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10 años de recibir clases en carnicería

Redacción República
19 de septiembre, 2014

Para los niños de párvulos, primero, segundo y
tercero primaria de la Escuela Rural Mixta Caserío Barrio La Esperanza, ubicada
en el municipio de Aguacatán, Huehuetenango, es normal recibir clases en un local que fue
construido para carnicerías, a donde tuvieron que irse porque ya no cabían
en su establecimiento debido a la sobrepoblación de alumnos. Su inocencia e ingenuidad refleja una sonrisa
en su rostro a pesar de las condiciones en que se encuentran. De lunes a
viernes, de 7:00 a 12:30 horas, los infantes permanecen en aquel lugar al que
llaman su segundo hogar. Además de aprender tienen un plato de comida, la que
para la mayoría es escasa en su casa.

A los maestros les dijeron que el traslado
sería provisional mientras se construían más aulas en la escuela; sin embargo,
han pasado más de 10 años y ese lugar se convirtió en la escuela permanente de
pequeños entre 4 y 7 años de edad. Son aproximadamente 25 niños los que reciben
clases en un espacio de tres por tres metros, siendo 250 alumnos en total.

“Allá abajo les toca”, fueron las palabras que
el director de ese entonces les dijo a las maestras para que se trasladaran a
ese lugar, ubicado a dos cuadras del parque central de Aguacatán, donde la
municipalidad pretendía colocar un mercado; y cuando fueron construidos los locales
para carnicerías se los prestaron a la escuela para alojar a los niños. Las
docentes recuerdan que unas tablas y un par de blocks eran los escritorios para
los alumnos. Ahora ya cuentan con pupitres normales, pero eso no es suficiente,
ya que el lugar no es apto para los pequeños, afirman las maestras.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Cuentan que los locales son incómodos, sólo
tienen una puerta y en las ventanas únicamente están puestas unas rejas, lo que
provoca que entre el agua cuando llueve. Además, el techo tiene agujeros.
Tampoco cuentan con servicios básicos y los baños que colocaron solamente están
cubiertos por unas cortinas, lo que pone en riesgo la salud de los niños.

Los infantes corren peligro porque el lugar
está al aire libre, no hay ninguna seguridad.
A la hora del recreo juegan en un espacio de terracería porque no hay pavimento y tampoco está delimitado.

Las maestras lamentan que, todos los días, al
llegar sus aulas tienen olor a cigarro u orines, ya que por las noches algunas
personas invaden el lugar porque no hay ningún tipo de seguridad. Incluso se
han robado materiales, por lo que optaron por llevárselos diariamente a sus hogares. Otra de las dificultades que tuvieron por muchos años
fue la instalación de la feria patronal en el lugar, porque quedaba toda la
basura regada y las maestras tenían que limpiar el lugar antes que llegaran los niños.

“Ellos se conforman con poco porque quieren aprender
y nosotros siempre buscamos la forma de entretenerlos”
, expresa una de las maestras
y agrega que los alumnos que más perciben la situación son los de tercero
primaria, quienes se ilusionan con estar en la “escuela grande”, como le llaman
al centro educativo, situado a 100 metros de donde se encuentran actualmente, ya que es allá donde se ubican cuarto, quinto y sexto primaria.

Las maestras indican que han pedido a las
autoridades solucionar el problema pero sus peticiones no son escuchadas. Han intentado hablar con el director pero el
tema le es indiferente, enfatizan. También los padres de familia han querido
intervenir pero no son tomados en cuenta. Se intentó localizar en varias ocasiones al director del establecimiento, Carlos Cardona Martínez, pero no respondió las llamadas.

Un caso desconocido por autoridades educativas

Bartolo López, director departamental de
educación de Huehuetenango, desconoce la situación de los alumnos; incluso se
sorprendió cuando fue

cuestionado sobre el caso porque le pareció ‘una exageración’ que sean
250 niños instalados en el lugar. Dice que no pueden ser tantos, a pesar que
las maestras indican que la Escuela Rural Mixta Caserío Barrio La Esperanza, Aguacatán, Huehuetenango, es una de las más
grandes de la región.

López asegura que no ha recibido ninguna
petición de ayuda en la Dirección Departamental durante este año tomó
posesión del cargo. Enfatiza que hará las averiguaciones respectivas para
conocer el caso y tomar las medidas pertinentes para que los niños sean llevados a un mejor lugar.
Asimismo, indicó que hay planes de un proyecto de construcción de escuelas en
Huehuetenango, promovido por una entidad de Alemania, y al conocer el caso a través de República.Gt se propondría un proyecto para ayudar a dicha escuela. 

La situación de la Escuela Rural Mixta Caserío
Barrio La Esperanza refleja las condiciones precarias que decenas de niños enfrentan en el interior del país para recibir educación. Este es uno de los muchos casos que podrían darse en otros establecimientos sin que las autoridades estén enteradas.

Si usted conoce algún caso similar denúncielo, y envíe sus fotografía a [email protected] para que el Ministerio de Educación se entere y tome las medidas necesarias para que los niños puedan estudiar en condiciones óptimas.

