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Estambul sigue soñando con los Juegos-2020 a pesar de las protestas sociales

Redacción República
04 de septiembre, 2013

Después de cuatro fracasos, Turquía aspira a convertirse el sábado en el primer país de mayoría musulmana que organiza unos Juegos, a pesar de que la represión policial de junio en el Parque Gezi amenaza con afectar negativamente a la candidatura de Estambul para la cita olímpica de 2020.

A escasos días de que el Comité Olímpico Internacional (COI) elija, el sábado en Buenos Aires, la ciudad que acogerá a los Juegos-2020, el optimismo es más que necesario a las orillas del Bósforo para batir a las otras finalistas, Madrid y Tokio.

‘Turquía y los países musulmanes nunca han organizado los Juegos Olímpicos de verano o invierno… Cuando Estambul se convierta en ciudad olímpica, una nueva paz recorrerá la región’, señaló el ministro de deportes turco, Suat Kiliç, en el diario Hurriyet.

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‘El movimiento olímpico tiene la oportunidad de hacer historia. Mira a nuestros vecinos… ¡400 millones de jóvenes! Estos juegos son fundamentales para su futuro y su vida’, declaró el presidente de la candidatura de Estambul, Hasan Arat, a la AFP.

Hasta junio nada parecía perturbar el sueño olímpico de Estambul y Turquía: Una ciudad entre dos continentes, Asia y Europa, la más grande de un país de 76 millones de habitantes, joven, con una economía en crecimiento y un modelo democrático para el mundo musulmán.

Pero hace dos meses, las nubes aparecieron en el horizonte de Estambul-2020. La ola de protestas que vivió el país en junio supuso una sombra para el Gobierno islamo-conservador de Recep Tayyip Erdogan.

La lucha de un grupo de ecologistas por una pequeña zona verde en el centro de Estambul se transformó en una enorme protesta contra el primer ministro, acusado de gobernar de forma autoritaria y de ‘islamizar’ la sociedad turca.

Defensor de la mano dura, Erdogan reprimió sin piedad la protesta. Cientos de arrestos, cinco muertos y más de 8.000 heridos ofrecieron al mundo una imagen diferente del idílico país camino de convertirse en una potencia regional.

Teóricamente, los asuntos políticos no pueden influir en la elección del COI, pero es obvio que las escenas retransmitidas en la plaza de Taksim, con el humo de los gases lacrimógenos y los cañones de agua, pesarán en la decisión de los 100 miembros de la federación olímpica.

Como ejemplo reciente está la ola de protestas sociales que se levantó en Brasil coincidiendo con la Copa de las Confederaciones en junio. Tanto la FIFA -Brasil también acoge el Mundial 2014-, como el COI -Río de Janeiro organiza los Juegos 2016- temen que los dos mayores acontecimientos deportivos mundiales se conviertan en los escenarios de las reivindicaciones de los brasileños.

‘La crisis del Parque Gezi dio una mala imagen del país y preocupa a muchos dirigentes turcos’, confirmó Jean-François Polo, profesor de ciencias políticas de la universidad Galatasaray de Estambul.

‘Los Juegos se inscriben en la estrategia de las autoridades de buscar el éxito económico y político. Un fracaso podría considerarse una humillación para un país que se esfuerza desde hace años en mejorar su imagen y desarrollarse de una forma moderna y compatible con el Islam’, añadió Polo.

Más radical se mostró Egemen Bagis, ministro turco de asuntos europeos: ‘A los que causaron el caos en Taksim, si pierde Estambul será su culpa’.

‘Hubieramos preferido no tener que pasar por todo esto’, reconoció el ministro de Deportes sobre la crisis de junio. ‘Los Juegos no son una cuestión política. Son una causa nacional, tan importantes como nuestra adhesión a la Unión Europea’, añadió Suat Kiliç.

Signo de la importancia de la decisión del COI, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan estará en Buenos Aires para defender hasta el último momento la candidatura de la ciudad de la que fue alcalde.

