchar esta frase. Después de todo, los que producimos y generamos empleos, sea por la vía formal o informal, estamos muy ocupados en hacer precisamente eso. Contribuimos con el crecimiento y desarrollo de Guatemala al generar empleos, productos y servicios, desde zanahorias, hasta mquinaria, bebidas y cuanta cosa encontramos en el mercado.

Así las cosas, leemos noticias en los medios de comunicación y en los abundantes chats. Comentamos respecto a un tema o el otro, nos enojamos cuando algún político actúa de forma equivocada según nuestro criterio, roba, abusa o lo que sea. Pero la mayoría no pasa de allí. Después de todo, debemos seguir trabajando, aunque siempre nos gusta meternos un poquito.

Todo lo anterior trasciende en las reuniones sociales y familiares. Obtenemos más insumos e información que trasladaremos a otros círculos sociales o laborales. En eso se resume la participación política de la mayoría de guatemaltecos.

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Por supuesto, este año es preelectoral así que el movimiento de piezas en el ajedrez de la vida pública se intensificará. El punto aquí es si realmente estamos incidiendo en las decisiones de los políticos o si solo es un tema más de conversación. ¿Habremos contribuido a cambiar el giro que lleva Guatemala? Me parece que muy poco, o nada.

Roderick Navarro, un político venezolano que reside en Brasil, escribió: “…un pueblo consciente de la amenaza que significa la izquierda. Esta amenaza, más allá de la política, es una que se cierne sobre la vida cotidiana del hombre”. 

Olavo de Carvahlo, asesor del Presidente Jair Bolsonaro de Brasil y recientemente fallecido, dijo “el comunismo no es un gran ideal que se pervirtió. Es una perversión que se vendió como un gran ideal”. ¿Cómo se lleva a cabo esa “venta”? Incidiendo en cada persona, comunidad, familia, en los negocios pequeños, en los campesinos, señoras que venden tortillas y todo aquel que ha recibido muy poca o nada educación y que ha vivido en pobreza y subdesarrollo toda su vida.

Los cantos de sirena que utilizan para vender ese “gran ideal” son embriagantes. Convencen a aquellos que tienen muy poco pues les ofrecen una vida llena de cosas gratis. Ya no tendrán que esforzarse tanto pues el gobierno se los dará. Tendrán dinero y acceso a educación y salud pues llegará “el gran salvador”, aquel político que se ha dedicado a sembrar la semilla que sabemos no va a fertilizar nunca, pero que convence a quienes realmente quieren creer en un mundo mejor.

Muchos han emigrado hacia el norte, endeudándose con los “coyotes”, arriesgando sus vidas, en la búsqueda de esa “vida mejor”. Se desintegran familias completas por ese sueño. Pero no todos tienen esa posibilidad por lo que se vuelven el epicentro de implantación de esa “nueva vida” que llegará con el “líder” que les resolverá todos sus problemas.

El sistema educativo, desastroso, anacrónico, atrasado y ahora con ideología, está convirtiendo a los niños en potenciales envidiosos de aquellos que tienen más. Odiarán a los que “no les costó” lo que tienen pues eso es lo que les dirán los maestros, influenciados por personas como el dirigente sindical, que vive como emperador gracias a nuestros impuestos.

Pero, “yo no me meto en política” pues es sucia, corrupta, tramposa y llena de odio y traición de unos hacia otros. Preferimos continuar con nuestra vida en libertad, pudiendo elegir qué vegetal comprar, mientras a nuestro alrededor hay muchas personas sembrando odio y queriendo cambiar todo esto para que ellos vivan mejor, no nosotros. El nombre del juego es dinero, siempre. ¿O ha visto usted a algún dirigente socialista que sea pobre? 

Es relativamente sencillo involucrarse. Tenemos a nuestro metro cuadrado de influencia: cónyuge, hijos, familia cercana, la señora de limpieza, el jardinero, quien lava el carro. 

El empresario, sea la señora que vende tortillas, el carpintero o el dueño de una gran empresa, tiene la capacidad de incidir simplemente resaltando la importancia de luchar y defender la libre empresa. Estará luchando por su empleo, por su forma de vida y el bienestar de su familia.

“Yo no me meto en política”

Pero, “yo no me meto en política” pues es sucia, corrupta, tramposa y llena de odio y traición de unos hacia otros.

