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Las horas bajas de las ayudas sociales en Gran Bretaña

Redacción República
11 de enero, 2014

Las ayudas sociales eran el orgullo de la Gran Bretaña de posguerra, pero el programa de televisión ‘La calle de los subsidios’ ha puesto de relieve que los tiempos han cambiado y que sus beneficiarios están bajo sospecha.

‘La calle de los subsidios’ (‘Benefits street’) existe. Es la calle James Turner, muy cerca del centro de Birmingham, segunda ciudad de Inglaterra, donde el desempleo (16,5%) es más del doble del que registra el país.

El lunes Channel 4 emitió el primer capítulo de la serie. El retrato es poco favorecedor: un ladronzuelo enseña cómo camuflar ropa robada en tiendas, un matrimonio confiesa entre risas que los han sorprendido estafando con los subsidios, una mujer que no paga el alquiler recibe agresivamente a la casera, la gente va y viene con latas de cerveza y reina la suciedad. De quienes trabajan en esa calle no hay noticias. Los protagonistas dijeron sentirse traicionados por los autores: ‘nos dijeron que querían captar el espíritu comunitario de James Turner Street y mostrar lo positivo y todo lo que han hecho es enseñar las cosas negativas’, dijo una de las protagonistas.

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El programa incendió las redes sociales y avivó un debate nacional. Quienes defienden las ayudas veían en el programa una caricatura cruel y una simplificación de quienes las reciben. Quienes las critican, veían fundamentados todos sus reparos. ‘Acabo de ver benefits street, vaya banda de escoria de mala vida, una bala cuesta 30 peniques, se podría arreglar la calle por 20 libras y recibir cambio’, se podía leer en la cuenta de twitter @garryturner4. ‘Ver a la chusma de este programa la calle de los subsidios me enfurece. Consigan un trabajo perros’, escribía la propietaria del perfil @sasharabella.

En el otro extremo, 17.500 personas habían firmado hasta el viernes un manifiesto contra la serie. ‘No emitan más episodios de Benefits street y hagan un donativo a una organización caritativa relevante por el daño causado’, dice el texto.

Los responsables del programa salieron en su defensa. ‘Ningún programa sobre este tema satisfacerá a todo el mundo, pero el furor que lo ha rodeado refuerza mi punto de vista de que tenemos que hacer programas en este ámbito’, escribió Nick Mirsky, jefe de documentales de Channel 4, en un artículo de opinión en The Guardian. ‘Evitar o maquillar la realidad sería descuidar nuestro trabajo’, sentenció.

El Estado británico gastó 7.641 euros por habitante en protección social en 2011, según los últimos datos comparativos disponibles en Eurostat, ligeramente por encima de la media europea (7.290) y lejos de los 18.136 de Luxemburgo, el más generoso, los 14.785 de Dinamarca, o los 10.300 de Francia, un país más parecido.

El ministro de Finanzas, el conservador George Osbourne, libra una batalla para reducir el gasto público y hace escasamente una semana anunció un nuevo recorte en las ayudas sociales: 12.000 millones de libras más, entre 2015 y 2017. ‘¿Dónde esta la justicia’, se preguntó en un discurso en octubre, ‘para el trabajador que sale de casa por la mañana cuando aún es de noche y mira y ve las persianas cerradas del vecino de al lado que lleva una vida cobrando ayudas?’.

El Departamento de empleo y pensiones ofrece denunciar a quienes cobren subsidios fraudulentamente -‘no se trata de si te vamos a agarrar, sino cuándo’, dice uno de sus lemas-, con resultados a veces pintorescos, como el de Paul Marshallsea, el abuelo que pasó de héroe a villano al salvar a unos niños de un tiburón en una playa de Australia sólo para acabar sabiéndose que estaba de baja laboral y cobrando.

En este contexto de debate nacional, ‘La calle de los subsidios’ ha caído como una bomba.

La diputada laborista Anne Beg, que preside la comisión de empleo y pensiones, denunció que es ‘muy desequilibrada’. ‘Lo que me sorprende es que se llama ‘la calle de las ayudas’ y en cambio tres cuartos o más del programa está dedicado a una historia, que es la del ladronzuelo’, dijo a la BBC. ‘Parte del problema de realzar los casos extremos es que luego la gente extrapola y dicen que eso vale para todos los que cobran ayudas. No había ni un típico receptor de ayudas en el programa’, sentenció.

En cambio, John Bird, el fundador de la revista The Big Issue, que los sin techo venden en las calles británicas, escribió en el Daily Mail que la descripción es fiel: ‘el retrato de los solicitantes de ayudas no es enaltecedor, pero eso es porque las ayudas sociales son destructivas. Lo sé porque estuve en esa posición. En realidad, son incentivos perversos para la pereza’.

