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Brasil, país de cerveza y ‘caipirinhas’, se deja seducir por el vino

Redacción República
30 de diciembre, 2013

Brasil aumentó en la última década la producción e importación de vino y espumantes, mostrando que el país donde reinan la cerveza y la ‘caipirinha’ también busca a Dionisio para calmar la sed.

El consumo de vino sigue siendo muy bajo en Brasil en relación a otros países de la región, con 1,9 litros per cápita al año, lejos de los 60 litros anuales de cerveza y de los 20 litros de cachaza, el destilado de caña de azúcar que es la materia prima de las famosas ‘caipirinhas’.

‘Pero el consumo de vino sí está aumentando. Ahora se bebe no sólo en época de fiestas, sino durante todo el año. Y no sólo un sencillo vino de mesa, sino de mayor calidad’, asegura a la AFP Andreia Gentilini, directora de promoción del Instituto Brasileño del Vino (Ibravin).

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Este organismo, encargado del fomento de los mostos nacionales, entre los que se destacan sobre todo blancos y espumantes, espera que en 2016 el consumo de vino llegue a 2,6 litros per cápita.

‘La mayor competencia del vino es la cerveza, pero esa diferencia la vemos como una gran oportunidad, un gran potencial para el aumento del consumo del vino en Brasil’, afirma Gentilini.

Nuevo consumidor, nuevo bebedor

En 2004, Brasil importó 39,1 millones de litros de vino y espumantes, una cifra que fue subiendo hasta 79,5 millones en 2012. Los vinos llegaron principalmente de Chile, Argentina, Italia, Francia y Portugal.

La producción nacional de vinos de mayor calidad – concentrada en el estado sureño de Rio Grande do Sul – aumentó de 94,83 millones de litros en 2004 a 173,55 millones en 2013. La producción de vinos más simples, en cambio, cayó en ese mismo periodo de 313 millones a 197.

‘El consumidor está buscando productos de mayor calidad’, afirma Gentilini, mencionando sobre todo los vinos importados.

‘Los brasileños nunca viajaron tanto como ahora y eso influye en su manera de consumir, incluso bebidas’, comenta Gentilini.

Entre los espumantes, las cifras son favorables para los locales: por cada 20 botellas consumidas en el país, 15 son brasileñas, según Ibravin.

En Sao Paulo, la capital económica de Brasil, hay señales de un nuevo mercado para el vino: se han abierto varios ‘wine bars’ (bares de vino), hay más tiendas especializadas en barrios ricos como Jardins o Itaim y los supermercados ampliaron su oferta.

El problema: los precios

El ingeniero Marco Perugini, de 40 años, recorre una tienda especializada en Sao Paulo y dice a la AFP que su romance con el vino comenzó hace poco, gracias a un amigo.

‘Acá en Brasil bebemos sobre todo cerveza, pero hace dos años comencé a comprar vino, aprendí sobre el tema y ahora me encanta’, comentó.

El problema, dice este paulistano, es el precio de los vinos importados: ‘He ido a España o Chile y allá los vinos se venden mucho más barato. Así que cuando viajo siempre aprovecho para traer varias botellas’.

Como ocurre con gran parte de los productos importados en Brasil, los precios del vino se disparan: una botella que en Chile puede costar 18 dólares, en un supermercado brasileño está a 50. Una botella de vino chileno cuesta menos también en Francia que en Brasil.

‘Hay una demanda creciente y el mercado está con mucha competencia’, dice a la AFP Joao Renato da Silva, responsable de la tienda para consumidor final que la importadora y productora Decanter tiene en Sao Paulo hace cinco años.

‘Hay un ‘boom’, pero el vino aún no ha impregnado nuestra cultura’, añade este sommelier.

Y el mercado para vinos premium es mucho más pequeño, porque los brasileños aprovechan para comprar cuando están de viaje, comenta Da Silva.

La consultora británica Wine Intelligence, una de las más prestigiosas del mercado, señaló en un reciente reporte que ‘los brasileños están bebiendo vino como nunca antes’.

Sin embargo, advirtió sobre los impuestos ‘muy altos’ sobre el vino en este país. Y para un vino producido fuera de Brasil y del Mercosur, los impuestos pueden representar hasta el 83% del valor de cada botella, según el Instituto Brasileño de Investigación Tributaria.

Wine Intelligence alerta asimismo sobre la pesada burocracia y las ‘amenazas de proteccionismo’ a los que quieren hacer negocios en este gigante sudamericano que en 2014 acogerá el Mundial de Fútbol.

En 2012 los productores locales incluso plantearon aumentar los ya elevados impuestos a los vinos importados, una medida que finalmente no prosperó. En cambio, vitivinicultores y comerciantes acordaron fomentar los mostos locales con medidas como más espacio en las góndolas de los supermercados.

