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Un movimiento que devuelve vida

Redacción República
30 de mayo, 2014
Cuando el despertador suena a las 5:00 horas, Andrés no espera cinco minutos para levantarse, al contrario, lo hace de inmediato, porque no quiere perder tiempo para ser testigo de que alguien por primera vez moverá sus dedeos y sonreirá de felicidad al descubrir que su cuerpo comienza a tener movilidad después de años postrado en una cama. 
Ese alguien desde niño fue abandonado en un hospital; quizá por tener capacidades diferentes, o tal vez porque sus familiares no contaban con los recursos económicos para cuidar de ellos. No se sabe, lo cierto es que existen personas como Andrés, quienes se profesionalizan para ayudar a mucha gente a rehabilitarse físicamente. 
Andrés Ceballos es un joven fisioterapeuta de 26 años de edad, apasionado por ser un instrumento para lograr que niños y adultos mayores tengan una buena calidad de vida a través de ejercicios y terapias que los ayuden a desarrollar la movilidad de su cuerpo por sufrir parálisis cerebral, autismo, derrames, accidentes, entre otros. 

‘Me llena tanto ver cómo responde el cuerpo de la persona, como se fortalecen sus piernas, su espalda, pero sobre todo me satisface verlos motivados y felices porque se sienten útiles e independientes’, expresa el entrevistado. 
El fisioterapeuta cuenta que desde que cerró su carrera técnica y estudió la licenciatura supo que estaba destinado a ayudar a niños y ancianos para rehabilitarlos, aunque al principio su intención al escoger esa profesión fue porque le gustaba las actividades físicas. Pero al hacer sus prácticas se dio cuenta que su carrera iba más allá de eso. 
Andrés Ceballos, todos los días por las mañanas se dedica a dar terapias a jóvenes, quienes desde niños viven en la casa hogar Marina Guirola, ubicada en zona 2 de la ciudad capital, ya que fueron abandonados por sus familias debido a sus capacidades especiales. Por las tardes, el profesional rehabilita a adultos mayores. 
Cuenta que ver cambios en los pacientes es un proceso porque cada caso es diferente, primero los evalúan para conocer la situación en la que se encuentran, en base a eso se estatablecen objetivos a corto, mediano y largo plazo para ver progresos en su recuperación física. 
‘Algunos tienen sus piernas muy atrofiadas, otros no pueden mover sus brazos, pero poco a poco van desarrollando la movilidad, las terapias son funcionales’, enfatiza el fisioterapeuta. Recalca que nadie sabe cuándo pueda necesitar de una terapia, ya que cualquiera puede estar propenso a un accidente o una enfermedad que lo puede dejar parapléjico. 
Actualmente, Andrés cursa el segundo año de la maestría en psicología y salud mental, ya que quiere seguir aprendiendo cómo ayudar a las personas.

‘Ellos también tienen sus sentimientos; se alegran, se enojan; necesitan que alguien los escuche y los comprenda, por eso quise estudiar psicología para atenderlos en esas áreas. Uno se vuelve parte de la familia de ellos. Esta profesión es 100% vocación’, agrega.

Desconocimiento sobre la fisioterapia y poco interés del Gobierno en el tema
‘Cuando alguien se entera que soy fisioterapeuta me dice: haceme un mi masaje. Nuestra carrera no es de dar masajes; está enfocada en rehabilitar problemas neurológicos, de traumatología, en fortalecer la musculatura, en prevenir lesiones. Hay ignorancia en el tema’, lamenta Andrés Ceballos. 
También indica que las autoridades de Gobierno no le dan importancia a la fisioterapia, sin darse cuenta que existen muchas personas que necesitan de una. Andrés recuerda que cuando trabajó en hospitales nacionales se dio cuenta que había pocos recursos para atender a los pacientes, ya que en ocasiones solamente dos o tres fisioterapeutas tenían que atender entre 30 y 40 personas, así comprobó que no se valora esa área. 
‘Hay gente que no cuenta con recursos económicos para pagar una terapia, en algunos lugares privados una sesión cuesta hasta Q500. El Gobierno debería prestarle más atención al tema, muchas personas lo necesitan’, enfatiza.
Casa hogar en pro de la fisioterapia

