La semana pasada, Nicaragua firmó un amplio acuerdo de libre comercio (TLC) con China. El tratado, que entrará en vigor en enero, es el resultado de un año de negociaciones. Su firma se produce después de que en abril, Nicaragua se uniera a la controvertida Iniciativa de la Franja y la Ruta de Pekín, que se encarga de proveer créditos infraestructurales por medio de bancos chinos.

• Según los términos del TLC, aproximadamente el 71% de los bienes quedarán libres de aranceles. Las autoridades nicaragüenses se jactan de que, con el tiempo, el 91,4% de los bienes estarán libres de aranceles, aunque con períodos de introducción gradual de hasta 15 años.
   
• El período de negociación de un año puede parecer breve, pero la prensa nicaragüense esperaba que el TLC se concluyera a principios de este año. Al parecer, la expulsión de Taiwán del PARLACEN en agosto fue la condición final para la aprobación.

Sí, pero. Xinhua, la agencia de noticias del gobierno chino, presume de volúmenes de comercio bilateral que ascienden a 760 millones de dólares. Sin embargo, el comercio chino-nicaragüense es marcadamente asimétrico. Como destacó la embajada de EE. UU. en Managua, el año pasado las exportaciones nicaragüenses a China fueron tasadas en apenas 36 millones de dólares a China.

• Nicaragua es un país subdesarrollado incluso para los estándares de la región. Sus principales exportaciones son oro, camisetas, cables aislados y café. El país ya lidia con un déficit comercial de 1.700 millones de dólares, compensado, en parte, con las remesas de la diáspora.
   
• China puede interesarse por los minerales nicaragüenses, pero cuenta con proveedores domésticos, o cercanos, de casi todo lo que produce Nicaragua. Por tanto, es probable que persistan los desequilibrios comerciales.
   
• Costa Rica, por ejemplo, firmó un TLC con Pekín en 2010. Tras una década, importa alrededor de 10 veces lo que exporta a China, mientras que la Cámara de Comercio de Costa Rica habla de una “invasión china”.

Entre líneas. El acuerdo es más político que estrictamente comercial. Muchos funcionarios nicaragüenses ya enfrentan sanciones de Estados Unidos y, según la Ley RENACER del Congreso estadounidense, Washington se reserva el derecho de excluir a Nicaragua del DR-CAFTA.

• China tiene un profundo interés geopolítico en Centroamérica. Hace una década, la región era el bastión más grande de Taiwán, pero la “diplomacia de chequera china” y el aislamiento diplomático de los gobiernos de izquierda han cambiado la situación.
   
• Hoy en día, los únicos apoyos centroamericanos de Taiwán son Guatemala y Belice. El resto de los aliados de Taipéi son naciones insulares en el Pacífico o el Caribe, a excepción de Paraguay y el Vaticano.
   
• Las expresiones de solidaridad chino-nicaragüenses pueden ser engañosas. En un intento por maximizar la cantidad de asistencia recibida de Taiwán, el presidente Daniel Ortega esperó hasta 2021 para reconocer a China, generando cierto resentimiento de parte de Pekín.

Perfil. La política de Ortega frente a China ha sido notoriamente errática. Durante su primer mandato, en la década de 1980, se decantó por Taiwán, regresando al redil taiwanés unos años más tarde. Cuando finalmente cortaron lazos en 2021, al controvertido embajador taiwanés, Jaime Chin-Mu Wu, se le concedió la ciudadanía nicaragüense.

• Laureano Ortega Murillo, hijo de la pareja presidencial, es quien ha viajado a Pekín para cultivar estrechos vínculos con funcionarios chinos. En cierto sentido, ha desplazado al canciller, Denis Moncada.
   
• Normalmente, el papel de Ortega Murillo como asesor presidencial sería ilícito, pues la Constitución prohíbe el nombramiento de parientes cercanos. Esto no parece preocupar a Ortega padre, cuya esposa es vicepresidenta.
   
• Ortega Murillo saltó a la fama como cantante de ópera, pero ahora se le considera el delfín del régimen. Daniel Ortega, de 77 años, aún no se apresura: Nicaragua permite la reelección indefinida.