Carolina Castellanos |
27 de enero, 2022

A lo largo de los años, sumado al empeoramiento de la situación política, económica y social de Guatemala y de los países vecinos, cada vez es más común escuchar esta frase. Después de todo, los que producimos y generamos empleos, sea por la vía formal o informal, estamos muy ocupados en hacer precisamente eso. Contribuimos con el crecimiento y desarrollo de Guatemala al generar empleos, productos y servicios, desde zanahorias, hasta mquinaria, bebidas y cuanta cosa encontramos en el mercado.

Así las cosas, leemos noticias en los medios de comunicación y en los abundantes chats. Comentamos respecto a un tema o el otro, nos enojamos cuando algún político actúa de forma equivocada según nuestro criterio, roba, abusa o lo que sea. Pero la mayoría no pasa de allí. Después de todo, debemos seguir trabajando, aunque siempre nos gusta meternos un poquito.

Todo lo anterior trasciende en las reuniones sociales y familiares. Obtenemos más insumos e información que trasladaremos a otros círculos sociales o laborales. En eso se resume la participación política de la mayoría de guatemaltecos.

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Por supuesto, este año es preelectoral así que el movimiento de piezas en el ajedrez de la vida pública se intensificará. El punto aquí es si realmente estamos incidiendo en las decisiones de los políticos o si solo es un tema más de conversación. ¿Habremos contribuido a cambiar el giro que lleva Guatemala? Me parece que muy poco, o nada.

Roderick Navarro, un político venezolano que reside en Brasil, escribió: “…un pueblo consciente de la amenaza que significa la izquierda. Esta amenaza, más allá de la política, es una que se cierne sobre la vida cotidiana del hombre”. 

Olavo de Carvahlo, asesor del Presidente Jair Bolsonaro de Brasil y recientemente fallecido, dijo “el comunismo no es un gran ideal que se pervirtió. Es una perversión que se vendió como un gran ideal”. ¿Cómo se lleva a cabo esa “venta”? Incidiendo en cada persona, comunidad, familia, en los negocios pequeños, en los campesinos, señoras que venden tortillas y todo aquel que ha recibido muy poca o nada educación y que ha vivido en pobreza y subdesarrollo toda su vida.

Los cantos de sirena que utilizan para vender ese “gran ideal” son embriagantes. Convencen a aquellos que tienen muy poco pues les ofrecen una vida llena de cosas gratis. Ya no tendrán que esforzarse tanto pues el gobierno se los dará. Tendrán dinero y acceso a educación y salud pues llegará “el gran salvador”, aquel político que se ha dedicado a sembrar la semilla que sabemos no va a fertilizar nunca, pero que convence a quienes realmente quieren creer en un mundo mejor.

Muchos han emigrado hacia el norte, endeudándose con los “coyotes”, arriesgando sus vidas, en la búsqueda de esa “vida mejor”. Se desintegran familias completas por ese sueño. Pero no todos tienen esa posibilidad por lo que se vuelven el epicentro de implantación de esa “nueva vida” que llegará con el “líder” que les resolverá todos sus problemas.

El sistema educativo, desastroso, anacrónico, atrasado y ahora con ideología, está convirtiendo a los niños en potenciales envidiosos de aquellos que tienen más. Odiarán a los que “no les costó” lo que tienen pues eso es lo que les dirán los maestros, influenciados por personas como el dirigente sindical, que vive como emperador gracias a nuestros impuestos.

Pero, “yo no me meto en política” pues es sucia, corrupta, tramposa y llena de odio y traición de unos hacia otros. Preferimos continuar con nuestra vida en libertad, pudiendo elegir qué vegetal comprar, mientras a nuestro alrededor hay muchas personas sembrando odio y queriendo cambiar todo esto para que ellos vivan mejor, no nosotros. El nombre del juego es dinero, siempre. ¿O ha visto usted a algún dirigente socialista que sea pobre? 

Es relativamente sencillo involucrarse. Tenemos a nuestro metro cuadrado de influencia: cónyuge, hijos, familia cercana, la señora de limpieza, el jardinero, quien lava el carro. 

El empresario, sea la señora que vende tortillas, el carpintero o el dueño de una gran empresa, tiene la capacidad de incidir simplemente resaltando la importancia de luchar y defender la libre empresa. Estará luchando por su empleo, por su forma de vida y el bienestar de su familia.