Desde el 2001 la casa hogar ‘Marina Guirola’ funciona en la 6 avenida 4-30, zona 2 capitalina, frente al parque Jocotenango, para albergar a jóvenes y niños con capacidades especiales, rescatados por un grupo de religiosas después de ser abandonados en hospitales y en la puerta de la casa hogar. En total atienden a 20 pacientes, que reciben terapias, ejercicios y clases, siendo cuidados con mucho amor durante 13 años, desde que eran pequeños.
‘Pareciera que no, pero hay lugares, como el nuestro, que creen en la rehabilitación física de las personas, principalmente en aquellas que no cuentan con familia ni recursos para una terapia’, dice Sor Dolores, directora de la casa hogar.
Sor Dolores explica que a pesar de las dificultades que enfrentan, principalmente económicas, para poder atender a los niños y jóvenes que albergan, han tenido respuesta positiva de las personas, ya que muchas han llegado a la casa hogar para hacer donaciones monetarias y de equipo, para que los pacientes cuenten con herramientas necesarias para su rehabilitación, aunque recalca que hace falta mucho por hacer. La religiosa lamenta no contar con la ayuda del Estado, ya que indica que eso fortalecería las rehabilitaciones porque podría contarse con más equipo
La casa hogar cuenta con un espacio donde los pacientes reciben las terapias, otro donde están los dormitorios, un comedor. El equipo de trabajo lo conforman seis personas, entre los fisioterapeutas y quienes velan por ellos tiempo completo para bañarlos, cambiarlos, darles de comer, entre otras actividades.
‘Es una alegría cuando vienen personas para jugar con ellos y sacarlos a pasear al parque’, expresa Sor Dolores, y agrega que todo tipo de ayuda que reciben es bienvenida y la agradecen de corazón.
Sor Dolores, de origen salvadoreño, dice que a pesar de llevar casi 30 años dedicándose al cuidado de niños y jóvenes de varios países y  en diferentes circunstancias, su experiencia en Guatemala ha sido única ya que siente satisfacción al ver los cambios de los pacientes cuando pueden moverse por sí solos.
‘Las diferentes experiencias son las riquezas de la vida’, concluye.
Si quiere colaborar con la casa hogar ‘Marina Guirola’, puede hacer sus donaciones a la cuenta monetaria 000-3014120-6 a nombre de Asociación Cultural Misioneras Somascas.

Un movimiento que devuelve vida

Redacción República
30 de mayo, 2014
Cuando el despertador suena a las 5:00 horas, Andrés no espera cinco minutos para levantarse, al contrario, lo hace de inmediato, porque no quiere perder tiempo para ser testigo de que alguien por primera vez moverá sus dedeos y sonreirá de felicidad al descubrir que su cuerpo comienza a tener movilidad después de años postrado en una cama. 
Ese alguien desde niño fue abandonado en un hospital; quizá por tener capacidades diferentes, o tal vez porque sus familiares no contaban con los recursos económicos para cuidar de ellos. No se sabe, lo cierto es que existen personas como Andrés, quienes se profesionalizan para ayudar a mucha gente a rehabilitarse físicamente. 
Andrés Ceballos es un joven fisioterapeuta de 26 años de edad, apasionado por ser un instrumento para lograr que niños y adultos mayores tengan una buena calidad de vida a través de ejercicios y terapias que los ayuden a desarrollar la movilidad de su cuerpo por sufrir parálisis cerebral, autismo, derrames, accidentes, entre otros. 

‘Me llena tanto ver cómo responde el cuerpo de la persona, como se fortalecen sus piernas, su espalda, pero sobre todo me satisface verlos motivados y felices porque se sienten útiles e independientes’, expresa el entrevistado. 
El fisioterapeuta cuenta que desde que cerró su carrera técnica y estudió la licenciatura supo que estaba destinado a ayudar a niños y ancianos para rehabilitarlos, aunque al principio su intención al escoger esa profesión fue porque le gustaba las actividades físicas. Pero al hacer sus prácticas se dio cuenta que su carrera iba más allá de eso. 
Andrés Ceballos, todos los días por las mañanas se dedica a dar terapias a jóvenes, quienes desde niños viven en la casa hogar Marina Guirola, ubicada en zona 2 de la ciudad capital, ya que fueron abandonados por sus familias debido a sus capacidades especiales. Por las tardes, el profesional rehabilita a adultos mayores. 
Cuenta que ver cambios en los pacientes es un proceso porque cada caso es diferente, primero los evalúan para conocer la situación en la que se encuentran, en base a eso se estatablecen objetivos a corto, mediano y largo plazo para ver progresos en su recuperación física. 
‘Algunos tienen sus piernas muy atrofiadas, otros no pueden mover sus brazos, pero poco a poco van desarrollando la movilidad, las terapias son funcionales’, enfatiza el fisioterapeuta. Recalca que nadie sabe cuándo pueda necesitar de una terapia, ya que cualquiera puede estar propenso a un accidente o una enfermedad que lo puede dejar parapléjico. 
Actualmente, Andrés cursa el segundo año de la maestría en psicología y salud mental, ya que quiere seguir aprendiendo cómo ayudar a las personas.