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Las horas bajas de las ayudas sociales en Gran Bretaña

Redacción República
11 de enero, 2014

Las ayudas sociales eran el orgullo de la Gran Bretaña de posguerra, pero el programa de televisión ‘La calle de los subsidios’ ha puesto de relieve que los tiempos han cambiado y que sus beneficiarios están bajo sospecha.

‘La calle de los subsidios’ (‘Benefits street’) existe. Es la calle James Turner, muy cerca del centro de Birmingham, segunda ciudad de Inglaterra, donde el desempleo (16,5%) es más del doble del que registra el país.

El lunes Channel 4 emitió el primer capítulo de la serie. El retrato es poco favorecedor: un ladronzuelo enseña cómo camuflar ropa robada en tiendas, un matrimonio confiesa entre risas que los han sorprendido estafando con los subsidios, una mujer que no paga el alquiler recibe agresivamente a la casera, la gente va y viene con latas de cerveza y reina la suciedad. De quienes trabajan en esa calle no hay noticias. Los protagonistas dijeron sentirse traicionados por los autores: ‘nos dijeron que querían captar el espíritu comunitario de James Turner Street y mostrar lo positivo y todo lo que han hecho es enseñar las cosas negativas’, dijo una de las protagonistas.

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El programa incendió las redes sociales y avivó un debate nacional. Quienes defienden las ayudas veían en el programa una caricatura cruel y una simplificación de quienes las reciben. Quienes las critican, veían fundamentados todos sus reparos. ‘Acabo de ver benefits street, vaya banda de escoria de mala vida, una bala cuesta 30 peniques, se podría arreglar la calle por 20 libras y recibir cambio’, se podía leer en la cuenta de twitter @garryturner4. ‘Ver a la chusma de este programa la calle de los subsidios me enfurece. Consigan un trabajo perros’, escribía la propietaria del perfil @sasharabella.

En el otro extremo, 17.500 personas habían firmado hasta el viernes un manifiesto contra la serie. ‘No emitan más episodios de Benefits street y hagan un donativo a una organización caritativa relevante por el daño causado’, dice el texto.

Los responsables del programa salieron en su defensa. ‘Ningún programa sobre este tema satisfacerá a todo el mundo, pero el furor que lo ha rodeado refuerza mi punto de vista de que tenemos que hacer programas en este ámbito’, escribió Nick Mirsky, jefe de documentales de Channel 4, en un artículo de opinión en The Guardian. ‘Evitar o maquillar la realidad sería descuidar nuestro trabajo’, sentenció.

El Estado británico gastó 7.641 euros por habitante en protección social en 2011, según los últimos datos comparativos disponibles en Eurostat, ligeramente por encima de la media europea (7.290) y lejos de los 18.136 de Luxemburgo, el más generoso, los 14.785 de Dinamarca, o los 10.300 de Francia, un país más parecido.

El ministro de Finanzas, el conservador George Osbourne, libra una batalla para reducir el gasto público y hace escasamente una semana anunció un nuevo recorte en las ayudas sociales: 12.000 millones de libras más, entre 2015 y 2017. ‘¿Dónde esta la justicia’, se preguntó en un discurso en octubre, ‘para el trabajador que sale de casa por la mañana cuando aún es de noche y mira y ve las persianas cerradas del vecino de al lado que lleva una vida cobrando ayudas?’.

El Departamento de empleo y pensiones ofrece denunciar a quienes cobren subsidios fraudulentamente -‘no se trata de si te vamos a agarrar, sino cuándo’, dice uno de sus lemas-, con resultados a veces pintorescos, como el de Paul Marshallsea, el abuelo que pasó de héroe a villano al salvar a unos niños de un tiburón en una playa de Australia sólo para acabar sabiéndose que estaba de baja laboral y cobrando.

En este contexto de debate nacional, ‘La calle de los subsidios’ ha caído como una bomba.

La diputada laborista Anne Beg, que preside la comisión de empleo y pensiones, denunció que es ‘muy desequilibrada’. ‘Lo que me sorprende es que se llama ‘la calle de las ayudas’ y en cambio tres cuartos o más del programa está dedicado a una historia, que es la del ladronzuelo’, dijo a la BBC. ‘Parte del problema de realzar los casos extremos es que luego la gente extrapola y dicen que eso vale para todos los que cobran ayudas. No había ni un típico receptor de ayudas en el programa’, sentenció.

En cambio, John Bird, el fundador de la revista The Big Issue, que los sin techo venden en las calles británicas, escribió en el Daily Mail que la descripción es fiel: ‘el retrato de los solicitantes de ayudas no es enaltecedor, pero eso es porque las ayudas sociales son destructivas. Lo sé porque estuve en esa posición. En realidad, son incentivos perversos para la pereza’.