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Década clave para la transición energética en Latinoamérica

Arte: Gabo@
Braulio Palacios y Marcos Suárez Sipmann
01 de febrero, 2024

Latinoamérica aspira a una menor dependencia de los combustibles fósiles. Un análisis de McKinsey & Co. marca que la demanda de carbón o gas —por mencionar algunos— para generar electricidad mantendrá una participación cada vez menor de aquí al 2030.

Qué destacar. Lucas Gastaldi, socio de la consultora, comentó que los derivados fósiles alcanzarán su pico máximo entre 2027 y 2030. Su peso en la matriz energética regional no desaparecerá, pero su participación no superará el 25% al final de la década.

  • Si bien Latinoamérica demandará un 9% más de combustible fósil en los próximos seis años, en comparación al covid-19 (2020), lo reduciría en 53 para 2050. Lejos quedarían los grandes consumos que hubo en años anteriores, como 2014.

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  • Por otro lado, hacia 2030, el 76% de la generación de energía total en la región será con renovables. Por ejemplo, la tecnología eólica crecería entre el 20 y 25%, con mayor preponderancia en 2050.

  • La transición energética en el bloque latino estaría ligada a cuestiones climáticas. Hay un claro aumento del calentamiento global a corto-medio plazo. Habría graves consecuencias, principalmente para Centroamérica: sequías, inundaciones, pérdida de productividad en construcción y cosechas.

Entre líneas. La COP28, la más reciente, puso en marcha un fondo climático para financiar pérdidas y daños en los países más vulnerables. Nuestras naciones y sectores productivos son conscientes que deben migrar hacia las fuentes limpias.

  • En ese sentido, hubo acuerdos en escalar las renovables hacia el 2030. Agilizar la velocidad de la eficiencia de las nuevas tecnologías para su implementación. Lo más importante: comenzar a transicionar fuera de los fósiles.

  • Sobre lo anterior, recae el dilema si se tendrá suficiente materia prima —litio, acero, cobre—, infraestructura, talento humano y calidad de manufactura. Según Gastaldi, no hay claridad al respecto. Sin embargo, en Latinoamérica es un hecho que la transición empezó. “De eso, no hay dudas”, enfatizó.

  • Los cambios para una mayor capacidad instalada de renovables no se verán reflejados de inmediato. Si se dan, serán más relevantes a partir del 2030. Para 2050, más de la mitad de la demanda de la energía primaria (antes de los procesos productivos) será con fuentes limpias.

Ecos regionales. Joana Pascual, oficial principal de inversiones de infraestructura y energía de BID Invest, compartió lecciones aprendidas del sector energético de Uruguay, un caso que puede llevar a Guatemala a reflexionar.

  • Los uruguayos aprendieron a las “malas” que su matriz no era tan sólida y diversificada. No imaginaron que grandes sequías, entre 2008 y 2009, obligarían a importar energía fósil. Esas compras significaron un “batacazo presupuestal” de US$500M. El gobierno echó mano de un fondo para mitigar el impacto.

  • “He escuchado que Guatemala tiene una matriz diversificada. No obstante, el 52% es hidro. Conviene diversificar más. Tiene un potencial grande para buscar fuentes alternativas ante los severos cambios de clima, que vienen para quedarse”, comentó Pascual.

  • Con lo vivido, Uruguay ajustó la composición renovable no convencional. Los resultados llegaron 10 años después. El 91% de la matriz es renovable, y de eso, más del 35 es eólica y solar. Además, al tener una capacidad instalada superior a sus necesidades, exporta energía, favoreciendo las arcas del Estado.

Sí, pero. Las renovables se enfrentan a una serie de desafíos. El incremento del precio de la energía ha causado un aumento en la inflación y los tipos de interés. Esto afecta a los proyectos de almacenamiento y energías renovables de capital intensivo.

  • La empresa intensiva en capital es aquella que requiere alta dosis de recursos financieros permanentes para sus necesidades de inversión y gastos operativos estructurales.

  • Las cadenas de suministro y los recursos minerales estratégicos (litio, cobre, níquel, cobalto) están altamente concentrados. Es el caso del papel sobredimensionado de China (mayor constructora de paneles y potente industria minera). Es motivo de inseguridad porque tiene “la sartén por el mango”.

  • Se requiere una expansión de la red eléctrica. “Sol y viento hay que traerlo de donde haya”, en palabras de Nicolás Daher, Lead Energy Analyst. La solución de la UE: una mayor interconexión y robustez de redes. Para así llevar la solar al norte y traer la eólica al sur de Europa.

Conclusiones. Las renovables avanzan a paso firme. Entre los motivos subrayamos dos. En especial, conviene tener en cuenta que su coste se viene reduciendo gracias a los constantes avances tecnológicos.

  • El otro factor mencionable es que, en 2022, con la invasión de Ucrania, se produjo la crisis del gas. La UE empezó a poner el foco en el esencial concepto de “seguridad energética”.

  • La transición energética, amén de sus numerosas ventajas, es considerada cada vez más como pilar de esa seguridad.

  • En Latinoamérica, transición y seguridad son, si cabe, aún más importantes. Impulsan un desarrollo económico sostenible que por ende mejora la calidad de vida de su población.

