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Enrique Iglesias, incansable creador de consensos

Redacción República
19 de octubre, 2013

Aunque permanecerá en el cargo hasta principios de 2014 mientras se designa a su sustituto, Iglesias fue oficialmente despedido por los mandatarios en Panamá con elogios a

Intuitivo y mediador incansable, el hispano-uruguayo Enrique Iglesias, dice adiós como secretario general iberoamericano en la cumbre del foro que se celebra este sábado en Panamá, tras una prolífica carrera en la que dejó su impronta en numerosos organismos internacionales.

Cabeza y alma del foro que reúne a 22 países (América Latina, España y Portugal), este académico y político experimentado de 83 años, soltero y sin hijos, se retira a partir de 2014 luego de liderar la Secretaría General Iberoamericana desde que fue creada en 2005, reelecto en 2008.

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su trayectoria.

Impulsor de instituciones e iniciativas de proyección global, el también expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), es reconocido y valorado por gobernantes de distintos signos políticos y de diversas nacionalidades.

‘Ha pasado su vida resolviendo problemas. Lo cual, creo, es un atributo que lo distingue y enaltece’, aseguró el ministro de Economía uruguayo, Fernando Lorenzo, en el libro ‘Enrique Iglesias, intuición y ética en la construcción de futuro’, publicado en 2012 por la Red Mercosur de Investigaciones Económicas.


Una vasta trayectoria

Nacido en Arancedo, Asturias (España), el 29 de marzo de 1930, Iglesias se convirtió en ciudadano uruguayo luego de que, cuando tenía cuatro años, su familia emigró al país sudamericano.


Graduado en 1953 en Economía y Administración por la Universidad de la República de Uruguay, se especializó en Estados Unidos y Francia. Inició su carrera como profesor universitario, pero de a poco fue asumiendo responsabilidades oficiales en su país y en el exterior.

Fue director de la Unión de Bancos del Uruguay, directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y presidió el directorio del Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES) de Naciones Unidas entre 1967 y 1972.

Entre 1972 y 1985, mientras su país sufría una dictadura, se desempeñó como secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). En 1981 fue el secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Fuentes de Energía Nuevas y Renovables, en Nairobi, Kenia.

Con el retorno de la democracia a su país, fue nombrado por el entonces presidente Julio Sanguinetti como canciller, cargo que desempeñó durante tres años y desde el cual presidió, en 1986, la Reunión Ministerial que diera inicio a la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), en Punta del Este, que creó la Organización Mundial del Comercio (OMC).

En los diversos cargos, acompañó los cambios de visiones económicas en la región, desde el pensamiento estructuralista impulsado por Raúl Prebisch -su antecesor en la Cepal-, pasando por el Consenso de Washington de los ’80 -con ideas ortodoxas del desarrollo, hasta el derrumbe de modelos consumistas, la reciente crisis financiera y el surgimiento de nuevos modelos de desarrollo.

Dejó Uruguay para presidir el BID por 17 años, durante el periodo más intenso de reformas estructurales. Desde allí promovió la inclusión y la integración regional.

En 2003, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, lo nombró miembro de la Comisión de Alto Nivel para evaluar las amenazas a la paz y a la seguridad mundial, así como la reforma de la organización. Dos años después, volvió a convocarlo como experto para el Grupo de Alto Nivel de la Alianza de Civilizaciones.

Una manera de pensar

En los diversos cargos, acompañó los cambios de visiones económicas en la región, desde el pensamiento estructuralista impulsado por Raúl Prebisch -su antecesor en la Cepal-, pasando por el Consenso de Washington de los ’80 -con ideas ortodoxas del desarrollo, hasta el derrumbe de modelos consumistas, la reciente crisis financiera y el surgimiento de nuevos modelos de desarrollo.

Es autor de obras como ‘América Latina en el umbral de los años ochenta’; ‘Perspectivas del desarrollo económico en Latinoamérica’, ‘El desafío energético’ y ‘Desarrollo y equidad: el desafío de los años ochenta’.

Ha recibido distinciones internacionales como el Premio Príncipe de Asturias y la Gran Cruz de Isabel la Católica, y el doctorado honoris causa de una decena de universidades.

En 2009 creó en Uruguay la fundación Astur, que promueve la atención a los sectores más vulnerables y divulga conocimientos en ciencias económicas, sociales y políticas.

Si uno mira la historia de las últimas cinco décadas, Iglesias ha estado en ‘todos los momentos clave para el desarrollo y el triunfo de la democracia, no solo en (Uruguay) sino en toda la región’, aseguró en un homenaje en 2012 el vicepresidente uruguayo, Danilo Astori, en un homenaje.

Esa vez, el presidente del BID, Luis Moreno, sostuvo que Iglesias ‘enseñó que la batalla por el desarrollo económico y social excluye a los triunfalismos y que el avance siempre debe ser gradual’. ‘Su ideología no es un paradigma de desarrollo, es una manera de pensar nuestra sociedad’, enfatizó.