10 años de recibir clases en carnicería

Redacción República
19 de septiembre, 2014

Para los niños de párvulos, primero, segundo y
tercero primaria de la Escuela Rural Mixta Caserío Barrio La Esperanza, ubicada
en el municipio de Aguacatán, Huehuetenango, es normal recibir clases en un local que fue
construido para carnicerías, a donde tuvieron que irse porque ya no cabían
en su establecimiento debido a la sobrepoblación de alumnos. Su inocencia e ingenuidad refleja una sonrisa
en su rostro a pesar de las condiciones en que se encuentran. De lunes a
viernes, de 7:00 a 12:30 horas, los infantes permanecen en aquel lugar al que
llaman su segundo hogar. Además de aprender tienen un plato de comida, la que
para la mayoría es escasa en su casa.

A los maestros les dijeron que el traslado
sería provisional mientras se construían más aulas en la escuela; sin embargo,
han pasado más de 10 años y ese lugar se convirtió en la escuela permanente de
pequeños entre 4 y 7 años de edad. Son aproximadamente 25 niños los que reciben
clases en un espacio de tres por tres metros, siendo 250 alumnos en total.

“Allá abajo les toca”, fueron las palabras que
el director de ese entonces les dijo a las maestras para que se trasladaran a
ese lugar, ubicado a dos cuadras del parque central de Aguacatán, donde la
municipalidad pretendía colocar un mercado; y cuando fueron construidos los locales
para carnicerías se los prestaron a la escuela para alojar a los niños. Las
docentes recuerdan que unas tablas y un par de blocks eran los escritorios para
los alumnos. Ahora ya cuentan con pupitres normales, pero eso no es suficiente,
ya que el lugar no es apto para los pequeños, afirman las maestras.

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Cuentan que los locales son incómodos, sólo
tienen una puerta y en las ventanas únicamente están puestas unas rejas, lo que
provoca que entre el agua cuando llueve. Además, el techo tiene agujeros.
Tampoco cuentan con servicios básicos y los baños que colocaron solamente están
cubiertos por unas cortinas, lo que pone en riesgo la salud de los niños.

Los infantes corren peligro porque el lugar
está al aire libre, no hay ninguna seguridad.
A la hora del recreo juegan en un espacio de terracería porque no hay pavimento y tampoco está delimitado.

Las maestras lamentan que, todos los días, al
llegar sus aulas tienen olor a cigarro u orines, ya que por las noches algunas
personas invaden el lugar porque no hay ningún tipo de seguridad. Incluso se
han robado materiales, por lo que optaron por llevárselos diariamente a sus hogares. Otra de las dificultades que tuvieron por muchos años
fue la instalación de la feria patronal en el lugar, porque quedaba toda la
basura regada y las maestras tenían que limpiar el lugar antes que llegaran los niños.

“Ellos se conforman con poco porque quieren aprender
y nosotros siempre buscamos la forma de entretenerlos”
, expresa una de las maestras
y agrega que los alumnos que más perciben la situación son los de tercero
primaria, quienes se ilusionan con estar en la “escuela grande”, como le llaman
al centro educativo, situado a 100 metros de donde se encuentran actualmente, ya que es allá donde se ubican cuarto, quinto y sexto primaria.

Las maestras indican que han pedido a las
autoridades solucionar el problema pero sus peticiones no son escuchadas. Han intentado hablar con el director pero el
tema le es indiferente, enfatizan. También los padres de familia han querido
intervenir pero no son tomados en cuenta. Se intentó localizar en varias ocasiones al director del establecimiento, Carlos Cardona Martínez, pero no respondió las llamadas.

Un caso desconocido por autoridades educativas

Bartolo López, director departamental de
educación de Huehuetenango, desconoce la situación de los alumnos; incluso se
sorprendió cuando fue

cuestionado sobre el caso porque le pareció ‘una exageración’ que sean
250 niños instalados en el lugar. Dice que no pueden ser tantos, a pesar que
las maestras indican que la Escuela Rural Mixta Caserío Barrio La Esperanza, Aguacatán, Huehuetenango, es una de las más
grandes de la región.

López asegura que no ha recibido ninguna
petición de ayuda en la Dirección Departamental durante este año tomó
posesión del cargo. Enfatiza que hará las averiguaciones respectivas para
conocer el caso y tomar las medidas pertinentes para que los niños sean llevados a un mejor lugar.
Asimismo, indicó que hay planes de un proyecto de construcción de escuelas en
Huehuetenango, promovido por una entidad de Alemania, y al conocer el caso a través de República.Gt se propondría un proyecto para ayudar a dicha escuela. 

La situación de la Escuela Rural Mixta Caserío
Barrio La Esperanza refleja las condiciones precarias que decenas de niños enfrentan en el interior del país para recibir educación. Este es uno de los muchos casos que podrían darse en otros establecimientos sin que las autoridades estén enteradas.

Si usted conoce algún caso similar denúncielo, y envíe sus fotografía a [email protected] para que el Ministerio de Educación se entere y tome las medidas necesarias para que los niños puedan estudiar en condiciones óptimas.