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Década clave para la transición energética en Latinoamérica

Arte: Gabo@
Braulio Palacios y Marcos Suárez Sipmann
01 de febrero, 2024

Latinoamérica aspira a una menor dependencia de los combustibles fósiles. Un análisis de McKinsey & Co. marca que la demanda de carbón o gas —por mencionar algunos— para generar electricidad mantendrá una participación cada vez menor de aquí al 2030.

Qué destacar. Lucas Gastaldi, socio de la consultora, comentó que los derivados fósiles alcanzarán su pico máximo entre 2027 y 2030. Su peso en la matriz energética regional no desaparecerá, pero su participación no superará el 25% al final de la década.

  • Si bien Latinoamérica demandará un 9% más de combustible fósil en los próximos seis años, en comparación al covid-19 (2020), lo reduciría en 53 para 2050. Lejos quedarían los grandes consumos que hubo en años anteriores, como 2014.

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  • Por otro lado, hacia 2030, el 76% de la generación de energía total en la región será con renovables. Por ejemplo, la tecnología eólica crecería entre el 20 y 25%, con mayor preponderancia en 2050.

  • La transición energética en el bloque latino estaría ligada a cuestiones climáticas. Hay un claro aumento del calentamiento global a corto-medio plazo. Habría graves consecuencias, principalmente para Centroamérica: sequías, inundaciones, pérdida de productividad en construcción y cosechas.

Entre líneas. La COP28, la más reciente, puso en marcha un fondo climático para financiar pérdidas y daños en los países más vulnerables. Nuestras naciones y sectores productivos son conscientes que deben migrar hacia las fuentes limpias.

  • En ese sentido, hubo acuerdos en escalar las renovables hacia el 2030. Agilizar la velocidad de la eficiencia de las nuevas tecnologías para su implementación. Lo más importante: comenzar a transicionar fuera de los fósiles.

  • Sobre lo anterior, recae el dilema si se tendrá suficiente materia prima —litio, acero, cobre—, infraestructura, talento humano y calidad de manufactura. Según Gastaldi, no hay claridad al respecto. Sin embargo, en Latinoamérica es un hecho que la transición empezó. “De eso, no hay dudas”, enfatizó.

  • Los cambios para una mayor capacidad instalada de renovables no se verán reflejados de inmediato. Si se dan, serán más relevantes a partir del 2030. Para 2050, más de la mitad de la demanda de la energía primaria (antes de los procesos productivos) será con fuentes limpias.

Ecos regionales. Joana Pascual, oficial principal de inversiones de infraestructura y energía de BID Invest, compartió lecciones aprendidas del sector energético de Uruguay, un caso que puede llevar a Guatemala a reflexionar.

  • Los uruguayos aprendieron a las “malas” que su matriz no era tan sólida y diversificada. No imaginaron que grandes sequías, entre 2008 y 2009, obligarían a importar energía fósil. Esas compras significaron un “batacazo presupuestal” de US$500M. El gobierno echó mano de un fondo para mitigar el impacto.

  • “He escuchado que Guatemala tiene una matriz diversificada. No obstante, el 52% es hidro. Conviene diversificar más. Tiene un potencial grande para buscar fuentes alternativas ante los severos cambios de clima, que vienen para quedarse”, comentó Pascual.

  • Con lo vivido, Uruguay ajustó la composición renovable no convencional. Los resultados llegaron 10 años después. El 91% de la matriz es renovable, y de eso, más del 35 es eólica y solar. Además, al tener una capacidad instalada superior a sus necesidades, exporta energía, favoreciendo las arcas del Estado.

Sí, pero. Las renovables se enfrentan a una serie de desafíos. El incremento del precio de la energía ha causado un aumento en la inflación y los tipos de interés. Esto afecta a los proyectos de almacenamiento y energías renovables de capital intensivo.

  • La empresa intensiva en capital es aquella que requiere alta dosis de recursos financieros permanentes para sus necesidades de inversión y gastos operativos estructurales.

  • Las cadenas de suministro y los recursos minerales estratégicos (litio, cobre, níquel, cobalto) están altamente concentrados. Es el caso del papel sobredimensionado de China (mayor constructora de paneles y potente industria minera). Es motivo de inseguridad porque tiene “la sartén por el mango”.

  • Se requiere una expansión de la red eléctrica. “Sol y viento hay que traerlo de donde haya”, en palabras de Nicolás Daher, Lead Energy Analyst. La solución de la UE: una mayor interconexión y robustez de redes. Para así llevar la solar al norte y traer la eólica al sur de Europa.

Conclusiones. Las renovables avanzan a paso firme. Entre los motivos subrayamos dos. En especial, conviene tener en cuenta que su coste se viene reduciendo gracias a los constantes avances tecnológicos.

  • El otro factor mencionable es que, en 2022, con la invasión de Ucrania, se produjo la crisis del gas. La UE empezó a poner el foco en el esencial concepto de “seguridad energética”.

  • La transición energética, amén de sus numerosas ventajas, es considerada cada vez más como pilar de esa seguridad.

  • En Latinoamérica, transición y seguridad son, si cabe, aún más importantes. Impulsan un desarrollo económico sostenible que por ende mejora la calidad de vida de su población.