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Enrique Iglesias, incansable creador de consensos

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19 de octubre, 2013

Aunque permanecerá en el cargo hasta principios de 2014 mientras se designa a su sustituto, Iglesias fue oficialmente despedido por los mandatarios en Panamá con elogios a

Intuitivo y mediador incansable, el hispano-uruguayo Enrique Iglesias, dice adiós como secretario general iberoamericano en la cumbre del foro que se celebra este sábado en Panamá, tras una prolífica carrera en la que dejó su impronta en numerosos organismos internacionales.

Cabeza y alma del foro que reúne a 22 países (América Latina, España y Portugal), este académico y político experimentado de 83 años, soltero y sin hijos, se retira a partir de 2014 luego de liderar la Secretaría General Iberoamericana desde que fue creada en 2005, reelecto en 2008.

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Impulsor de instituciones e iniciativas de proyección global, el también expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), es reconocido y valorado por gobernantes de distintos signos políticos y de diversas nacionalidades.

‘Ha pasado su vida resolviendo problemas. Lo cual, creo, es un atributo que lo distingue y enaltece’, aseguró el ministro de Economía uruguayo, Fernando Lorenzo, en el libro ‘Enrique Iglesias, intuición y ética en la construcción de futuro’, publicado en 2012 por la Red Mercosur de Investigaciones Económicas.


Una vasta trayectoria

Nacido en Arancedo, Asturias (España), el 29 de marzo de 1930, Iglesias se convirtió en ciudadano uruguayo luego de que, cuando tenía cuatro años, su familia emigró al país sudamericano.


Graduado en 1953 en Economía y Administración por la Universidad de la República de Uruguay, se especializó en Estados Unidos y Francia. Inició su carrera como profesor universitario, pero de a poco fue asumiendo responsabilidades oficiales en su país y en el exterior.

Fue director de la Unión de Bancos del Uruguay, directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y presidió el directorio del Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES) de Naciones Unidas entre 1967 y 1972.

Entre 1972 y 1985, mientras su país sufría una dictadura, se desempeñó como secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). En 1981 fue el secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Fuentes de Energía Nuevas y Renovables, en Nairobi, Kenia.

Con el retorno de la democracia a su país, fue nombrado por el entonces presidente Julio Sanguinetti como canciller, cargo que desempeñó durante tres años y desde el cual presidió, en 1986, la Reunión Ministerial que diera inicio a la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), en Punta del Este, que creó la Organización Mundial del Comercio (OMC).

En los diversos cargos, acompañó los cambios de visiones económicas en la región, desde el pensamiento estructuralista impulsado por Raúl Prebisch -su antecesor en la Cepal-, pasando por el Consenso de Washington de los ’80 -con ideas ortodoxas del desarrollo, hasta el derrumbe de modelos consumistas, la reciente crisis financiera y el surgimiento de nuevos modelos de desarrollo.

Dejó Uruguay para presidir el BID por 17 años, durante el periodo más intenso de reformas estructurales. Desde allí promovió la inclusión y la integración regional.

En 2003, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, lo nombró miembro de la Comisión de Alto Nivel para evaluar las amenazas a la paz y a la seguridad mundial, así como la reforma de la organización. Dos años después, volvió a convocarlo como experto para el Grupo de Alto Nivel de la Alianza de Civilizaciones.

Una manera de pensar

En los diversos cargos, acompañó los cambios de visiones económicas en la región, desde el pensamiento estructuralista impulsado por Raúl Prebisch -su antecesor en la Cepal-, pasando por el Consenso de Washington de los ’80 -con ideas ortodoxas del desarrollo, hasta el derrumbe de modelos consumistas, la reciente crisis financiera y el surgimiento de nuevos modelos de desarrollo.

Es autor de obras como ‘América Latina en el umbral de los años ochenta’; ‘Perspectivas del desarrollo económico en Latinoamérica’, ‘El desafío energético’ y ‘Desarrollo y equidad: el desafío de los años ochenta’.

Ha recibido distinciones internacionales como el Premio Príncipe de Asturias y la Gran Cruz de Isabel la Católica, y el doctorado honoris causa de una decena de universidades.

En 2009 creó en Uruguay la fundación Astur, que promueve la atención a los sectores más vulnerables y divulga conocimientos en ciencias económicas, sociales y políticas.

Si uno mira la historia de las últimas cinco décadas, Iglesias ha estado en ‘todos los momentos clave para el desarrollo y el triunfo de la democracia, no solo en (Uruguay) sino en toda la región’, aseguró en un homenaje en 2012 el vicepresidente uruguayo, Danilo Astori, en un homenaje.

Esa vez, el presidente del BID, Luis Moreno, sostuvo que Iglesias ‘enseñó que la batalla por el desarrollo económico y social excluye a los triunfalismos y que el avance siempre debe ser gradual’. ‘Su ideología no es un paradigma de desarrollo, es una manera de pensar nuestra sociedad’, enfatizó.