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Repensemos nuestro sistema de justicia

Es hora de actuar para mejorar nuestro sistema judicial y atraer la inversión que necesitamos. Debemos buscar soluciones innovadoras para dar un salto cuántico en lugar de avances marginales. Nuestro país lo necesita con sentido de urgencia. Si vamos a exigir algo, exijamos esto.

JOHAN ORDÓÑEZ
Salvador Paiz |
09 de mayo, 2024

Es un hecho: Guatemala tiene uno de los sistemas de justicia más lentos de todo el mundo. Y no lo digo yo, lo dice el World Justice Project. Según el Índice del Estado de Derecho (IED) de esta entidad, Guatemala ocupa el puesto 111 de los 142 países evaluados, con un puntaje de 0.44.

Es importante resaltar que este índice calcula un promedio entre varios sub-factores relacionados al sistema de justicia. Uno de esos sub-factores evalúa el tiempo de respuesta del sistema, es decir los tiempos que se tarda el sistema de justicia civil en resolver. En ese sentido, preocupa de sobremanera que Guatemala ocupa el penúltimo lugar este sub-factor, el puesto 141 de 142, por arriba únicamente de Venezuela. Esto significa que los tiempos de nuestro sistema de justicia son totalmente irrazonables. Otro sub-factor en el que no estamos muy bien, es el de “Justicia Civil”. Este se refiere a qué tan accesible y asequible es la justicia para los ciudadanos para que puedan resolver sus problemas de manera pacífica. ¿Está el sistema libre de la influencia de corrupción, discriminación, e intereses personales de otros que puedan retrasar o afectar la decisión de un juez? En este sub-factor ocupamos el puesto 136 de 142.

No me voy a distraer con el estéril debate coyuntural. Debemos evaluar el problema de manera sistémica, con visión institucional y de largo plazo. Son muchos los factores que afectan la eficiencia y eficacia de nuestro sistema de justicia. Para indagar en estos temas, Fundesa llevó a cabo hace unos días el primer conversatorio pre-Enade "Certeza Jurídica y Confianza en las Instituciones Públicas". En este foro participaron destacados profesionales y analistas del ámbito de derecho en nuestro país y la región. Todos ellos dieron sus perspectivas sobre cómo lograr la certeza jurídica que tanto anhelamos en nuestro país.

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Una de las intervenciones, para mí, más valiosas fue la del doctor Eduardo Mayora, de Mayora & Mayora. Él disertó sobre un tema fundamental: la libertad. Se refería a la libertad en todas sus facetas: libertad de expresión, libertad de emprender, libertad de trabajar, libertad de asociación, libertad de voto, etcétera. Para lograr y proteger esas libertades fundamentales en cualquier sociedad avanzada se requiere de un sistema de justicia. Entonces ¿cómo se protegen y quién nos garantiza esas libertades? Los jueces independientes. Lo subrayó el ponente, independientes.

El rol de juez es una figura trascendental ya que resuelve conflictos de distintos tipos y tamaños. Viene a la mente esa imagen de la mujer con sus ojos vendados, con una báscula en una mano y una espada en la otra. La simbología es poderosa: vendada para no tener un sesgo ante quien es la persona que se está juzgando. Una báscula al aire libre para mostrar los méritos de los argumentos de cada lado. Y una espada que simboliza las consecuencias a las que se debe de atener todo aquel que viole las leyes. Esa independencia judicial personificada en dicha imagen nos hace reflexionar sobre la independencia que debe guardar todo juez: Independencia de sobornos, independencia de tráfico de influencias, independencia de “compadrazgos”, independencia de las aspiraciones y de la carrera profesional. Subrayo, independencia.

Es hora de actuar para mejorar nuestro sistema judicial y atraer la inversión que necesitamos. Debemos buscar soluciones innovadoras para dar un salto cuántico en lugar de avances marginales. Nuestro país lo necesita con sentido de urgencia. Si vamos a exigir algo, exijamos esto.

Aunado a la independencia, está la confianza. La confianza se construye cuando los ciudadanos perciben que el sistema judicial es imparcial, transparente y actúa con certeza. Sin estar influenciado por presiones externas o intereses particulares. Sin tomar en consideración la coyuntura o las ideologías políticas. La independencia, por otro lado, se refiere a la capacidad del sistema judicial para tomar decisiones sin interferencia indebida de los poderes ejecutivo, legislativo o de cualquier otra entidad externa. Cuando se promueve la independencia judicial, se fortalece la confianza en la imparcialidad del sistema y se garantiza que las decisiones judiciales se basen en la ley y en la justicia, en lugar de en consideraciones políticas o económicas.