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Estambul sigue soñando con los Juegos-2020 a pesar de las protestas sociales

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04 de septiembre, 2013

Después de cuatro fracasos, Turquía aspira a convertirse el sábado en el primer país de mayoría musulmana que organiza unos Juegos, a pesar de que la represión policial de junio en el Parque Gezi amenaza con afectar negativamente a la candidatura de Estambul para la cita olímpica de 2020.

A escasos días de que el Comité Olímpico Internacional (COI) elija, el sábado en Buenos Aires, la ciudad que acogerá a los Juegos-2020, el optimismo es más que necesario a las orillas del Bósforo para batir a las otras finalistas, Madrid y Tokio.

‘Turquía y los países musulmanes nunca han organizado los Juegos Olímpicos de verano o invierno… Cuando Estambul se convierta en ciudad olímpica, una nueva paz recorrerá la región’, señaló el ministro de deportes turco, Suat Kiliç, en el diario Hurriyet.

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‘El movimiento olímpico tiene la oportunidad de hacer historia. Mira a nuestros vecinos… ¡400 millones de jóvenes! Estos juegos son fundamentales para su futuro y su vida’, declaró el presidente de la candidatura de Estambul, Hasan Arat, a la AFP.

Hasta junio nada parecía perturbar el sueño olímpico de Estambul y Turquía: Una ciudad entre dos continentes, Asia y Europa, la más grande de un país de 76 millones de habitantes, joven, con una economía en crecimiento y un modelo democrático para el mundo musulmán.

Pero hace dos meses, las nubes aparecieron en el horizonte de Estambul-2020. La ola de protestas que vivió el país en junio supuso una sombra para el Gobierno islamo-conservador de Recep Tayyip Erdogan.

La lucha de un grupo de ecologistas por una pequeña zona verde en el centro de Estambul se transformó en una enorme protesta contra el primer ministro, acusado de gobernar de forma autoritaria y de ‘islamizar’ la sociedad turca.

Defensor de la mano dura, Erdogan reprimió sin piedad la protesta. Cientos de arrestos, cinco muertos y más de 8.000 heridos ofrecieron al mundo una imagen diferente del idílico país camino de convertirse en una potencia regional.

Teóricamente, los asuntos políticos no pueden influir en la elección del COI, pero es obvio que las escenas retransmitidas en la plaza de Taksim, con el humo de los gases lacrimógenos y los cañones de agua, pesarán en la decisión de los 100 miembros de la federación olímpica.

Como ejemplo reciente está la ola de protestas sociales que se levantó en Brasil coincidiendo con la Copa de las Confederaciones en junio. Tanto la FIFA -Brasil también acoge el Mundial 2014-, como el COI -Río de Janeiro organiza los Juegos 2016- temen que los dos mayores acontecimientos deportivos mundiales se conviertan en los escenarios de las reivindicaciones de los brasileños.

‘La crisis del Parque Gezi dio una mala imagen del país y preocupa a muchos dirigentes turcos’, confirmó Jean-François Polo, profesor de ciencias políticas de la universidad Galatasaray de Estambul.

‘Los Juegos se inscriben en la estrategia de las autoridades de buscar el éxito económico y político. Un fracaso podría considerarse una humillación para un país que se esfuerza desde hace años en mejorar su imagen y desarrollarse de una forma moderna y compatible con el Islam’, añadió Polo.

Más radical se mostró Egemen Bagis, ministro turco de asuntos europeos: ‘A los que causaron el caos en Taksim, si pierde Estambul será su culpa’.

‘Hubieramos preferido no tener que pasar por todo esto’, reconoció el ministro de Deportes sobre la crisis de junio. ‘Los Juegos no son una cuestión política. Son una causa nacional, tan importantes como nuestra adhesión a la Unión Europea’, añadió Suat Kiliç.

Signo de la importancia de la decisión del COI, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan estará en Buenos Aires para defender hasta el último momento la candidatura de la ciudad de la que fue alcalde.