La semana pasada, la Corte Suprema de EE. UU. anuló una moción de un tribunal inferior que prohibía a la Casa Blanca desmantelar una cerca de alambre en Eagle Pass, un pueblo fronterizo de Texas. El Gobierno estatal desea impedir el acceso a la Patrulla Fronteriza, que tiene órdenes de eliminar las barreras.

• Gregg Abbott, gobernador de Texas, está interfiriendo con la capacidad del gobierno federal de regular la inmigración. Argumentando que Washington ha “roto” su pacto constitucional con los estados, se ha arrogado a sí mismo el deber de proteger a Texas de la “invasión”.
• Se ha hablado de una rebelión por parte de Abbott (republicano), pero aún no ha caído en la desobediencia. Se está librando una batalla más política que jurídica, de ahí que 25 estados se declararan a favor de Texas.
• Con cinco votos a favor y cuatro en contra, la Corte Suprema simplemente estableció que el Gobierno federal no puede ser sancionado si decide quitar el alambre. Esto tiene sentido en términos no ideológicos: el tribunal siempre ha mantenido que el ejecutivo goza de primacía en asuntos migratorios.

Entre líneas. Los demócratas se enfrentan a una coyuntura política –para ellos– muy complicada. El electorado, cada vez más preocupado por la crisis en la frontera con México, los percibe como el partido “flojo” en migración. Los republicanos, conscientes de que se acercan las elecciones, no tienen el más mínimo interés en negociar.

• Los sondeos sugieren que Donald Trump, el virtual candidato republicano, ganaría ante Biden. Para los republicanos, es esencial que la crisis migratoria, o al menos la percepción de ella, se mantenga hasta noviembre, pues Trump se presenta como el candidato del orden ante el caos actual.
• La agenda de Trump es maximalista: su partido tiene instrucciones de no transigir con sus exigencias y sólo aceptar soluciones “perfectas” a la migración. En palabras del expresidente: “Un mal acuerdo fronterizo es mucho peor que ningún acuerdo fronterizo”.
• El rehén de los republicanos es el presupuesto federal. Por lo pronto, el partido de oposición se rehúsa a aprobar la entrega de material bélico a Ucrania; dicen que ha llegado la hora de firmar un tratado de paz con Rusia, algo inaceptable para Kiev, que nunca aceptará sus pérdidas territoriales.

Los datos. La migración definirá las elecciones estadounidenses, cosa que beneficia a Trump. Las imágenes provenientes de la frontera EE. UU.-México han roto con el paradigma pospandemia, bajo el cual la mayoría de los votantes consideraban a la economía y, sobre todo, la inflación como sus principales preocupaciones.

• El 35% de los estadounidenses consideran que la migración es el tema más apremiante de cara a las elecciones. 32% opinan lo mismo de la inflación, aunque debe destacarse que las inquietudes no son mutuamente excluyentes.
• Según Gallup, Joe Biden cuenta con una tasa de aprobación del 39.8%, la segunda más baja registrada por un presidente estadounidense en su tercer año de gestión. Sólo Jimmy Carter, quien no logró reelegirse, obtuvo una puntuación menor.
• Lo curioso es que la economía marcha a buen ritmo. Hay quienes hablan de una desaceleración en 2024, pero lo cierto es que la inflación bajó de 9.1% en junio de 2022 a 3.4% en diciembre de 2023. El motivo principal de la impopularidad de Biden es la migración.

El balance. Centroamérica es parte esencial de la solución a la crisis migratoria, pues cumple una doble función: es fuente y puente de migrantes. Ante una muy posible victoria republicana en noviembre, países como Guatemala y Honduras deben prepararse para una política más estricta de parte de Washington.

• Esto ha de preocupar a los Gobiernos de la región. Los políticos acostumbran a hacer hincapié en la tragedia humana, pero, siendo sinceros, les conviene el fenómeno migratorio, pues las remesas son una jugosa fuente de divisas.
• En el año fiscal 2023, EE. UU. reportó 2.48M de “encuentros” entre migrantes ilegales y la Patrulla Fronteriza. En 2022, se registraron cifras parecidas, pero ligeramente menores.
• Más allá del resultado electoral, resulta evidente que en Washington existe un hastío general hacia la migración. Habrá un cambio de rumbo. Centroamérica debe aceptarlo e intentar sacarle provecho mediante inversiones que sirvan de antídoto a la epidemia migratoria.