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Caro pastel repartido entre 106 y una manzana podrida

Redacción República
06 de diciembre, 2014

Hay tanto que quiero ver, que quiero entender. Se me antojó ir al “centro”, como le decía mi mamá y mis tías a la zona 1. Me interesa ver cómo se ha ido desarrollando la democracia luego de la firma de la paz, quería ver si la prosperidad y el desarrollo anunciado se cumplió. Me dicen que no como se esperaba, hay muchos lastres que lo han impedido.

Uno de ellos, un grupo de ambiciosos y lagartos a los que ahora se les llama “clase política”, se ha ido enquistando en puestos de poder, a donde se llega por dinero y no por méritos. Y una vez allí se dedican a transar y transar para hacer todavía más dinero. La corrupción parece ser el cáncer de nuestro país, que ya ha empezado a ser terminal por la metástasis que presenta.

Es día de mercado, quiero manzanas frescas, tal vez algún membrillo. En esa búsqueda estaba cuando un amigo dice que me invita a ir al zoológico que está cerca del mercado central. “¿Cómo así?”, le digo. Se ríe y me aclara que se trata del Congreso de la República, donde se lleva a cabo una votación importante para el destino del país. “Luego vamos por tus frutas”, me dice.

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Así que vamos al Palacio Legislativo, al entrar al famoso hemiciclo escucho a un señor canoso que parece estar rezando el rosario a la manera de las viejitas que quieren salir de paso: No se le entiende nada.

Me quedo en una pieza cuando me entero que eso que lee en jerigonza es nada más y nada menos que el proyecto de presupuesto del país para el año que viene. ¿Cómo pueden los otros diputados conocer los detalles de este importante documento si se lee de manera absurda?

Me entero que no hace falta, que lo que se hace en el Pleno del Congreso no es más que una formalidad. Aunque sí hay de mesas de expertos; las reuniones que realmente pesan se llevan a cabo en hoteles de 4 y 5 estrellas. “¿Qué qué?”, alcanzo a decir.

Se dice que en habitaciones lujosas, donde apenas caben los aborazados, piden finos licores y viandas mientras los destinos del país se discuten alrededor de enormes camas. Sigo sin salir de mi asombro. Es más, me dicen que a la gente verdaderamente interesada en un presupuesto bien planteado y transparente le dijeron que sí estaban trabajando en él, pero les jugaron la vuelta.

Porque en las otras reuniones, las que sí contaron, se estaban repartiendo un pastelón. O sea, les viene guango los intereses de quienes los eligieron, aquí cada decisión es una oportunidad de enriquecerse. Algo todavía más raro para el observador común es que los alegres ladrones pertenecen a bandos opuestos, o eso dicen.

Por un lado un partido que está en el poder llenándose los bolsillos pero que sabe que no ganará las próximas elecciones, por el otro un partido que según sus propios pronósticos y encuestas sí ganará. ¿Para qué pelear? Si el destino está echado, según ellos, mejor libar y brindar para que todos queden contentos. Pero para ajustar los 106 votos que se necesitaban para aprobar sus intenciones llamaron también a un partido supuestamente nuevo compuesto por algunos renegados de otros. Les brillaron los ojitos cuando los invitaron a jugar a las ligas mayores de la corrupción.

En negociaciones oscuras metieron varios inesperados y misteriosos cambios en el presupuesto. Por ejemplo, hace algunos meses dicen que vieron a varios diputados y otros políticos creando Organizaciones No Gubernamentales (ONG), o comprando los derechos de otras que ya existen. Y luego resultó que en el presupuesto aprobado se incluye la posibilidad de que tales ONGs pueden hacer obras por medio de los alcaldes, cuando por problemas de corrupción eso se había prohibido.

Esto no sólo les permitirá hacer millonarios negocios sobrevalorados sino también hacer campaña para las elecciones generales que se harán dentro de un año. O sea, negocio redondo. Apenas uno de los que se hicieron.

En el Pleno, ese fatídico viernes, el grupo de los 106 anticaballeros de la cama cuadrada se abren paso y votan por lo pactado ante la mirada atónita de quienes siguen el proceso, en persona y a la distancia. Dos meses de análisis y propuestas para un presupuesto adecuado se van por el caño. Claro, dicen quienes conocen mejor a estos individuos que por Q500 mil y Q1 millón por voto estos amaestrados son capaces de cualquier cosa, hasta bailar descalzos haciendo el moonwalk, como Michael Jackson, pero sobre carbón prendido.

Unos días después, al ver poco a poco las repercusiones de lo aprobado, quiero pensar que habrán maneras y medios para que la gente honesta se entere y pida respeto a sus derechos, pues, está claro, quienes pagarán por la comilona de este pastel (Q70 mil millones y medio para que políticos hagan lo que quieren) serán los ciudadanos de a pie y sus descendientes.

