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Lecciones de la Comisión de Postulación al TSE

Redacción
20 de febrero, 2014

Los últimos días fuimos testigos de un evento de trascendencia desde la perspectiva del fortalecimiento democrático de la institucionalidad electoral: la Comisión de Postulación para Magistrados al Tribunal Supremo Electoral (TSE) presentó una nómina de 40 candidatos que deberá conocer el Congreso de la República. Sobre el tema hay algunos elementos que pueden resaltarse del proceso para dejar un legado de lecciones aprendidas. 

El primer elemento que identifico tiene relación con la Transparencia. Aunque el artículo 141 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos estipula que las reuniones de la Comisión de Postulación al TSE serán “secretas”, se decidió hacerlas públicas, en concordancia del artículo 30 de la Constitución, sobre la publicidad de los actos administrativos, y el principio de transparencia de la Ley de Comisiones de Postulación. ¡Cien puntos para la Comisión! 
El segundo elemento tiene que ver con la posibilidad de hacer señalamientos hacia los aspirantes. Los tiempos para hacer señalamientos de la hoja de vida profesional de los aspirantes fue muy corta para que la ciudadanía activa pudiera hacer una eficiente gestión de fiscalización previo a que se conformara la nómina de los 40. Además, el informe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) ocasionó un “ruido” innecesario hacia muchos de los aspirantes. El informe que presentó la CICIG era un consolidado de datos de terceras instituciones (Contraloría de Cuentas, Procuraduría de Derechos Humanos, Ministerio Público, Corte de Constitucionalidad, entre otras), lo cual generó una duplicidad de gestión porque esos datos los había solicitado la Comisión de Postulación a las entidades correspondientes, además de provocar dudas innecesarias hacia los aspirantes. 
El tercer elemento se refiere a la puntuación de los aspirantes con apoyo de herramientas de evaluación. La Comisión y algunas organizaciones que se involucraron de lleno en una labor de ciudadanía activa desarrollaron instrumentos para coadyuvar en la evaluación objetiva de los aspirantes. Se llenaron cuadros con indicadores para medir factores académicos, profesionales y de proyección humana. El resultado fue una clasificación de los aspirantes, desde los 20 a los 84 puntos. La lógica haría pensar que los 40 mejor calificados serían los seleccionados; sin embargo, la metodología de votación imprimió un elemento de arbitrariedad en la selección. Un moderador preguntaba “¿quién vota por X candidato?” y quienes estuvieran a favor, levantaban la mano. El punteo, ante esa metodología, quedo en segundo plano. Entre los elegidos podemos visualizar candidatos cuyo rango oscila entre los 38 puntos, un claro reprobado ante cualquier comparación con un estudiante valorado sobre 100 puntos, y los 84 puntos (el mejor evaluado de los 117 aspirantes). 
Ahora la decisión se traslada al Congreso de la República, donde lo ideal sería que se reflejaran las mismas señales de transparencia y una evaluación que nos permita contar con los mejores profesionales que tendrán la responsabilidad de convocar y gerenciar el proceso electoral 2015, que se vislumbra a la vuelta de la esquina.
@MarizzaHerrera

Lecciones de la Comisión de Postulación al TSE

Redacción
20 de febrero, 2014

Los últimos días fuimos testigos de un evento de trascendencia desde la perspectiva del fortalecimiento democrático de la institucionalidad electoral: la Comisión de Postulación para Magistrados al Tribunal Supremo Electoral (TSE) presentó una nómina de 40 candidatos que deberá conocer el Congreso de la República. Sobre el tema hay algunos elementos que pueden resaltarse del proceso para dejar un legado de lecciones aprendidas. 

El primer elemento que identifico tiene relación con la Transparencia. Aunque el artículo 141 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos estipula que las reuniones de la Comisión de Postulación al TSE serán “secretas”, se decidió hacerlas públicas, en concordancia del artículo 30 de la Constitución, sobre la publicidad de los actos administrativos, y el principio de transparencia de la Ley de Comisiones de Postulación. ¡Cien puntos para la Comisión! 
El segundo elemento tiene que ver con la posibilidad de hacer señalamientos hacia los aspirantes. Los tiempos para hacer señalamientos de la hoja de vida profesional de los aspirantes fue muy corta para que la ciudadanía activa pudiera hacer una eficiente gestión de fiscalización previo a que se conformara la nómina de los 40. Además, el informe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) ocasionó un “ruido” innecesario hacia muchos de los aspirantes. El informe que presentó la CICIG era un consolidado de datos de terceras instituciones (Contraloría de Cuentas, Procuraduría de Derechos Humanos, Ministerio Público, Corte de Constitucionalidad, entre otras), lo cual generó una duplicidad de gestión porque esos datos los había solicitado la Comisión de Postulación a las entidades correspondientes, además de provocar dudas innecesarias hacia los aspirantes. 
El tercer elemento se refiere a la puntuación de los aspirantes con apoyo de herramientas de evaluación. La Comisión y algunas organizaciones que se involucraron de lleno en una labor de ciudadanía activa desarrollaron instrumentos para coadyuvar en la evaluación objetiva de los aspirantes. Se llenaron cuadros con indicadores para medir factores académicos, profesionales y de proyección humana. El resultado fue una clasificación de los aspirantes, desde los 20 a los 84 puntos. La lógica haría pensar que los 40 mejor calificados serían los seleccionados; sin embargo, la metodología de votación imprimió un elemento de arbitrariedad en la selección. Un moderador preguntaba “¿quién vota por X candidato?” y quienes estuvieran a favor, levantaban la mano. El punteo, ante esa metodología, quedo en segundo plano. Entre los elegidos podemos visualizar candidatos cuyo rango oscila entre los 38 puntos, un claro reprobado ante cualquier comparación con un estudiante valorado sobre 100 puntos, y los 84 puntos (el mejor evaluado de los 117 aspirantes). 
Ahora la decisión se traslada al Congreso de la República, donde lo ideal sería que se reflejaran las mismas señales de transparencia y una evaluación que nos permita contar con los mejores profesionales que tendrán la responsabilidad de convocar y gerenciar el proceso electoral 2015, que se vislumbra a la vuelta de la esquina.
@MarizzaHerrera