Ciertamente, la confianza en las instituciones de justicia también afecta nuestra capacidad como país para atraer inversión extranjera. Durante el conversatorio, Ruby Asturias, socia de Legal Financial Deloitte en Latinoamérica, explicó que hay una clara correlación entre la inversión extranjera y seguridad jurídica. Recordemos que la seguridad jurídica es un factor crucial para los inversionistas extranjeros, ya que les brinda la certeza de que sus derechos serán protegidos y que podrán resolver disputas de manera justa y transparente. Por lo tanto, fortalecer la confianza en nuestras instituciones judiciales contribuirá significativamente a atraer y retener inversiones extranjeras en el país, y así generar más desarrollo para todos. Esa inversión que es tan necesaria para la construcción de carreteras y la generación de empleos.

Hay mucho por hacer y mucho por mejorar, la pregunta es ¿cómo lograrlo? ¿Cómo pasar de la posición 136 a los top 50? A mi criterio, el Flujograma de Justicia Criminal de Fundesa y Cien nos puede y debe de servir como tablero de control para evaluar tanto avances como el impacto de posibles acciones. Por otro lado, Guatemala No Se Detiene plantea cinco prioridades para mejorar, incluyendo la digitalización del sistema de justicia. Pero, me pregunto, ¿qué más podemos hacer para verdaderamente dar un salto cuántico y no solo marginal? Algo que nos podría ayudar, sin duda, es aprovechar la inteligencia artificial. Por ejemplo, ¿qué sucedería si creamos un motor de inteligencia artificial que evalúe el desempeño de los jueces? Un motor que asigne una calificación a cada juez basada en la calidad de sus fallos y respaldada por ejemplos concretos que llevan a dicha calificación. ¿Mejoraría el comportamiento de los jueces sabiendo que se evaluaría su independencia y la calidad de sus fallos?

En un país donde la justicia es lenta y la confianza se desvanece, es vital repensar nuestro sistema judicial. El Enade 2024 será un espacio para reflexionar sobre estos temas, y poner las cartas sobre la mesa. Es hora de actuar para mejorar nuestro sistema judicial y atraer la inversión que necesitamos. Debemos buscar soluciones innovadoras para dar un salto cuántico en lugar de avances marginales. Nuestro país lo necesita con sentido de urgencia. Si vamos a exigir algo, exijamos esto.

www.salvadorpaiz.com

Repensemos nuestro sistema de justicia

Es hora de actuar para mejorar nuestro sistema judicial y atraer la inversión que necesitamos. Debemos buscar soluciones innovadoras para dar un salto cuántico en lugar de avances marginales. Nuestro país lo necesita con sentido de urgencia. Si vamos a exigir algo, exijamos esto.

Salvador Paiz |
09 de mayo, 2024
JOHAN ORDÓÑEZ

Es un hecho: Guatemala tiene uno de los sistemas de justicia más lentos de todo el mundo. Y no lo digo yo, lo dice el World Justice Project. Según el Índice del Estado de Derecho (IED) de esta entidad, Guatemala ocupa el puesto 111 de los 142 países evaluados, con un puntaje de 0.44.

Es importante resaltar que este índice calcula un promedio entre varios sub-factores relacionados al sistema de justicia. Uno de esos sub-factores evalúa el tiempo de respuesta del sistema, es decir los tiempos que se tarda el sistema de justicia civil en resolver. En ese sentido, preocupa de sobremanera que Guatemala ocupa el penúltimo lugar este sub-factor, el puesto 141 de 142, por arriba únicamente de Venezuela. Esto significa que los tiempos de nuestro sistema de justicia son totalmente irrazonables. Otro sub-factor en el que no estamos muy bien, es el de “Justicia Civil”. Este se refiere a qué tan accesible y asequible es la justicia para los ciudadanos para que puedan resolver sus problemas de manera pacífica. ¿Está el sistema libre de la influencia de corrupción, discriminación, e intereses personales de otros que puedan retrasar o afectar la decisión de un juez? En este sub-factor ocupamos el puesto 136 de 142.

No me voy a distraer con el estéril debate coyuntural. Debemos evaluar el problema de manera sistémica, con visión institucional y de largo plazo. Son muchos los factores que afectan la eficiencia y eficacia de nuestro sistema de justicia. Para indagar en estos temas, Fundesa llevó a cabo hace unos días el primer conversatorio pre-Enade "Certeza Jurídica y Confianza en las Instituciones Públicas". En este foro participaron destacados profesionales y analistas del ámbito de derecho en nuestro país y la región. Todos ellos dieron sus perspectivas sobre cómo lograr la certeza jurídica que tanto anhelamos en nuestro país.