‘Ellos también tienen sus sentimientos; se alegran, se enojan; necesitan que alguien los escuche y los comprenda, por eso quise estudiar psicología para atenderlos en esas áreas. Uno se vuelve parte de la familia de ellos. Esta profesión es 100% vocación’, agrega.

Desconocimiento sobre la fisioterapia y poco interés del Gobierno en el tema
‘Cuando alguien se entera que soy fisioterapeuta me dice: haceme un mi masaje. Nuestra carrera no es de dar masajes; está enfocada en rehabilitar problemas neurológicos, de traumatología, en fortalecer la musculatura, en prevenir lesiones. Hay ignorancia en el tema’, lamenta Andrés Ceballos. 
También indica que las autoridades de Gobierno no le dan importancia a la fisioterapia, sin darse cuenta que existen muchas personas que necesitan de una. Andrés recuerda que cuando trabajó en hospitales nacionales se dio cuenta que había pocos recursos para atender a los pacientes, ya que en ocasiones solamente dos o tres fisioterapeutas tenían que atender entre 30 y 40 personas, así comprobó que no se valora esa área. 
‘Hay gente que no cuenta con recursos económicos para pagar una terapia, en algunos lugares privados una sesión cuesta hasta Q500. El Gobierno debería prestarle más atención al tema, muchas personas lo necesitan’, enfatiza.
Casa hogar en pro de la fisioterapia

Desde el 2001 la casa hogar ‘Marina Guirola’ funciona en la 6 avenida 4-30, zona 2 capitalina, frente al parque Jocotenango, para albergar a jóvenes y niños con capacidades especiales, rescatados por un grupo de religiosas después de ser abandonados en hospitales y en la puerta de la casa hogar. En total atienden a 20 pacientes, que reciben terapias, ejercicios y clases, siendo cuidados con mucho amor durante 13 años, desde que eran pequeños.
‘Pareciera que no, pero hay lugares, como el nuestro, que creen en la rehabilitación física de las personas, principalmente en aquellas que no cuentan con familia ni recursos para una terapia’, dice Sor Dolores, directora de la casa hogar.
Sor Dolores explica que a pesar de las dificultades que enfrentan, principalmente económicas, para poder atender a los niños y jóvenes que albergan, han tenido respuesta positiva de las personas, ya que muchas han llegado a la casa hogar para hacer donaciones monetarias y de equipo, para que los pacientes cuenten con herramientas necesarias para su rehabilitación, aunque recalca que hace falta mucho por hacer. La religiosa lamenta no contar con la ayuda del Estado, ya que indica que eso fortalecería las rehabilitaciones porque podría contarse con más equipo
La casa hogar cuenta con un espacio donde los pacientes reciben las terapias, otro donde están los dormitorios, un comedor. El equipo de trabajo lo conforman seis personas, entre los fisioterapeutas y quienes velan por ellos tiempo completo para bañarlos, cambiarlos, darles de comer, entre otras actividades.
‘Es una alegría cuando vienen personas para jugar con ellos y sacarlos a pasear al parque’, expresa Sor Dolores, y agrega que todo tipo de ayuda que reciben es bienvenida y la agradecen de corazón.
Sor Dolores, de origen salvadoreño, dice que a pesar de llevar casi 30 años dedicándose al cuidado de niños y jóvenes de varios países y  en diferentes circunstancias, su experiencia en Guatemala ha sido única ya que siente satisfacción al ver los cambios de los pacientes cuando pueden moverse por sí solos.
‘Las diferentes experiencias son las riquezas de la vida’, concluye.
Si quiere colaborar con la casa hogar ‘Marina Guirola’, puede hacer sus donaciones a la cuenta monetaria 000-3014120-6 a nombre de Asociación Cultural Misioneras Somascas.