Política
Política
Empresa
Empresa
Investigación y Análisis
Investigación y Análisis
Internacional
Internacional
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial

Municipios libres

Redacción República
02 de noviembre, 2014

He tenido la oportunidad de conocer otras
ciudades en el mundo. Cuando vuelvo a Guatemala y recorro sus calles y avenidas,
sus comercios, las zonas residenciales y cascos urbanos, los mercados y parques,
las carreteras y caminos rurales…me envuelve un sentimiento de tristeza y envidia
por aquellas ciudades que rebozan de orden, seguridad y riqueza.


Me pregunto, ¿porqué, por ejemplo Soloma o Chimaltenango,
Cuilapa o Champerico, no pueden ser ciudades ordenadas y prósperas? ¿Porqué en ellos
reina la violencia, el desorden, la contaminación, la pobreza…el caos generalizado?


El problema es complejo y multicausal por
supuesto pero una de las razones es sin duda la “planificación centralizada” que
impera en nuestros sistemas de organización social. Heredados la mayoría, estos
abogan por la creencia en los “planes de ordenamiento territorial” a manos de
políticos (en el mejor de los casos, rodeados de urbanistas), por la existencia
de “monopolios naturales” y “alianzas público-privadas”, y en consecuencia, el
supuesto de que el gobierno local es quien deben ordenar la vida del municipio o de la ciudad.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Afortunadamente resurge un nuevo paradigma…el
de las ciudades libres, o si acuñamos un término más local, el de municipios libres.


El concepto no es nuevo pero recientemente ha
sido impulsado por académicos como Paul Romer y Michael Strong; por la
Universidad Francisco Marroquín y el Startup Cities Institute. Desde hace
algunos años se ensaya el concepto de “ciudad libre” (o free city). Singapur,
Hong Kong y varias provincias chinas son ejemplo de ciudades libres. En la
región centroamericana, Honduras se perfila como un país pionero en impulsar regiones de desarrollo especial (red).


Un municipio
libre
es, una palabra, autonomía;
pero ello encierra varios principios que deben cuidarse. Un municipio libre
debiese basarse en tres principios fundamentales: derechos de propiedad
definidos, defendibles y divisibles; el principio de no agresión y libertad de
intercambio. La aplicación de estos principios bajo un orden legal y político
descentralizado traería como consecuencia cortes independientes,
descentralización fiscal, una fuerza policial local y servicios básicos
eficientes.


Veríamos quizás alumbrado público subterráneo
(que hace gran daño al paisaje y devalúa los municipios frente al turismo;
además, un sistema de cableado subterráneo es más deseable en territorios
suscptibles de temblores, terremotos y huracanes), un servicio regular de agua
potable accesible para todos los habitantes y un sistema de precios afín a usos
diversos, sistemas de seguridad más eficientes y mecanismos de reacción más
eficaces, menos tráfico derivado de sistemas de transporte público más
eficientes y un sistema de precios aplicado a carreteras, calles y avenidas.


Todo ello sería posible si logramos establecer
un régimen legal, político y económico que impulse el emprendimiento y la
innovación tecnológica. Bajo un sistema de esta naturaleza las personas se
educarían mejor y sería menos probable la instauración de regímenes populistas
y dictatoriales. Habría por supuesto más transparencia en el uso de los
recursos públicos, empezando porque los impuestos serían menores y aquel valor
agregado generado localmente se quedaría en el municipio.


La autonomía de los municipios generaría una
cultura de competencia intermunicipal y los ciudadanos “votarían con los pies”
al migrar hacia aquellos municipios en los que tienen más y mejores oportunidades
de empleo. Así, los municipios se esforzarían por satisfacer las necesidades de
sus habitantes y se crearía un efecto dominó hasta alcanzar la escala
nacional…países libres.


Parafraseando a mi profesor y amigo Giancarlo
Ibarguen: “El futuro de la libertad está en municipios como…” ¿Cuál será el
primero en Guatemala?


________________

Jorge
David Chapas es empresario; agrónomo y maestro en economía ambiental.
Co-fundador y CEO de Rana. Amigo del CEES y del PERC.