La prensa, se me ocurre, puede hacer algo, ser caja de resonancia de la verdad. Mis amigos me miran con tristeza y sarcasmo. Me dicen: “¿Recuerdas la metástasis del cáncer de la corrupción de la que hablábamos? Vamos por tus manzanas y tus membrillos”.

En lugar de detenernos en el mercado central seguimos de largo al Palacio Nacional, ahora de la cultura. Allí se lleva a cabo una peculiar elección. Como cada año, los reporteros que cubren esa fuente noticiosa votan por el funcionario que es más accesible a la prensa. Este tema ha sido espinoso este año pues periodistas han sido agredidos y aislados por increpar o cuestionar al gobernante y a su segunda al mando. Uno de estos valientes periodistas estuvo a punto de perder un ojo por un golpe que le dio un “colega” de un medio que apoya lo oficial. Durante todo el año han ocultado, tergiversado y enredado la información para confundir a la opinión pública.

No obstante, la vice recibe el premio de la manzana. Ella se esfuerza por recibirlo como una reina de belleza, como una princesa de cuento. Pero lo único que consigue es parecer de las peores malvadas y brujas de estos relatos, que con mirada oscura y risa diabólica parece decir “nadie se interpone en mi camino”.

Pregunto: ¿Cómo pasó esto? Me dicen que hay varias teorías. Para empezar, ahora hay varios medios proclives a los gobernantes, tanto estatales como privados. Reporteros de telenoticieros, radios, revistas y periódicos de tinte oficialista se mezclan en el grupo de la verdadera prensa y le hacen la vida más llevadera a los funcionarios ineficientes. Ellos promovieron el premio para la vicemandataria y para lograrlo incluso falsificaron firmas. Todo para complacer el capricho de la exreina de belleza.

Pero se dice que aquí también hubo pago. Unos hablan de míseros Q1 mil (otros que bien bailan, ¿están entrenando para poder cobrar medio millón con los años?), otros de viajes de lujo con todo pagado que fueron hechos durante los meses anteriores para irlos ablandando…

Pero el guatemalteco honesto no se queda callado jamás, sigue siendo contestatario, aunque los malos parecen ir cobrando más y más fuerza. Una esperanza parece brillar lejana. Es posible que le quiten la manzana a la malvada, y hay una pequeña posibilidad de que se dé marcha atrás con el presupuesto. ¿Se logrará?

Mientras tanto, yo le hinco el diente a la manzana más agridulce que he probado jamás.

Caro pastel repartido entre 106 y una manzana podrida

Redacción República
06 de diciembre, 2014

Hay tanto que quiero ver, que quiero entender. Se me antojó ir al “centro”, como le decía mi mamá y mis tías a la zona 1. Me interesa ver cómo se ha ido desarrollando la democracia luego de la firma de la paz, quería ver si la prosperidad y el desarrollo anunciado se cumplió. Me dicen que no como se esperaba, hay muchos lastres que lo han impedido.

Uno de ellos, un grupo de ambiciosos y lagartos a los que ahora se les llama “clase política”, se ha ido enquistando en puestos de poder, a donde se llega por dinero y no por méritos. Y una vez allí se dedican a transar y transar para hacer todavía más dinero. La corrupción parece ser el cáncer de nuestro país, que ya ha empezado a ser terminal por la metástasis que presenta.

Es día de mercado, quiero manzanas frescas, tal vez algún membrillo. En esa búsqueda estaba cuando un amigo dice que me invita a ir al zoológico que está cerca del mercado central. “¿Cómo así?”, le digo. Se ríe y me aclara que se trata del Congreso de la República, donde se lleva a cabo una votación importante para el destino del país. “Luego vamos por tus frutas”, me dice.

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Así que vamos al Palacio Legislativo, al entrar al famoso hemiciclo escucho a un señor canoso que parece estar rezando el rosario a la manera de las viejitas que quieren salir de paso: No se le entiende nada.

Me quedo en una pieza cuando me entero que eso que lee en jerigonza es nada más y nada menos que el proyecto de presupuesto del país para el año que viene. ¿Cómo pueden los otros diputados conocer los detalles de este importante documento si se lee de manera absurda?

Me entero que no hace falta, que lo que se hace en el Pleno del Congreso no es más que una formalidad. Aunque sí hay de mesas de expertos; las reuniones que realmente pesan se llevan a cabo en hoteles de 4 y 5 estrellas. “¿Qué qué?”, alcanzo a decir.

Se dice que en habitaciones lujosas, donde apenas caben los aborazados, piden finos licores y viandas mientras los destinos del país se discuten alrededor de enormes camas. Sigo sin salir de mi asombro. Es más, me dicen que a la gente verdaderamente interesada en un presupuesto bien planteado y transparente le dijeron que sí estaban trabajando en él, pero les jugaron la vuelta.