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Brasil, país de cerveza y ‘caipirinhas’, se deja seducir por el vino

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30 de diciembre, 2013

Brasil aumentó en la última década la producción e importación de vino y espumantes, mostrando que el país donde reinan la cerveza y la ‘caipirinha’ también busca a Dionisio para calmar la sed.

El consumo de vino sigue siendo muy bajo en Brasil en relación a otros países de la región, con 1,9 litros per cápita al año, lejos de los 60 litros anuales de cerveza y de los 20 litros de cachaza, el destilado de caña de azúcar que es la materia prima de las famosas ‘caipirinhas’.

‘Pero el consumo de vino sí está aumentando. Ahora se bebe no sólo en época de fiestas, sino durante todo el año. Y no sólo un sencillo vino de mesa, sino de mayor calidad’, asegura a la AFP Andreia Gentilini, directora de promoción del Instituto Brasileño del Vino (Ibravin).

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Este organismo, encargado del fomento de los mostos nacionales, entre los que se destacan sobre todo blancos y espumantes, espera que en 2016 el consumo de vino llegue a 2,6 litros per cápita.

‘La mayor competencia del vino es la cerveza, pero esa diferencia la vemos como una gran oportunidad, un gran potencial para el aumento del consumo del vino en Brasil’, afirma Gentilini.

Nuevo consumidor, nuevo bebedor

En 2004, Brasil importó 39,1 millones de litros de vino y espumantes, una cifra que fue subiendo hasta 79,5 millones en 2012. Los vinos llegaron principalmente de Chile, Argentina, Italia, Francia y Portugal.

La producción nacional de vinos de mayor calidad – concentrada en el estado sureño de Rio Grande do Sul – aumentó de 94,83 millones de litros en 2004 a 173,55 millones en 2013. La producción de vinos más simples, en cambio, cayó en ese mismo periodo de 313 millones a 197.

‘El consumidor está buscando productos de mayor calidad’, afirma Gentilini, mencionando sobre todo los vinos importados.

‘Los brasileños nunca viajaron tanto como ahora y eso influye en su manera de consumir, incluso bebidas’, comenta Gentilini.

Entre los espumantes, las cifras son favorables para los locales: por cada 20 botellas consumidas en el país, 15 son brasileñas, según Ibravin.

En Sao Paulo, la capital económica de Brasil, hay señales de un nuevo mercado para el vino: se han abierto varios ‘wine bars’ (bares de vino), hay más tiendas especializadas en barrios ricos como Jardins o Itaim y los supermercados ampliaron su oferta.

El problema: los precios

El ingeniero Marco Perugini, de 40 años, recorre una tienda especializada en Sao Paulo y dice a la AFP que su romance con el vino comenzó hace poco, gracias a un amigo.

‘Acá en Brasil bebemos sobre todo cerveza, pero hace dos años comencé a comprar vino, aprendí sobre el tema y ahora me encanta’, comentó.

El problema, dice este paulistano, es el precio de los vinos importados: ‘He ido a España o Chile y allá los vinos se venden mucho más barato. Así que cuando viajo siempre aprovecho para traer varias botellas’.

Como ocurre con gran parte de los productos importados en Brasil, los precios del vino se disparan: una botella que en Chile puede costar 18 dólares, en un supermercado brasileño está a 50. Una botella de vino chileno cuesta menos también en Francia que en Brasil.

‘Hay una demanda creciente y el mercado está con mucha competencia’, dice a la AFP Joao Renato da Silva, responsable de la tienda para consumidor final que la importadora y productora Decanter tiene en Sao Paulo hace cinco años.

‘Hay un ‘boom’, pero el vino aún no ha impregnado nuestra cultura’, añade este sommelier.

Y el mercado para vinos premium es mucho más pequeño, porque los brasileños aprovechan para comprar cuando están de viaje, comenta Da Silva.

La consultora británica Wine Intelligence, una de las más prestigiosas del mercado, señaló en un reciente reporte que ‘los brasileños están bebiendo vino como nunca antes’.

Sin embargo, advirtió sobre los impuestos ‘muy altos’ sobre el vino en este país. Y para un vino producido fuera de Brasil y del Mercosur, los impuestos pueden representar hasta el 83% del valor de cada botella, según el Instituto Brasileño de Investigación Tributaria.

Wine Intelligence alerta asimismo sobre la pesada burocracia y las ‘amenazas de proteccionismo’ a los que quieren hacer negocios en este gigante sudamericano que en 2014 acogerá el Mundial de Fútbol.

En 2012 los productores locales incluso plantearon aumentar los ya elevados impuestos a los vinos importados, una medida que finalmente no prosperó. En cambio, vitivinicultores y comerciantes acordaron fomentar los mostos locales con medidas como más espacio en las góndolas de los supermercados.