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Una de las intervenciones, para mí, más valiosas fue la del doctor Eduardo Mayora, de Mayora & Mayora. Él disertó sobre un tema fundamental: la libertad. Se refería a la libertad en todas sus facetas: libertad de expresión, libertad de emprender, libertad de trabajar, libertad de asociación, libertad de voto, etcétera. Para lograr y proteger esas libertades fundamentales en cualquier sociedad avanzada se requiere de un sistema de justicia. Entonces ¿cómo se protegen y quién nos garantiza esas libertades? Los jueces independientes. Lo subrayó el ponente, independientes.

El rol de juez es una figura trascendental ya que resuelve conflictos de distintos tipos y tamaños. Viene a la mente esa imagen de la mujer con sus ojos vendados, con una báscula en una mano y una espada en la otra. La simbología es poderosa: vendada para no tener un sesgo ante quien es la persona que se está juzgando. Una báscula al aire libre para mostrar los méritos de los argumentos de cada lado. Y una espada que simboliza las consecuencias a las que se debe de atener todo aquel que viole las leyes. Esa independencia judicial personificada en dicha imagen nos hace reflexionar sobre la independencia que debe guardar todo juez: Independencia de sobornos, independencia de tráfico de influencias, independencia de “compadrazgos”, independencia de las aspiraciones y de la carrera profesional. Subrayo, independencia.

Es hora de actuar para mejorar nuestro sistema judicial y atraer la inversión que necesitamos. Debemos buscar soluciones innovadoras para dar un salto cuántico en lugar de avances marginales. Nuestro país lo necesita con sentido de urgencia. Si vamos a exigir algo, exijamos esto.

Aunado a la independencia, está la confianza. La confianza se construye cuando los ciudadanos perciben que el sistema judicial es imparcial, transparente y actúa con certeza. Sin estar influenciado por presiones externas o intereses particulares. Sin tomar en consideración la coyuntura o las ideologías políticas. La independencia, por otro lado, se refiere a la capacidad del sistema judicial para tomar decisiones sin interferencia indebida de los poderes ejecutivo, legislativo o de cualquier otra entidad externa. Cuando se promueve la independencia judicial, se fortalece la confianza en la imparcialidad del sistema y se garantiza que las decisiones judiciales se basen en la ley y en la justicia, en lugar de en consideraciones políticas o económicas.

Ciertamente, la confianza en las instituciones de justicia también afecta nuestra capacidad como país para atraer inversión extranjera. Durante el conversatorio, Ruby Asturias, socia de Legal Financial Deloitte en Latinoamérica, explicó que hay una clara correlación entre la inversión extranjera y seguridad jurídica. Recordemos que la seguridad jurídica es un factor crucial para los inversionistas extranjeros, ya que les brinda la certeza de que sus derechos serán protegidos y que podrán resolver disputas de manera justa y transparente. Por lo tanto, fortalecer la confianza en nuestras instituciones judiciales contribuirá significativamente a atraer y retener inversiones extranjeras en el país, y así generar más desarrollo para todos. Esa inversión que es tan necesaria para la construcción de carreteras y la generación de empleos.

Hay mucho por hacer y mucho por mejorar, la pregunta es ¿cómo lograrlo? ¿Cómo pasar de la posición 136 a los top 50? A mi criterio, el Flujograma de Justicia Criminal de Fundesa y Cien nos puede y debe de servir como tablero de control para evaluar tanto avances como el impacto de posibles acciones. Por otro lado, Guatemala No Se Detiene plantea cinco prioridades para mejorar, incluyendo la digitalización del sistema de justicia. Pero, me pregunto, ¿qué más podemos hacer para verdaderamente dar un salto cuántico y no solo marginal? Algo que nos podría ayudar, sin duda, es aprovechar la inteligencia artificial. Por ejemplo, ¿qué sucedería si creamos un motor de inteligencia artificial que evalúe el desempeño de los jueces? Un motor que asigne una calificación a cada juez basada en la calidad de sus fallos y respaldada por ejemplos concretos que llevan a dicha calificación. ¿Mejoraría el comportamiento de los jueces sabiendo que se evaluaría su independencia y la calidad de sus fallos?

En un país donde la justicia es lenta y la confianza se desvanece, es vital repensar nuestro sistema judicial. El Enade 2024 será un espacio para reflexionar sobre estos temas, y poner las cartas sobre la mesa. Es hora de actuar para mejorar nuestro sistema judicial y atraer la inversión que necesitamos. Debemos buscar soluciones innovadoras para dar un salto cuántico en lugar de avances marginales. Nuestro país lo necesita con sentido de urgencia. Si vamos a exigir algo, exijamos esto.

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