Porque en las otras reuniones, las que sí contaron, se estaban repartiendo un pastelón. O sea, les viene guango los intereses de quienes los eligieron, aquí cada decisión es una oportunidad de enriquecerse. Algo todavía más raro para el observador común es que los alegres ladrones pertenecen a bandos opuestos, o eso dicen.

Por un lado un partido que está en el poder llenándose los bolsillos pero que sabe que no ganará las próximas elecciones, por el otro un partido que según sus propios pronósticos y encuestas sí ganará. ¿Para qué pelear? Si el destino está echado, según ellos, mejor libar y brindar para que todos queden contentos. Pero para ajustar los 106 votos que se necesitaban para aprobar sus intenciones llamaron también a un partido supuestamente nuevo compuesto por algunos renegados de otros. Les brillaron los ojitos cuando los invitaron a jugar a las ligas mayores de la corrupción.

En negociaciones oscuras metieron varios inesperados y misteriosos cambios en el presupuesto. Por ejemplo, hace algunos meses dicen que vieron a varios diputados y otros políticos creando Organizaciones No Gubernamentales (ONG), o comprando los derechos de otras que ya existen. Y luego resultó que en el presupuesto aprobado se incluye la posibilidad de que tales ONGs pueden hacer obras por medio de los alcaldes, cuando por problemas de corrupción eso se había prohibido.

Esto no sólo les permitirá hacer millonarios negocios sobrevalorados sino también hacer campaña para las elecciones generales que se harán dentro de un año. O sea, negocio redondo. Apenas uno de los que se hicieron.

En el Pleno, ese fatídico viernes, el grupo de los 106 anticaballeros de la cama cuadrada se abren paso y votan por lo pactado ante la mirada atónita de quienes siguen el proceso, en persona y a la distancia. Dos meses de análisis y propuestas para un presupuesto adecuado se van por el caño. Claro, dicen quienes conocen mejor a estos individuos que por Q500 mil y Q1 millón por voto estos amaestrados son capaces de cualquier cosa, hasta bailar descalzos haciendo el moonwalk, como Michael Jackson, pero sobre carbón prendido.

Unos días después, al ver poco a poco las repercusiones de lo aprobado, quiero pensar que habrán maneras y medios para que la gente honesta se entere y pida respeto a sus derechos, pues, está claro, quienes pagarán por la comilona de este pastel (Q70 mil millones y medio para que políticos hagan lo que quieren) serán los ciudadanos de a pie y sus descendientes.

La prensa, se me ocurre, puede hacer algo, ser caja de resonancia de la verdad. Mis amigos me miran con tristeza y sarcasmo. Me dicen: “¿Recuerdas la metástasis del cáncer de la corrupción de la que hablábamos? Vamos por tus manzanas y tus membrillos”.

En lugar de detenernos en el mercado central seguimos de largo al Palacio Nacional, ahora de la cultura. Allí se lleva a cabo una peculiar elección. Como cada año, los reporteros que cubren esa fuente noticiosa votan por el funcionario que es más accesible a la prensa. Este tema ha sido espinoso este año pues periodistas han sido agredidos y aislados por increpar o cuestionar al gobernante y a su segunda al mando. Uno de estos valientes periodistas estuvo a punto de perder un ojo por un golpe que le dio un “colega” de un medio que apoya lo oficial. Durante todo el año han ocultado, tergiversado y enredado la información para confundir a la opinión pública.

No obstante, la vice recibe el premio de la manzana. Ella se esfuerza por recibirlo como una reina de belleza, como una princesa de cuento. Pero lo único que consigue es parecer de las peores malvadas y brujas de estos relatos, que con mirada oscura y risa diabólica parece decir “nadie se interpone en mi camino”.

Pregunto: ¿Cómo pasó esto? Me dicen que hay varias teorías. Para empezar, ahora hay varios medios proclives a los gobernantes, tanto estatales como privados. Reporteros de telenoticieros, radios, revistas y periódicos de tinte oficialista se mezclan en el grupo de la verdadera prensa y le hacen la vida más llevadera a los funcionarios ineficientes. Ellos promovieron el premio para la vicemandataria y para lograrlo incluso falsificaron firmas. Todo para complacer el capricho de la exreina de belleza.

Pero se dice que aquí también hubo pago. Unos hablan de míseros Q1 mil (otros que bien bailan, ¿están entrenando para poder cobrar medio millón con los años?), otros de viajes de lujo con todo pagado que fueron hechos durante los meses anteriores para irlos ablandando…

Pero el guatemalteco honesto no se queda callado jamás, sigue siendo contestatario, aunque los malos parecen ir cobrando más y más fuerza. Una esperanza parece brillar lejana. Es posible que le quiten la manzana a la malvada, y hay una pequeña posibilidad de que se dé marcha atrás con el presupuesto. ¿Se logrará?

Mientras tanto, yo le hinco el diente a la manzana más agridulce que he probado jamás.