Municipios libres

Redacción República
02 de noviembre, 2014

He tenido la oportunidad de conocer otras
ciudades en el mundo. Cuando vuelvo a Guatemala y recorro sus calles y avenidas,
sus comercios, las zonas residenciales y cascos urbanos, los mercados y parques,
las carreteras y caminos rurales…me envuelve un sentimiento de tristeza y envidia
por aquellas ciudades que rebozan de orden, seguridad y riqueza.


Me pregunto, ¿porqué, por ejemplo Soloma o Chimaltenango,
Cuilapa o Champerico, no pueden ser ciudades ordenadas y prósperas? ¿Porqué en ellos
reina la violencia, el desorden, la contaminación, la pobreza…el caos generalizado?


El problema es complejo y multicausal por
supuesto pero una de las razones es sin duda la “planificación centralizada” que
impera en nuestros sistemas de organización social. Heredados la mayoría, estos
abogan por la creencia en los “planes de ordenamiento territorial” a manos de
políticos (en el mejor de los casos, rodeados de urbanistas), por la existencia
de “monopolios naturales” y “alianzas público-privadas”, y en consecuencia, el
supuesto de que el gobierno local es quien deben ordenar la vida del municipio o de la ciudad.

SUSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

Afortunadamente resurge un nuevo paradigma…el
de las ciudades libres, o si acuñamos un término más local, el de municipios libres.


El concepto no es nuevo pero recientemente ha
sido impulsado por académicos como Paul Romer y Michael Strong; por la
Universidad Francisco Marroquín y el Startup Cities Institute. Desde hace
algunos años se ensaya el concepto de “ciudad libre” (o free city). Singapur,
Hong Kong y varias provincias chinas son ejemplo de ciudades libres. En la
región centroamericana, Honduras se perfila como un país pionero en impulsar regiones de desarrollo especial (red).


Un municipio
libre
es, una palabra, autonomía;
pero ello encierra varios principios que deben cuidarse. Un municipio libre
debiese basarse en tres principios fundamentales: derechos de propiedad
definidos, defendibles y divisibles; el principio de no agresión y libertad de
intercambio. La aplicación de estos principios bajo un orden legal y político
descentralizado traería como consecuencia cortes independientes,
descentralización fiscal, una fuerza policial local y servicios básicos
eficientes.


Veríamos quizás alumbrado público subterráneo
(que hace gran daño al paisaje y devalúa los municipios frente al turismo;
además, un sistema de cableado subterráneo es más deseable en territorios
suscptibles de temblores, terremotos y huracanes), un servicio regular de agua
potable accesible para todos los habitantes y un sistema de precios afín a usos
diversos, sistemas de seguridad más eficientes y mecanismos de reacción más
eficaces, menos tráfico derivado de sistemas de transporte público más
eficientes y un sistema de precios aplicado a carreteras, calles y avenidas.


Todo ello sería posible si logramos establecer
un régimen legal, político y económico que impulse el emprendimiento y la
innovación tecnológica. Bajo un sistema de esta naturaleza las personas se
educarían mejor y sería menos probable la instauración de regímenes populistas
y dictatoriales. Habría por supuesto más transparencia en el uso de los
recursos públicos, empezando porque los impuestos serían menores y aquel valor
agregado generado localmente se quedaría en el municipio.


La autonomía de los municipios generaría una
cultura de competencia intermunicipal y los ciudadanos “votarían con los pies”
al migrar hacia aquellos municipios en los que tienen más y mejores oportunidades
de empleo. Así, los municipios se esforzarían por satisfacer las necesidades de
sus habitantes y se crearía un efecto dominó hasta alcanzar la escala
nacional…países libres.


Parafraseando a mi profesor y amigo Giancarlo
Ibarguen: “El futuro de la libertad está en municipios como…” ¿Cuál será el
primero en Guatemala?


________________

Jorge
David Chapas es empresario; agrónomo y maestro en economía ambiental.
Co-fundador y CEO de Rana. Amigo del CEES y del PERC.